Los derechos de los personajes, lugares, hechizos, etc… que aparecen en esta historia pertenecen exclusivamente a J.K. Rowling.
Esta historia está escrita sin ánimo de lucro. Es parte de mi ansia para quitarme el gusanillo de la peor metedura de pata de Rowling: que Hermione abandonase a Harry en su hora más oscura para quedarse consolando a los Weasley por la muerte de Fred.
Al tratarse de una versión alternativa de un fragmento del libro de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte el texto señalado es una transcripción del texto original (de la traducción oficial al castellano, se entiende).
HASTA EL FINAL
-Mi señor…
Era la voz de Bellatrix; estaba sentada junto a Voldemort, despeinada y con rastros de sangre en la cara, pero por lo demás ilesa.
Voldermot levantó la varita para ordenarle que se callara. Ella obedeció y se quedó mirándolo con gesto de adoración.
-Creí que vendría – dijo el Señor Tenebroso con su aguda y diáfana voz, sin apartar la vista de las danzantes llamas-. Confiaba en que vendría.
Nadie comentó nada. Todos parecían tan asustados como Harry, cuyo corazón latía como empeñado en escapar del cuerpo que el muchacho se disponía a desechar. Le sudaban las manos con la anticipación de lo que estaba a punto de pasar.
De repente alguien se deslizó dentro de la capa con él y le sujetó la mano con fuerza. No podía ver a nadie hasta que el hechizo desilusionador se deshizo delante de sus ojos.
-Hermione, pero que… - casi se le olvidó susurrar de la impresión que le dio ver a su amiga con él. Apenas había tenido tiempo de decir esas tres palabras cuando notó una explosión de dolor en su mejilla izquierda.
-Si despedirte… Harry… pensabas irte así, sin más – su voz estaba cargada de rabia y unas silenciosas lágrimas surcaban sus mejillas.
-P…
Sintió el dolor otra vez, pero más fuerte, en su mejilla derecha. Hermione le había dado con el revés y dolía mucho más.
-¡Vete de aquí ahora mismo…! – dijo, ya incapaz de controlarse -. ¿Te has vuelto loca? ¡Te matarán!
-¿Crees que no lo sé? - Hermione había bajado la cabeza, ocultando la cara entre sus bucles castaños -. ¿De verdad creías que iba a dejarte hacer esto solo?
Harry miró a su madre un instante y una sensación desoladora se instaló en lo más hondo de su ser en el momento que sus miradas se cruzaron. La Piedra de la Resurrección resbaló de sus entumecidos dedos, y con el rabillo del ojo vio desaparecer a su padre, Sirius y Lupin.
Volvió a fijar sus ojos en Lily justo antes de que desapareciese, pero ella ya no le miraba a él. Tenía la vista fija en su mano y la de Hermione entrelazadas, y su rostro destilaba una tristeza infinita.
En los instantes que duró ese intercambio de miradas había tomado una decisión. Notaba a Hermione temblar a su lado. Apretó su mano con fuerza e inmediatamente comenzó a andar de vuelta a Hogwarts tirando de ella. Los pies de Hermione no se movieron un solo paso.
-No voy a dejarte hacer esto solo… - Hermione volvió a mirarle a los ojos -… nadie debería hacer algo así solo – ya no había rabia en su voz, solo resolución.
-No, no, no y no… - no sabría que tendría que decir para hacer que su amiga se marchase de ahí, pero lo iba a conseguir aunque fuese lo último que hiciese en su vida, literalmente -. ¿Vas a dejar solo a Ron…? – la sintió estremecerse y supo que había dado en el clavo.
-Ron… lo entenderá – dijo en susurro casi inaudible -. Le costará tiempo… pero lo hará…
-¡Es que ni te atrevas a soñarlo! – comenzó a tirar del brazo de su amiga para llevársela aunque fuese a la fuerza de allí.
-Por lo visto me equivocaba… - oyó a Voldemort en la lejanía.
-No, no te equivocabas.
Hermione habló tan alto como pudo a la vez que echaba la capa de invisibilidad a un lado. En ese instante se le heló la sangre hasta el tuétano. Ya estaba, no había vuelta atrás. No importaba nada más, ella iba a morir aquí, a su lado. Nunca se había sentido tan fracasado, tan impotente.
Los gigantes rugieron cuando todos los mortífagos se levantaron a la vez y les rodearon. Se oyeron numerosos gritos, exclamaciones e incluso risas. Voldemort se quedó inmóvil, pero ya había localizado a Harry y clavó la vista en él, mientras el muchacho avanzaba hacia el centro del claro manteniendo a Hermione a su espalda.
-Parece que la sangre sucia ha tenido que traerte a rastras – chilló burlona Bellatrix.
Entonces una voz gritó:
-¡Harry! ¡Hermione! ¡No!
El chico se giró: Hagrid estaba atado a un grueso árbol. Su enorme cuerpo agitó las ramas al rebullirse, desesperado.
-¡No! ¡No! ¡Harry! ¡¿Qué…?!
-¡Cállate! – ordeno Rowle, y con una sacudida de la varita lo hizo enmudecer.
Hermione se agarró a la espalda de Harry y apoyando la frente entre sus omoplatos dijo:
-Lo siento Harry. Yo… necesitaba estar aquí. Te lo prometí, ¿recuerdas?
Harry apenas escuchó a Hermione, Solo tenía ojos para Voldemort. De repente todo se había quedado estático, a excepción de las llamas y la serpiente, que se enroscaba y desenroscaba dentro de su reluciente jaula, detrás de la cabeza de su amo.
El Señor Tenebroso le miraba con fijeza. Ladeó un poco la cabeza y su boca sin labios esbozó una sonrisa particularmente amarga.
-Harry Potter… - dijo en voz baja, una voz que se confundió con el chisporroteo del fuego -. El niño que sobrevivió.
-¡Aquí estoy! He venido, ya tienes lo que querías. Pero a ella… - un último intento bien valía la pena -… a ella la dejarás marchar.
-Lo siento Harry – Voldemort había alzado la varita -. Pero eso no va a poder ser. No tendrías que haberla traído contigo.
Harry lo miraba diréctamete a los ojos. Su miedo se había esfumado hacía rato y había sido sustituido por uno peor: el miedo por lo que le iba a suceder a su mejor amiga. Vio moverse la boca de Voldemort, amagando la maldición que acabaría con su vida. Sin embargo, interrumpió el movimiento sonriendo con una mueca espantosa.
-¡Bella! ¿Querrás ayudarme con esto? – susurró divertido.
Bellatrix, que se había puesto en pie de un brinco, miraba con avidez a Hermione y a Harry, mientras el pecho le subía y le bajaba al compás de su agitada respiración. Con pasos lentos se colocó al lado de su amo.
Voldemort ladeó la cabeza, como un niño curioso al ver que Harry sujetaba a Hermione detrás sin permitirle moverse ni un ápice.
-Harry… – le susurró ella al oído -… no permitas que te vea morir. No ahora… por favor.
Toda resistencia era inútil, así que aflojó sus brazos y permitió que ella se pusiese a su lado. En el camino sus manos se encontraron.
Los mortífagos no se movían, expenctantes; todo estaba en suspenso, a la espera. De repente sintió el roce de unos labios en su mejilla. Giró su rostro y se encontró con los ojos de Hermione. Una solitaria lágrima resbalaba por su mejilla mientras su mirada le decía dos palabras: "Hasta pronto".
Siguió mirándola un instante más, hasta que vio un fogonazo verde reflejado en sus ojos; y entonces todo se apagó.
