Género: Misterio, acción y romance

Fandom: Batman (DC)

Personajes: Stephanie Brown, Damian Wayne, Tim Drake y otros.

Advertencia: Contenido sexual. Torturas.

¡Hola a todos! Por fin, después de una eternidad, tengo computadora. Por la misma razón, me he puesto a escribir de forma compulsiva; a la primera oportunidad re-subiré "Serpientes en Londres", fanfic que espero desarrollar mejor, pues los capítulos que subí simplemente no me convencieron.

Ahora, una advertencia sobre esta historia: No soy ninguna experta en DC Cómics, y aunque me he informado gracias a San Wikipedia y he leído los últimos números de Batman & Robin Eternal, no pretendo que esta historia siga ninguna línea argumental canon. En resumidas cuentas, es sólo un fanfic que escribí para mi disfrute personal, y espero que a ustedes también les guste.


Capítulo 1. El regreso de Red Robin

Hacía un año de la desaparición de Batman, y el mismo tiempo había pasado desde la última vez que Stephanie vio a Tim Drake. Deseaba creer que Red Robin, como se hacía llamar actualmente, patrullaba las calles de Gotham desde una distancia moderada, pero hasta el momento no había dado indicios de su presencia en la ciudad. Stephanie se mantenía en contacto con Nightwing en la baticueva, siendo él quien administraba por el momento la misma… esto, para disgusto de Damian. El hijo de Batman parecía ofuscado con la idea de que Dick tomara el lugar de su padre.

— Nadie intentará jamás reemplazar a Bruce Wayne. —Le dijo la rubia al chico cuando lo encontró discutiendo con Nightwing. — Y, sin duda alguna, Dick Grayson sería el último en intentarlo.

Damian no parecía muy convencido, pero Steph sabía que en el fondo el niño apreciaba al que fuera el primer Robin. La presencia de la muchacha era un calmante para los pupilos de Batman, aunque ni ellos mismos lo admitiesen. "Bárbara", se decía Dick por las noches, "también necesitamos a Bárbara". Pero Bárbara estaba lejos, y seguramente también padecería la ausencia de su antiguo colega.

Esa noche Stephanie no podía pensar en nadie más que en Tim, incluso cuando todavía extrañara a Bruce y Damian le preocupara de sobremanera. Tim había sido el chico que le había dado esperanzas en primer lugar, el asombroso petirrojo que, inteligente y audaz, la había inspirado a ser una guerrera con sus propias habilidades. Él la había entendido y aceptado en tantas ocasiones… y ahora apenas y recordaba su voz.

Se le hacía extraño cómo un año podía menguar sus recuerdos sobre Tim.

Intentando centrar sus pensamientos en algo más sencillo, Stephanie se puso el manto de Batgirl y salió a Gotham cuando las manecillas del reloj hubiesen dado las doce. Era un tiempo perfecto, despejado y sin tráfico.

Su sorpresa se hizo notar cuando descubrió un robo en la zona comercial de la ciudad. Casi costaba entender qué tenían en la cabeza los ladrones que se arriesgaban a un acto tan simple con tantos vigilantes nocturnos que defendieran la justicia con puño de hierro… y entonces, recordó; Los criminales empezaban a confiarse, sabían que Batman había desaparecido.

¿Cómo no se había dado cuenta que el crimen en Gotham siempre menguó gracias al miedo que Batman infundía en los delincuentes? Durante el tiempo que fue su pupila, no dudó en expresar su incredulidad ante tal estrategia. Ahora ya no estaba tan segura.

De cualquier modo, con o sin miedo, esos ladrones recibirían una buena paliza.

Cuatro hombres hacían sonar las alarmas de la tienda de antigüedades mientras se repartían el botín. "Principiantes", pensó la rubia con una sonrisa amarga, mientras su sombra cubría la entrada del callejón por el cual habían decidido huir. Uno de ellos la notó y, con un grito, alertó a los demás.

— Basta de juegos por hoy, muchachos. —Les ordenó con cierta sequedad. No estaba de ánimos para hablar de justicia, libertad y una buena jornada en prisión.

Evadió los primeros disparos de un salto, situándose sobre sus cabezas, sujeta a las escaleras de incendios de uno de los edificios colindantes. Uno de los ladrones, que aún en la oscuridad se notaba bastante feo, ladró algo en un idioma fuerte, tal vez árabe, y otro más la maldijo en inglés. Mientras tanto, los dos restantes seguían disparando a Batgirl, sin más éxito que antes.

Stephanie se lanzó en picada sobre el primer hombre y, tras derribarlo, pateó con fuerza el rostro del segundo; sin embargo, al no poder noquearlo de un golpe como hubiese querido, tuvo que forcejear con él unos minutos, siendo el tiempo exacto que demoraron los otros dos sujetos en huir con su botín.

"Maldita sea", se recriminó. Aquel era un trabajo sencillo y lo estaba haciendo de pena.

Molesta, golpeó la quijada del bandido hasta que no pudiera levantarse más. Le parecía justo que al día siguiente ese ladrón tuviese la cara al doble de su tamaño original y de un lindo color morado.

Dejándolos atrás, corrió hacia lo profundo del callejón, adentrándose en una oscuridad que casi creía olvidada. Tuvo el repentino impulso de llamar a alguien… pero no estaba segura de que quisiera saber a quién. Para su sorpresa, uno de los ladrones extranjeros disparó en su dirección y acertó de lleno en su pierna, derribándola.

Se sujetó la extremidad con fuerza, asombrada de que algo pudiera ser tan doloroso; era como si alguien la hubiese atravesado con hierro al rojo vivo. Tendida sobre el suelo, no pudo luchar contra el más grande de los cuatro criminales; su aliento le llegó cuando éste la tomó por el pelo, levantándola a su altura; olía tabaco, alcohol y más tabaco. Le oyó decir algo en la lengua extranjera, pero fue sencillo reconocer la lasciva en su voz.

Justo cuando sentía el ardiente cañón de una pistola contra su cabeza, una ráfaga de aire recorrió la oscuridad y los hombres gritaron de terror.

— ¡Batman! —Decían con el acento muy marcado— ¡El murciélago!

Pero no se trataba de Batman, eso habría sido demasiado bueno.

Mientras recuperaba el control sobre sí misma, oyó el sonido de huesos crujiendo y alguien que parecía estarse asfixiando. Por un instante creyó que el aire se había impregnado de perfume, pero dejó de lado tal idea cuando la figura encapuchada se acercó a ella.

— ¿Estás bien? —Le preguntó, extendiendo una mano para ayudarla a incorporarse.

Stephanie aceptó su ayuda sin emitir sonido alguno, aunque la pierna le dolía como los mil infiernos.

— Red Robin. —Stephanie se preguntó por qué el corazón le latía con tanta fuerza. — Gracias… no creí que encontrarte aquí. —"Ni en ningún otro lado", pensó con tristeza.

— Nunca me fui de Gotham. —Admitió en voz baja antes de hincarse frente a uno de los criminales. Stephanie se dio cuenta que sus movimientos eran perfectamente calculados. — No es el mejor lugar para explicarlo.

— No hace falta. —Mintió ella, inexpresiva. — Pero me gustaría saber por qué has salido de tu escondite para perseguir a ladrones de poca monta.

Ahora que sus ojos se habían adaptado a la oscuridad, se dio cuenta que Tim le lanzaba una mirada de reproche.

— No me he estado escondiendo… Y estos no son ladrones de poca monta. —Le aseguró con cierta frialdad, mientras cogía la bolsa en la que los extranjeros habían metido su botín. — ¿Te fijaste al menos de dónde robaron esto?

— Del museo de Antropología Egipcia. —Respondió ella, a la defensiva. Casi sonaba como si él le enseñara una sencilla lección a una niña muy tonta, y detestaba cuando Tim se jactaba de saber algo que los demás no sabían.

— No tiene más valor que muchísimos otros objetos del mismo museo. —Le explicó mientras asentía. Entonces le echó un vistazo al contenido de la bolsa. — Ni siquiera la mitad. Si no mal recuerdo, un broche de oro se hallaba justo al lado de estos talismanes, y su precio asciende a unos…

— Entiendo, es caro.

Stephanie no quería oír los detalles. Por alguna razón, estaba cabreadísima con Tim, y el dolor en la pierna no hacía más que intensificar su molestia. Él pareció darse cuenta de su incomodidad, pues guardó los talismanes en su cinturón y se acercó a ella.

— Estás herida. Será mejor que te lleve con Nightwing mientras aún estás lúcida.

— No hace falta. —Atajó la rubia con rapidez, repeliendo el contacto con Red Robin. Él la miró con calma, aunque de no haber llevado puesto el antifaz habría sido más sencillo notar aquella chispa de sorpresa en sus ojos. — ¿Y a qué te refieres con "mientras aún estás lúcida"?

— Steph…

— No. —Stephanie no estaba segura de si se lo decía a Tim o a ella misma. Sólo sabía que de pronto no podía enfocar bien y todo le daba vueltas.

De un momento a otro estaba precipitándose al suelo, y lo último que recordaba era a Tim sujetándola antes de caer.

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Espero que les haya gustado el primer capítulo, no duden en dejar algún review para saber su opinión.