Este fic participa en el Reto #14: "Amortentia al azar" del foro

Disclaimer: Yo nada tengo y nada soy… Harry Potter y el potterverso (así como sus millones) pertenecen a JK Rowling, lo único que hago yo es jugar con sus personajes un rato para diversión mía y tortura de otros.

Advertencias:

Esta historia contiene material subido de tono (lime-lemmon), pareja slash, tal vez un poco de OoC y muchas incoherencias

Amortentia


"Si los armarios evanescentes fueron creados con magia obscura hace 400 años… No era algo que se impartiese en aulas, si no a través de generaciones, la mayor parte de la magia obscura de aquel entonces provenía de textos gaélicos, entonces el conjuro no debe enunciarse en latín, si no…"

Sentí un codazo que prácticamente me tiró del banco.

—¡Por Salazar Pansy! Ni vigilar el caldero puedes.

—Ya está la poción, necesito ayuda para vaciarla. Además te apuesto 20 galeones a que encuentras mi perfume en ella.

—No estoy de humor Pans… Vacíalo rápido y entreguemos el frasco — Ella entornó los ojos y soltó un bufido antes de empezar a vaciar el asiento del caldero en un par de botellas pequeñas, me volteó a ver de solosayo mientras colocaba la tapa de una de ellas, tirando el otro frasco con el codo.

—¡Pansy! Si continúas así de torpe, tendrás que cambiarte de casa y creeme, el amarillo te hace ver enferma.

—Torpe de moviemientos, sagaz de mente— miró la manga de la túnica con una ladina sonrisa — perdona si te llené de ¿ lirios blancos? Jajajajaja, vamos Draco, yo te dije a qué olía la mía, es tu turno – rodé los ojos, honestamente tenía media hora sin escucharla. Me acerqué a mi túnica e inmediatamente me tuve que alejarme con una mueca de asco, incluso sentía mi estómago revuelto.

—¿Y?

—Demasiado penetrante y asqueroso… Además de no identificable.

—¿Alérgico al amor?

—Tal vez…

Pansy entregó los frascos no muy convencida. Eran aromas intensos y desconocidos, uno era similar a lirios, pero se sentía artificial y desagradable. Del único que no tenía duda era de el más asqueroso de los tres. Y si el aroma le producía náuseas per sé, el hecho de que la entera familia Weasley oliese así, crispaba mis nervios. Sudor frío me empapaba la espalda, simplemente esperaba que todo debía ser una maldita coincidencia.

Los días pasaban, sentía que las presiones de casa me llenaban la mente día y noche, pero no podía dejar de estremecerme cada vez que vislumbraba una mata rojiza, de la cual huía como la peste.

5 minutos de calma, algo que me hiciera olvidar todo lo que me rodeaba… Con esos pensamientos no iba a lograr abrir la sala de menesteres. Tal vez un baño me despejaría, cuando otra vez ese maldito aroma que me acosaba empezó a inundar mis fosas nasales, me volteé buscando a cuál de los Weasleys debía de gritarle, cuando la imagen que ví resultó peor de lo que imaginaba.

-¡No conforme con pasar el tiempo rodeado por esos pobretones, también tienes que oler cómo uno! ¡toma un baño Potter!

-De dónde crees que vengo ¡idiota! —No pude si no bufar y posponer mi baño…


Gasolina


Me enfundé las manos en los guantes de cuero, suaves y ajustados, acomodé mi bufanda y ajusté el casco, intentando con él encerrarme en mí mismo, me estiré un poco antes de subirme a la motocicleta, tras dos patadas encendió, liberando un discreto aroma a gasolina, lo aspiré profundamente mientras cerraba los ojos, se me erizaban los vellos del cuerpo…

No lo había identificado hace algunos años, jamás habría imaginado amar algo tan muggle, ahora su aroma significaba lo mejor de mi semana. Levanté la pesada motocicleta y arranqué, sentía la vibración de las calles mientras esquivaba los carros, casi podía vislumbrar la carretera al final de la calle.

Entré en ella notando el agradable cambio, era más uniforme y la única vibración que sentía entre mis piernas era la del motor. Al principio me costó acostumbrarme a ella, después casi la sentía como una extensión de mi cuerpo; no era como la escoba, pero era lo más parecido a volar que sentía.

Conforme aumentaba la velocidad, mi ansiedad, furia, problemas y pasado, todo se iba quedando atrás, perdido en el asfalto. Cerré los ojos por unos instantes, prácticamente me sabía esa autopista de memoria…

Empecé a escuchar un sonido metálico extraño, una pequeña inestabilidad, abrí los ojos y antes que me diera cuenta lo que pasaba, perdía el control de la motocicleta y derrapaba por el pavimento.

Me levanté con dificultad, asombrado de la levedad de mis lesiones, nada que un Episkey no resolviere, pero la motocicleta era un panorama muy diferente. Había recuperado algunas piezas que se habían desprendido de ella, había logrado reacomodar algunas piezas, pero distaba mucho de contar con adecuados resultados. Había un intenso olor a gasolina, por lo cual intuía que también debía tener un daño el tanque de gasolina, me presioné el puente de la nariz, sin notar la sombra que se cernía sobre mí.

—Resultas un blanco demasiado fácil.

—Es una suerte que los Gryffindor no ataquen por la espalda.

—Tenía mucho tiempo sin verte.

—Vivir fuera de la comunidad tiene esa ventaja.

—Pero el Wizeggamot no te exilió…

—Con sus limitaciones acerca del manejo de magia, vivir ahí era lo mismo que ser un Squib.

—Pero tu odias todo lo muggle…—La voz de Harry perdía el sentido a mis espaldas, realmente si había algo que pudiera empeorar mi humor ese día, eran discursos compasivos y moralistas, que no había pedido.—¿No puedes usar magia para arreglarlo?

—¿Vienes sólo a recalcar lo obvio o a probar los límites de mi paciencia?

—Solo pensé que podrías necesitar ayuda…

—No creo necesitar otra intercesión tuya, San Potter — alargué el apodo con un tono amenazador que no hizo más que enfurecerlo.

—Arrogante imbécil, hazte a un lado — entre empellones e insultos pasaron las siguientes 3 horas sin hacer grandes mejoras a la motocicleta. No logramos repararla, pero metimos la cadena en su sitio para llevarla rodando al siguiente taller. Y como siempre Potter venció su mal humor y no pudo mantener la boca cerrada el resto del camino, al dejar el automotor se acercó a mí para ofrecerme llevarme a casa en su motocicleta.

—Estás bañado en sudor y gasolina.

—Tú también—repeló Potter.

—Pero yo no huelo a León — Potter frunció el ceño, para después soltar una sonora y contagiosa carcajada.