Muchos piensan que Craig es un chico violento, indolente, e incapaz de sentir cariño hacia alguien más que su cobaya. Pero se equivocan.
Puede que normalmente se muestre apático e indiferente a casi todo lo que le rodea, pero en realidad es una de las personas más amorosas que he conocido.
¡No es broma, lo digo en serio!
De hecho ahora mismo me tiene abrazado contra él, como cada vez que dormimos juntos; no me suelta hasta que se despierta, aunque eso es fácil, ya que Craig es de esas personas que no se mueven en toda la noche. Eso me gusta, porque la calidez de su cuerpo y su respiración tranquila me relaja hasta tal punto que puedo dormir durante algunas horas. Pero bueno, no solo por eso digo que es alguien amoroso.
Escucho un quejido que se queda atascado en su garganta, sinónimo de que se ha despertado. Mi teoría se confirma al ver cómo su ceño se frunce durante un momento y sus ojos se van abriendo poco a poco. En seguida me adelanto para picotear sus labios.
—Buenos días.—Susurro, como si él todavía estuviera dormido y no quisiera despertarle. Sin embargo no contesta, mas nuestras bocas se juntan de nuevo, esta vez por iniciativa suya. Cuando quiere, como ahora, tiene una manera muy suave de besar; nuestros labios se dedican a acariciarse entre sí, sin prisas y sin rudeza. Total, como dice Craig, tenemos toda la vida por delante.
Acaba por romper el beso con la misma lentitud que empezó, como si en realidad no quisiera que acabara. Aun sin ese contacto sigo con los ojos cerrados y puedo sentir su aliento contra mi cara. Apuesto a que ahora me está mirando, siempre dice que le encantan las pocas pecas que tengo encima de la nariz, y mis rubias y largas pestañas. Más bien dice que le gusta todo de mí, y yo no puedo hacer nada más que avergonzarme y quedarme callado sin saber qué decir.
Por fin sus labios vuelven a estar sobre mí, pero esta vez no tocan mis labios, sino mi barbilla. Besos perezosos se deslizan desde ahí hasta el centro de mi mejilla derecha el cual roza con los dientes, como si pretendiera morderme. De ahí sube hasta mi párpado, y recorre mi frente con pequeños besos tan ligeros como plumas. Desde el centro de mi frente decide bajar por mi tabique como si quisiera besar mis pecas; acaba el recorrido depositando un besito en la punta de mi nariz, para después frotar ambas narices juntas como los esquimales, y yo no puedo evitar soltar una risita infantil colmada de felicidad. Nadie sabe lo querido que me siento en este momento, Dios, podrían venir los jodidos gnomos ahora mismo y no importarme.
Por fin abro los ojos, encontrándome con una pequeña sonrisa y esas obres azul cielo que brillan con la misma felicidad que hay en mí. Juro que no puedo encontrar las palabras para explicar todo lo que siento cuando me mira de esa manera llena de cariño, o cuando me dedica una de sus sonrisas sinceras.
Como he dicho, Craig es una de las personas más amorosas que he conocido.
—Hey Tweek… ¿Y si ahora nos besamos en otras zonas?
—¡Gaah!—Exclamo, y cuando siento su mano agarrando mi culo, sin pensarlo dos veces lo empujo lejos de mí, tirándole de la cama.
—¡Joder, con decir que no bastaba!—
¡Lo retiro! ¡Craig es un pervertido!
