Entre viajes y decisiones

Mis ojos estaban deslumbrados por el sol y mi cara perdida, nunca hubiera creído lo que me trato de decir ese día, ni lo que pasaría después. Era una mañana de sábado cuando un tipo toco mi puerta, había despertado de un sueño extraño donde ponis de colores tenían relaciones entre todos sin importar el lugar y la edad. Cuando Salí vi a un viejo amigo cargando a un envuelto de trapos, no lo distinguí al principio por que apenas estaba despertando y el sol estaba en su punto más alto, y me dijo:

-mi vida corre riesgo y mi dragona también. Por favor necesito que lo cuides y lo protejas.

Al principio no le entendí pero cuando mis ojos se acostumbraron al sol logre ver que era Eragon, Llevaba años que no lo veía pero distinguí algo raro en él, su dragona Safira se encontraba atrás viéndonos pero igual se veía extraña, su color se había tornado pálido y se veía cansada. Eragon extendió sus brazos con esa cosa y dijo

-estuvimos buscado quien lo cuide y ya no hay nadie de fiar, todos nos buscan y no podemos arreglarlo, no hay quien lo acepte salvo tú, no le digas lo que paso nunca y tampoco quien fui o seré.- no le entendía ni un carajo, a que se refería ese desquiciado, fue hasta que entendí que ese conjunto de trapos era un niño, y que me lo estaba dejando ¿pero porque? Y de quien nació; era un mar de confusión lo que pasaba por mi mente pero al entender que se trataba de un recién nacido tuve que agarrarlo y abrasarlo. Y fue cuando Eragon tomo la palabra de nuevo.

-nuestro viaje será largo y peligroso y tal vez no regresemos nunca, por favor cuida de nuestro hijo…- como dijo? Me pregunte -de nuestro hijo? Acaso perdió la razón, yo no tengo hijos y es imposible que Eragon tuviera algo conmigo. Aunque lo que vi después lo dijo todo, por mi mente paso desapercibido cuando dijo "nuestro" y al ver a su dragona, Safira, acercarse, comprendí que se trataba del hijo de Eragon y Safira, y que por alguna razón tenían que irse. Fue entonces que Eragon me ofreció una bolsa de monedas de oro y retrocedió sin dejar de verme para montarse en su dragona. Una vez que se acomodó volteo a ver a su hijo que tenía en mis manos y levanto vuelo para rápidamente desaparecer en las nubes.