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Muchas gracias a aquellas personas que se toman la molestia en leer mi fic (*3* y en dejar review). Siempre he sido una chica de gustos raros y uno de ellos es el Corea del Nortex Japón, ¿Cómo y cuando nació la idea? Es una larga historia...pero este fic es un tributo a mis peculiares gustos.

Situado durante la invasión de Imperio Japonés a Corea, les traigo un conjunto de pequeños drabbles sobre un amor accidentado con un trágico fin.

(He usado el nombre de hyung-soo para referirme a Corea del Norte, este nombre no me pertenece, sino que lo he tomado prestado de la artista de devianart lowah)

Invasión

Y sin darse cuenta todo lo que tenían les fue arrebatado, los años venideros estaban destinados al más oscuro pasaje de su historia; el río Han se llenaría de la sangre de los suyos y aquellos que sobrevivieran estarían condenadosa perder todo lo que su antiguo reino había con construido a través de los siglos.

-Hermano...-el cuerpo de Hyung-Soo temblaba mientras sus ojos se llenaban de un horror indescriptible. El cuerpo de un soldado japonés se había desplomado sobre él.

-Cierra los ojos...-Yong-Soo apretó su espada manchada de sangre hasta que sus nudillos se hicieron blancos. Quería que su gemelo no abriera más los ojos para que los horrores de la guerra no llegaran hasta él.

Disfraz

Como cada noche que Hyung-Soo se convertía en una delicada gisaeng y abandonaba su escondite tras una breve sonrisa y un "volveré pronto", los ojos de Yong-Soo se llenaban de lágrimas y un constante silencioso llanto le dominaba.

Desde niños se había autoimpuesto la tarea de proteger a Hyung-Soo de cualquier cosa que amenazara su inocente alma, sin embargo, sus fracasadas peleas con Japón habían despedazado su labor. En ese años, su hermano había descubierto el dolor de cargar con las muertes de otros, a engañar para vivir un día más...

Su falta de fuerza había corrompido a su hermano y Yong-Soo lloraría toda su vida por ello.

Belleza

-Yo quiero ayudar...-rogó Hyung-Soo al sentirse tan inútil frente a la situación, de alguna manera deseaba serle útil a su gemelo. Por ello, cuando finalmente el otro aceptó, se sintió feliz, aunquer tan sólo fue por breves momentos; el joven coreano nunca imaginó lo difícil que sería su labor como espía.

Interpretó el papel de la más bella cortesana y esa belleza casi celestial le abrió la puerta entre los japoneses, pero mientras más alto llegaba, más doloroso era el camino. Comprendió que su belleza era una arma peligrosa y cada vez que hacía gala de ello se sentía asqueado.

No quería matar, no quería mentir y para no rendirse se repetía una y otra vez que todo lo hacía por su amado hermano gemelo.

Al fin llegó al último peldaño, el mismísimo Japón era el último obstáculo a vencer para obtener la felicidad añorada.

Rumor

Se hizo famoso el rumor de que existía una cortesana de tal belleza que incluso los generales japoneses habían sucunbido ante ella.

Kiku Honda sabía que un bello rostro podía destruir todo un reino, si tal mujer existía, no le permitiría volverse un peligro para su creciente imperio.

Aquella mujer fue un rumor escurridizo, cada vez que estaba a punto de dar con ella se le esfumaba como una ilusión.

Pero Kiku era un hombre paciente y supo esperar la llegada del encuentro. Cuando las últimas flores de cerezo abandonaron las ramas, la misteriosa cortesana se presentó ante él.

Amparados por la noche, colándose la luna por la ventana como único testigo, ambos se encontraron en las más finas habitaciones. Finalmente Kiku Honda se había encontrado con Hyung-Soo.

Entonces lo supo, no hubo ningún rumor que que le hiciera justicia al ser que tenía frente a él.