Disclaimer: Dragon Ball Z y sus personajes pertenecen a Akira Toriyama.
Hola! No estaba muerto andaba de parranda xD Después de muchos meses vuelvo a este mundillo ficker y espero quedarme por un tiempo aunque no prometo nada. Por ahora escribí este pequeño inicio de un fic que tenía planeado hace varias semanas pero solamente ahora logro mezclar tiempo e inspiración para hacerlo. Tendrá 4 capítulos aunque ni idea cuando lo continuaré, pero espero que sea pronto :P
Por último quiero dedicarle esta historia con todo mi cariño a Anna Black Andrack Bradbury, pues ha sido quien más apoyó y animó esta historia. ¡Muchísimas gracias Annie ^^
Sin nada más que acotar espero que disfruten este inicio un poquitín azucarado ;D
La Prohibida
Desde el despejado cielo nocturno, la luna y sus hermanas estrellas fueron testigos de como una fulgurante tormenta jaspeada de rojizos relámpagos se manifestó en el corazón de la adolescente. Un tornado de emociones que señalaba, en silencio y en voz alta, implícita y explícitamente, la perfección del enorme amor que sentía por él.
Finalmente lo había confesado. Después de muchas deliberaciones y reflexiones la verdad floreció a través de sus brillantes labios carmesí. Por fin había desvelado el fragor intenso de su sentir. Y si había dudado en confesarlo no fue por timidez o falta de decisión, cosas de las que su fuerte personalidad carecía. Si había dudado era porque sabía muy bien que esto iba a cambiar su relación de amigos para siempre... además de las posibles consecuencias negativas con su familia. Específicamente con su padre Vegeta.
En un primer momento Goten pensó que se trataba de una broma, mas ante la solemne confirmación de Bra y la abrumadora emoción desplegada, no tardó mucho en asimilar la realidad de las palabras pronunciadas.
¿Cuantos segundos o minutos estuvo congelado el flujo temporal? Ninguno de los dos lo hubiera sabido con certeza ni siquiera en mil vidas.
Azorada por la emoción que la embargaba, Bra se revolvió suspirando y su rostro hizo fulminante ignición. Sus mejillas se volvieron dos llameantes chapas rojizas.
Sin saber por qué, y por un instante que trastocó la lógica del tiempo, se recordó niña; esa niña soñadora como ninguna. Se recordó recién adolescente, impetuosa como se acostumbra a esa edad. Se recordó hace exactos dos meses, cuando dejó de hacer caso omiso a los susurros de su corazón y asimiló, de una vez por todas, que no era amistad lo que sentía por Goten. Recordó, con una claridad diáfana y efervescente, los primeros momentos en que comenzó a soñar con darle un beso. Momentos antaños de encantadora ilusión que pronto, a escasos segundos, podrían volverse una tangible realidad.
Se acerca. Salvaje, indómita. Ella. Los zafiros que alardeaba firmemente clavados en aquellas perlas negras que la hipnotizaban como la luna lo hace con los lobos.
Bra reverbera galopante amor por cada una de las células; los ojos tan brillantes que deseaban simular faros esparciendo su luz sobre las marejadas. Y cuales faroles, los orbes de Bra guiarían a Goten al camino más sublime que puede existir...
El del amor.
El aire que circunda sus bocas se vuelve tempestuoso gracias a la fogosa aceleración de sus arrítmicas respiraciones. Ambos sienten la imperiosa necesidad de abrir sus labios para inhalar el aire que escapa a bocanadas. Frente a frente, sus corazones susurran amor a través de intensificados latidos. Susurros que poco a poco van aumentando su volumen hasta transformarse en gritos provenientes desde la mismísima alma. El amor estaba a punto de dar el paso a su esencia más impulsiva. A la locura ineluctable, a la pasión incontrolable.
La sangre saiyajin comenzó a arder como un géiser que, al igual que ellos, intentaba alcanzar el cielo. El aroma, la piel, los suspiros; todo se exacerbó hasta el punto que los sentidos se expandieron como nunca a través del reflejo prismático del otro. Como si un misticismo célico aumentara sus percepciones hasta el infinito y estuvieran conociéndose nuevamente por primera vez...
—Goten...
Las invisibles feromonas los rodean como una miríada de estrellas, incitándolos a vivir. Vivir de verdad. A dejarse llevar por el sentir; el que es verdadero, sin ataduras, sin los malditos atavíos que la corrección imponía. La sangre se vuelve burbujeante en el interior de cada vena; bulle, exclama y anhela poseer al otro. Domar y dominar al otro. Esclavizar y ser esclavizado al mismo tiempo. Sentir corazón y alma entre las manos. Descubrir y aceptar las luminosidades y oscuridades del ser. Conocerse como nunca antes imaginaron que lo harían...
—¿En serio este regalo tan bonito es para mí?
—¿Para quién si no? ¡Obviamente que es para ti! ¡Feliz cumpleaños, Bra! —A la vez que le brindaba un efusivo abrazo, ornamentó sus labios con una bella sonrisa.
—¿En serio lo hiciste tú?
—Oye no dudes de mis capacidades, por ti me volví todo un artesano pues te mereces eso y más —se rió como a menudo solía hacerlo.
Bra parpadeó repetidas veces y abrió su boca inexorablemente, puesto que nunca se esperó un obsequio tan bonito. Se trataba de un bello caballo pintado de alazán, tallado en noble madera. Además, en su espalda llevaba esculpida una jinete que reconoció muy bien: la veía cada vez que se miraba en el espejo. Era simplemente precioso. Sin duda a Goten le había tomado mucho tiempo hacerlo, pues la palabra perfección calzaba plenamente con su trabajo. Realmente le había quedado formidable.
Él ya le había regalado cosas lindas en sus anteriores cumpleaños, pero nunca algo hecho con sus propias manos. Nunca algo en que la dedicación y el tiempo invertidos debieron ir más allá de lo imaginable.
Tanto esmero forjado a través de ese regalo le dejaron ver cuanto Goten la quería realmente. Siempre lo supo, pero ahora tal claridad adquirió un tono absolutamente omnisciente.
Esa maravillosa muestra afectuosa, entre tantos otros detalles que ya había tenido antes, terminaron por enamorar a su indomable corazón con toda la intensidad que una adolescente descubriendo el amor por primera vez podía tener.
Incluso desde mucho tiempo atrás, sin que lo pudiera comprender o asimilar, fue creciendo en las entrañas de su alma un amor inexperto, jovial y lleno de ingenuidad. Un amor que no era mejor o peor que el de personas ya experimentadas en las lides amorosas y todas sus enrevesadas complicaciones... pero si un amor diferente. Un amor lleno de ganas de aprender. Un amor lleno de ansias de crecer y madurar junto a la persona que se ama. Un amor con la pureza de una flor que germina por primera vez...
Ese amor inocente que se camufló hábilmente como amistad, fue lo que le impidió reconocer antes que se había enamorado de él. Tuvo la completa certeza sólo recientemente, cuando tomó noción de cuán feliz la hacía Goten y cuanto significaba realmente para ella. Lo amaba con toda la fuerza que su espíritu era capaz de invocar. Desde hacía mucho tiempo que era así...
Y por aquella misma razón, tomó la decisión de decírselo a pesar de saber las consecuencias que conllevaría...
Lo que siempre debió ser una amistad ella lo transformó en el más profundo amor. ¿Pero cómo poder evitar los designios que corazón y alma quieren cumplir? ¿Cómo rechazar el amor que se siente con todo el corazón? ¿De qué manera poder guardar un sentimiento tan grande para siempre?
Sólo él la llenaba de felicidad cada vez que lo veía. Sólo él podía lograr que un día común y corriente se convirtiera en uno tan alegre como un año nuevo. Sólo él la hacía sentirse mujer...
Sólo él.
Sus bocas seguían despidiendo calor. Ansias. Deseo.
Ella cierra sus ojos, presta a expandir hasta lo inconmensurable el resto de los sentidos. Su respiración se torna vertiginosa a la vez que las palmas de sus manos sudorosas. Por un momento que se volvió eterno, su mente quedó hilvanando pasión.
Él, tiernamente, toma con sus manos las mejillas y Bra siente como cada célula que la compone bulle efervescencia ante la calidez inefable de sus palmas. Sus labios de rubí pronto derramarían delicioso néctar...
El momento más mágico y excitante de su vida estaba a escasos segundos de producirse. Su felicidad era tanta que una estrella más brillante que la luna no sería capaz de equipararla.
Los jadeos aumentan su vigor. Los latidos también lo hacen. El tiempo se eterniza, como si cada segundo significara un milenio. Nunca dilucidó que algo tan simple como un beso podía significar tanto cuando era dado por la persona amada. Nunca tuvo la más mínima sospecha de ello, sin embargo, en este mismo momento lo estaba comprobando empíricamente.
Finalmente, el instante anhelado llegó: los cálidos labios de Goten se posaron sobre ella y una electricidad sideral emitió su corazón. La emoción se desbordó por cada precipicio de su piel...
Pero, para su inmensa sorpresa, no fue la emoción que en un principio imaginó: era contrariedad. Confusión. Perplejidad total.
Consternada, abrió los ojos sin entender que sucedía, como si un agujero negro aparecido de la nada hubiera absorbido cualquier atisbo de orientación.
Vio claramente como los labios de él seguían adheridos a su frente. Un beso lleno de afecto y ternura sin parangón, empero, no lo que estaba esperando ni deseando. Y cuando Son despegó sus labios, ella sólo pudo verle una sonrisa clavada. Esa sonrisa sempiterna que solía llevar y que era una de las razones que la tenían completamente enamorada.
Inexplicablemente, la súbita confusión cesó tan pronto como llegó. En realidad ya sabía por qué él actuó de esa manera. Ni siquiera necesitaba una respuesta que se lo confirmara.
Era tan tierno y a la vez tan caballero. Tan increíblemente atractivo.
Sintió que lo amaba más. Pero a la vez, también sintió que lo odiaba más...
¡Qué contradictorias podían ser las emociones humanas!
—Esto no puede ser y tú sabes por qué... —se limitó a decir mientras mantenía su sonrisa, pero suspirando como si pronunciar cada palabra lo lastimara.
Otro gran suspiro vino por parte de ella. Sabía que su juventud, la disensión de edades y la cercanía forjada desde la infancia harían las cosas muy difíciles de concretar. Y aún si lograban superar aquellas tesituras, había otra que asomaba como una muchísimo peor que todas las anteriores juntas: Vegeta.
—¿Pero yo te gusto, verdad? —preguntó sin vacilar; determinada a obtener una respuesta que aclarara de cuajo todas sus dudas. Quería y tenía que enviarlas al cofre más profundo del olvido.
Por un largo instante no hubo ningún sonido ni nada que se le pareciese; sólo un espectral y abrumador mutismo se adueñó del entorno.
Continuará (Algun día xD).
