¡Jelou pipol!

Aquí saludando... y retornando al KagaKuro después de muchos meses. Esta serie de One-Shot, viñetas oloquesea iran sin conexión, así que podrán leer uno y luego otro no y así. Estos KagaKuro quedarán bien zukulemnthos (?) Todos y cada uno de ellos tendrán ya sea Lemmon y/o Limme... Por que YOLO.

En fin, este primer escrito y arranque se lo dedico a mi estimada Leana Bodt porque ella cree que mis Lemmons son sensuales y eso me motivo para publicar a la de ya esto que tenía medio abandonado.

Avertencias: Lemmon.

Disclaimer: Los personajes de Kuroko no Basuke no me pertenecen, son propiedad de Tadatoshi Fujimaki y yo sólo los uso un rato para hacer estos escritos.

¡A leer!


En los vestidores del gimnasio

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Ese día de verano hacía mucho calor. La entrenadora Riko consiguió un partido de prueba contra un equipo de baloncesto de un distrito cercano y no tuvo clemencia ante el estado del tiempo y los puso a jugar, ordenando aplastarlos para dejarles en claro que con su estatura y su talento de entrenadora no se metía nadie.

El partido se llevó acabo en las instalaciones del gimnasio de la preparatoria Seirin. Cómo eran vacaciones, la escuela se encontraba sola y simplemente pidieron prestado el lugar para llevar a cabo el encuentro.

Los estudiantes de la otra escuela llegaron cerca de la hora acordada y Kagami fue quien los guio hasta los vestidores. Al dejarlos, apresuró su paso y se dirigió hacia los lavabos más cercanos, se echó un poco de agua fría en la cara para ayudar a despejar su mente.

Se encontraba desesperado, llevaba cerca de dos semanas sin tocar a Kuroko ¿la razón? Simplemente porque golpeó rudamente al bastardo de Kise cuando éste intento abrazar a su sombra un día que se lo encontraron caminando por la calle. Admitía que se había pasado en la fuerza que utilizó para remeter en la quijada del otro, pero fue un impulso de defender lo suyo y el celeste terminó por enojarse con él. Estaba fuera de él mismo; ese día más tarde, se enteró que el modelo estaba enamorado del idiota de Aomine y ese día se le iba a confesar.

Al día siguiente, el As de Too Gakuen fue hasta su departamento y lo golpeo en la cara con una fuerza envidiable para después sentenciarle diciéndole que nadie se metía con Kise más que él y sale vivo de ello; diciendo aquella advertencia, se marchó. Poco después de aquel suceso desafortunado, se enteró que el rubio y el moreno comenzaron a salir. Entonces ¿Por qué simplemente Tetsuya no lo perdonaba si ayudó a juntar a esas dos cabezas de chorlito?

—Tsk, demonios… esto apesta —remilgó el pelirrojo secándose la cara con una toalla desechable.

—¿Qué apesta Kagami-kun? —preguntó el 'recién llegado'.

—Ghya, ¡Kuroko bastardo! ¿Cuándo llegaste? —Taiga estaba sorprendido, tenía tiempo que no le sucedía algo así con respecto al celeste y no pudo evitar fruncir un poco el ceño ante lo inesperado de su encuentro.

—Cuando te mojabas el rostro —contestó el bajito con simpleza—. ¿Qué haces aquí? Todos ya estamos calentando.

—Yo preferiría calentar… un momento ¿Qué no se supone que estás enojado conmigo y no me diriges la palabra?

—El hecho de que por el momento me encuentre distanciado contigo no debería de entorpecer nuestras actividades en el club —el aura negra que envolvía a Kuroko crispó los nervios de Kagami. El celeste estaba enfadado y triste… él también extrañaba el contacto de su novio, pero debía de ser firme—, vamos no quiero que la entrenadora nos regañe.

El As de Seirin estaba muy alterado. Su novio llevaba días con esa actitud que no ayudaba en nada con su situación. Él ya cumplió con pedirle perdón a la recién pareja feliz y ellos la aceptaron –Aomine a regañadientes-, pero ya era fecha que el sexto hombre fantasma no lo perdonaba y se estaba volviendo loco. En un impulso y ateniéndose a las consecuencias, se acercó hasta su novio y lo abrazo por la espalda. El contacto fue certero y férreo, ya que aunque el otro se removía como pez fuera del agua, él no lo dejaba irse.

—Kagami-kun, realmente me estoy enojando —decía con voz tétrica el celeste. Ladeo la cabeza para que el chico alto pudiese ver la perfecta vena que resaltaba en su sien.

—K-kuroko, yo de verdad, no te dejaré ir… lo siento —susurró bajito Taiga. La mala leche del que su novio era preso cuando se enojaba lo estaba asustando, pero él no se rendía hasta conseguir lo que quería—, sé que hice mal al golpear a Kise, pero no me gustó, ni me gusta cómo se lanza a ti y te abraza como si no hubiese un mañana —continuó su discurso. Recargó su barbilla en la mata azul del otro y aspiro hondo el suave aroma a shampo de lavanda que desprendía las hebras rebeldes de su novio—; yo soy el único que puede hacerlo ¿Tan difícil es de entender?

—No, claro que no Kagami-kun —las palabras de su pareja no hicieron más que hacerlo sentir mal por el comportamiento que tenía hacia el pelirrojo desde el incidente. Se dio cuenta que no había tomado en cuenta el sentir de su persona favorita y su voz se fragmento—. Yo soy quien debería de pedirte disculpas — dijo suavemente mientras colocaba sus manos sobre las otras que estaban en su cintura.

—G-gracias y perdóname… favor —la última palabra la pronunció en un susurro casi inaudible, pero por la cercanía de cuerpos, Kuroko la escuchó suavemente y se dejó abrazar. Kagami estaba feliz, su mal humor desapareció por arte de magia y estaba seguro que todo se esfumaría cuando besara los labios de su sombra—. Kuroko…

—Huh — respondió el celeste con el monosílabo atorado en la garganta.

—Estoy en mi límite…

El pelirrojo apretó su parte inferior contra las nalgas del otro para que éste sintiera lo duro que se encontraba. Friccionó levemente su hombría contra su sombra para comenzar a despertar ese deseo que bien sabía el otro tenía guardado, esperándolo.

El cuerpo de Tetsuya, en cambio, se encontró vibrando ante el bulto que se encontraba restregándose descaradamente en su trasero, deseaba desesperadamente el cuerpo de su novio junto al suyo.

—A-ah... K-kagami-kun —suaves jadeos comenzaron a salir de los labios del bajito. Él también lo aceptaba, estaba en su límite.

—¡Bakagami y Kuroko-kun, más les vale no estar haciendo cosas sucias antes del partido! —Una ruidosa voz femenina más que identificada para los aludidos resonó detrás de la puerta del baño —. Ya casi comienza el juego, así que si no salen de ahí en menos de dos minutos limpiarán cada excusado que se encuentra en la escuela con un cepillo de dientes ¿Entendido?

—Si —respondieron al unísono los amenazados. Después escucharon pisadas que iban alejándose cada vez más de dónde ellos se encontraban.

Kagami estaba frustrado… no es como si no supiera que no debían de gastar esas energías, pero un faje no le hace mal a nadie y muchísimo menos después de haberse recién reconciliado con su novio.

Vaya manera de arruinar el ambiente.

—K-kagami-kun, hay que volver… no sé tú, pero yo quiero seguir manteniendo mi dignidad donde está —dijo el celeste. Se deshizo del agarre del alto y se plantó frente a él. Observó rápidamente a la entrepierna de su novio y vio cómo su pene ya se encontraba flácido; él también estaba frustrado, días sin tocar a su luz y cuando podrían darse unos cuantos mimos, terminan siendo interrumpidos. De pronto, se le ocurrió una idea para motivar al otro—. Vamos a hacer algo Kagami-kun.

—¿Qué? —Contestó de mala gana. Él tampoco quería rebajarse a limpiar todos los baños, pues bien sabía que la entrenadora cumpliría su palabra si ellos no salían.

—Si hoy anotas tú solo más de cincuenta puntos, iré a tu casa en la noche.

—¿Y yo para que quiero que vayas a mi casa de noche? —respondió con total naturalidad Taiga.

—Kagami-kun, a veces comprendo porque algunas personas te dicen 'Bakagami' —dijo cruelmente el pequeño— ¿Eres idiota o te haces?

—¿Quieres pelea? —Normalmente no le molestaba el hecho de que le dijeran que es un poco distraído, y a veces hasta ingenuo e inocente, pero le molestaba saber que su novio pensaba de manera similar a todos.

Kuroko se acercó peligrosamente al otro hasta ponerse de puntillas y besarlo en la comisura del labio. Taiga sintió el tacto ligero cerca de su boca y se estremeció, pensando que su sombra tenía algo de razón en decirle idiota, pero al menos ya sabía el significado de las palabras de Tetsuya.

—Vamos —susurró el celeste entrelazando sus dedos con los del pelirrojo y éste se limitó a sonreír.

Por una noche de sexo de reconciliación, daría el mejor espectáculo de su vida. Llegó hasta la cancha y calentó lo que quedaba de tiempo. Todos dieron el saludo inicial y los honores para jugar con el otro equipo de los que se corrían rumores, eran casi tan fuertes como Shutoku o Touou Gakuen.

El partido inicio. La alineación oficial, como siempre, consistía en Teppei, Izuki, Hyuga, Taiga y Tetsuya; éstos comenzaron con un juego relajado, dejando las anotaciones principalmente de Junpei y llevando una ventaja de diez puntos al finalizar el segundo cuarto. El marcador era cuarenta y siete contra treinta y siete a favor de Seirin.

Para entonces, en los diez minutos de descanso, Kuroko estaba sudando ya que quería colaborar con la estrategia inicial de la entrenadora y eso consistía en el robo de pases a lo largo de la cancha. Estaba sintiendo calor y nerviosismo, definitivamente el rival de ese día tenía un nivel de juego superior al promedio, pero confiaba en los miembros de su equipo.

Kagami, por otro lado, estaba que no lo enfriaba ni el polo norte. A distancia, mientras escuchaba las modificaciones de la táctica, observó la nuca de su novio y de como por ésta corrían gotas… suaves gotas de sudor que se perdían en la playera del bajito. Tragó fuerte, intentando alejar el nudo y la nueva excitación que se formaba en su garganta y parte baja respectivamente. Pero al bajar la vista un poco, sólo un poco, logró ver la parte trasera y contemplar lo redonda y firme que se veía…

No, no y no. Tenía que concentrarse y anotar los cincuenta puntos antes de que terminara el juego para reclamar su recompensa dignamente. En sus cuentas mentales, llevaba veinte puntos el solo y faltaban veinte minutos en los cuales, él iba jugar.

Bien, podía hacerlo.

—Bien ¿ya escuchaste a la entrenadora Kagami? —Preguntó el azabache con lentes al distraído, al no recibir respuesta, decidió meterle un zape en la cabeza— ¿Ahora si me escuchas maldito mocoso?

—Aja —respondió ignorando un poco a su superior para seguir contemplando a su sombra — ¿Qué decían?

—Tú entrarás hasta el último minuto del tercer cuarto y luego en la recta final.

—¡¿Qué?! —La cara de total desagrado ante la noticia lo puso a la defensiva ¡Eso significaba que le quedaban sólo once minutos para anotar treinta puntos!

—No me mires a mí, Riko planeó todo para otorgarles confianza al otro equipo y cuando menos se lo esperen partirles el culo en dos —contestó irritado ante el grito despiadado y encolerizado del otro. Sabía que le gustaba jugar, pero que no se lo tomara tan enserio en un partido no oficial.

—¡E-esperen un segundo! —Fue corriendo con la castaña y le dijo lo más calmado que podía— ¡Debo de anotar treinta puntos más antes de finalizar el partido!... favor.

—¿D-de qué demonios me estás ablando mocoso? —Inquirió ella al sentirse levemente confundida por las palabras y la mirada desesperada del pelirrojo—. Hay que ganarles, pero no masacrarlos y menos con tus clavadas, debes de cuidar tus piernas.

—¿No confías en tus superiores, Ka-ga-mi-kun? —Una voz de ultratumba salía de un lado de él y al virar su vista, se dio cuenta Junpei era quien le hablaba y unas extrañas llamas salían de sus ojos. No hizo más que temblar.

—N-nada —susurró derrotado. Fue hasta las bancas donde se encontraban todos y se dejó caer en una de ellas.

Ahora debía de armar una estrategia para anotar treinta puntos en once minutos. Al observar el partido que continuaba, se percató que tenía la solución frente a sus narices. Al recibir la señal de su entrenadora para que se preparara, se quitó la sudadera que lo obligaba a estar en la banca y fue hasta encontrarse con Koganei, quien salió chocando la palma de su mano en recibir el relevo y trotó hasta llegar junto al superior que, aunque fuese raro, ridículo, tonto y testarudo la mayor parte del tiempo, le caía bien.

—Kiyoshi-senpai… ¿Puedo hablar contigo un segundo?

Kuroko de lejos vio cómo su luz susurraba un par de cosas con Teppei rápidamente para después darse un apretón de manos. La sonrisa de Kagami había regresado, eso le decía que tenía la confianza suficiente para anotar la cantidad de puntos que él le había dicho y eso lo puso feliz.

Al pasar al último cuarto, Kuroko entró por órdenes de la castaña y se posicionó para comenzar a atacar. La ruda batalla de Kagami comenzó dando un giro inesperado. Rápidamente todos vieron cómo, en menos de cinco minutos, el chico había robado y anotado con ayuda del castaño más alto alrededor de veinte puntos. El próximo minuto, quien lidero fue el otro equipo pero fue desplazado ante la inusual combinación de Teppei y Taiga.

Finalizó el encuentro. Seirin vencedor quien obtuvo un puntaje de ciento-veinticinco puntos de los cuales, el pelirrojo anoto cincuenta y uno, el último, un tiro de tres que se atrevió a arrojar. Innecesario, pues aunque no lo haya encestado el equipo visitante no podría remontar debido a la distancia de marcador, pero que para él era importante.

Dieron la reverencia final, todos admirando la humildad del equipo negri-rojo, pero la sonrisa ególatra de Kagami daba a entender otra cosa. Todos partieron a los vestidores, la mayoría se fue retirando alegando que después podrían festejar como se merecía. Kuroko se despedía de todos, esperando a su luz fuera de los baños para marcharse a la casa de su novio, cenar algo que él preparara para ellos, ver un partido quizá de la liga estadounidense de basquetbol y después…

—Kuroko ¿Puedes venir un momento?

Tetsuya escuchó la voz del As de su equipo llamarle. Entró nuevamente a los vestidores y lo único que vio fue a su novio frente a su casillero. Dejó su maleta cerca de la entrada y vio que el único que había dentro además de su novio es el rey destronado.

—¿Ya se va a casa, Kiyoshi-senpai? —Preguntó Kuroko por mera cortesía.

—Sí, ya me voy… pero primero Kagami ¿Quieres que cierre la puerta? —Contestó con una sonrisa de lado el chico. Su mirada ahora era dirigida al pelirrojo quien aún no volteaba.

—H-ha… si Kiyoshi-senpai.

—Bien —dijo el castaño. Su mirada ahora se posaba sobre el celeste y sonrió… con una mueca algo diferente… casi perversa—. Nos vemos Kuroko y se divierten chicos —casi cerraba la puerta cuando escuchó un pequeño 'Gracias'.

El ambiente que había dentro de los casilleros del gimnasio era pesado, fuerte y doblegaba un poco a Tetsuya, sin embargo, seguía con esa cara estoica de siempre, intentando alejar las ideas raras.

—¿Qué sucede Kagami-kun? —Preguntó ya evidentemente preocupado el hombre fantasma.

—N-nada, yo creo que fue mala idea… mejor vámonos —cómo cerró fuertemente el casillero, de su mano calló el anillo que siempre cargaba consigo y éste rodó hasta terminar bajo el enorme bloque de metal donde estaba las gavetas para guardar los trapeadores. Desesperado, intento meter la mano, pero su brazo, grueso por el ejercicio, le impidió alcanzar su objeto preciado. — ¡Maldición! —Se doblaba de manera extraña, intentando ocultar una excitación que no paraba desde que vio sudar a su sombra y bufó derrotado. Todo le salía mal ese día.

—Tranquilízate Kagami-kun —se acercó el celeste al otro—, quizá yo pueda meter el brazo.

Tetsuya se quitó el pantalón y la chamarra deportiva y lo dejó encima de una banca. Quedó como el otro estaba, aún con el uniforme de juego y se arrodilló. Estiraba su delgado brazo bajo el armario de metal intentando recuperar el objeto por el cual discutían de vez en cuando. Era importante para su novio y por lo tanto le ayudaría.

Taiga, por otro lado, estaba removiéndose incomodo ante la magnífica escena que se posó frente a él. El trasero de su novio estaba frente de él, elevado y al parecer esperado ¿Qué necesidad tenía Kuroko de hacer eso? Fácilmente podía acostarse pero no, prefería mil veces que el pelirrojo entrara en un dilema moral, dónde el bulto que se encontraba dentro de su bóxer creciera más y más…

—Sólo un poco más…

La suave voz del celeste resonó en los oídos de Kagami. Estaba en su límite, y éste se rompió cuando la playera deportiva de su novio caía hacia la espalda alta debido a la posición y dejó ver la blanquecina piel del chico sombra.

Al demonio el autocontrol.

—K-kuroko…

Y de pronto, el bajito sintió un enorme bulto que se apretaba contra sus nalgas de una manera desquiciante, pero deliciosa. El cuerpo de su luz se encontraba sobre él pero sin aplastarlo, el pecho fuerte se recargó en su espalda, un brazo firme lo rodeaba por la cintura y una cadera ansiosa se restregaba contra su retaguardia.

—K-kuroko, realmente, estoy en mi límite.

Y Tetsuya se estremeció. La ronca voz de Taiga lo dejó sin defensas. Él también quería al otro dentro de su cuerpo. Sentir sus manos vivas recorrer cada parte de él, escuchar la voz tan sensual en su oído—. Yo también estoy en mi límite Kagami-kun.

Como si fuese su naturaleza oculta, el Kuroko seductor salió para encerrar un rato al estoico muchacho de todos los días un rato y divertirse un poco. Pues con el único que salía, con el único que se dejaba ver, era con aquel chico pelirrojo que a pesar de estarlo estrujando, lo quería más que nada en el mundo.

Y eso le bastaba.

Con descaro y cinismo, el celeste comenzó a frotar sus caderas contra el pene aprisionado de su pareja; escuchaba los gruñidos de Kagami, tan sensuales, tan únicos… estaba flaqueando al sentir como el bulto que intentaba estimular, se volvía cada vez más grande. Quería ahogar un gemido que venía desde lo más hondo de su garganta, pero no pudo.

—Nya… a-ah~

Taiga, no queriendo quedarse atrás, deslizó su mano en busca del miembro de su novio hasta que se topó con el resorte del short. Con un dedo abrió la orilla y coló su mano; después siguió el boxer hasta llegar a la zona sensible y enrolló su mano, comenzando a masajearlo y torturarlo, esperando internamente que el otro pidiera por más.

—K-kagami-kun… m-ah-as r-rápido.

Ah, como extrañaba esa voz tan suplicante.

—Que descortés te has vuelto Kuroko —dijo el pelirrojo comenzando un juego—, no seas mal educado ¿Tú mamá no te enseñó a pedir las cosas por favor?

Ese juego. Kagami podía volverse salvaje y levemente sádico cuando la situación lo requería… y cuando se follaba a su novio.

—E-estú… a-ah… pido…

—Dilo Kuroko, o no dejo que te corras —susurró la luz de Kuroko en el oído de él apretando con un poco de fuerza la base del miembro que aprisionaba con sus dedos. Lamió y absorbió el lóbulo que se encontraba cerca de sus labios.

—M-más r-rápido K-kagami-kun… p-por favor —jadeó derrotado el celeste.

—Mucho mejor —canturreó victorioso el pelirrojo. Sin medida, frotó el pene de su chico hasta llevarlo al borde del éxtasis; con su pulgar, tocaba descaradamente la punta haciendo que el otro se frotara como puta contra su ya necesitado falo. El sudor regresó, el aroma a vainilla que desprendía el otro al sudar le hizo entrar hambre.

Y ya sabía que quería comer.

Con agilidad, Kagami levantó a su ya excitado novio y lo obligó a ponerse frente a un casillero; su menudo cuerpo no reaccionaba y de esa forma al otro se le ocurrió una idea: se recargó en el cuerpo de su novio, casi aplastándolo y bajó los estorbosos shorts tanto de su novio como de él junto con la ropa interior y en un intento por hacerle pagar los días de ley de hielo, pasó su pene erguido debajo de las nalgas de su novio, no lo iba a penetrar, aún no.

Cómo su falo era evidentemente más grande que el de su sombra, estaba frotando ambos, restregándolos. El frío del metal de los casilleros no logró bajar la calentura de Tetsuya, al contrario, le excitaba tener el cuerpo de su novio detrás del suyo y restregando todo. Su nariz se inundó del aroma tan varonil que desprendía Taiga, un extraño olor a madera mojada, quizá por el sudor. Le excitaba de sobre manera todo aquello, tanto que esta vez, decidió dejarse hacer.

—S-sabes Kuroko… te vez tan lascivo gimiendo m-mientras yo lo único que hago es restregarme contra ti —la segura voz del pelirrojo se vio interrumpida con algunos jadeos debido al erótico cuerpo que sucumbía debajo de él. Era humano y hombre después de todo.

—K-kagami-kun… p-por favor —decía suplicante la sombra. Con toda su fuerza de voluntad, comenzó a mover sus nalgas contra el cuerpo del otro para indicarle que ya lo quería dentro.

—No tienes que decir nada —abandonó sin resentimiento el pene sumamente erecto y a punto de estallar; separo el cuerpo de su novio de él para contemplar ese lindo y redondo trasero blanco y lo apretó, deslizó uno de sus dedos entre los pliegues hasta llegar al orificio que pronto follaría— ¿Quieres esto, verdad? —presionó con uno de sus dedos ligeramente la entrada estrecha.

—S-si… lo quiero —ya no importaba si su dignidad se doblegaba ante ese hombre… después de todo, ahora recordaba vagamente que le había prometido algo sugerente si hacía cincuenta puntos, cosa que el otro claro que hizo.

—Bien, me gustas así —Kagami quedó embelesado ante el sonrojo de las orejas y el ojo lloroso que veía por la cara ladeada de Kuroko. Se juró a si mismo nunca dejar que alguien más lo viera así. Espantaría y mataría a cualquiera que osara quitárselo; un pensamiento un tanto macabro, pero muy realista, ya que él nunca dice cosas que no va a cumplir.

Y sin más, con su mano llena de líquido pre seminal, deslizó un dedo, abriéndose paso por la cavidad que tenía delante de sí. Estaba apretado y en cierta forma le agradaba, ya que indicaba que ni él mismo se había masturbado en todo el tiempo que no se vieron. Una falange, dos falanges… poco a poco el dedo comenzaba a profundizarse, arrancando leves grititos llenos de placer y dolor de parte del celeste.

Después no fue solo un dedo, ahora eran dos, que se movían por todos los lugares y de distintas formas para lograr ablandar un poco el espacio que pronto iba a ocupar su falo. Tres dedos… nunca habían escuchado algo más hermoso que la voz de Tetsuya siendo devorada por el éxtasis.

Con fuerza, sacó sus dedos y cargó por la cintura al pequeño ser que se acurrucaba para no separarse. Kagami caminó hasta sentarse en una banca que se encontraba cerca y dejó al otro sentarse en sus piernas primero.

—Hora del gran final, Tetsuya —la ronca voz de Taiga volvió. El deseo se incrementó al ver como su sombra de removía desesperado por un contacto aún más íntimo y sonrió.

Definitivamente, Kuroko era suyo, sólo suyo.

Alzo levemente al pequeño y tomó su pene con una mano y fue dirigiéndolo hacia la entrada del celeste. Poco a poco, fue introduciéndolo para no causarle un daño físico a su novio. Estaba desesperado, sí, pero no era una bestia, aún tenía algo de cordura… por ahora.

—T-tan estrecho —gruñó por lo bajo. Sentía un inmenso placer en su miembro; las paredes de Kuroko se abrían a su paso, como si lo reconocieran y eso lo hizo sentirse superior a cualquier otro. Su falo era apretado de una manera tan perversa que creía iba a enloquecer.

—K-kagami-kun… m-mhp —gemía entre tantos el otro, deseando que las embestidas ya comenzaran y, en un arrebato, se dejó caer de lleno sobre el As de su equipo. Dolió, si y un putero, pero al menos la parte interesante ya comenzaría.

—T-tan desesperado… me encantas —era inesperado ver como el otro estaba ansioso, pues la mayor parte del tiempo se encuentra relajado, pero tenerlo para él, así, de esa manera… no tuvo otro remedio y lo abrazo por completo.

Su menudo cuerpo se encontraba aprisionado por los grandes brazos de su novio. Se estremeció ante el contacto aún más de lo que ya estaba. La cabeza de Taiga se encontraba reposando en uno de sus hombros y decidió oler ese cabello tono carmín: canela… canela combinado con sudor por el ejercicio. Le gustaba, y mucho. Se dejó embriagar por el aroma para depositar un suave beso en las hebras rojas de su novio.

Sin pedir permiso, Kagami rodeó la cintura de Kuroko y comenzó a elevarlo y dejarlo caer constantemente. Lo sostenía firmemente, él llevaba el control de la entrada y salida de su pene de aquella cavidad que simplemente lo estaba llevando al paraíso. Los suaves jadeos se convirtieron en fuertes gemidos que resonaron por todo el lugar, menos mal que estaba solos.

El vaivén duró un buen rato, a veces iba rápido, otras más lento, disfrutando del entrar y salir, de moverlo de izquierda a derecha y de las suaves pompas de Tetsuya chocando contra sus piernas y caderas. Redondas, esponjadas… ¿Se atrevería a morder una? ¿Obligaría a Kuroko a ponerse un tatuaje con su nombre en una de ellas? Una cosa era seguro, nadie podía verlas o tocarlas más que él…

¿Cuándo se había vuelto tan posesivo?

—A-ah… n-no p-pu…ah…do m-mas —Tetsuya explotó en el aire, soltando alguno que otro improperio para el deleite del más alto. Pero aún quedaba su pareja dentro, moviéndose a su voluntad y eso le agradaba.

Pronto se vendría dentro del culo de su novio. Pronto vería salir su semen de ese lugar estrecho para correr por la blanca piel del celeste. Ese pensamiento lo excitó y se vino completamente. Sentir como el trasero de su novio se contraía para poder exprimirlo lo hiso delirar y por un segundo, sintió que tocó el nirvana… pero cayó en la cuenta que su paraíso se encontraba ahí, sobre él y aun apretando su falo como si no quisiera dejarlo salir.

Se atrevió a olfatear la nuca de su novio. El sudor y la vainilla nunca encontrarían un lugar donde combinar mejor que ahí; dio una lengüetada, llevándose en su lengua las finas gotas que sabían a gloria. Después, mordió y succionó levemente, contemplando el singular y orgulloso chupetón que comenzaba a dejarse ver, demostrando que Kuroko Tetsuya ya tenía a alguien.

—Tan mío…

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Creo que ando verde en el KagaKuro... espero ir mejorando con el tiempo. Ah cierto, las actualizaciones vendrán de acuerdo a mi inspiración para cada escenario que tengo en mente... al menos ya tengo unos 4 más en mi cabeza.

En fin, doy infinitas gracias a quienes leyeron hasta aquí. Y también a los que se den el trabajo de comentar.

Nos leemos. Besitos de naranja.

Cadiie Mustang