Hola a todos.

Bueno, Scarlet Fate reportándose, aquí de nueva cuenta dando lata. No andaba muerta ni andaba de parranda. Solo de maratón guadalupe-reyes y de cumpleaños. Y ahora les traigo una nueva historia de esta singular pareja que tanto adoramos. Sé que muchos pensarán por qué no termino mis otros fics pendientes, la razón es porque la idea de este fic surgió inesperadamente y se me vino la cabeza muy bien estructurada. Por ese motivo decidí comenzarlo sin pensarlo mucho. Este fic nació de un sueño algo macabro, pero dulcemente triste, que tuvo mi novia el otro día. Ella me lo platicó y me llegó muy profundo, así que hace unas noches y antes de dormir, pensé lo que sería vivir en carne propia esa experiencia. Entonces me surgió una idea bastante estructurada como para escribir un nuevo fic y cuando se la platiqué a ella me animó muchísimo a hacerlo. Cabe mencionar que el título del fic está inspirado en una canción y que la historia lo está en la película Drácula, de Bram Stoker, dirigida por Francis Ford Coppola. Hago la aclaración de que esta historia sigue la línea de acontecimientos de la película, pero adaptándola a este fic. Por lo dicho anteriormente se desprende que este fic tocará el tema del vampirismo. Sé que hay muchos fics que tocan este tema, pero aclaro, si quieren ver a una Fate que mate jóvenes vírgenes para beber o bañarse en su sangre, no la encontrarán aquí, pero si en cambio, quieren ver a una Fate sumida en el dolor de perder al amor de su vida y que ha transformado ese sentimiento en otro más útil como el odio, este es el lugar. También aclaro, que por la misma naturaleza de la película, este fic tendrá escenas de violencia, blasfemias y algo de lemon. También aclaro que no se está atacando a ninguna religión en particular, aquí se está plasmando el culto a una deidad o religión cualquiera e inclusive ficticia, así que nadie tiene porque sentirse ofendido en sus creencias. Una vez hechas las advertencias, si no te ha gustado lo que leíste, puedes cerrar esta página, pero si he tentado tu curiosidad y te ha gustado, bienvenido seas y disfruta de esta lectura.

Ni Mahou Shoujo Lyrical Nanoha, ni sus personajes, ni la película en la cual está inspirado este fanfic me pertenecen, todos corresponden a sus respectivos autores.


The Blood is Love

Prólogo

La sangre es odio…

Porque es el odio hacia otras razas por el cual la derramamos. El odio hacia otra formas de vida y otras creencias.

Aun recuerdo la primera vez que asesiné. Sentí un escalofrío recorriendo mi cuerpo, de pies a cabeza. Sentí pánico, arrepentimiento y repulsión hacia mi misma. Sentí en mis manos el hedor a sangre, que por más que hiciera, jamás desaparecía, como hasta ahora no lo ha hecho. Mis propios demonios, que tomaron la forma de mis víctimas, no dejaron de perseguirme por un tiempo, dormida o despierta, daba igual, siempre estarían ahí para hacerme vivir mi propio infierno, en el cual, estaba condenada a vivir para siempre.

Hasta que ella me rescato.

Yo no pude perdonarme, pero ella sí.

Yo misma ni siquiera podía amarme, pero ella me amó.

Yo no tenía paz, y ella me la concedió.

Me la regaló, junto con un precioso tesoro, la primera noche que hicimos el amor y finalmente pude ser feliz y dormir en paz, entre sus brazos.

Y todas las noches, ella me arropa con su cuerpo desnudo, llevándome en sueños a un lugar muy distante, lejos de todo odio y toda guerra, donde ella y yo somos felices, un lugar en mis sueños donde veo hermosas flores cubrir los campos, y no ríos de sangre como en este lugar.

Sin embargo, algún dia, ese sueño se hará realidad. Tengo fé.

Un día, esta cruenta guerra acabará y los supremos sacerdotes nos dejarán libres a nosotros los guerreros. Un día, mi relación con ella será reconocida como legítima y finalmente estaremos juntas.

Sé que los sacerdotes que gobiernan nuestro mundo no aprueban esta relación, porque va contra las antiguas enseñanzas, pero si algo ofende más a los sacerdotes, son aquellos infieles que se rehúsan a seguir la deidad que consideran como verdadera y única.

Por ello, a mi, una paladina de nuestra religión, no pueden negarme nada, porque soy yo quien pelea sus guerras. Soy yo quien impone sus creencias al filo de mi fiel arma, que en tantas batallas me ha acompañado, Bardiche.

Odio la sangre, porque la sangre simboliza odio. Mis manos están cubiertas de ella. No quisiera volver a arrebatar ninguna vida, no quisiera que mi arma significara la muerte para mis enemigos, pero he de hacerlo si debo proteger el mundo en el que vivimos. No hay mayor tortura para mi que matar para vivir. Lo único que hace soportable este infierno, es la presencia de mi ángel en esta tierra.

Sin embargo, el tiempo me enseñó que el odio entre razas es aún más peligroso que la espada más filosa.

No había enemigo que pudiera desarmarme. Ni mi arma, ni mi traje de batalla, podrían ser destruidos. No había forma de dañar mi cuerpo. Pero quien custodiaba y protegía mi alma y mi corazón, junto con el último rastro de humanidad en mí, estaba indefensa.

La carta más venenosa, llena de tanta mentira, odio y ponzoña que jamás pudiera haberse redactado, fue escrita por mis enemigos, llevando el nombre de mi ángel como destinatario, y en su interior, la noticia más cruel e inhumana que puede darse a una mujer enamorada.

El amor de tu vida ha muerto.

Al enterarme de tan cruel noticia, cabalgué velozmente y sin descanso, tratando de llegar a su lado y hacerle ver que todo ese dolor era infundado y sacarla del infierno en el que yo misma me sumiría si me enterara de su muerte.

Pero ni el caballo más veloz pudo evitar la cruel tragedia. Porque tristemente, solo pude llegar a tiempo para contemplar su funeral.

No fue el filo de una espada, fue la tinta de una pluma lo que mató a mi amada.

Porque ella murió de amor.

Su corazón fue atravesado por la daga del dolor más agudo, sumergiéndola en el abismo más oscuro, que la fue devorando lentamente. Al igual que su cuerpo, que fue devorado por aquel precipicio al cual se arrojó para terminar con su dolor y su existencia.

Mi corazón fue desgarrado y mi alma destrozada al observar su cuerpo inerte y sin vida, dentro de un sarcófago tan blanco como el ajuar que llevaría el día de nuestro matrimonio.

Lentamente caminé hacia su lado y tomé una de sus manos, ahora tan fría y no cálida como la recordaba.

Me arrodillé a su lado, justo como aquella vez que le pedí que pasara el resto de sus días conmigo, promesa que ya no podría ser cumplida.

Me quedé en silencio, sintiendo como mis recuerdos a su lado pasaban frente a mis ojos, todos sus gestos, sus sonrisas, sus caricias, sus besos, sus palabras y como cada parte de ella, que nunca más volvería, se llevaba un fragmento de mi para siempre.

Ví su rostro, recordando por la expresión calmada que observe, la paz que aparecía en su semblante al caer dormida después de que le hiciera el amor.

Lentamente me acerqué a sus labios y le di un último beso de amor. Solo un roce, puro y casto, ante el cual los sacerdotes no pudieron ocultar su desagrado.

Y en silencio, lloré, como nunca en mi vida. Esta era mi mayor tortura, mi mayor infierno, en vida.

En ese momento, rogué en voz alta por su alma, orando por el eterno descanso de su ser y la felicidad que en esta vida le había sido cruelmente arrebatada.

Pero los sacerdotes me sacaron de mi error. Ella había atentado contra su vida y tal acción para nuestra deidad, no tiene perdón. Mi ángel sería condenado a vagar eternamente en un infierno de dolor miles de veces más cruel que aquello que experimentó en vida. Nunca encontraría el descanso eterno. Ese era el tormento y castigo de todo suicida.

Y en ese momento, todo el dolor se convirtió en odio, en una ira muy profunda. Mis puños se cerraron enterrando mis uñas y haciendo brotar mi sangre, sangre que tantas veces derramé por aquella deidad sin rostro, por la cual había peleado y había perdido la batalla más importante de mi vida.

Entonces lo maldije, insulté su nombre, blasfemé en su contra, profanando su templo con mis acciones. Los sacerdotes espantados trataron de detenerme, ahora merecería la muerte mas cruenta por rebelarme y en ese momento tratarían de darme muerte para que callara mi boca, pero nada pudieron hacer. Tomé a Bardiche entre mis manos y de un tajo corté sus cabezas.

Ahora había ríos de sangre, sangre de sus propios sacerdotes derramada en su propio templo. Sin embargo, mi pecado más grande aún no se había cometido. Tomé a Bardiche entre mis manos y corté mi propia palma. Mi sangre comenzó a brotar al igual que de mi boca emanaban las palabras llenas y cargadas del odio mas profundo en mi ser:

"Yo, una paladina que luchó por ti, a la que has condenado al peor infierno sobre la tierra, la que derramó esta sangre y la de tantos otros por una deidad tan despreciable como para condenar eternamente el alma más pura en este mundo, te maldigo cientos de veces, a ti y a todos tus representantes sobre esta tierra, porque no hay peor demonio que el que se oculta detrás de tu faz. Me encargaré de derribar todos tus templos y quemarlos hasta los cimientos, de destruir todas tus imágenes y bañarlas con la sangre de tus seguidores más fanáticos, a los que no les ha importado derramar sangre ajena en tu nombre. Por mi propia sangre, tan roja como la intensidad de mi ira, que clamará eternamente por tu cabeza, tu sangre y tu muerte, porque la sangre es y siempre simbolizará mi odio sempiterno, lo juro".

Continuará...