¿Alguna vez te has preguntado por qué tuviste que nacer justo dónde naciste, por qué de entre tantas millones de personas en el mundo justo tuvo que ser a ti a la que le tocara pasar por lo que tenías que pasar? Ó, mejor aún, ¿en algún momento deseaste con todo tu ser, simplemente, no ser tú?
Bueno, pues, los primeros once años de mi vida, fueron lo que podría llamarse, perfectos. Tuve la mejor infancia que alguien pudiera imaginar. Una madre amorosa y ejemplar aunque no con mucho tiempo, la hermana más perfecta del mundo, en todos los sentidos, una excelente educación, buenos vecinos, amigos a montones y muchos juegos, abrazos, te quieros y dulces. Sí, no mencioné a mi padre. Hasta ese momento no tenía idea de quién era, en muchos aspectos sigo sin saberlo.
Antes de hablarles sobre el pequeño e insignificante, léase con tono irónico, acontecimiento que me reveló mis orígenes debo proporcionarles cierta información, necesaria para que logres ponerse en mis zapatos una vez que lleguemos al meollo del asunto.
Crecí en una pequeña comunidad de Virginia llamada Mystic Falls donde nada raro sucedía nunca, o al menos no era del dominio público. El lugar más tranquilo y hermoso para vivir, o aburrido hasta la muerte si eres joven y te gusta divertirte. La gente del pueblo es buena, acomedida y generosa, en apariencia, y sumamente abierta, aunque no sea precisamente por honestidad, si algo he de admitir es que, los secretos casi nunca duran mucho en Mystic Falls.
La seguridad era una de las cosas de las que podíamos presumir a gritos, en especial mi familia, puesto que teníamos al mejor cuerpo policial del Estado encabezado por la mejor sheriff del mundo, ok tal vez no sea objetiva pero qué más da. Elizabet Forbes, o mami como mi hermana y yo la llamábamos, era una mujer fantástica, nada se le escapaba, de acuerdo casi nada, inteligente, astuta y noble hasta la medula.
Ya que mencioné a mi hermana, voy a hablarte un poco más de ella. ¿Cómo podría empezar a describirla? Mmm ya sé, imagina a la persona que más ames en todo el universo, ¿ya? Ok, ponle los sentimientos más hermosos del mundo, lealtad, generosidad, bondad y una luz resplandeciente emanando de cada molécula de su ser, perfecto, ahora a esa persona conviértela en mujer, si no lo era ya claro, y no en cualquier mujer sino en una delgada con cabello rubio hasta los hombros, piel blanca, ojos azules y sonrisa perfecta. Listo, ahí tienes a Caroline Forbes, mi hermana mayor y la personita a quien más adoro y admiro en todo el universo.
Sí, sé que tiene sus defectos. Es caprichosa, perfeccionista hasta querer golpearla en la cabeza con un bat, necia y demasiado estresante en ocasiones pero créeme cuando te digo que nadie sabe amar y cuidar a los suyos como ella. A pesar de que no somos hijas del mismo padre, jamás sentí que hubiera una distancia entre nosotras por eso, éramos hermanas y punto sin medias tintas. Me cuidó con amor y dedicación aunque sólo nos lleváramos dos años siempre sintió debilidad por mí y se esmeró en que no padeciera la a veces muy dolorosa ausencia de mi padre y, por qué no decirlo, puede que también de nuestra madre que muchas veces ponía mayor atención a su trabajo.
Conforme el tiempo avanzó nos convertimos en las mejores amigas, claro que ambas teníamos también a otras personas en nuestra vida. Ella, por ejemplo, tenía a Bonnie y a Elena, sus dos inseparables. Yo quería a ambas, más a Bonnie porque Gilbert siempre me ponía de nervios con su insufrible manía de sufrir todo el tiempo, sí la pasó mal y parecía como si la tragedia la siguiera pero ¿en serio debía hacer aún más dramático el drama? Sí, no lo negaré, Elena Gilbert nunca terminó de agradarme del todo, pero no deben de agradarte todos a los que quieres ¿o sí?, y a pesar de eso me pondría frente a una bala para protegerla, ja ¿quién es la dramática ahora?
En fin, me estoy desviando del tema, tú disculparás pero mi mente corre más rápido de lo que lo hace mi boca, o mis dedos. ¿Qué seguía?... Oh, claro. Mi padre. Hm, te dije que no supe nada de él durante once años ¿recuerdas?, mi madre me dijo a los cinco años, la primera vez que pregunté por él, que él estaba vivo y bien y que sabía sobre mí pero que tenía algunos problemas que le impedían venir a verme.
Era una niña, ¿Cómo diablos iba a comprender que "algunos problemas" era un sinónimo de "está en la cárcel". Da igual, por ahora eso no es importante, siempre estuve rodeada de eventos raros e inexplicables. Si alguien se atrevía a mofarse de la gran diferencia entre Caroline y yo, por mis ojos grises y mi cabello negro como el carbón, casualmente y de la nada algo chocaba contra su cabeza o su cara, pastel, un balón, una roca. Si mi madre me hacía enfadar por no comprarme lo que yo quería, "Amberly, ya tienes demasiadas muñecas", un estante entero de la tienda de juguetes explotaba en miles de pedazos y el objeto de mi deseo aparecía completamente a salvo en mi mochila. Una vez, cuando tenía 5 años, Care, sus amigas y yo jugábamos a los desfiles de moda y concursos de belleza y Gilbert se atrevió a arrebatarle la corona a mi hermana, diciendo que ella la merecía más, y la aventó, de repente la cabeza de Elena empezó a arder, apagamos rápido el fuego pero la tuvieron que rapar porque se le había chamuscado casi la mitad.
Casualmente, cada episodio extraño ocurría conmigo como fuente del problema, mamá lo notó pero jamás me dijo nada. Claro que cuando una lechuza dejó una carta en nuestra puerta y un viejito de ojos de media luna se presentó anunciando que era una bruja las dos nos relajamos, al menos no estaba poseída o algo así. El anciano, de nombre Dumbledore nos explicó a grandes rasgos que el Mundo mágico, lugar de las brujas y magos y otros seres fantásticos, estaba ocultó de los muggles, gente sin magia, y que ahí había escuelas especializadas que enseñaban a gente como yo a controlar sus poderes. Nos contó que, como soy estadounidense, lo natural sería que yo fuera a la Escuela Ivermorny pero debido a mi padre, desde el día de mi nacimiento, había sido aceptada en Hogwarts, el Colegio de Magia y Hechicería de Gran Bretaña, Escocia y otros países europeos.
Mi madre y yo teníamos cara de ¿what? Pero, no por eso dejé de lado una palabra que hacía tiempo no escuchaba dirigida hacia mí, "padre". Dumbledore no quiso darme muchos detalles sobre él y tuve que recurrir a la persona que jamás quiso decirme la verdad, o lo que sabía por lo menos. Mi madre dudó pero me confesó que sí sabía quién era mi progenitor, no que fuese un mago pero si su nombre y lo que ocurrió con él.
"Amberly, debes entender que nada de esto es fácil. Conocí a tu padre una noche que me escapé a Nueva York, Caroline tenía poco más de un año y su padre, Bill, y yo prácticamente habíamos terminado. Entré a un bar y conocí a un hombre del que me enamoré casi a primera vista, era tan maravilloso y encantador, sólo pasamos juntos una semana pero fue la mejor semana de mi vida" "Sí, ajá, ¿y luego?" Parecía que Liz no se daba cuenta que sólo tenía once años, joder, todo eso que me contaba me da igual, lo único que quería saber era el nombre de la otra persona que me dio la vida.
"Él me dijo que debía marcharse pero que volvería tan pronto como pudiera, meses después un amigo suyo vino a buscarme y me dijo que él había sido arrestado, una larga condena, por más que pedí verlo me dijo que era imposible y que sólo había venido a verme por la vieja amistad que los unía y para decirme que fuera muy feliz y me olvidara de tu padre. Le confesé que estaba embarazada y le supliqué que al menos se lo hiciera saber, él me dio su palabra y después se marchó. Jamás volví a saber nada de ninguno, hasta ahora" "¿Pero, quién es él? Mamá ¿quién es mi padre?" "Sirius, su nombre es Sirius Black" Aquí es donde realmente comenzó toda la historia que estás por descubrir, conmigo dejando de ser sólo una habitante más de Mystic Falls para convertirme en Amberly Black Forbes.
