Vampiros. Que gran tema. Sería pretencioso llamarme a mí mismo experto pero, desde luego, soy un apasionado desde siempre. Y si bien tengo relatos antiguos sobre vampiros por aquí, ninguno desde hace tiempo en el que sean algo prioritario. Espero que os guste lo que tengo por aquí. ¡Empecemos!
Regina (Flashback)
Mientras descendía del carruaje. No dejaba de pensar en lo poco que me apetecía viajar en barco. Había quien consideraba que un crucero era todo un placer, pero lo cierto es que yo me mareaba. No dejaba de pensar en aquel viaje que me esperaba. Como siempre, mi dama de compañía me servía de escolta. Y yo no había dejado de observar aquellos dos billetes de primera clase.
Pero eso sería al día siguiente. En aquel momento, me estaba escapando. Soy una princesa, después de todo. El trono de Inglaterra algún día sería mío. Pero hasta entonces, estaba en mi mano tener un poco de libertad. Y por eso me encontraba bajando en aquel momento frente a aquel club, frecuentado por gente que, de verla mi madre, probablemente me exigiría que me alejase todo lo posible.
Pero yo no acudía por la compañía. Lo hacía por la música. Por aquella voz dulce que se escurría entre las personas mientras entraba en el local. Una voz que, como un hechizo, llenaba la estancia. Mis ojos se dirigieron a la mujer que entonaba.
Iba vestida con un vestido rojo, ceñido a su cuerpo. Su larga melena roja caía sobre su rostro, tapando uno de sus ojos. Llevaba guantes negros hasta el hombro. Sujetaba el micro con dulzura, como si se tratase de un viejo amigo.
Never know how much I love you
Never know how much I care
La dama se bajó del escenario, y con precisión felina, se deslizó entre los asistentes. Noté cómo la devoraban con la mirada y no pude evitar sentirme algo celosa. Los instrumentos se pegaban a su voz como las miradas a sus curvas mientras ella paseaba.
When you put your arms arround me
I get fever that's so hard to bear
You get me fever
When you kiss me.
Sus ojos y los míos se cruzaron, y entonces la mujer corrigió su rumbo, y caminó hacia mí. Notaba cómo mi pulso se aceleraba mientras la pelirroja se encaminaba en mi dirección. Se acercó y puso la mano sobre mi pecho, empujándome sobre la silla. Mi corazón se saltó un latido.
Fever When you hold me tight
Fever in the morning
Fever all throught the night
Nunca había escuchado una letra tan fuerte como aquella, tan intensa, y tan directa. Aquella mujer había terminado susurrando en mi oído, y yo había sentido un estremecimiento que había envuelto todo mi cuerpo, sin poder evitarlo. No fue hasta que se apartó cuando pude notar aquello brillo rojizo en los ojos de la mujer.
Regina Mills
_ ¿Te parece que esa es la forma correcta de contar esa historia?_ Alcé una ceja._ Yo no lo recuerdo así.
Anzu lanzó una risa y se acomodó en el sofá de aquel tren. Yo sabía bien que le gustaba rememorar el pasado. La noche en que nos conocimos, hacía mucho tiempo. Cualquiera diría que había sido hace bien poco, sin embargo.
_ Babeabas por mí, Regina._ Dijo ella, abriendo las cortinas.
Acababa de anochecer, y las vistas desde aquel tren eran hermosas. Anzu se acarició el anillo instintivamente mientras me miraba.
_ Sólo porque me hipnotizaste._ Me quejé. Ella lanzó una risotada._ ¿Dónde vamos esta vez?
_ A Boston._ Dijo ella._ Ya he falsificado el papeleo.
_ Profesora de historia, ¿Esta vez?_ Pregunté, mirándola._ ¿En la universidad?
_ Así es._ Dijo ella.
Yo bufé. Había sido yo la que había dicho que quería adquirir un título universitario de una vez. Estaba cansada de ser una inculta. Y probablemente, eso me aseguraría que nos tuviésemos que quedar en Boston los cuatro años que duraría la carrera.
Emma Swan
Mis ojos se abrieron de par en par. Había despertado sudorosa, pero no precisamente de terror. Había vuelto a soñar con aquella mujer pelirroja. Había sentido su mano sobre mi pecho. Era una noche clara, iluminada por el fulgor de la Luna. La casa estaba silenciosa. Me delicé hacia la cocina y cogí una manzana roja de un pequeño montón que había sobre un bol, en la mesa. Había una notita al lado.
Mamá y yo nos vamos de marcha.
¡Tú sigue estudiando, que sé que tienes un examen pronto!
Ruby
Solían hacer eso una vez al mes. Confieso que me resultaba tierno pensar en madre e hija saliendo juntas. Éramos una familia bien avenida. Confieso que, cuando mis padres murieron, pensé que iba a estar siempre sola. Pero Anita me acogió. Y fue una suerte. Suspiré, lamentando a su ausencia, y traté de volver a la cama. Era mejor que tratase de olvidar aquel sueño calentorro. No tenía caso.
Regina Mills
Era noche cerrada. Pero mis ojos veían a la perfección en aquel momento. Caminaba por las calles, observando los bares de la zona. Boston era una ciudad concurrida. Y yo tenía sed. Solíamos cazar solas. Vi a una chica que salió de un local. Estaba sola. Confieso que tengo cierto fetiche. Me gustan las rubias… Sí, quizá suene algo simplista. Y por tanto me acerqué sin prisas a aquella mujer.
Elsa.
Anna, como siempre, había ligado. Los chicos se le tiraban encima. Supongo que a todos le gustaba lo "atontorable" que era. Yo lo intentaba pero… está claro que mandaba las señales de que era fría. Odiaba estar sola. ¿Acaso era una mujer tan fría? ¿Era mucho soñar con tener una vida feliz junto a alguien que me quisiera?
Había terminado por dejar a Anna detrás y salir sola del local. Suspiré, mientras me metía las manos en los bolsillos y me disponía a marcharme a casa, para cenar sola otra vez.
_ Disculpe._ Me dijo una voz.
Me giré, y mis ojos se buscaron a la persona que había hablado. Se tropezaron con una mujer de unos treinta muy bien llevados, que me miraba con esos dos ojos color chocolate tan atractivos. Se acercó y yo no me veía capaz de hablar.
_ Soy nueva en la ciudad… ¿Podría decirme cómo llegar al parque?_ Me preguntó.
Normalmente no aceptaría una invitación así. Pero lo cierto es que aquella mirada que me lanzó me dejó atontada. Asentí lentamente y comencé a andar. La mujer no dio su nombre mientras andaba, siguiéndome hasta el bosque.
Fue cuando la miré y vi sus ojos, emitiendo un fulgor rojizo. Sus agudos dientes brillaban bajo la luz de la Luna. Yo estuve tentada de gritar, pero no lo hice. La morena me tomó con fuerzas, y me tapó la boca. Sentí cómo los colmillos agudos se clavaban en mi cuello y ahogué un grito, sintiendo cómo todo se nublaba.
Regina Mills
Había atacado demasiado deprisa. Había estado muy ansiosa, pero lo cierto es que ya era tarde para parar. Dejé a la jovencita sobre la hierba, sintiéndome frustrada.
_ Vas a dejarle un par de moratones muy feos.
Di un respingo al ver a Anzu. Sus ojos, de un carmesí intenso, me revelaban que ella ya había cenado, al igual que yo. Tenía una mirada inquisitiva. Aunque la trataba como una madre, jamás me había parido, y por ello no me echaba la bronca. Pero se le daba muy bien lanzarme pequeñas puyas.
_ Aparta, yo me ocupo._ Dijo, con cierto tono dulce.
Anzu esparció un ungüento sobre las heridas de la joven, que aún se quejaba. La mujer pelirroja hablaba con palabras maternales, mientras borraba de la memoria de la rubia lo que acababa de vivir.
_ ¿No vas a decirme nada?_ Pregunté, inquieta.
_ En absoluto._ Dijo Anzu, tranquila._ Es una ciudad nueva, y te has descuidado. Intenta que no se repita.
Iba a decir algo, cuando un sonido familiar atravesó la noche. Un aullido de lobo. Me estremecí. Sentí algo que era nuevo para mí. Una sensación en la parte trasera de la cabeza, que me recordaba al pánico.
_ Eso no es un lobo._ Desde que conocía a Anzu, aquella era la primera vez que sonaba intranquila._ Regina… Márchate. Vete a casa. Te encontraré allí.
Anzu Stealer
Aquello no era un lobo. Era una criatura bien distinta. Podría huir, junto con Regina, pero no aquella noche. No pondría en riesgo su vida. No tras ese sonido. Aquel enorme lobo no tardó en hacer acto de presencia. Gruñó y yo, por instinto, siseé. La criatura se apoyó sobre sus cuartos traseros. Deseé tener una espada en la mano en aquel momento… pero no la tenía, porque hacía muchos años que llevar una espada en el cinturón estuviese mal visto.
El licántropo se alzó sobre sus cuartos traseros, gruñó, por instinto, y sus ojos amarillos se clavaron en los míos. Podía ver el impetuoso deseo que daba la juventud. ¿Sabría si quiera aquella criatura lo que estaba haciendo? ¿Sería consciente el ser humano que se escondía tras aquella bestia lo que hacía?
La criatura lanzó un rugido, y se lanzó contra mí. Yo siseé, y lancé el puño. Cuando impactó, la bestia salió despedida hacia atrás, y gimoteó. Mi anillo había golpeado su ojo. La plata reaccionó con facilidad, provocando que se diese la vuelta y saliese huyendo. Me acerqué a la joven que había dejado Regina allí. No podía abandonarla si había licántropos por la zona. La tomé en brazos y volví a las carreteras.
Emma Swan
Me sentía algo mareada. Mi habitación estaba hecha un verdadero caos. Bostecé sonoramente y me puse en pie. Aún faltaba bastante tiempo para entrar en la facultad. Acababa de amanecer. Oía a Anita y a Ruby hablar en la cocina. Me puse una camiseta y bajé a la cocina. Me sorprendí cuando me encontré a Anita sujetando una chuleta contra la cara de su hija.
_ ¿Qué ha pasado?_ Pregunté.
_ Tu hermana ha tenido una pelea de gatas por intentar robarle el chico a otra._ Anita alzó una ceja._ Nunca aprende.
_ Es una loba._ Dije. Por algún motivo me miraron fijamente, como con miedo._ ¿Qué? Sólo era una broma.
Me senté a la mesa y me acaricié el pelo mientras me ponía un cuenco de cereales. Me había llegado un correo el día anterior, informándome de que ya había llegado la nueva profesora de historia. Lo que significaba que no tendría un descanso a medio día.
_ Guau… que pinta tiene ese ojo._ dije, cuando Ruby se quitó la chuleta.
No daba realmente la impresión de que estuviese simplemente morado. El párpado daba la impresión de estar quemado. Pero Ruby estaba bien. Ella se curaba rápido. No recordaba haberla visto nunca enferma. Bostecé y le di un beso en la mejilla.
_ Cuídate ese ojo, voy a la facultad._ Le dije._ No te metas en líos.
Varias aburridas clases más tarde…
Historia era una asignatura obligatoria para mí. Mi sueño es ser periodista, y no terminaba de entender el motivo por el cual era tan importante. No obstante, me senté en el banco. Cogí el boli y lo mordisqueé. A mi lado se sentó una mujer.
No pude evitar mirarla… porque era guapísima. Tenía una presencia que hacía que cualquiera se la quedase mirando. La morena se quedó a mi lado, sacando sus libros y un bolígrafo negro, que golpeteó ansiosamente contra la libreta. La profesora aún no había llegado, pero ella ya estaba revisando el temario.
_ Soy Emma._ La saludé, provocando que me mirase.
_ Regina._ Me saludó, extendiendo la mano. Se la estreché.
Admito que siempre he sido un poco lanzara, y lo cierto es que aquella chica me había gustado a primera vista. Sin embargo, me sentí distraída cuando la profesora entró.
Era la mujer con la que había soñado. La pelirroja de mi sueño. Negué con la cabeza, confundida. Regina tosió, y yo volví a la realidad.
_ ¿Te preocupa algo, Emma?_ Preguntó.
_ No, nada._ Noté, por un segundo, un extraño furor en aquellos ojos del color del chocolate.
_ Mi nombre es Profesora Stealer._ Dijo, escribiéndolo en la pizarra._ Y voy a enseñaros historia.
Regina estaba concentrada, mirando a la profesora. Yo la miraba a ella. Negué con la cabeza y volví a mirar a la profesora Stealer, que estaba mirándonos. Por un instante me pareció que me miraba a mí directamente.
_ Sé que muchos de vosotros creéis que la historia no tiene significado. Pero, sin embargo, os dejaré ver que esta historia está muy viva… y cuánto podemos aprender de ella.
Ruby
_ ¿De modo que te atacó un vampiro en pleno parque?_ Preguntó mi madre, mientras extraía los restos de carne quemada de mi ojo. Algo que me provocaba gritos.
_ Sí… así fue._ gruñí._ ¿No teníamos un trato con su reina?
_ Vamos a tener una conversación muy instructiva con esa mujer. Mallory va a pagar por esto.
