Hace solo unos pocos días, Sesshomaru revivió a Rin y por decisión propia de la humana, comenzó a seguirlo. Él la dejo hacer lo que quiera, pero eso no signifique que comprenda el motivo de la decisión de la criatura.

¿Agradecimiento? ¿No tenía otro lugar para ir?

Algo así fue su respuesta, algo de los dos y sobretodo. (No confió en los humanos) Al demonio le causo gracia, pero no lanzo ni una carcajada o esbozó una sonrisa que lo demuestra (Y en los demonios ¿Si?) Esas palabras se la guardo en su cabeza.

—¿Usted, porque me salvo? —preguntó con curiosidad. Ahí estaba la pregunta y él se quedó sin respuesta— Sesshomaru_sama.

Lo miraba con ojos inquisitivos y sin un rastro de temor.

—Solo fuiste un experimentó— contestó tajante.

Ella lo acepto. Él no.

Porque revivirla fue el experimento, dejar que la siga... ¿Que era? ¿Un capricho?

A partir de ese día, se le quedo mirando. De lejos y de cerca.

Rin que notó su penetrante mirada, lo acompañó en el gesto. Sin hacer preguntas se arrodillo en frente de él. Como si estuvieran en un concurso de miradas, el demonio y la humana no apartaban los ojos del otro.

Sesshomaru en un estado de inalterable expresión, la observaba como si estuviera analizándola.

Y lo hacía.

Llegando a la conclusión de que Rin, era una extraña criatura con solo, preferir la compañía de los demonios en vez de los de su propia especie, pero con eso no quiso decir que finalizaría su análisis.

Se siguieron mirando por días, en el individuo todavía no hubo un cambio en la expresión facial del demonio, hasta que de pronto, comenzó a cambiar un poco, cada vez que Rin entrecerraba los ojos, los ojos de Sesshomaru también se entrecerraban, si Rin inclinaba un poco la cabeza, el sujeto inclinaba la suya.

La niña creyó que la imitaba, pero cuando sonrió. Él hizo una cara de sorpresa, sus ojos se habían dilatado por la impresión del gesto. Entonces, supo que no la estaba imitando, saber ese hecho hizo que Rin se sintiera incomoda y avergonzada, sus mejillas se colorearon de rojo y sus ojos marrones miraron el suelo.

No podía levantar la cabeza, no podía moverse para irse. Se quedó ahí, apretujando con sus dedos su kimono, esperando que el calor de su rostro desaparezca. Hasta que alzó su mentón, Sesshomaru con sus fríos dedos le hizo levantarlo para que mire sus ojos color ámbar como estaba haciendo anteriormente.

El corazón y la respiración de la criatura se aceleraron levemente por ese contacto visual como físico.

—No bajes la mirada.

Ella solo pudo asentir, entonces el contacto con su piel fue disuelto, la muchacha sonrió (No sabía muy bien porque, pero estar en su presencia, verlo, le provocaba sonreír... la alegraba) Esta vez, Rin no espero otra sonrisa, pero Sesshomaru la hizo. Eso sí, no fue con sus labios fue con sus ojos, brillaban y la miraban de forma cálida, la observaba de la misma manera que lo hacia la niña; sin pavor, sin rencor, sin apatía. Solo una mirada que le daría a cualquier criatura que le pareciera fascinante o curiosa y que quería seguir observando indefinidamente.