«Gods and Monsters»

Todito aquí es de Hajime Isayama.

Summary:
"Nunca menciones a nadie lo que hablamos Zacklay y yo en el bar. Y jamás menciones el apellido Ackerman frente a nadie, ¿me has oído? Jamás." Levi creció escuchando aquellas palabras de la boca de Kenny pero, ¿qué significaban realmente? Tres fragmentos de su vida cuando vivió con su tío: Infancia, Niñez y Adultez. Ligero OOC. Spoilers del manga.


#Notasquetodosaman(?):

Toda la explicación (?) está abajo. Mientras tanto, disfruten ;)


«We laid our names to rest Along the dotted line.
We left our date of birth
And our history behind.»

—o—

Infancia.

—De verdad no te entiendo, Kenny.

Kenny Ackerman ignoró a Nick, su compañero dentro de la Policía Militar, y se dedicó a beber otro sorbo de su bebida solo para ignorar sus estúpidos comentarios. Aquel día se encontraba demasiado cansado como para discutir, demasiado agotado para protestar o simplemente levantar su trasero de la silla y marcharse hacia su casa de una vez.

Demasiados pensamientos torturadores le amenazaban esa noche. Un poco de alcohol ayudaría a que cayera rendido sobre su cama sin pensar en nada mas.

Walda, la mujer que atendía la barra de la posada, volvió a llenar sus jarras con espesante cerveza y aprovechó para golpear a Nick en el hombro.

—Tú eres quien no entiende. Ya déjalo tranquilo, ¿qué más puede hacer? Es su sobrino. Solo míralo, es un bebé, no es culpa suya.

Kenny resopló. ¿No era su culpa? Todo era culpa de ese mocoso apestoso. Alzó la mirada para echarle un ojo. La posada se encontraba lo suficientemente vacía como para que Levi se creyera el dueño del lugar. Corría de aquí hacia allá, persiguiendo a una gallina que se había escapado de las calles para buscar refugio en la mugrienta posada en la que ahora se encontraban. Levi correteaba por debajo de las mesas, sin tropezar ni siquiera una vez.

Tan solo tenía un año, sin embargo era tan veloz como un águila, la torpeza no era algo que le caracterizara y sus reflejos eran muy buenos. A fin de cuentas todavía era un Ackerman, pensó Kenny. Y sus habilidades eran algo que nada ni nadie podría ser capaz de quitarle, su abuelo le había dicho eso antes de morir.

—Podría simplemente haberlo dejado en algún orfanato. Te lo aseguro, mujer, allí se habrían hecho cargo de él como Dios manda. ¿O a caso el Destripador tiene tela de niñera?

Pero Levi aún seguía siendo un bebé y aunque sus reflejos eran muy buenos, olvidó pasar por alto la mesa más cercana junto a la puerta y su frente se estrelló contra el borde con firmeza, causando que el niño cayera de culo al suelo mientras su rostro se arrugaba y un llanto insoportable hacía eco entre las paredes.

Kenny resopló, irritado.

—Ganas no me faltaron —agregó después de haberse mantenido en silencio durante un buen rato—. Pero es un Ackerman, el desgraciado lleva mi sangre. No será un chiquillo toda la vida y necesitaré alguien que limpie mi trasero cuando sea un viejo insoportable. Levi, ven aquí.

El niño se incorporó de inmediato corriendo hacia su tío con los brazos extendidos. Kenny lo alzó con algo de brusquedad y lo sentó sobre su pierna mientras Levi lloriqueaba aferrado a su pecho. Observó su frente, esperando algún moretón o herida de gravedad, pero no había nada.

—Marica —siseó Kenny—. Ya deja de chillar y compórtate como un hombre. Ten.

Kenny se quitó su sombrero —ese que cargaba consigo a todas partes— y lo colocó sobre la cabeza de su sobrino. El niño dejó de llorar, tomando la pieza de cuero entre sus manos, ésta cubría casi todo su rostro. Y así, luego de un par de bebidas más y unas tambaleadas a causa del alcohol en sus venas, Kenny cargó a un adormecido Levi entre sus brazos mientras regresaba lentamente a casa, siendo la luna la única compañía que lo escoltaba hacia su preciada cabaña.

Al llegar, en silencio, recostó a Levi sobre su cama y suspiró con pesadez al notar que el niño mantenía su pequeña mano aferrada a sus largos y gruesos dedos, esos que tantas vidas habían quitado y tantas armas habían empuñado sin piedad. Tironeó un poco con la intención de zafarse de su agarre, pero la fuerza de su sobrino era persistente.

—Vamos, ya suéltame, ¿quieres? —replicó.

Pero no hubo respuesta alguna. El pecho del niño bajaba y subía con lentitud, su cuerpo demasiado relajado y su mente divagando en un extenso infinito de pensamientos infantiles ajenos a todos los problemas cotidianos que abrumaban a la humanidad. Medio borracho y en la oscuridad de su habitación, Kenny contempló a su sobrino con el ceño fruncido, sin haber hecho esfuerzo de apartar su mano de la suya. La luna iluminaba su pálido rostro a través de la ventana y su pecho se contrajo al notar cuan parecido era a su hermana.

Sus cejas alargadas y fruncidas, concentradas en algún sueño sin nombre. Sus labios finos y pómulos fuertes, resistentes como sus huesos. Todo en él era demasiado parecido a ella. Demasiado...

Los ojos de Kenny el Destripador picaron y apartó la mirada, demasiado avergonzado de si mismo.

—Ah, maldita sea... Kushel...

¿Por qué había aceptado semejante encargo? Kenny jamás había sido demasiado patriótico cuando de su apellido se trataba. Aún así, se había quedado junto a su maldito abuelo hasta el último respiro. Aún así, había aceptado cuidar de ese bastardo que ahora tomaba su mano con firmeza, rogándole en silencio que no se apartara de su lado. Bizarro.

Demasiado bizarro.


Niñez.

Con diez años, se podía decir que Levi aprendía rápido.

Era observador, no hablaba más de la cuenta y prestaba atención a cada una de las cosas que Kenny le enseñaba. Incluso si el niño no tenía la menor idea de quien era el tipo con el que había estado viviendo hasta el día de hoy —no era su hermano mayor, no era su padre, su abuelo ni su tío, ¿quien demonios era?— había cierta conexión entre ambos que era indudable. Los temas familiares no se tocaban, Kenny parecía ser alérgico a ellos. Solo conocí a tu madre, eso es todo lo que necesitas saber, decía. Y aunque la curiosidad le arrebataba el sueño durante las noches sabía que sería inútil seguir indagando en un terreno que Kenny se negaba a pisar.

Poco a poco el chaval fue acostumbrándose a eso.

—Ahora —decía él, con su voz gruesa y algo modificada por el alcohol—. El secreto de los revólveres es su posibilidad de hacer seis disparos sin tener que recargarse. Las balas están formadas por dos partes principales: la munición o cabeza y el tubo con el material explosivo.

Le había enseñado a utilizar todo tipo de armas. Cuchillas, escopetas, revólveres, incluso un arco de caza. Le enseñó las medidas exactas de cada bala y como podía identificar a qué arma pertenecían. Le enseñó la manera exacta de rebanarle el cuello a alguien por detrás, en silencio y sin levantar sospechas. Le enseñó a seguir rastros, identificando pisadas de extraños entre la maleza y trampillas para atrapar animales en casos de presunta emergencia.

Sin embargo, Levi prefería la cuchilla. Kenny se veía ligeramente interesado ante las preferencias de su sobrino. Es silenciosa, decía con su voz aguda e infantil. Las armas de fuego causan demasiado escándalo, pero la cuchilla hace su trabajo sin levantar sospechas.

Había aprendido a combatir duelos cuerpo a cuerpo, incluso si Levi era delgado y bajito, su fuerza era adecuada para su edad. A medida que Levi fue aprendiendo más habilidades —demostrando unas talentosas cualidades con el Equipo de Maniobras Tridimensionales, aquel aparato que Levi ansiaba probar con emoción— Kenny comenzó a llamarle mi orgullo. Así lo presentaba frente a todo el mundo, altanero, emocionado del monstruo que había creado, un niño capaz de empuñar una cuchilla en el estómago de un extraño sin piedad alguna. O al menos eso era lo que el Destripador creía.

Pero así como el niño era inteligente y capaz, tenía momentos de rebeldía que Kenny no dejaba pasar por alto. Levi se había acostumbrado a aquello. Kenny decía que el mejor medio de disciplina era el dolor y continuamente se encargaba de demostrárselo. Levi jamás olvidaría el día que en un arrebato de furia le llamó cerdo de alcantarilla, desafiándolo solo con el coraje de un niño de diez años. Esa noche se ganó la paliza de su vida y llevó un ojo morado durante toda la semana.

Pero aún seguía siendo un niño y la curiosidad era su especialidad.

—Kenny —habló, observando a su tutor limpiar su escopeta con cuidado mientras disfrutaba de un abano.

Éste ni siquiera levantó la mirada, y murmuró algo que sonó a quedemoniosquieres.

Levi frunció el ceño curvando los labios.

—¿Alguna vez has visto un titan?

El viejo resopló, sin apartar la vista de su escopeta.

—Qué, ¿ahora quieres unirte a la Legión de los Imbéciles y cazar titanes por ahí? Pero ya que lo preguntas, sí, he visto a esos bichos asquerosos. Pero no tienes de que preocuparte, ninguno aparecerá bajo tu cama mientras duermes.

Levi se enfadó, irritado por su sarcasmo.

—Eres un imbécil.

Kenny soltó una fuerte carcajada.

—Ah, joder, tienes el genio de tu madre... —su tutor calló poco a poco dándose cuenta del error que había cometido al comentar aquello con tanta naturalidad. Alzó la vista hacia su sobrino quien lo miraba algo confundido, con un pequeño atisbo de esperanza cruzándole por la mirada, esperando que pudiera revelarle algo más sobre su madre, sobre su pasado, sobre su origen.

Kenny no continuó hablando, esperando que su silencio pudiera actuar como advertencia para que Levi no se atreviera a preguntar nada más, pues éste no respondería a ninguna de sus preguntas.

Pero la paciencia de Levi poco a poco empezaba desvanecerse, sintiéndose miserable todos los días en los que despertaba, deseando cerrar sus ojos y regresar a dormir. Se sentía como una estúpida marioneta, un estúpido juguete que Kenny utilizaba constantemente, manipulando y arrastrando hacia todas las direcciones. Levi no recordaba haber recibido un gesto de cariño por parte de Kenny jamás, y si lo había tenido, francamente no lo recordaba. Todo eran enseñanzas, golpizas, gritos sin sentido, risas bajo los efectos del alcohol y más enseñanzas.

Utiliza el cuchillo así. Sostiene la hoja de esta forma. Tu puntería es buena, sigue así.

Pero, ¿para qué? ¿A caso Kenny esperaba que Levi matara a alguien en un futuro? Levi jamás lo había manifestado, pero tenía ideas muy diferentes a las de su tutor. Solo que Levi se cuidaba a si mismo de no contradecirle y por esa razón reafirmaba su teoría de que Kenny confiaba que ambos pensaban igual, que tenían los mismos ideales y objetivos.

Constantemente tenía que soportar noches enteras en el aburrido prostíbulo al que Kenny asistía constantemente dispuesto a satisfacer sus asquerosas necesidades. Observaba con recelo a los cerdos de la Policía Militar abandonar sus puestos de trabajo para buscar refugio entre las piernas de las prostitutas que —muchas en contra de su voluntad— yacían dispuestas a proveerles un grato servicio sexual. Ellos no las trataban bien, no como a las muchachas nobles de familias adineradas que rondaban por la ciudad subterránea. Y era curioso, pensaba, el no ver a las Alas de la Libertad frecuentando lugares así. ¿A caso no les permitían la entrada, o eran lo bastante nobles como para rebajarse a semejante nivel? Kenny nunca hablaba bien de ellos, así que Levi jamás había podido hacerse de una opinión propia.

Pero él no comprendía la diferencia. Eran mujeres, e incluso con solo diez años parecía ser el único hombre dentro de ese mugriento lugar que tenía algo de decencia y las respetaba por lo que realmente eran, mujeres que se ganaban la vida no de la manera más noble, pero con el sudor de su frente. Ellas, por otro lado, le adoraban. Walda, la encargada de la barra de bebidas, siempre le sorprendía con un plato de huevos y un zumo de naranja. Solo para él.

—Aquí tienes, precioso. Cómelo todo, debes convertirte en un hombrecito alto y fuerte.

—Yo voy a ser muy alto —respondía Levi, altanero, mientras llevaba la comida hacia su boca.

Las otras prostitutas se reían y le acariciaban el cabello con ternura. Los únicos gestos cariñosos, en toda su vida, los había recibido por parte de prostitutas. Irónico.

Pero aquella tarde las cosas habían dado un giro algo inesperado. Como siempre, Kenny había arrastrado a su sobrino al prostíbulo para beber —como siempre— y disfrutar de sus deseos pecaminosos. Levi se hallaba sentado en una de las mesas dibujando sobre una hoja que Walda le había entregado, aburrido y con ganas de irse.

—Ah, Zacklay, que sorpresa —anunció Kenny, sentándose junto a Levi y haciendo un espacio cerca de él—. No sabía que frecuentaras este tipo de lugares.

El viejo Zacklay, quien Levi conocía solo por su nombre y el respeto que se había ganado entre la gente al ser el comandante de las tres divisiones militares, se sentó junto a Kenny y se quitó los lentes con mucho cansancio. Le hizo a Walda una seña para que trajera algo de bebida y soltó un agotado suspiro.

—No me tomes por idiota, ¿quieres? —se masajeó los ojos con cuidado—. Sabía que estarías aquí, ¿dónde más, si no?

Kenny rió, animado.

—Tú si que me conoces bien, viejo.

Dalliz miró a Levi por primera vez y compuso una sonrisa algo forzada, no deseaba pasar un buen rato.

—Vaya, si que has crecido, Levi.

El niño ni siquiera apartó la mirada de su dibujo, ignorando deliberadamente el saludo de Zacklay. Pero Kenny se encargó de arreglar la situación y con irritación le dio un manotazo en la cabeza, enfadado.

—Te están hablando, mocoso. Saluda.

—Ya déjame en paz —se quejó Levi, regresando a su dibujo y sintiendo sus ojos picar, frotándose la cabeza con cuidado.

—Ignóralo —dijo Kenny, recibiendo gustoso las bebidas de Walda—. Dime, ¿por qué querías verme?

Zacklay bebió un gran sorbo de whiskey y miró a Kenny con seriedad.

—Ackermans.

Levi detuvo el lápiz sobre la hoja, agudizando sus oídos lentamente. Kenny miró a Zacklay y luego a su sobrino, advirtiéndole que fuera lo suficientemente discreto como para no hablar de más. Miró al viejo de nuevo.

—¿Que sucedió ahora?

—Han sido tres —comentó Zacklay con sumo cuidado, su voz gruesa y potente—. No se quienes eran, no tengo esos detalles todavía. Escaparon de Trost el lunes y se dirigían hacia el Sur. Los encontramos en el lago. Llevaban tres días allí. ¿Los conocías?

Kenny resopló con suma irritación.

—Por desgracia, viejo amigo, los Ackerman tienden a reproducirse como conejos —señaló su mentón hacia su sobrino, que con mucho esmero se concentraba en su patético dibujo—. Así que no conozco a todos. Reiss, ¿verdad?

¿Reiss? Levi frunció el ceño.

—¿Quién más si no? —replicó Zacklay—. No se lo que sucederá ahora, Kenny, pero debes cuidarte la espalda. Se acerca una guerra, no se cuando ni como, pero está a la vuelta de la esquina y debemos prepararnos para cuando eso suceda. La Legión está inquieta y los titanes también, por supuesto, eso la gente no lo sabe. Los Reiss no permitirían que el pueblo se alborote por algo así. Pero solo estoy preparando mi camino, es cuestión de tiempo. Esos cerdos caerán y serán mis propias manos quienes logren derribaros. Ya lo verás, Kenny, ya lo verás.

Kenny alzó su botella.

—Dios te oiga, viejo. Y por mi no te preocupes, no por nada me llaman Kenny el Destripador. Solo encárgate de tus cosas y mantenme informado si tienes más novedades.

Aquella noche, cuando regresaron a casa y Levi preguntó por aquella extraña conversación en el bar, se ganó otra paliza acompañada de un severo «nunca menciones a nadie lo que hablamos Zacklay y yo en el bar. Y jamás menciones el apellido Ackerman frente a nadie, ¿me has oído? Jamás»

Jamás.


Adultez.

—¡Ah! —exclamó Hanji, emocionada—. La expedición de mañana será prometedora. Me pregunto qué descubriremos esta vez.

—¿Tu decencia, tal vez? —sugirió Levi, aburrido.

La mujer lo ignoró, demasiado excitada por los preparativos de mañana como para hacerle caso a los comentarios ácidos y sarcásticos de su compañero. La Legión del Reconocimiento tendría demasiado trabajo mañana y, aunque todo estaba listo, Erwin sugirió que sería mejor descansar y recuperar fuerzas. Sin embargo, nadie tenía sueño aquella noche, así que decidieron pasearse por uno de los bares más cercanos a beber un poco e intentar relajarse.

Pero aquella noche había sido diferente.

La Policía Militar se encontraba presente y Hanji, emocionada, fue a comentarles sobre sus planes para mañana. La mayoría se veían horrorizados ante semejante suicidio, ¿quién se atrevería a abandonar las murallas en busca de titanes de forma tan arriesgada? Claro, solo la Legión del Reconocimiento era capaz de hacer tales cosas. A Levi le asqueaba la cobardía que podía demostrar la Policía Militar.

—De todas formas, eso no es lo importante aquí —comentó Pitt—. ¿Han oído lo que ha sucedido a las afueras de Shiganshina? Hombre, mi piel se eriza de tan solo recordarlo.

Hanji frunció el ceño, muerta de curiosidad.

—¿Qué sucedió?

Pitt miró a sus compañeros y luego a ellos, levantando dos de sus dedos.

—Dos. Dos niños masacraron a sangre fría a tres bandidos en una cabaña. Adler y yo fuimos a ver la situación, ha quedado archivado como acto de defensa pues los bandidos asesinaron a los padres de la niña, al parecer planeaban venderla como prostituta según las declaraciones. Todo Shiganshina está hablando de eso, los cerdos del templo dicen que están poseídos por espíritus malignos.

Levi resopló, bebiendo un sorbo de cerveza.

—¿Quienes eran los mocosos? —preguntó.

—Eren Jaeger, el hijo del doctor Jaeger. Y la niña... ¿como se llamaba, Adler?

—Mikasa Ackerman —respondió su compañero.

Ackerman.

«Nunca menciones a nadie lo que hablamos Zacklay y yo en el bar. Y jamás menciones el apellido Ackerman frente a nadie, ¿me has oído? Jamás»

—¿Ackerman, dijiste? —reiteró Levi, tenso como una estatua.

Pitt asintió, confundido.

—Sí, ¿por qué? ¿Conoces a la niña?

Levi no respondió, sumergido entre recuerdos confusos de los cuales no conocía la respuesta. Aquel apellido era demasiado importante y aquel acontecimiento a las afueras de Shiganshina no había ocurrido por mera casualidad. Muchos años habían pasado ya desde que había visto a Kenny, cuando se marchó furioso dispuesto a no regresar después de que su adolescencia le advirtiera a su tutor que ambos eran demasiado diferentes y que Levi no estaría dispuesto a seguir su patético camino.

—¡No saldrás por esa puerta por que si lo haces, juro que mi sombra te seguirá hasta el infierno y te descuartizaré con mis propias manos! —había gritado Kenny, completamente borracho después de destrozar los muebles de su cabaña y dejarle a su sobrino el ojo morado.

—Vete a la mierda.

—Se que no te irás por que eres un marica —replicó Kenny—. Te conozco bien, ¿o a caso lo olvidas? Yo te críe. Te encanta hablar más de la cuenta pero nunca has hecho otra cosa que no sea quejarte. No te atreverás a abandonar esta cabaña porque no tienes a donde ir, ni lo que hay que tener para hacerlo. Si te marchas me tendrás de enemigo y te lo aseguro, Levi, no quieres eso.

Levi ni siquiera respondió. Tomó su mochila, aquella en la que había guardado lo indispensable y se marchó, con lágrimas en sus ojos y sus puños fuertemente apretado oyendo los escandalosos gritos de Kenny mientras dejaba todo atrás, todo lo que fue y alguna vez conoció. Todo.

Y ahora, en la actualidad, aunque por un instante deseó tenerlo cerca solo para preguntarle todas aquellas cosas que jamás le respondió, sabía que sería algo inútil pues Kenny nunca estaría dispuesto a escupir todo lo que sabía. Y así, otra vez, Levi se veía envuelto en incertidumbre.

Mikasa Ackerman. Ackerman...

¿Quien demonios era ella?


Ah, al fin terminé esta cosa, ni se imaginan cuanto me costó. En fin, primero que nada, quiero aclarar algunas cosas:

»Cuando aclaré en el summary que la historia contendría ligero OOC fue más que nada por el hecho de que hay ciertas situaciones que definitivamente NO están confirmadas por Isayama, así que tuve que inventarlas. Lo más lógico habría sido esperar a que él mismo confirmara todo en el manga, pero los que me conocen saben que soy una persona muy impaciente y quería escribir esto de una vez xD

» No tengo la menor idea de hasta que edad Levi vivió con Kenny ni como se marchó. Si puedo imaginarme lo motivos; Kenny es una persona cruel y despiadada, Levi no lo es, pudieron tener su diferencias y en algún momento su relación se quebró. Sí creo que Kenny pudo haberlo querido o tener simpatía por él al principio, por algo se tomó la molestia de criarlo, pero cuando Levi llegó a una edad en la que podía pensar por si mismo se rebeló.

» Zackay. No tengo idea si estos dos eran cercanos o no en el pasado, pero vi un fanart genial de Kenny y Zacklay bebiendo en un bar con un Levi peque junto a ellos y tuve que escribirlo xD también mencionar el hecho de que en su conversación con Erwin, Zack dice haber estado esperando mucho tiempo para poder derribar a los Reiss de su posición de poder, quise meter un poco de eso también.

» Y Mikasa. Como no mencionar a Mikasita. Creo que el arco de los Ackerman se resume en ellos tres: Levi, Mikasa y Kenny.

¡En fin, gente! Espero que les haya gustado, Kenny/Levi es un pairing que me vuelve loca por completo y me encanta la trama que creó Isayama con ellos. Ya quiero saber más detalles oficiales :)

¡Hasta la próxima!

—Mel.