Disclaimer: Supernatural no me pertenece.


Frío

El cielo era frío.

Parecía algo lógico, dado el estado de las cosas; fuego eterno en el sótano, agradable clima templado para los humanos de la planta baja y nieve sobre el tejado. Sin embargo, Castiel no notó la gelidez hasta que visitó la tierra y descubrió que la perfección del lugar que había sido su hogar durante milenios sabía a plástico congelado. También descubrió a los humanos, no como un concepto lejano sino como seres reales hechos de carne, sangre, lágrimas y risa, y había algo que le hacía desear acercase a ellos y sostener sus manos, sólo porque sabía que no estarían heladas.

Y luego estaba ese humano.

La sonrisa de Dean era tan caliente como el infierno del que lo había sacado. Su boca era una promesa de peligro, sus ojos, fuego burlón. Todo él era lo prohibido, la duda, lo que nunca había sabido que deseaba, y Castiel temía que tanta intensidad le quemara.

Por eso la primera vez que lo tocó escogió una noche de tormenta. De esa manera, si la temperatura de su piel era excesiva para su cuerpo prestado, o El Señor decidía castigar su trasgresión haciéndole arder, la lluvia lo apagaría y al menos sus cenizas no volverían al frío, ni bajarían a bailar con el fuego equivocado.

Los dos llevaban un rato desnudos cuando se dio cuenta de que todavía existía, y de que la única de sus sensaciones a la que hubiera sabido poner nombre era el calor.

Dean sonreía.