La lista es larga. Ni siquiera comienza con su marido. Ella lo amaba. Pero amaba más su propia vida, cuando la orden llegó, la decisión inicial que marcaría su vida "Es él o yo". Natacha no vaciló.
Ahora se perdería si tratara de recordar cuantas personas fueron. Ella tenía habilidades específicas, y sabía sacarles partido. Una por una, cada misión fue completada. No importaba si para obtener el resultado ella utilizará su cuerpo. Ella era la mejor. Y seguía viva, que era lo más importante.
El espía rubio fue el primer hombre que recordaría para siempre. El no cayó en ninguna de sus mañas. No la vio tampoco como el objetivo que debía eliminar. Y a pesar de poder hacerlo, el no acabó con su vida, la salvo. Busco entonces en él refugio, pero estaba Laura. Comprendió que su lugar no estaba a su lado. Y Clint fue desde entonces lo mismo que un hermano.
Tony fue una misión. Coqueto descarado con una insuperable afición a meterse en problemas. El interés mutuo fue instantáneo, el sabia jugar y seducir, las revistas de chismes lo conprobaban. La mujer que la contrato comentó algo sobre ello, advirtiéndola de quedar fuera de la cama del señor Stark. Era innecesario, el hombre de metal se convertía en gelatina cuando de su CEO se trataba. Y su instinto de supervivencia clamó por mantener a Virginia Potts alejada de respirar sobre su cuello.
Con Steve encontró una camaderia instantánea. Cubriéndose las espaldas el uno al otro en batalla, como si hubieran entrenado para hacerlo juntos. Ella era la primera al que él soldado llamaba por apoyo. Era tan tímido que ella misma se cohibia. Pero cuando se arriesgo a preguntar también fue cortésmente relegada a un lado.
Entonces lo encontró. Tímido, inteligente y valiente. Ella jugaba a seducirlo y él jugaba a dejarse engatusar. Era el tipo de hombre pausado que sabía cuando decirle alto. Y ella no supo esperar, una vez más en batalla y donde todos ganaron ella perdió. Él se fue. Con un cruel nudo en la garganta ella otra vez se aparto.
Cuando salió del hielo era diferente. Calmado y coqueto, incluso jovial. Y se encontró disfrutando de pacíficas noches juntos. Observar las estrellas, intercambiar historias de batalla. Natacha volvió a bailar, porque extrañaba hacerlo, y porque a él le gustaba observarla en silencio. Entonces cuando el tomó su mano y aventuró sus labios hacia ella, aunque su corazón latió deprisa, encontró calma. Porque con él no había necesitado ninguna de sus habilidades específicas.
