Disclaimer:

Los personajes no me pertenecen, sino que son propiedad intelectual de su respectivo creador.

Capítulo 1

Ochako cerró la puerta a sus espaldas, él la esperaba de pie sosteniéndole la mirada. No le resultaba extraño que pareciera de mal humor. Kacchan siempre parecía estar enojado, molesto con la vida y todo aquello que le rodeaba. Todavía se sentía intimidad hacia él, sin importar cuantas veces le mostrara la ternura que se escondía detrás de esa fachada de chico malo.

Él caminó hacia ella, puso sus manos grandes y cálidas sobre sus hombros, y le dio un delicado beso en la frente. Ella alzó su mirada para verlo directamente a los ojos, Kacchan sonrió de una forma que solo él lograba hacer. Se abrazaron mutuamente, sintiéndose uno parte del otro.

Ninguno de los dos se encontraba dispuesto a anunciar su romance con bombos y platillos. Tal vez algunos no entenderían porque tomaron la decisión de esconder su amor, si no debían nada a nadie, y no habría una sola persona que les reprochara por amarse mutuamente. Pero, había un maldito pero; tenían en cuenta muchas diferencias y amigos comunes, y tanto ella como Katsuki no se sentía con la fuerza ni las ganas de tener que explicar cómo es que llegaron a esta situación.

Si estaban siendo infantiles, no les importaba en lo más mínimo. Ahora mismo, sintiéndose tan cerca del otro, tampoco importaba nada de lo que los rodeaba. Se necesitaban y solamente podían pensar en probar los labios del otro. Ochako fue quien tomó la iniciativa, atrajo su rostro hacia ella para poder robarle un beso que le supo a la mismísima gloria.

Kacchan le devolvió el beso con ferocidad. Todo el día estando a su lado, viéndola reía y juguetear con las demás chicas, sintiendo ganas de abrazarla y besar sin poder hacerlo. Creía que se volvería loco de tanto aguantarse.

Se separaron escasos centímetros. —¡Te extrañé! —las palabras de Bakugou hicieron que algo en su corazón se removiera y se hinchara de felicidad. ¿Cómo podía amarlo tanto? Volvió a abrazarlo. Deseaba con toda su alma quedarse así por siempre con él.

Uraraka se dejó guiar hacia la habitación. Conocía su pequeño apartamento de memoria. Había estado tantas veces ahí, compartiendo con él demasiados momentos. Sabía que conocía partes de él que nadie más lo hacía y que si lo dijera nadie lo creería.

Dentro de las cuatro paredes de su habitación. Su lugar secreto, seguro e incluso mágico, les entregaba la intimidad que necesitaban para dejarse llevar no solo por la pasión, sino también por el amor que se sentían. Necesitaban demostrarse todo lo que sentían.

—¡Te amo! —las palabras salieron de su boca con demasiada emoción. Kacchan murmuró algo que no alcanzó a entender, pues sus manos acariciándole la piel debajo de su blusa y subiendo lentamente hacia sus senos la hicieron perder el hilo de la conversación.

—¡Eres tan hermosa! —le quitó la camisa y la lanzó hacia algún rincón olvidado de su habitación. Ella soltó una risilla mientras él hundía su cara en sus senos para besarlos y lamerlos.

Uraraka lo detuvo. —¡Espera! —Bakugou hizo lo que ella le pidió, y le pareció extraño verla sonrojarse. ¿Sería posible que aún se sentía cohibida al estar desnuda ante él?

Le acarició suavemente la cara. Se veía tan frágil y delicada, pero él conocía la fuerza que se escondía detrás. Ochako era la mujer más valiente y fuerte que había conocido en toda su vida. Superó tantos momentos difíciles en su vida, y a pesar de eso, ella seguía sonriendo, siendo amable. Estaba tan llena de amor, no solo para él sino también para todos los que la rodeaban. ¿Cómo una mujer tan perfecta se fijó en alguien tan podrido como él?

—No tenemos que hacerlo. —le dijo, aunque sus pelotas le dolieran luego por esa decisión, no quería lastimarla de alguna manera. —Podemos ver una película o solo acostarnos a hablar.

Ella negó con la cabeza. —No es eso, tonto. —ahora la rojez de su rostro se había extendido hacia sus orejas. —Quiero probar algo nuevo.

Bakugou giró levente su cabeza. ¿Qué tenía en mente? La vio ponerse de rodillas y él no podía creerse lo que estaba viendo. Ella desabrochó el botón de su pantalón y bajó la cremallera. No lo miraba a la cara. La detuvo antes de que liberara su erección.

—¿Qué haces? —le preguntó maldiciéndose por detenerla. Claro que se moría de ganas de verla meter su pene en su boca, pero era obvio que ella no estaba tan interesada en hacerlo como él en recibir ese oral.

—Yo… —ella tragó saliva. —Te escuché. —ahora sí lo miró a la cara. Bakugou se odio tanto. ¡Era un jodido idiota!

—¡Ponte de pie! —sonó tal vez un poco violento, estaba enojado, pero no con ella, sino consigo mismo por ser tan idiota. —Lo que dije con Kirishima. —¿acaso se sentía avergonzado? —Son cosas de hombres, es… es algo que hacemos entre nosotros… tonterías… sí, es eso. Tonterías de hombres que no entenderías.

—¿Entonces, no quieres una mamada? —¡Wow! Ella lo había preguntado, ¡y maldita sea! Escucharla decir eso lo había excitado de una manera que no podía explicar. —¡No se te ocurra mentirme! Sé cuándo lo haces.

Bakugou le dio un beso en la frente y la abrazó con fuerza. Ella era su todo. —Claro que quiero que lo hagas, pero no porque te sientas obligada a hacerlo por una conversación estúpida que escuchaste. —volvió a besarla, esta vez en los labios. —Ven, vamos a acostarnos. Quiero dormir esta noche contigo.