Hola espero les guste mi historia y desde ahorita les aviso que voy a cambiar a los que han ganado en juegos anteriores para que la historia funcione pero espero que les guste aun así.
Capítulo 1: Un día "normal"
Algo está mal muy mal. Me despierto asustada, estoy temblando, y mi primer pensamiento es "se fue". Rápidamente me siento y la busco con la mirada. Ahí está, se está poniendo una blusa azul opaco tan simple comparada con los jeans de marca que trae puestos. Esos jeans son de la poca ropa que conservo después de irse a vivir con nosotros y no fue porque le gustaran mucho sino porque entendió que no podía vender toda su ropa ya que no podría comprar nada durante un buen tiempo.
-¿Ya te despertaste?- me pregunta sin verme.
-Si.- contesto bajito.
-¿Porque tan temprano?- me pregunta todavía viendo los botones de su blusa.
-Siempre despierto a esta hora.- le contesto.
-Pero hoy no ay que trabajar y aparte siempre tengo que despertarte.- dice volteándome a ver. Ella es muy joven y bastante guapa su pelo es castaño, muy sedoso y largo. Tiene unos ojos color avellana que brillan como ningunos otros, es alta, delgada, su piel apenas quemada por el sol, sus facciones son delicadas solo endurecidas por los sufrimientos que ha tenido que sufrir últimamente.
-Tenía miedo.- digo volteando al suelo- Temía que te hubieras ido.
-Yo jamás me iría.- dice acercándose a mí.
-Lo sé pero… me sentí como cuando va a pasar algo malo.- le digo sin verla porque sé que va a pensar. Siempre que me siento como hoy pasa algo malo, la sequía, las rastrevíspulas, la enfermedad de mamá. Siempre que alguna desgracia sucedía cerca de esta parte de mi distrito me sentía así.
-¡Maldita sea! Justina no hablas enserio.- me dice muy enojada pero sé que es porque me quiere.
-Si iba a pasar no hay nada que yo pudiera hacer.- le digo para defenderme pero sé que va a explotar.
-Si había una forma.- dice mirándome duramente- pudiste pedir menos teselas y quizá no estarías tantas veces en el sorteo.
-Tengo hermanos.- le digo para defenderme.
-¡Maldita sea tienes 3!- dice gritando- Ni siquiera 3, tienes 2.
-¡No vuelvas a decir eso!- digo enojándome yo también.
-¡Él no es tu hermano! Entiendo que su mamá y la tuya fueran amigas pero no necesitabas otra boca que alimentar.
-Solo tenía 1 año.- digo mirando el piso- no iba a permitir que lo llevaran a un orfanato y si ya iba a pedir 7 teselas una más no aria la diferencia.
-De todos modos solo debiste pedir 4.-me dice ligeramente más calmada.
-¿Creíste que la señora Lucrecia lo haría por caridad?- le pregunto- ¡No! Teníamos que darle algo a cambio de que les dijera a los agentes de la paz que ella nos cuidaría. Y que yo pidiera las teselas que necesitaban pedir sus hijos sonaba muy tentador, no iba a dejar que fuéramos a un orfanato ya sabes como es.
-¡Tú no sabes cómo es estar en los juegos!- me contesta a punto de llorar.
-¡Tú tampoco!- me defiendo.
-Oh por supuesto que lo se.- me dice y sé que es verdad.
-Este año solo pedí 2.- digo apenada.
-No debiste pedir ninguna.- me dice fríamente.
-¿Qué quería que hiciera?- le contesto a punto de llorar- Es cierto que has sido una gran ayuda pero no estaban casados por lo cual no te dieron su fortuna.
-Tienes razón, maldita unión libre.- dice más tranquila yéndome a abrasar.
-Prométeme que los vas a cuidar.- le digo mientras me limpio las lágrimas.
-Justina no serás tú.- me contesta. Aunque sabe que siempre que siento esto pasa algo malo y no ay excepción.
-Promételo.- insisto.
-Lo prometo.- me contesta a punto de llorar.
-A los 3.- le digo.
-A los 3.- me contesta.
-Benedicta.- alguien la llama desde la puerta –Justina.
-¿Qué pasa cielo?- le pregunta a mi hermanito que está descalzo y en pijama en la puerta. Tiene 7 años es moreno claro, sus ojos son café obscuro, es bajito y probablemente el menos flaquito y tiene unos chinitos café obscuro que me causan una tremenda ternura.
-No puedo dormir.- contesta tallándose los ojos.
-Ay Patricio, tienes miedo por mí y tu hermano ¿Verdad?- le pregunto mientras me acerco a él.
El asiente.
-¿Quieres dormir en mi cama?- le pregunto.
El vuelve a asentir. Entonces veo a alguien que nos mira desde el cuarto de mis hermanos.
-¿Tu que Salvador? Estas más chiquito y aun no bienes.- le digo a esa carita redondita con ojitos verdes, pelo lacio y negro, pequitas y la piel ligeramente quemada por el sol que me miran- Ven.
El corre hacia nosotros también esta descalzo y trae mi antiguo camisón. Los abrasa a los 2 y antes de irnos a la cama les digo.
-Creo que nos falta alguien para estar todos juntos.- ellos asienten.
Me paro y voy hasta el cuarto de los hombres. Y ahí está José el mayor de los hombres. Ya está igual de alto que yo a pesar de ser 2 años menor, está bien flaco, es moreno, tiene el pelo castaño claro, los ojos cafés, la piel morena con tanto acné como yo en la frente. Tiene 12 esta es su primer cosecha pero yo me asegure de que no pidiera ninguna tesela, pero sé que si no fuera por la llegada de Benedicta tendría que haber pedido mínimo una.
-Sé que estas despierto ven con nosotros.- le digo parada alado de el- Sabes aun no estás tan grande para venir con nosotros y quizá sea mi último año aquí así que tienes que venir.
-¡No digas eso!- me dice poniéndose inmediatamente de pie.
-¿Sabes cuantas veces esta mi nombre este año?- le pregunto seriamente.
El niega con la cabeza.
-21.- le contesto tristemente.
-¡Pero solo tienes 14!- me dice sorprendido.
-Lo sé pero soy la cabeza de la familia desde los 11.
El mira el piso, fue al único que prácticamente no crie ya tenía 9 cuando mi mamá y la de Salvador murieron pero la señora Lucrecia no se hacía muy cargo de nosotros así que quien lo ayudaba con las tareas y le recordaba lavarse los dientes era yo. El me abraza y nos vamos a mi cuarto. Los 5 nos acostamos en la misma cama y dormimos hasta medio día. Al despertar fuimos al pequeño huerto que Benedicta nos había logrado conseguir con el dinero que le había sobrado de su época de rica, tristemente como tuvo que pagar una licencia para que nos dejararan tenerlo por lo que el dinero no nos alcanzó para nada más.
-Patricio, Salvador vengan.- los llame.
-Sip.- dijo Patricio saltarín.
-¿Qué paso?- pregunto Salvador.
-Díganme todo lo que tenemos aquí.- les pedí.
-El betabel es mío.- Patricio.
-El brócoli me pertenece.- Salvador.
-El ajo es de José.- Patricio.
-Y la cebolla de Benedicta.- Salvador.
-¿Y el mío es?- les pregunto.
-El té de limón.- dicen los 2 al mismo tiempo y se echan a reír.
-Recuerden siempre que tenemos e investiguen que se puede cocinar porque gracias a esto podemos comer, también tienen que aprender a cuanto venderlo en el mercado. ¿Si?- les pregunto.
-¿Por qué nos dices eso?- pregunta Salvador.
-Tú, José y Benedicta siempre se encargan de eso.- me dice Patricio.
-Pero nunca sabemos cuándo necesitaremos que nos ayuden.- les digo- ¿Aran lo que les pedí?
Ambos asienten con la cabeza.
-Vengan ay que bañarnos.
Primero se bañan Salvador y Patricio juntos. Pocas veces tenemos agua caliente en casa entonces se emocionan mucho. Al final ambos están muy guapos. Salvador trae el pantalón de mezclilla en mejor estado que tiene, una camisa blanca (un poco percudida) y un saco que le queda un poco grande. Patricio trae el pantalón que ase juego con el saco de Salvador (le queda un poco chico) y una camisa azul ya pálida de tantas lavadas. El siguiente en bañarse es José al cual le compramos un traje de segunda mano hace un mes y hoy lo va a estrenar, también queda reluciente. Sigo yo me baño rápidamente ya que el agua la calentamos en el horno y rápidamente se enfría. Me pongo el mismo vestido que las anteriores cosechas. Es verde con flores y de tirantes, no me gusta usar vestidos, también me pongo la pulsera verde con un escarabajo dentro de ámbar que me regalo mi madre antes de morir. Si salgo elegida quiero llevar eso como amuleto. Finalmente se baña Benedicta y se pone uno de los vestidos que le regalo Anatolio, es rojo y muy elegante finalmente agarra su pelo en un chongo y ya estamos todos listos para la cosecha de los 69° juegos del hambre.
Espero y les haiga gustado sé que ay muchas cosas confusas que se resolverán en el siguiente capítulo el cual solo abra si ustedes lo deciden eso significa que tienen que comentar si quieren otro o no (acepto tanto comentarios buenos como malos).
Los quiere: yo.
