Un misterioso pasado.
El departamento era moderno más de lo necesario, lo había remodelado a tal grado que no hubiera separación alguna en todo el lugar, su cama estaba en la parte superior de una de las dos plataforma que formaban el segundo piso del departamento, sólo podía llegarse a ellas por medio de la escalera central que terminaba en una enorme ventana de aproximadamente dos metros cuadrados de donde podía verse todo el ajetreo de la ciudad, la parte inferior tenía un pequeño comedor en el centro adornado por un florero con diversas flores rojas, amarillas y blancas, había miles de pinturas y cuadros por todas partes así como una computadora en un escritorio recargado contra la pared donde mantenía una considerable cantidad de libros, una pequeña chimenea eléctrica se encontraba en la sala el único lugar alfombrado en todo el lugar, a pesar de la modernidad del lugar el color madera de los pisos y el blanco de las paredes le daba un aire hogareño y siendo ella sola quien viviera ahí era más que suficiente.
- Despierta! Despierta! – la sacudió un hombre alto de cabello color arena y ojos color miel, la chica abrió sus ojos color marrón al escucharlo.
- Aguila... déjame dormir cinco minutos más... que seas mi novio no te da derecho a venir a despertarme tan temprano. – respondió la chica cubriéndose la cara con la manta.
- Tan temprano? – se quedó un momento pensativo y después jaló la manta haciendo que la chica emitiera un gemido de disgusto. – son casi las 12:00
La chica abrió un ojo y lo miró por unos segundos.
- No tengo trabajo, que más da a la hora en que me despierte.
- Por eso precisamente vine hasta aquí, te conseguí un trabajo donde te pagarán una fuerte suma de dinero.
- BROMEAS! – levantándose con rapidez hizo caer al chico de espaldas en el suelo de madera propinándole un buen golpe.
- No, no bromeo – terminó colocando una mano en la parte herida por el golpe.
- En ese caso que esperamos.
- A que te vistas y te arregles Luz. – La chica miró su piyama y apenada se cubrió con una almohada.
- Saca algo de mi armario, voy a bañarme. – Caminando por la plataforma entró en una puerta que cerró con fuerza y después el sonido del agua corriendo fue lo único que se escuchó, el tiempo pasó y Aguila se entretenía sentado frente a la computadora con la cual estaba familiarizado.
- Aguila! Voy a salir así que no quiero que me espíes entendido.
- Sí – respondió sin animo el muchacho al tiempo que se concentraba en sus asuntos, sólo escuchaba unos cuantos sonidos a sus espaldas producidos por los movimientos de la joven.
- Ya estoy lista – Aguila volteó a verla, llevaba un pantalón negro y una blusa blanca abierta sin mangas con una blusa de tirantes también de color blanco debajo de la primera, así como unas botas negras.
- Te recomiendo llevarte un suéter si no quieres resfriarte.
- No hay problema. – tomó una chamarra blanca que había colocado sobre una de las sillas del comedor y se la colgó del hombro. – Nos vamos.
- Sí – apagó el monitor después de guardar su trabajo y cerrar el sistema. – Listo – comenzó a caminar y salieron del departamento.
Aguila llevaba su auto de color dorado convertible y Luz también llevaba el suyo un convertible de color rojo brillante, ya que el chico tendría que dejarla para regresar a su trabajo en la oficina y la chica se consideraba lo suficientemente independiente para poder regresar sola a su departamento, llegaron a una tienda de pintura un poco apartada del centro de la ciudad y una vez dentro.
- Hola, quien está? – Entró Aguila llevando a Luz de la mano, quien se quitó los lentes oscuros al entrar en la habitación e inspeccionarla.
- Es aquí?
- Así es, aquí encontré a un hombre que necesita una pintora para hacer un trabajo, así que, por qué no?
- En eso tienes razón. – Un hombre apareció detrás del mostrador al salir del interior de un cuarto, parecía ser un hombre de mucha edad por el color blanco que pintaban algunos de sus cabellos.
- Hola Carlos, cómo estás, traigo a la chica para el trabajo.
- Ya te dije muchacho primero veré si está capacitada para el trabajo.
- Claro, aquí está – Aguila se movió dejando a Luz a la vista del hombre, este la miró de arriba hacia abajo estudiándola con detenimiento se acercó a ella y la miró desde otro ángulo y por último le tomó la mano y la estudió también.
- Realmente pintas muchacha – Luz se sorprendió de las palabras.
- Mucho mejor de lo que cree – respondió Aguila. – confía en mi no te decepcionará.
- De acuerdo, confío en tus palabras Aguila – El hombre soltó la mano de la señorita y se dirigió hacia el mostrador. – Le avisaré a mi clienta que tengo a la pintora, de acuerdo, iremos en la tarde a visitarla ven aquí a las tres en punto para que te lleve a la casa donde se realizará el trabajo.
- Sí señor – respondió Luz.
Una vez que salieron Aguila se tomó un poco de tiempo y la llevó a una cafetería, Luz parecía pensativa.
- Luz te pasa algo? – preguntó el chico al verla clavar la vista con concentración en su café.
- Estaba pensando en que tipo de trabajo es el que voy a realizar.
- Quieren que pintes un salón.
- Qué?... no estarás pensando en que soy una pintora de brocha gorda o sí. – se burló Luz.
- Bueno tu fuiste quien pintó tu departamento o no?
- Pero eso es muy diferente.
- En serio? – dijo el chico con cara de confusión.
- Aguila... no me habrás conseguido un trabajo de albañil o sí – dijo la chica pasando de la incredulidad al enojo viendo la expresión de su novio.
- Eso te importaría? – preguntó inocentemente el joven
- Aguila – dijo reprimiendo su furia, apretando sus puños con fuerza.
- Estoy jugando Amor – Le tomó la mano y la besó – No te preocupes, el trabajo es para pintar un salón con las imágenes de unos quince años.
- Ahh – dijo la chica ahora feliz y un poco sonrojada.
- Debo irme ahora, ya me tomé mucho tiempo y si no llego a la oficina es probable que tenga problemas. – Dijo poniéndose de pie y sacando el dinero suficiente como para pagar la cuenta. – Te llevo a tu casa?
- No gracias, te retrazarás más, y tengo que comprar algunas cosas antes de ir a la cita – sonrió y se incorporó – Te veo esta noche para cenar.
- Claro – respondió y la besó en la mejilla.
Después de despedirse ambos se fueron en sus respectivos autos, Luz subió a su auto y fue a su departamento a recoger sus cosas para pintar y después a una tienda de pintura a comprar los artículos que le faltaban por lo que llegó justo a tiempo a su cita.
- Buenas tardes señor...
- Carlos, sólo llámame Carlos por favor – sonrió gentilmente el hombre, lo cual sorprendió a Luz.
- Claro Carlos, espero llegar a tiempo.
- Ya lo creo, podemos ir en tu auto, el mío no funciona y será lo mejor para cuando tengas que ir tu sola.
- Sí.
Salieron de la tienda y se fueron en el auto de Luz, la chica seguía todas las indicaciones de Carlos, salieron de la ciudad y poco tiempo después entraron en una desviación, el camino comenzó a poblarse cada vez más de árboles como si fuera un jardín y no un bosque, a lo lejos perdido entre los árboles había un ángel de piedra blanca, pasó sin darle importancia, un poco después encontraron una construcción de mármol en forma de kiosco era ahí donde se dividían los caminos en dos, siguió el camino derecho que llevaría a la mansión.
- Disculpa Carlos sabes a donde lleva el camino Izquierdo.
- Lleva al bosque, no hay nada interesante ahí.
- En serio?
- Solo hay algunas construcciones antiguas nada interesante.
- Ya veo.
- Ahí está – frente a ellos apareció una enorme mansión de color blanco, los jardines perfectamente cuidados y una fuente en el centro del camino dando una encantadora vista.
- Es hermosa – susurró Luz al ver el lugar donde trabajaría por algunas semanas o tal vez meses.
- Te gusta? – le preguntó Carlos
- Parece el palacio de una princesa.
- En ese caso estarás feliz en tu trabajo.
- Ya lo creo – detuvo su auto en la entrada y ambos bajaron, un mayordomo se acercó a Carlos.
- Manuel mucho gusto en verte he traído a la pintora – sin decir ni una palabra el mayordomo volteó a ver a Luz y abrió un poco los ojos al verla de cerca mientras la chica llenaba su vista con el encantador paisaje, volteó a ver a Carlos y este asintió ligeramente, Manuel los introdujo en la casa y Luz no dejaba de estudiar los detalles, el interior de la casa era oscuro dándole un ambiente un tanto tétrico, pero la luz de los candelabros y el brillante marco dorado de las pinturas que había en los corredores rescataban el ambiente proporcionándole un poco de vida. Llegaron a una amplia habitación, una sala de recepción donde en tiempos antiguos se celebraran fiestas frecuentemente pero que ahora sólo eran un recuerdo que vagara en el olvido de los tiempos.
- Por cierto Luz no me has dicho tu edad? – preguntó Carlos haciendo voltear a Luz por unos momento para después continuar inspeccionando un cuadro.
- Tengo 20 años Carlos – dijo sin emoción escuchando un sonido tras una puerta, al parecer era algo que se movía con ruedas pues ese era el sonido que escuchaba, la puerta se abrió y entró una dama vestida de mucama empujando un pequeño carrito con unas bebidas y unos bocadillos para los invitados, al mirar a la chica se quedó estática por unos segundos pero una voz la hizo reaccionar.
- Presea no les ofrecerás nada a mis invitados.
- Sí – respondió la chica y depositó las bebidas en una mesa para después salir de la alcoba, una mujer vistiendo de negro con su cabello blanco peinado en una forma extraña y su piel blanca como papel entró en la habitación, Carlos se aproximó a la dama y tomándole la mano la besó con respeto.
- Carlos logró conseguir lo que necesito.
- Creo que cumplí con todas sus expectativas señora Deboner. – Carlos volteó la vista encontrando a Luz con la mirada, la chica mantenía los brazos cruzados sin ninguna expresión en el rostro. – Me permito presentarle a la señorita Luz.
- Es un placer – dijo la joven.
- No te he dado permiso de hablar.
Mirando con asombro a la dama frunció un poco el ceño pero siendo ella su futura clienta debía jugar bajo sus reglas al menos por el momento.
