Título: Victim of My Symptom (Víctima de mi Síntoma)
Rating: Ligero R (para mayores de 18)
Autora: mondler_4ever (LJ)/aprilreignshowers (tumblr)
Traductor: Adigium21
Categoría: Slash
Género(s): Angst/Tragedy/Hurt/Comfort/Romance
Pareja(s): David Karofsky/Kurt Hummel, Finn Hudson/Mercedes Jones (muy poco)
Advertencias: Muerte de un personaje, descripción de violencia en el pasado, problemas psicológicos no descriptivos, relaciones sexuales ligeramente explícitas entre dos personas menores de edad y palabras fuertes.
Spoilers: Ninguno.
Cuenta de palabras: En inglés, 24,046. En español, lo vemos al final… *guiñe el ojo*
Resumen: Dave Karofsky es un chico de preparatoria ordinario. Juega fútbol americano, es parte del club Glee, tiene unos amigos geniales y un novio aún más genial. ¿O no?
Nota de la autora: Me gustaría agradecerle a biting_moopie y darkangelkie por tomarse el tiempo de ser dos de las mejores betas del mundo. Esta historia sería un asco si no fuera por estas señoritas. También me gustaría agradecerle a la gente de little_details por tomarse el tiempo de darle respuestas excelentes y meticulosas a mis varias preguntas.
Notas de traductor: ¡Gente! Les presento esta extensísima joyita que me encontré en el fandom de Glee. Les prometo que se van a ir de espaldas… Ya tiene nueve meses que pedí permiso para traducirlo, y ya me está quemando las manos subirlo. Sin embargo, como soy así o más perezoso e incumplido, decidí separar el fic en dos partes. Será más digerible para ustedes leerlo y así.
Otra: no tengo conocimiento de cómo se le llama en otras partes del mundo de habla hispana, pero acá en México "high school" se traduce como "preparatoria". Erróneamente, muchos le llaman "secundaria" (en programas subtitulados y tal), pero la secundaria es otra etapa. Espero que no les moleste que le ponga así, dado que no estoy siendo neutro. Al final de cuentas, no importa mucho, todos sabemos qué año estudian. *Lo apedrean por hacerles perder el tiempo con sus notas*
Ah, y el fic original está dividido con líneas, pero se me complicó ponerlas. Entonces, puse separaciones propias *lo apedrean de nuevo por no seguir el formato original*
Disfruten…
Dave Karofsky estaba corriendo. No sabía de qué o de quién lo hacía, pero su instinto le decía que siguiera corriendo y no mirara atrás. Le dolían los pies, sin zapatos, mientras pisaba el frío azulejo del suelo del pasillo, pero tenía que seguir corriendo.
—¡Dave! ¡Detente! —escuchó que alguien gritaba desde atrás. estaba demasiado asustado como para mirar y ver quién estaba gritando, sabiendo que eso podría alentarlo.
—¡Dave! ¡Dave! —Otra voz se oyó. Esta vez, fue más tranquilizante que la anterior. Sus instintos le decían que siguiera corriendo, pero decidió girarse a regañadientes. Se sorprendió al ver que la voz le pertenecía a su madre. A pesar de estar lejos, podía ver su expresión preocupada desfigurando su delicado rostro.
—¿Mamá? —dijo David. La imagen le parecía irreal. Se veía demasiado borrosa, como si no la hubiera visto por un largo rato y estuviera intentando desesperadamente hacer una pintura de cómo se veía.
—Está bien, cariño —dijo la mujer, con una dulce sonrisa, estirando la mano para acariciar el cabello de su hijo y calmarlo—. Puedes despertar. Nada va a atraparte.
Los ojos de Dave se abrieron con sorpresa por las palabras de su madre. Se sintió un poco confundido cuando vio que ya no estaba en el pasillo, sino en su cuarto. Sintió que alguien le bajaba los brazos a los lados y su primer instinto fue asustarse y empujar a la persona, pero cuando su visión se aclaró después del sueño, entendió que la persona que lo mantenía abajo era su madre. Tenía una expresión preocupada en el rostro, como la que tenía en el sueño, y eso lo puso un poco triste. No era la primera vez que tenía pesadillas como la que acababa de experimentar, y sabía que era estresante para su madre, dado que era ella la que usualmente entraba a su cuarto para tranquilizarlo. Sabía que su padre también podía hacerlo, pero el hombre solía ser inepto cuando de tranquilizar se trataba.
Dave sintió cómo su respiración se alentaba, mientras su madre pasaba los dedos por su cabello. Odiaba demasiado cuando las pesadillas ocurrían. Había pasado una semana desde la última, por lo que había sido la mejor semana de su vida. No encontraba agradable despertar empapado en sudor, gritando como si lo estuvieran asesinando. Sólo había tenido el sueño de que lo mataban algunas veces, pero se negaba a contárselo a su madre. Pensaba que ya estaba bastante preocupada.
—¿Dave, cariño? –susurró su madre—. ¿Te sientes mejor?
Dave suspiró y se enderezó, mirando la pared que estaba adyacente a su cama.
—Sí, mamá, estoy bien. Fue solo otra pesadilla.
—¿La misma? —preguntó la mujer.
—Sí —contestó Dave, sin decir más.
Su madre se quedó callada por unos momentos, aun pasando los dedos por su cabello. Dave no sabía que pensar de ello y estaba demasiado cansado como para que le importara.
—Dave… —comenzó su madre lentamente, como si intentara descifrar cómo iba a decir lo que quería—. Dave, creo que deberías ver a alguien.
Dave ni siquiera se molestó en girar la cabeza para verla.
—¿A qué te refieres con "alguien"?
—Un psiquiatra, cariño —le aclaró.
—No —dijo Dave. Sabía que su madre iba a sugerirle ir a ver a un loquero. Siempre lo sugería.
—Pero, amor… —trató de continuar, pero Dave la interrumpió.
—No, mamá. No voy a ver a un loquero. Ellos son para los que están locos, y yo no lo estoy. —Odiaba ser grosero con su madre, pero tenía que ser firme.
—Dave…
—La respuesta es no —dijo, interrumpiéndola una vez más.
—Bien, David —dijo. Un pequeño suspiro escapó de sus labios mientras caminaba hacia la puerta, para irse—. Falta una hora para la escuela. No deberías llegar tarde. Además, ¿no le prometiste a Kurt que lo recogerías hoy?
—¡Mierda! —maldijo Dave, saliendo de la cama con rapidez. Casi se tropezó con un par de tenis que estaba en el suelo, pero consiguió no lastimarse. Escuchó cuando su madre lo regañó por la grosería y cuando salió de su recámara.
Con pereza, Dave se frotó los ojos con sueño, y se dirigió al baño que estaba conectado a su cuarto. Le gustaba tener su propio baño. Cuando él y Kurt habían comenzado a salir, hacía seis meses, el chico se había maravillado por el lujo de su baño privado. Dave no entendía por qué, hasta que recordó que Kurt y su padre habían tenido que renunciar a ese lujo cuando se mudaron a la nueva casa, con Finn y su madre. Dave solía bromear con Kurt, diciendo que la única razón por la que seguía con él era para poder disfrutar de las cosas materiales.
Dave abrió la llave de la ducha y esperó pacientemente a que el agua alcanzara una temperatura muy elevada, antes de ponerse bajo el agua. Solo el agua caliente conseguía eliminar la sensación que le quedaba por las pesadillas. Cada vez, sentía como si estuviera quemando toda la pena, y que solo así podía funcionar durante el día.
Dejó que el agua humeante cayera sobre su cuerpo y soltó un suspiro de alivio. Se estaba cansando de sus pesadillas. Habían empezado hacía unos seis meses, y lo peor era que eran repetitivas. Siempre era alguien persiguiéndolo, pero nunca sabía quién era con exactitud, porque era demasiado cobarde como para voltear a verlo. Claro que las pesadillas lo asustaban, pero sabía que lo que sucedía en sus sueños nunca podría lastimarlo en la realidad. Entonces, nunca entendía por qué, en sus sueños, no podía encarar a quien fuera que estuviera persiguiéndolo. ¿En serio sería tan malo? Después de alrededor de cinco minutos, dave cerró la llave y se secó. Continuó con su frívola rutina de tareas diarias: vestirse, asegurarse de que no había olvidado meter algo en su mochila y comer un tazón de su cereal favorito. Una vez que terminó de comer, le mandó un mensaje de texto a kurt, diciéndole que estaba en camino, y salió por la puerta.
El camino a casa de Kurt no era extenso. Ambos vivían a cinco minutos en carro, pero dave sabía que si Kurt no sabía que ya estaba en camino, era probable que tuviera que esperar diez minutos más a la diva. Deteniéndose frente a la casa de su novio, tocó el claxon y esperó a que Kurt apareciera. Tamborileó los dedos sobre el volante, para distraerse un rato. Estaba listo para tocar el claxon de nuevo, pero se detuvo cuando la puerta principal se abrió. Kurt salió, viéndose tan prístino y hermoso como siempre, y caminó hacia el carro, dando saltitos de alegría. Su elección de vestuario consistía en un par de pantalones de mezclilla ajustados de color azul oscuro, unas botas negras que le llegaban a las rodillas, una camisa blanca de manga corta, acentuada con una corbata azul de moño y un chaleco gris. Dave saludó al papá de Kurt cuando el hombre se asomó por la puerta, para asegurarse de que Kurt sí llegara al auto. A veces, el hombre podía ser demasiado sobreprotector de su hijo, pero Dave podía entender por qué.
—¿Cómo te va, semental? —lo saludó Kurt juguetonamente. El chico solía ser muy formal pero, cuando estaba con Dave, dejaba salir a su joven interno. Kurt se sentó con gracia en el asiento de copiloto y puso su mochila en el suelo.
Dave sonrió a modo de respuesta y se inclinó sobre la consola central entre ambos, dándole un beso de buenos días al otro chico. Los dos nunca habían sentido la necesidad de ocultar su relación. Desde que habían comenzado a salir, compartían besos todo el tiempo en público. Kurt nunca había querido ocultar su relación, y Dave lo había sorprendido al aceptar ser abiertos acerca de ello. Nunca se había arrepentido de su decisión. Eran felices.
—Mmmmm… —gimió Kurt, una vez que se separaron—. Supongo que te está yendo bien —dijo. Se acercó para darle otro beso cuando una tos muy fuerte se oyó, haciendo que se detuviera abruptamente—. ¡Papá! —gritó el chico, mirando por el parabrisas y fulminando a su padre con la mirada. Dave sabía que Kurt esperaba que, a pesar de la distancia, el mensaje se entendiera.
Burt se encogió de hombros, fingiendo ignorancia.
—¡Adiós, papá! —gritó Kurt por la ventana, fastidiado por las payasadas de su padre. Burt rio y los despidió con la mano, mientras regresaba a la casa.
—Oh, tu papá hace que se me baje la emoción —comentó Dave mientras andaba en reversa por la entrada de los Hummel. Eso significó un golpe en el brazo—. ¡Oye, estoy manejando! —dijo el chico, con ira fingida.
Kurt rodó los ojos.
—No digas eso de mi papá —dijo, a modo de reprimenda—. Simplemente está siendo… él mismo.
Dave rio.
—Lo sé. Por eso admiro a tu viejo. Es un sinvergüenza de los que ya no hay.
Kurt negó con la cabeza y miró el camino, con una pequeña sonrisa en los labios.
—¿Dónde está Finn? ¿No necesitaba un aventón a la escuela? —preguntó Dave cuando giró en una esquina.
—No. Mercedes vino por él, poco antes de que tú llegaras. Me ofreció llevarme también, pero le dije que tendría que ser en otra ocasión porque "mi hombre iba a venir por mí" —explicó Kurt, terminando con un acento sureño (1)—. Lo juro, son tan obvios esos dos. Creen que nadie sabe que están juntos, pero yo los veo acariciarse las manos en el pasillo o mirándose como cómplices. Además, sé que Finn no está estudiando en la biblioteca cuando llega tarde a casa. Ni siquiera sé si Finn sepa lo que una biblioteca es.
Dave estaba escuchando, pero no en realidad, y Kurt podía notarlo.
—Dave, ¿estás aquí conmigo?
Dave estaba agarrando el volante muy fuerte; sus nudillos se tornaban blancos conforme los segundos pasaban.
—Kurt, bebé, no puedes decir cosas como esas mientras estoy manejando.
—¿Qué? ¿Lo del amorío secreto de Finn y Mercedes? —preguntó Kurt.
—No.
Kurt se mordió el labio, entendiendo.
—¿Lo de que eras mi hombre? Oh, Dave, no sabía que el hecho de que lo dijera te excitara así.
—No es divertido. —Dave estaba avergonzado y Kurt sonrió por ello—. Simplemente me gusta que digas cosas como esa. Es sexy. Es bueno saber que me consideras tuyo.
—Dave, siempre diré que eres mío —dijo Kurt, con la voz suave. Se acercó y le dio un ligero beso en la mejilla a su novio—. Te amo.
—Yo también —contestó Dave, mirando a Kurt de reojo, antes de regresar su mirada al camino.
Pasaron los últimos minutos del camino hacia la escuela en un cómodo silencio. Kurt miraba por la ventana con la mando sobre la de Dave, que estaba en la palanca de velocidades. Dave sabía que el chico estaba perdido en sus pensamientos, probablemente pensando en el club Glee o en el atuendo que se pondría al día siguiente. Dave agradeció al universo cuando vio que su lugar usual para estacionar estaba disponible. La gente que tenía auto tendía a estacionarse en el mismo lugar todos los días, aunque había algunos en los que se veía obligado a estacionarse tan lejos de la escuela que, cuando se quedaba dormido, tenía que manejar como loco para evitar llegar tarde. Llegar tarde significaba castigo, y eso apestaba. Era como estar encerrado en un hospital mental. Lo único que se hacía era mirar el reloj hasta que fuera hora de salir. Era brutal. Una tortura absoluta.
—Ya llegamos —dijo David, deteniendo el vehículo. Ambos chicos salieron del auto y comenzaron a caminar hacia la entrada principal. Mientras lo hacían, Dave notó que Kurt tenía problemas con su mochila. Podía ver que su novio estaba ajustando los tirantes y rodando los hombros, como para aliviar la presión—. ¿Quieres que cargue tu mochila? —se ofreció Dave.
Kurt rodó los ojos.
—Dave, ¿cuántas veces te he dicho que no me gusta que cargues mis cosas? O sea, a veces, sí… Pero otras veces…
—Lo sé —lo interrumpió el otro chico—. Es solo que se ve muy pesada hoy. —Miró la mochila gris con negro—. Solo quería ayudar.
Kurt agarró a Dave del brazo y lo obligó a que girara para verlo.
—Lo sé, y es por eso que te amo. Es solo que la gente ya piensa que soy débil por lo pequeño que soy en comparación con la mayoría de los chicos, y estar contigo les permite verlo más claramente. Es un poco degradante.
Dave se sintió triste al ver que Kurt se preocupaba por las reacciones de los demás hacia su relación. Al chico le gustaba consentir a Kurt y hacerle saber que él era el único que ocupaba su mente. Le gustaba enseñar que no tenía problema en mostrarle su afecto, aunque fuera solamente cargando su mochila.
—Kurt, nadie piensa eso. —Al menos, Dave nunca había escuchado nada. Los chicos del equipo de fútbol mantenían sus comentarios groseros para ellos mismos. A veces hacían chistes acerca de su vida sexual con Kurt, pero Dave no prestaba atención. Todos los chicos bromeaban acerca de las vidas sexuales de los otros.
—¿Estás seguro de ello? —preguntó Kurt, sin creerle por completo.
—Te lo aseguro. —Claro que no estaba seguro, pero al menos su respuesta hizo que Kurt sonriera y eso era lo único que importaba. Le dio un beso en la frente y dijo: —Ahora, dame tu mochila. —Kurt se la entregó a regañadientes y vio cómo el chico más grande se la echaba al hombro con facilidad—. Ahora, vayamos a clase.
Dave tomó a Kurt de la mano y ambos entraron al edificio.
~o~o~o~
El almuerzo era el único momento durante el día en el que Dave veía a Kurt por más de dos segundos. Usualmente, se sentaban con los del club Glee para almorzar, pero hoy no. Kurt le había mandado un mensaje a Dave diez minutos antes de que sonara la campana, diciendo que lo viera afuera del campo de futbol. Dave sabía que Kurt probablemente querría hablar de algo importante, si no quería que los del club Glee lo escucharan. Entonces, cuando la campana sonó a las 12:15, Dave juntó sus libros con rapidez y se dirigió hacia Kurt.
No se molestó en ir a la cafetería o a las máquinas dispensadoras para comprar algo de comer, porque sabía que Kurt no le permitiría comerlo. Kurt solía empacar el almuerzo para ambos. Usualmente, era un sándwich con un queso que no podía pronunciar, pero Kurt siempre le aseguraba que le encantaría. Por muy doméstico que se sintiera, Dave no lo cambiaría por nada.
El chico sonrió para sí cuando vio a Kurt sentado en la parte baja de las gradas de metal. Estaba bebiendo algo de una botella; probablemente algún tipo de agua o jugo sofisticado, y se veía hermoso mientras lo hacía. Dave trotó hasta donde estaba el otro chico para llegar más rápido.
—Hola —lo saludó Kurt mientras se sentaba, sacando un sándwich de la bolsa de papel y dándoselo.
—Hola, tú —dijo Dave, tomando el sándwich y jalando a Kurt para darle un beso. No fue nada intenso, solo lo suficiente para mostrarle que lo había extrañado—. Bueno, ¿por qué querías que nos viéramos aquí para almorzar?
Kurt giró la tapa de su botella antes de responder.
—Solo quería hablar —dijo—. Parecía como si algo estuviera molestándote esta mañana.
—¿En serio? —preguntó Dave, dándole una mordida al sándwich que Kurt le había preparado.
Kurt asintió lentamente antes de continuar.
—¿Tuviste otra pesadilla anoche?
Dave puso el sándwich en la bolsa vacía y se limpió las moronas de las manos.
—Kurt, por favor, no…
A pesar de que conocía lo de sus pesadillas, Kurt sabía que a Dave nunca le gustaba hablar de ellas, porque no quería parecer débil ante los ojos de su novio.
—Dave, te amo y me pone triste cuando tú lo estás —dijo Kurt, poniendo una mano sobre el hombro del otro chico.
—No estoy triste —dijo Dave, con un suspiro.
Kurt exhaló tan fuerte como respuesta que, si su cabello no hubiera estado tan quieto por la cantidad de aerosol que tenía, se habría movido.
—Quizá "triste" fue la palabra incorrecta. ¿Estresado suena mejor?
Dave siempre se sorprendía por lo bien que Kurt podía adivinar lo que sentía.
—Podría decirse eso.
Kurt frunció el ceño.
—¿Qué tan mala fue?
Dave no respondió. Sabía que su silencio era más que suficiente como respuesta.
—¿Qué tan mala fue? —preguntó Kurt de nuevo.
—No fue tan mala como las otras. O sea, mi mamá tuvo que despertarme, pero eso no fue algo fuera de lo ordinario —dijo Dave.
—Cariño, tus pesadillas no son precisamente ordinarias —le dijo Kurt, de la forma más amable posible.
—Bueno, ¿qué esperas que haga al respecto? —preguntó Dave, poniendo la cabeza sobre las manos. Siempre trataba, con todas sus fuerzas, de no desquitarse con el chico por el estrés de sus pesadillas, pero a veces no podía evitarlo.
—¿Ver a un profesional? —sugirió Kurt suavemente.
Dave bufó.
—Suenas como mi madre.
—Bueno, tu madre tiene razón —dijo Kurt, sin hacerse para atrás. Tenía las manos en la cintura y su pecho estaba un poco alzado.
—Bueno, voy a decirte lo que le dije a ella, ¿vale? No voy a ver a un estúpido loquero —dijo Dave, levantándose de las gradas y alejándose de Kurt. Podía escuchar cómo el otro chico empacaba apresuradamente las cosas del almuerzo y lo perseguía. Caminó más rápido.
—¡Dave! ¡Detente! —gritó Kurt. Dave se detuvo abruptamente y cerró los ojos. Había escuchado esas palabras con anterioridad, en su pesadilla, y podía sentir que la cabeza comenzaría a dolerle—. Dave —dijo Kurt, una vez que lo alcanzó—. Lo lamento, ¿vale? No tienes que hablar con nadie si no quieres. Solamente estaba haciendo una sugerencia.
Dave se le quedó viendo al otro chico. Se veía absolutamente perfecto con el sol de la tarde iluminando su rostro. Sus ojos brillaban y le parecía hermoso, a pesar de la expresión de preocupación y arrepentimiento en su rostro.
—Te entiendo —dijo Dave, acunando el rostro de su novio y juntando su frente con la del otro chico. Kurt cerró los ojos y dio un suspiro de alivio.
—Te amo y solamente me preocupo por ti —dijo Kurt.
Dave asintió y juntó sus labios con los de Kurt. Se besaron lenta y suavemente por un rato, sin importarles que pudieran ser interrumpidos por alguien que pasara cerca. Estaban disfrutando de la sensación de los labios del otro.
—Deberíamos regresar adentro. La campana sonará para el siguiente periodo pronto —dijo Kurt, moviendo sus labios para darle un pequeño beso a Dave en la comisura.
—Sí —dijo Dave, besando la cabeza de Kurt. Pasó su brazo por los hombros de Kurt y ambos caminaron de regreso al edificio.
~o~o~o~
Antes de que Dave se diera cuenta, el día escolar había terminado y sintió alivio. Aún tenía el dolor de cabeza que había comenzado en el almuerzo, y había conseguido concentrarse en sus deberes escolares durante el resto del día. Ni siquiera podía recordar cuántas veces algún profesor le había dicho que mantuviera los ojos abiertos y la atención en la lección. El hecho de que sus maestros lo regañaran tampoco ayudaba.
Cuando Dave dio la vuelta en la esquina, hacia donde se encontraba su casillero, vio a Kurt parado ahí, con su mochila al hombro y mirando su teléfono celular fijamente. Dave sonrió para sí mismo. Bastaba la presencia de su novio para hacerlo sentir diez veces mejor.
Kurt alzó la mirada de su teléfono y le sonrió.
—Ahí estás —dijo.
Dave le correspondió a la sonrisa cuando abrió su casillero. Mientras juntaba sus libros y otras cosas de su casillero, sintió los brazos de Kurt rodear su cintura, mientras el chico descansaba la cabeza en su hombro. A pesar de que a Kurt le gustaba mostrarle su afecto a Dave en público, el chico podía notar que su novio estaba tramando algo, por la forma en la que enterraba la nariz en su nuca y acariciaba ligeramente su estómago a través de la camisa.
Así que, o Kurt se sentía particularmente mimoso, o quería algo.
Dave se giró en los brazos de su novio y miró a Kurt de forma divertida.
—No es que me moleste el afecto pero, ¿qué quieres? —preguntó, con humor en la voz.
Kurt sonrió astutamente y se mordió el labio.
—¿Qué te hace pensar que quiero algo?
Dave hizo un gesto, mirándose y luego a Kurt, señalando su posición actual.
—¿Qué no puedo abrazar a mi hombre sin que eso signifique que quiero algo? —preguntó el chico, con aspecto herido.
—Sí puedes —dijo Dave lentamente—, pero te conozco muy bien. Así que, ¿qué es? ¿Necesito comenzar a ahorrar una obscena cantidad de dinero, o necesito prepararme para regalarle a alguien mi primogénito?
Kurt enterró la cabeza en el pecho de Dave, amortiguando su risa.
—Vale, me atrapaste —dijo, alzando la cabeza—. Mercedes y Finn quieren pasar el rato cuando salgamos de aquí. Al parecer, Finn tuvo un día estresante y Mercedes quiere alegrarlo, sólo como amigos, ya que (no muy sutilmente) me contó, y nos invitó. Y, por lo que noto, tu día podría haber sido mejor.
Dave suspiró.
—Mi día no estuvo tan mal. Ya sabes que mis pesadillas sólo me inquietan un poco.
—Lo sé, y es por eso que las he llegado a aceptar —dijo Kurt, mirándolo como diciendo "por favor, no te enojes conmigo".
Como si pudiera enojarse con Kurt. Su novio sabía que lo tenía comiendo de la palma de su mano, y nunca fallaba en utilizar eso a su ventaja. Así que rodó los ojos y aceptó.
—Vale —dijo Dave.
—¡Genial! —dijo Kurt, y le dio un ligero beso en los labios—. Apresúrate y guarda tus cosas. Nos veremos con ellos en el Lima Bean.
—Las cosas que hago por ti —dijo Dave, mientras se colgaba la mochila al hombro.
—Oh, pero me amas, gran tonto —dijo Kurt con una sonrisa. Dave negó con la cabeza y recargó la mano en la parte baja de la espalda del otro chico, llevándolo afuera.
~o~o~o~
Dave y Kurt entraron al Lima Bean unos veinte minutos después. De inmediato, alcanzaron a ver a Mercedes y a Finn, sentados en su mesa de siempre, en la esquina trasera de la tienda.
—Bebé, mira qué obvios son —comentó Kurt. Dave miró en esa dirección y rio. Mercedes y Finn estaban sentado el uno junto al otro, y Kurt y Dave podían ver sus rostros con claridad. Mercedes estaba riendo por algo que Finn había dicho y recargaba su cabeza en el hombro del chico. Se veían raros juntos, o eso opinaba Dave, pero de una manera que les iba bien. Finn llevaba una camisa azul simple, con una camiseta blanca debajo, y Mercedes llevaba una blusa rosa neón, con un chaleco negro encima. Dave había visto a Mercedes usar ese chaleco muchas veces con anterioridad, y Kurt dijo que esa era su prenda de la suerte. Dave nunca había preguntado por qué, pero al ver a sus dos amigos, casi podía adivinarlo.
—Se ven lindos —dijo Dave.
—Por supuesto —dijo Kurt—, pero desearía que nos lo contaran. Es extenuante pretender que nada está sucediendo entre ellos.
—Vamos —dijo Dave, tomando la mano de Kurt y caminando hacia la mesa.
—¡Estamos aquí! —dijo Kurt en voz alta, y tuvo que controlarse para no reír cuando vio que Mercedes casi se rompía el cuello para quitar la cabeza del hombro de Finn.
—Hola, chicos —dijo Finn, saludándolos. Estaba sonrojado, como si acabaran de encontrarlo haciendo algo malo.
Dave y Kurt regresaron el saludo mientras se sentaban en las sillas de enfrente. Cuando estuvieron acomodados, Dave automáticamente puso su brazo alrededor del respaldo de la silla de su novio. Era algo que siempre hacía. Lo hacía sentir como si estuviera protegiendo a Kurt todo el tiempo. Sabía que el chico no lo necesitaba, pero eso hacía que Dave se sintiera mejor. Quería que la gente supiera que Kurt ya estaba tomado. No había muchos chicos abiertamente gays en Lima, pero los que sí lo eran siempre se fijaban en Kurt cuando salían. Le hacía sentirse increíblemente suertudo el saber que tenía a alguien que otras personas ansiaban. Kurt lo sabía y siempre regañaba a Dave por sus celos y su preocupación, de que otras personas trataran de robárselo, pero eso hacía que las cosas fueran interesantes para él, a puertas cerradas.
—Entonces, decidieron aparecerse —dijo Mercedes, tratando de alejar la atención de Finn y ella.
Kurt sonrió, sabiendo lo que la chica estaba haciendo, antes de responder.
—Por supuesto. Sabes que Dave no puede decirme que no.
—Sí puedo, pero luego me ves de una manera que parece que hace que quiera decirte "sí" a todo lo que digas —intervino Dave. Todos menos Kurt rieron cuando Finn hizo un sonido de látigo y, antes de que Kurt pudiera echarle la bronca a su hermano, la mesera se acercó y les tomó la orden.
Con destreza, Finn ordenó las bebidas de él y Mercedes, y Kurt sonrió cuando vio el rubor que se estaba formando en las mejillas de su mejor amiga. Dave procedió a hacer lo mismo para él y Kurt. El chico nunca ordenaba lo mismo cuando iban a la cafetería, pero Dave parecía tener una rara intuición para adivinar lo que a su novio se le antojaba. Esta vez, decidió ordenar un frappé de caramelo para Kurt y un té de lavanda para él, esperando que eso lo ayudara a relajarse un poco, y mantener calmado su dolor de cabeza.
—¿Lavanda? —preguntó Kurt, alzando la ceja. Dave olvidó que Kurt era, bueno, conocedor de diferentes tés.
—Es solo que tengo un pequeño dolor de cabeza. No es la gran cosa —dijo Dave. Kurt lo miró de forma inquisitiva, antes de olvidar el asunto.
Mientras el cuarteto esperaba sus bebidas, Dave sintió una ligera vibración entre él y Kurt. El otro chico metió la mano en su bolsillo y sacó su teléfono, para ver el mensaje que había llegado.
—Es mi papá, preguntando dónde estoy —dijo Kurt—. Finn, ¿no le dijiste a papá que iba a venir contigo?
Finn puso los ojos como platos, mientras se golpeaba la frente con la mano.
—¡Mierda! Sabía que olvidaba algo.
—¡Finn! —regañó Kurt a su hermanastro—. Sabes que papá se vuelve loco cuando no sabe dónde estoy a todas horas.
Dave negó con la cabeza y miró a Mercedes con diversión.
—Viejo, sabes que las cosas se me olvidan con facilidad. Deberías haberle hablado a Burt tú mismo —dijo Finn, como si hubiera sido algo obvio.
—¿Qué voy a hacer contigo? —preguntó Kurt, más para sí mismo, mientras le respondía a su padre por mensaje.
Finn hizo un puchero por las palabras de Kurt y Mercedes rio por su expresión.
—Aww, pobrecito —dijo Mercedes, con voz juguetona, mientras acariciaba su mejilla brevemente. Finn sonrió ampliamente cuando la chica lo tocó.
Dave los miró, negando con la cabeza. Movió su brazo para poder rodear los hombros de Kurt con él. Kurt respondió estirando la mano y tomando la que Dave había puesto sobre su brazo. El grupo se quedó sentado, en un silencio cómodo, mientras esperaban sus bebidas. Mercedes estaba haciendo formas invisibles con el dedo índice sobre la mesa, y Finn la estaba mirando como si fuera la cosa más hermosa del mundo. Dave solo apretó su abrazo, mientras veía al chico usar su teléfono. Unos minutos después, sus bebidas llegaron, y Mercedes comenzó la conversación de nuevo.
—Así que, ¿qué tienen planeado para el fin de semana, chicos? —preguntó, dándole un trago a su café.
Kurt miró a su novio de reojo, antes de responder.
—No lo sé. Estaba pensando en quedarnos en casa y mirar películas, o salir a ver una. ¿Tú?
—Hay un cantante que va a actuar en ese nuevo lugar para mayores de dieciocho, en el centro. Finn compró boletos para ambos. —Mercedes sonrió y Finn se veía extrañamente orgulloso.
—Has estado con Finn mucho tiempo últimamente —dijo Kurt, y Mercedes casi se ahoga con su café.
—¿De qué hablas? —preguntó la chica, mirando su taza. Finn parecía querer estar en cualquier lugar menos ese, de momento.
—Nada —dijo Kurt, encogiéndose de hombros. Dave apretó el hombro de su novio, como un mensaje silencioso para que dejara a Finn y Mercedes en paz. A veces, su novio podía ser tan "en tu cara". Era lindo, pero no quería que sus amigos se sintieran incómodos.
—Eso suena divertido, chicos —comentó Dave. Ambos parecieron aliviados de que la atención se hubiera alejado de su obvia relación.
Los cuatro adolescentes pasaron el resto del tiempo bebiendo sus cafés y tés, mientras hablaban acerca de varias cosas de la escuela. Hacia el fin de la velada, Dave comenzó a sentir que su dolor de cabeza empeoraba. Empezó a frotarse la sien, tratando de calmar el dolor, y todos lo notaron.
Finn fue el primero en hacer un comentario.
—Amigo, ¿estás bien?
—Sí… —dijo Dave lentamente, mientras continuaba frotando su sien.
Kurt frunció el ceño al ver la expresión de dolor en el rostro de Dave.
—Amor, tal vez deberíamos irnos.
—No te preocupes, ya se me pasará —dijo Dave, cerrando los ojos por un momento.
Kurt negó con la cabeza.
—Dave, estás entrecerrando los ojos. Este lugar es muy brilloso. Tengo un poco de ibuprofeno en mi mochila. Te traeré un poco de agua. —Kurt le hizo un gesto a la mesera y, amablemente, pidió que le trajera un vaso de agua. Mientras esperaban, Kurt y los otros miraron a Dave, preocupados.
—Ten —dijo Kurt, poniendo las dos pastillas y el vaso de agua en su mano.
—Es solo un dolor de cabeza. Me sucede todo el tiempo —dijo Dave, pasándose las pastillas de un trago.
—Sé que así es, pero en tanto estés conmigo, voy a preocuparme por ti —dijo Kurt—. Mira, te llevaré a mi casa, para que el dolor se te pase. Ya que te sientas mejor, puedes regresar a tu casa, ¿de acuerdo?
Dave no hizo más que asentir al oír el plan de Kurt. El dolor lo sobrepasaba tanto que no podía discutir. Kurt dejó suficiente dinero para pagar su cuenta y se despidió de sus amigos. Finn dijo que estaría en casa en un par de horas y le deseó a Dave que mejorara.
Kurt consiguió meter a Dave al carro y manejó hasta su casa. Cuando entraron, el padre de Kurt estaba sentado en el sillón, viendo televisión. El hombre ni siquiera tenía que preguntar cuál era el problema. Sabía lo malos que podían ponerse los dolores de cabeza de Dave, y no era extraño que el chico se quedara en su casa por un rato, si los dolores eran lo suficientemente intensos como para que no pudiera conducir. Sus dolores podían ser tan fuertes que casi lo cegaban. Kurt siempre le rogaba que fuera al doctor, para que le diera alguna medicina, pero el otro se rehusaba. Creía que los doctores no podían ayudar o reparar algo. Simplemente te robaban el dinero y, al final, quedabas más enfermo o más loco que antes de que los fueras a ver.
Cuando los chicos llegaron al cuarto de Kurt, Dave se acomodó en la cama del otro chico. Sintió cómo Kurt le quitaba los zapatos y le ponía una manta encima. Sintió que el cuarto se oscurecía. Suponía que Kurt había cerrado las persianas y que había tapado la ventana con la cortina. Cuando sus dolores de cabeza habían comenzado a ser más fuertes, Kurt había decidido comprar cortinas más oscuras, para cuando Dave se sentía mal mientras estaba en la casa de los Hummel. Dave había pensado que era innecesario, pero Kurt lo había visto como una oportunidad para redecorar.
Dave dio un suspiro de satisfacción cuando sintió que Kurt enterraba sus delgados dedos en su cabello.
—Voy a llamar a tu madre, para decirle que estarás aquí por un rato, ¿de acuerdo?
Dave respondió entre dientes. Kurt le dio un beso en la frente y salió del cuarto. Antes de que la puerta del cuarto se hubiera cerrado, Dave ya se había dormido.
~o~o~o~
—¿Por qué mentiste, David? —se oyó una voz de hombre. Dave se encontró a sí mismo sentado en un cuarto oscuro. Se notaba que el cuarto estaba vacío, por el eco.
Dave estaba confundido. ¿Quién era esta persona y por qué lo estaba acusando de haber dicho mentiras?
—No mentí —dijo débilmente. Tenía miedo. No podia ver nada y no podía reconocer de dónde venía la voz.
—¿Por qué mentiste? —preguntó la voz de nuevo. Esta vez, se oyó más cerca. Dave comenzó a sentir pánico. Solo quería salir de ese cuarto. Trató de ponerse de pie, pero se encontró con que estaba pegado al suelo.
—¡Deténganse! ¡Déjenme ir! —gritó Dave. Trató de ponerse de pie de nuevo, pero falló.
—Sabes que no puedes irte, David. —La voz se oyó más cerca. Dave movió los brazos, listo para luchar contra quien fuera el que estaba molestándolo.
—Por favor… —rogó el chico. Las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos. Solo quería irse. Quería estar en cualquier lugar menos ese cuarto.
—No —la dijo la amenazadora voz al oído y, de repente, le fue imposible respirar. Dave luchó y luchó, mientras la voz seguía diciendo que nunca saldría.
—¡Dave! —Dave escuchó que alguien gritaba su nombre. Quería abrir los ojos, pero sentía como si sus párpados estuvieran pegados. Cuando sintió que algo lo tomaba de los brazos, automáticamente puso resistencia—. David, despierta. Cariño, soy yo, Kurt. Abre los ojos y estarás bien.
Dave abrió los ojos cuando entendió que era su novio. Cuando pudo enfocarlo bien, la expresión de pánico y temor en el rostro de Kurt hizo que quisiera matarse. Había visto muchas veces esa expresión, desde que habían comenzado a salir. Le dolía saber que él era la causa por la que el otro chico se sentía así.
—¡Mierda! ¡Kurt, lo lamento tanto! —dijo Dave, enderezándose hasta que su espalda estuvo recargada contra la cabecera. Sin importar cuántas veces tenía una pesadilla en presencia de Kurt, la misma vergüenza llegaba después.
Kurt negó con la cabeza y puso las manos sobre los hombros de Dave.
—Nunca te disculpes por algo que no puedes evitar, ¿de acuerdo? Te digo esto cada vez que pasa. Me preocupo por ti y tus problemas son mis problemas.
Dave dejó que su cabeza chocara contra la cabecera.
—¿Molesté a alguien?
—No realmente. Papa y Carole estaban preocupados, pero les dije que podía manejarlo. Finn aún está afuera, probablemente con Mercedes —respondió Kurt.
—Ni siquiera sé cómo me soportas, a mí y a mis idioteces —dijo Dave. Se agitó la camiseta para sentir algo de alivio, porque sus pesadillas siempre lo hacían sudar como un perro.
—¿Qué te acabo de decir hacer unos segundos? —preguntó Kurt, mientras se levantaba para acercarse a su cómoda. Tomó una camiseta que estaba encima del mueble y se la pasó a Dave.
—Lo sé. —El chico le agradeció entre dientes mientras se quitaba la camiseta empapada en sudor y se ponía la seca que el otro chico le había ofrecido. Cuando ya la tuvo puesta, Dave bajó la mirada y sonrió de lado—. ¿Debería preocuparme que tengas una de las camisetas de Finn? —La prenda le quedaba un poco ajustada, pero le iba bien.
Kurt sonrió.
—No. Se mezcló con mi ropa limpia y no he tenido la oportunidad de regresársela.
Dave asintió y palmeó el lado de la cama que estaba desocupado. Kurt sonrió y se acomodó en la cama con él. Dave rodeó los hombros de Kurt con los brazos y Kurt imitó el gesto con su estómago, apoyando la cabeza sobre su pecho. Cuando estaban así, Dave se ponía a pensar en cómo podría ser en el futuro. Podía verse a ambos, acostados de la misma forma, pero en su propia casa. Dave sabía que apenas tenían diecisiete años, pero no podía imaginar su vida sin Kurt presente en ella. Quería estar con él para siempre. Aunque nunca le preguntaba a Kurt si él sentía lo mismo, rezaba porque así fuera.
—Te amo. Lo sabes, ¿verdad? —le susurró Dave a Kurt.
Sintió que el otro chico asentía contra su pecho.
—Por supuesto que lo sé, y yo también te amo. Te amo tanto.
Dave apretó un poco su abrazo como respuesta. Había momentos, como ése, en los que el amor que sentía por Kurt se volvía apabullante. Sentía como si fuera a morir si el otro chico lo dejaba, para caminar por el mundo solo. Necesitaba a Kurt como nunca antes había necesitado a otro ser humano. Se juró a si mismo que nunca haría algo para joder lo que tenía con Kurt. Si lo hacía, entonces sabía que nunca podría encontrar a alguien como él.
—Así que —comenzó Kurt—, ¿quieres contarme acerca de tu pesadilla? Soy todo oídos.
—Supongo —dijo Dave a regañadientes. Le podría confiar a Kurt su vida, pero hablar de sus sueños hacía que se volvieran más confusos. Nunca podía entender de qué trataban y tenía miedo de que Kurt se diera cuenta de lo loco que estaba cuando hablaba de ellos—. Bueno, había una voz, una voz de hombre. Se la pasó diciéndome que había mentido, pero no sé a qué se refería. Luego, me dijo que nunca podría irme. Mierda, Kurt, no sé, joder. Fue confuso.
Kurt lo calló con un susurro y frotó su pecho para calmarlo.
—Está bien. Sé lo que estos sueños te causan. No hay problema.
Dave suspiró de alivio. El simple hecho de pensar en su pesadilla hacía que su cabeza le doliera. Tratando de interpretarla hacía que empeorara.
—Solo vuelve a dormir. Te calmaré. Pondré la alarma para que te puedas ir a casa en una hora —dijo Kurt, sacando su teléfono del bolsillo y poniendo la alarma. Una vez que lo hizo, Kurt estiró la mano y apagó la luz, y ambos se quedaron dormidos.
~o~o~o~
Dave se despertó a la mañana siguiente sintiéndose mucho mejor. Había salido de la casa de Kurt como a las nueve de la noche, y estaba en su cama para las diez. Antes de que pudiera poner la cabeza sobre la almohada, su madre había llegado a su cuarto con un vaso de agua y dos analgésicos. El dolor ya se había ido para cuando dejó la casa de los Hummel, pero su madre pensó que sería mejor que se tomara dos antes de irse a dormir, solo para estar seguros.
Kurt iba a recogerlo para ir a la escuela, así que tenía alrededor de veinte minutos de sobra. Con ello en mente, bajó las escaleras y se sirvió un tazón de cereal. Cuando llegó a la cocina, su madre estaba en el fregadero, lavando los platos, y su padre estaba en la mesa, bebiendo café y leyendo el periódico de la mañana. Una vez que se preparó el desayuno, Dave se sentó frente a su padre.
—¿Tienes algún plan para el fin de semana, David? —le preguntó su padre.
—Kurt mencionó que quería ver películas esta noche en su casa. Así que, supongo que eso estaré haciendo. Pensaba quedarme a dormir, dependiendo de cuán tarde se haga —respondió Dave.
—Bueno, supongo que está bien —dijo su padre, después de pensarlo un momento—. Solo háblanos a tu madre o a mí, si vas a pasar la noche allá.
—Y trata de no estresarte hoy, cariño. No queremos que se repita lo de ayer —añadió su madre.
Dave rodó los ojos.
—Te lo prometo, mamá. Kurt y yo discutimos un poco ayer y, bueno, no va a pasar hoy. ¿De acuerdo?
Su madre alzó una mano, como signo de tregua, y cerró la llave del fregadero.
—Es solo que me preocupo por ti. Eso es todo —dijo ella. Caminó hacia su hijo y puso una mano sobre su hombro—. Así que, ¿Kurt y tú discutieron ayer?
—Y esa es mi señal para irme —dijo Dave y se alejó de su madre, para poner los platos sucios en el fregadero.
—¡David! —lo regañó su madre. Su padre estaba riendo.
—Mamá, no es nada de qué preocuparse —dijo Dave, mientras un claxon sonaba afuera—. Ese es Kurt. Regresaré a casa después de la escuela, para tomar algunas cosas. Los veo luego.
Una vez que sus padres se despidieron, Dave salió. Se sentó en el asiento de copiloto y se acercó a Kurt para darle un beso.
—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Kurt, cuando vio la sonrisa en el rostro de Dave.
—Mis entrometidos padres —dijo Dave.
Kurt negó con la cabeza y salió de la entrada y se dirigió a la escuela.
~o~o~o~
—¡Sí! ¡Llegó el fin de semana! —exclamó Kurt, cerca del casillero de Dave. Todos estaban caminando por los pasillos, tratando de salir del edificio.
—Por fin —dijo Dave, cerrando su casillero—. ¿Listo?
—Pero por supuesto —dijo Kurt. Dave sonrió y envolvió sus hombros con el brazo. Los dos caminaron juntos por el pasillo.
—Bebé, necesitamos pasar a mi casa antes de ir a la tuya —dijo Dave. Abrió la puerta de la escuela y le hizo un gesto a Kurt para que pasara.
—Está bien. Y después de pasar a tu casa, vamos a la tienda para comprar botanas y esas cosas. Finn se comió todas las que Carole compró la semana pasada —dijo Kurt, con diversión en la voz.
—Por supuesto que lo hizo —dijo Dave, riendo.
—Sí, y no tocará ninguna de las nuestras esta noche. Va a salir con Mercedes, ¿recuerdas? Probablemente estará fuera hasta tarde —dijo Kurt.
—¿Y tus padres? —preguntó Dave, con un brillo en los ojos.
—Estarán fuera toda la noche —dijo Kurt, con una mirada cómplice, y caminó hasta llegar a su carro, meneando la cadera.
~o~o~o~
—Bueno, tenemos frituras horneadas, dip, refresco y, como un buen novio lo haría, dejaré que elijas la película que veremos esta noche —dijo Kurt, sonriéndole a Dave.
—¿En serio? —dijo el chico, realmente sorprendido. Kurt siempre escogía la película que iban a ver, aunque a Dave no le molestaba. Era simplemente algo que pasaba.
—Sí —dijo Kurt, asintiendo—. Pero esto no pasará todo el tiempo.
Dave rio.
—Oh, estoy seguro de ello.
Dave se acercó al centro de entretenimiento, donde todos los DVD's de los Hummel y los Hudson estaban acomodados en orden alfabético. Podía escuchar a Kurt moviéndose por la cocina, acomodando las botanas y las bebidas. También estaba tarareando una melodía que Dave no reconoció, pero sin embargo disfrutó escuchar.
Finalmente, el chico escogió una película que valdría la pena que la vieran en la noche. Era la película de terror más reciente que había salido en DVD. Miró la parte trasera y frunció el ceño al ver la imagen de la pobre víctima, sometida en contra de su voluntad por el asesino. No era fan de las películas de terror, porque la violencia y lo sangriento no le llamaban tanto la atención, pero sabía que Kurt siempre se asustaba. Y un Kurt asustado significaba que se mantendría pegado a él toda la noche, usándolo a modo de escudo contra los horrores de la pantalla. Claro, era una elección planeada pero, a final de cuentas, era varón y su novio estaba muy sexy.
—Escogí una película de miedo —dijo Dave lo suficientemente alto para que Kurt lo escuchara. El chico hizo un sonido de aprobación. Dave encendió la televisión y puso la película. Para cuando Kurt entró a la sala, con una bandeja llena de comida y bebida, el menú principal estaba en la pantalla.
Kurt puso la bandeja en la mesa de centro y la jaló para que estuviera más cerca del sillón, y no tuvieran que estirarse mucho si querían comer algo. Dave se acomodó en el sillón con el control remoto en la mano y Kurt se puso cómodo al lado de su novio. Se prendió del brazo derecho de Dave y apoyó la cabeza en su hombro.
—Como la película es de miedo, vas a tener que protegerme —dijo Kurt sonriendo, apretando su agarre.
Dave se encogió de hombros, disfrutando del contacto, y apretó el botón de "reproducir" en el control.
Cuando aparecieron los créditos iniciales, Kurt concluyó que era una de las películas de Finn, de esas que probablemente había encontrado en un cesto de regateos. Mientras veían la película, ambos chicos se retacaron de las botanas, mirando concentrados la trama. Para la mitad de la película, Kurt estaba acomodado bajo el abrazo de Dave. Cuando una sección se ponía particularmente escalofriante, Dave brotaba el hombro de su novio con la mano, calmándolo.
Algo cambio mientras la película continuaba. Dave podía sentir que se ponía a sudar y todo a su alrededor comenzó a sentirse nublado y caliente. Apretó el abrazo y trató de ignorar la sensación. Acababa de entender que la película era más escalofriante de lo que había pensado, y estaba comenzando a ponerse nervioso. La escena de la indefensa víctima siendo detenida por el asesino comenzó, y Dave se removió en el sillón y evitó mirar la pantalla. Pero no fue sino hasta que la película llegó a una parte donde el asesino enmascarado apuñalaba a la víctima más reciente sin piedad, que comenzó a desesperarse de verdad. Le costaba respirar, pues el aire en el cuarto se había vuelto más pesado. Cuando Kurt sintió que Dave lo estaba apretando demasiado, miró al otro chico con precaución.
—¿Dave? —preguntó Kurt. Dave tenía los ojos fijos en la pantalla, mientras trataba de obligarse a no sentir lo que estaba sintiendo—. ¿Dave? Mírame —dijo Kurt, tratando de llamar la atención de su novio.
—Quita la película —dijo Dave suavemente. Kurt lo miró, confundido.
—¿Por qué? —preguntó.
—Por favor, quítala. —La voz de Dave se oía ronca por el miedo y la desesperación.
Kurt tomó el control del DVD, que estaba en la mesa, y apretó con rapidez el botón de encendido. La película se interrumpió y Kurt apartó las botanas de la mesa, para poder sentarse directamente frente a Dave.
—Cariño, ¿qué pasa? —La preocupación en la voz de Kurt era evidente. Pasó sus delicadas manos por el cabello de Dave, como si estuviera intentando hacer que el chico se abriera ante él.
Dave negó con la cabeza, evitando el contacto visual.
—No lo sé. Simplemente me asusté mucho.
Kurt frunció el ceño.
—Entonces, ¿por qué escogiste una película de terror?
—¡No lo sé, Kurt! —gritó Dave, alzando la cabeza para fulminar al otro chico con la mirada. De inmediato, se arrepintió.
—No te atrevas a gritarme, David Karofsky —dijo Kurt, ocultando el dolor que sentía con ira—. Solo estoy tratando de ayudarte.
Dave movió una mano para sobarse la sien. Podía sentir que otro dolor de cabeza llegaría, y sabía que no sería uno amable.
—Es solo que sentía que no podía respirar —dijo Dave, decidiendo rendirse—. Casi como si estuviera viviendo una de mis pesadillas.
Kurt suspiró y puso la cabeza en sus manos. Dave no podía ver qué estaba pensando su novio, y eso le daba miedo.
—Mira, sé que estás cansado de escuchar de mis estúpidas pesadillas, pero, ¡qué mierda! No puedo evitarlo —dijo Dave, con frustración.
Kurt alzó la mirada, con el ceño fruncido.
—¿Crees que estoy molesto contigo? David, estoy preocupado por ti. Estas pesadillas se están apoderando de tu vida lentamente.
—Sé adónde quieres llegar con esto, así que solo detente, ¿vale? Veamos un poco de televisión —dijo Dave, apartando la mirada de su novio para posarla en un punto frente a él. Sabía que Kurt iba a sugerir que viera a un psiquiatra, y ya no quería escuchar eso.
—Dave, necesitamos hablar de esto. ¿Por qué siempre estás tratando de esquivar tus problemas? —preguntó Kurt, acercándose a su novio.
—No estoy esquivando nada —dijo Dave, evitando el contacto visual con Kurt.
—Casi tuviste un ataque de pánico hace menos de cinco minutos. Algo nada mal —insistió Kurt de nuevo.
—Kurt… —dijo Dave, en un tono de advertencia.
El chico bufó y le arrojó el control remoto al regazo.
—Me voy a la cama —le dijo.
—Kurt, no es tan serio —dijo Dave.
—¿Cuándo vas a entender que solo quiero lo mejor para ti? —dijo Kurt, antes de subir las escaleras.
Dave negó con la cabeza y encendió la televisión.
~o~o~o~
—Lamento mucho lo de anoche —escuchó Dave que Kurt decía por el teléfono, mientras se hallaba tendido sobre su cama. El sonido desesperado y triste en la voz del otro chico hizo que Dave se arrepintiera al instante de haber sido un completo idiota la noche anterior. Dave se había ido de la casa de los Hummel/Hudson un poco después del amanecer. Ni siquiera había dormido en la misma cama que su novio, sino que se había quedado en el cuarto de huéspedes. Como no tenía su auto, decidió caminar a casa. No le molestó en lo absoluto. Necesitaba el aire fresco.
—Yo debería ser el que lo lamentara. Yo fui el idiota, no tú. —El tono de Dave era franco. Escuchó que Kurt reía al otro lado de la línea y eso casi fue suficiente para hacerlo sentir menos mal de lo que se sentía.
—Parece como si todo lo que nos hemos estado diciendo es que lo lamentamos. Quiero decir, se está volviendo algo cansado —dijo Kurt por fin, después de un rato.
—Estoy de acuerdo —dijo Dave, mientras se removía sobre su cama para ponerse más cómodo.
—¿Qué te parece si solamente te apoyo y consuelo durante tus pesadillas o lo que sea? Superaremos esto juntos. No sugeriré ningún tipo de ayuda —dijo Kurt. Dave no tenía que leer mentes para notar que Kurt estaba cansado. Dave sintió un poco de alivio.
—Gracias, Kurt. Quiero que sepas que aprecio tus intenciones, pero… —Dave dejó de hablar.
—Lo sé. No crees en los terapeutas ni en lo que tienen que decir. Aun pienso que uno podría ayudarte, pero respeto tu decision de no buscar ayuda —dijo Kurt.
—Te amo —susurró Dave al teléfono. No sabía por qué, pero necesitaba decirlo.
Podía escuchar que Kurt se sorbía la nariz un poco.
—Yo también te amo.
~o~o~o~
Habían pasado algunas semanas desde el incidente de Dave y Kurt con la película. Aunque Dave aún tenía pesadillas, comenzaban a volverse más raras. Cuando Dave pasó una semana completa sin pesadillas, casi se muere de la alegría. Era un alivio despertarse y no estar aterrorizado por su propia mente. No sabía cuánto iba a durar, pero por el momento disfrutaría de sentirse normal, para variar.
Era la hora del almuerzo y Kurt y Dave estaban sentados en su casi usual lugar en las bancas del campo de futbol. Estaban comiendo unos sándwiches de pavo y queso provolone, con fruta cuidadosamente rebanada. Kurt estaba sentado con las piernas cruzadas, pegado al costado de Dave. El chico le dio un trozo de sandía a Dave en la boca y rio ligeramente cuando Dave le dio un beso, con la boca aún llena de fruta.
—Mmm… Dulce —dijo Kurt al separarse.
—Yo siempre soy dulce —dijo Dave, con los ojos fijos en los azules orbes de Kurt.
Kurt rio.
—¿Tú? ¿Siempre dulce? Sí, claro. Cariño, cuando no estás haciéndome babear por lo absolutamente perfecto que eres, haces que me sonroje de la vergüenza cuando te rascas en lugares raros y haces sonidos muy poco dignos.
—Oh, ¿en serio? —preguntó Dave, en tono burlón.
—Sí, en serio —dijo Kurt sonriendo, dándole un beso en la mejilla—. Pero… no creo que te amara tanto si fueras diferente.
—Entonces —comenzó Dave, mientras le daba una mordida a su sándwich—, ¿tienes algo planeado para esta noche?
—Tengo tarea. Pero es de francés y no debería tomarme mucho tiempo. Es una hoja que hasta un principiante podría hacer —contestó Kurt.
—Bueno, en ese caso —dijo Dave, apartando el sándwich—, puedes venir conmigo a cenar esta noche.
Kurt dejó de comer su fruta y alzó la mirada, sonriéndole a su novio.
—¿Como una cita? —Sonó como lo había hecho la primera vez que Dave lo había invitado a salir, y el chico no pudo evitar sonreír.
—Sí, como una cita —dijo Dave suavemente.
—Está bien, pero eso significa que tendrás que dejarme en casa después de la escuela, para que pueda hacer mi tarea y arreglarme. No podremos juguetear en tu auto —dijo Kurt con seriedad.
—Por supuesto —dijo Dave, mientras hacía un saludo en broma—. Podemos guardar eso para el postre. —Dave le guiñó el ojo y Kurt le pegó en el brazo, a modo de juego.
—¿Qué voy a hacer contigo? —dijo Kurt, riendo.
—¿Qué te parece besarte conmigo antes de que comiencen las clases? —respondió Dave con una sonrisa.
Kurt rodó los ojos, pero le cumplió el deseo a Dave.
~o~o~o~
—Te ves hermoso esta noche —le dijo Dave a Kurt por, probablemente, quinta vez esa velada.
Estaban sentados en Breadstix, en una cabina en la parte trasera. El restaurante no estaba abarrotado, dado que estaban a mitad de semana, lo que era perfecto para Dave y Kurt. Una noche tranquila era todo lo que querían.
—David Karofsky, ¿estás tratando de conseguir algo de mi parte? —le preguntó Kurt, sentado frente a él.
—Quizá esté intentando meterte algo esta noche —dijo Dave, sonriendo malévolamente.
—¡Oh, Dios! Eso fue tan hortera —dijo Kurt, riendo—. Espero que no me hagas cumplidos solo cuando quieras desnudarme y pervertirme.
—Claro que no. Es solo que pienso que te ves especialmente hermoso esta noche. —La voz de Dave se oyó suave y con pena, mientras decía esas últimas palabras. A veces podía ser muy abierto con Kurt. Eso lo asustaba. Nunca en su vida había imaginado que sería tan vulnerable al estar con una persona, o estar tan dispuesto a decirle a su novio que se veía precioso.
—Dave, siempre sabes qué decir —dijo Kurt, sonrojándose.
Unos segundos después, la mesera llegó a su mesa y les tomó la orden. Como un experto, Dave ordenó por ambos y le sonrió a la mujer, mientras ella se alejaba para pedir la comida.
Los dos chicos hablaron de lo primero que les venía a la cabeza, mientras esperaban la comida. A Dave le gustaba que sus conversaciones no tuvieran propósito. Kurt decía las cosas más aleatorias, que hacían que se ahogara con su agua, y Dave hacía lo mismo con Kurt. No hablaron de las pesadillas, ni hubo inhibiciones. Eran solo ellos dos, bromeando y riendo con el otro. Cuando estaban así, Dave no podía evitar sentirse mal por las personas que no tenían lo que él tenía con Kurt.
Unos veinte minutos después, la mesera regresó con la comida. Puso el plato de Dave frente a él e hizo lo mismo con Kurt. Dave vio que su novio había una mueca y alzaba la mirada hacia la mesera.
—Disculpe, pero esta no es mi comida —dijo Kurt con amabilidad.
La mesera miró el plato, frunciendo el ceño.
—¿No lo es?
—No, no lo es —confirmó Kurt. La mesera lo miró confundida por un segundo, y estaba a punto de quitarle el plato cuando alguien de la mesa de al lado los interrumpió.
—Disculpe, pero creo que le dio a él mi comida y nuestro mesero me dio la de él —dijo el extraño. Dave estudio su rostro. Parecía de su edad, pero parecía como si estuviera intentando probar algo, porque traía puesto algo que un adolescente regular no se molestaría en usar, a menos que estuvieran en una cena elegante o un funeral. Su cabello estaba acomodado cuidadosamente con gel, y sus cejas eran gruesas y tenían la forma de un triángulo. Se veía atractivo, pero había algo en él que incomodaba a Dave.
Kurt se inclinó un poco para ver el plato del otro chico y sus ojos se iluminaron.
—Ese es mi plato.
La mesera cambió los platos rápidamente y comenzó a disculparse por la equivocación. Kurt le aseguró que no había problema y que eso pasaba todo el tiempo. Dave sonrió por lo amable que se estaba comportando su novio.
—Te prometo que no toqué la comida o algo parecido. Está limpia —dijo el chico.
Kurt se giró y lo miró.
—De acuerdo. Te creo.
El chico se puso de pie y caminó hacia su mesa. Dave frunció el ceño.
—Um… No pude evitar notar que llevar una chaqueta de la preparatoria McKinley —dijo el chico, señalando la chaqueta de Dave.
—Sí… —dijo Dave lentamente, sin entender a qué venía eso.
—Bueno, mañana voy a comenzar a estudiar ahí y me impactó ver a alguien que va a esa escuela —explicó.
—¿En serio? —intervino Kurt—. Eso es genial. ¿Dónde estudiabas antes de transferirte?
—En la academia Dalton. Está en Westerville. Mi familia acaba de mudarse a Lima durante el fin de semana. —Luego, el chico sonrió. Sus dientes eran molestamente perfectos.
—¿La academia Dalton? Esa es una de las mejores escuelas privadas del estado. McKinley es una basura en comparación —comentó Kurt. A Dave no le agradaba mucho que Kurt estuviera hablando con el chico de la escuela privada, pero sabía que su novio nunca sería grosero ni le diría a alguien que se largara.
—Sí, pero mi papá consiguió un trabajo increíble aquí, así que nos mudamos. Además, necesitaba un cambio de ambiente —explicó el chico—. Oh, soy Blaine, por cierto. Supongo que debería haberme presentado primero.
Kurt negó con la cabeza.
—No hay problema. Yo soy Kurt, y este es mi novio, David, pero puedes llamarlo Dave.
Dave lo saludó con indiferencia y deseó que Blaine se desapareciera. Ni siquiera conocía al chico y ya notaba que no iba a agradarle.
—¿Novio? —preguntó Blaine, con sorpresa en la voz.
—Eso no es un problema, ¿o sí? —Definitivamente, Dave no quería a un atleta homofóbico en los pasillos de su escuela, tratando de hacer de la vida de él y Kurt un infierno. Joder, no iba a permitirlo.
—¡Oh, no! Em… Soy gay, así que no hay problema —dijo Blaine, alzando las manos, rindiéndose—. Bueno, supongo que los veré mañana, ¿no?
—Así es. Un gusto conocerte, Blaine —respondió Kurt, y Blaine regresó a su mesa—. Parece agradable —comentó el chico, mientras comía un poco de su pasta.
—Supongo… —dijo Dave, sin importarle demasiado.
—Deberíamos pasearlo por la escuela mañana, cuando lo veamos. Ya sabes, para que no se sienta tan solo —sugirió Kurt.
Dave suspiró.
—¿En serio, Kurt?
—¿Qué pasa? —preguntó Kurt, sintiendo la incomodidad de Dave.
—No me agrada —dijo Dave con brusquedad.
—¿Cómo es que no te agrada? —Kurt mantuvo bajo el volumen de su voz, para evitar que Blaine escuchara su conversación—. Ni siquiera lo conoces. Podría ser el chico más genial que pudieras conocer… Aparte de mí, claro.
—Es solo que me parece falso y entrometido. Quiero decir, ¿quién se acerca a la gente y comienza a hablar con ellos de la nada? —dijo Dave. Comenzaba a molestarse.
—Cariño, nuestras órdenes se mezclaron y él reconoció tu chaqueta, por el amor de Dios —dijo Kurt, rodando los ojos—. Bueno, vamos a acompañarlo mañana y, si no estás de acuerdo, no esperes algo de amor de mi parte esta noche.
Dave miró de reojo hacia la mesa que Blaine y su familia estaban ocupando.
—Deberías estar agradecido de que te amo y que te ves jodidamente sexy.
—Estoy completamente agradecido —dijo Kurt sonriendo, y continuó comiendo.
~o~o~o~
—Bueno, este es el salón de maestros —dijo Kurt, señalando una puerta cerrada—, y dando la vuelta a la esquina está el salón del coro, donde tenemos el club Glee.
Dave los estaba siguiendo de cerca, mientras su novio paseaba a Blaine por los pasillos de la preparatoria McKinley. Dave los había llevado en auto a la escuela esa mañana, y cuando ambos estaban caminando hacia las puertas principales, habían visto a Blaine con aspecto de cachorro extraviado.
Kurt le había dado una calurosa bienvenida, mientras Dave solo lo saludaba con un gesto de la mano, y se había ofrecido a mostrarle la escuela porque habían llegado temprano. Eso molestó a Dave en extremo, pero se obligó a no decir nada. No necesitaba que Kurt estuviera enfadado con él todo el día.
—Chicos, ¿tienen club Glee? —preguntó Blaine, y la emoción se notaba claramente en su voz.
—Sí, así es —contestó Kurt con una sonrisa—. Y somos bastante buenos. ¿Tú cantas?
Blaine asintió.
—Sí, estaba en el grupo a cappella de mi antigua escuela, los Silbadores.
Dave bufó y Kurt lo fulminó rápidamente con la mirada. Si Blaine lo escuchó, escogió ignorarlo; volvió a hablar con Kurt.
—Bueno… ¿Es demasiado tarde para hacer una audición? —preguntó Blaine, con una sonrisa en el rostro.
—De hecho, sí —dijo Dave, alzando la voz por primera vez desde que se habían topado con Blaine esa mañana—. Creo que tenemos suficiente gente por el momento. Digo, es difícil conseguir un solo ahora y…
—¡Dave! —lo regañó Kurt, para luego girarse hacia Blaine—. Claro que no es demasiado tarde. Siempre estamos buscando más miembros. Quiero decir, somos geniales con trece personas, pero una más no haría daño. Además, tengo una fijación por los números pares —bromeó, y Blaine rio.
—¡Genial! —exclamó Blaine—. ¿Crees que podrías conseguirme un espacio?
Kurt asintió, emocionado.
—¡Seguro! De hecho, tenemos ensayo hoy. ¿Qué te parece si nos acompañas y lo intentas?
Dave oía cómo Kurt y Blaine hablaban más acerca del club Glee y otras cosas. En silencio, deseaba que la conversación terminara, para poder acompañar a Kurt a su clase y dejar al chico nuevo que se valiera por sí mismo. Tenía que haber alguien en la escuela que no lo considerara una carga. Probablemente podría hacer que Rachel pasara tiempo con él. Quizá estaba siendo irracional, pero en verdad no le agradaba ese tipo.
Dave dio un imaginario puñetazo al aire cuando escuchó que Kurt se despedía de Blaine. Por fin, pensó, mientras Kurt se giraba hacía él.
—¿Estás listo? —preguntó, mientras unía sus brazos. Dave sonrió y llevó a Kurt hacia su primera clase del día. El chico apoyó su peso en Dave y saludó a varias personas en el pasillo con la mano. Dave lo escuchó reír cuando pasaron junto a Finn y Mercedes en el casillero de la chica. Dave los miró brevemente: estaban riendo y, Dave creyó, Finn acariciaba la mejilla de la chica. No podía estar tan seguro, pues había pasado muy rápido.
Después de dar la vuelta por varias esquinas, llegaron al salón.
—Gracias por acompañarme —dijo Kurt, y le dio un ligero beso en los labios.
—Siempre —dijo Dave, y se inclinó para besar a Kurt de nuevo. Movió al chico para poder presionarlo contra la pared, poniendo el brazo izquierdo sobre su cabeza, como para encerrarlo.
Dave presionó con su lengua dentro de la boca de Kurt y la recorrió con lentitud. A pesar de que se besaban en los pasillos, no solía ser una sesión completa de besuqueo, que hacía que Kurt terminara lloriqueando y Dave estuviera listo para arrancarle la ropa a su novio. Dave usó la mano que tenía libre y la puso sobre la cintura del otro chico. Apretó la suave carne del costado de Kurt y apoyó más su cuerpo contra el otro. Sintió que Kurt se resbalaba un poco por la nueva presión y estaba seguro de que el otro chico estaba a punto de juntar sus caderas… Luego, fueron bruscamente interrumpidos.
—¿Muestras de afecto en los pasillos? —preguntó Mercedes, con una sonrisa de suficiencia.
Kurt se sonrojó por la vergüenza pero no hizo movimiento alguno para separarse de Dave. El chico mantuvo su agarre sobre Kurt, presionándolo contra la pared.
—Mira quién lo dice, señorita Jones —dijo Dave, y esta vez fue turno de Mercedes de sonrojarse. No les dijo nada más y entró al salón.
—¡Dave! —lo regañó Kurt.
—Oh, vamos. Solo estaba bromeando —dijo Dave riendo.
Kurt negó con la cabeza y le dio un beso más, antes de entrar al salón.
~o~o~o~
Cuando la campana del almuerzo sonó, Dave se encontró a sí mismo caminando hacia la cafetería. Había recibido un mensaje de Kurt durante su segunda clase, donde el chico le decía que lo viera en el comedor. A Dave le agradaba sentarse con el resto del club Glee durante el almuerzo y se divertía con ellos, pero ese era uno de esos días en los que quería estar a solas con Kurt. Sabía que almorzar en la cafetería significaría dividir su tiempo con Kurt y otras doce personas.
Dave entró al comedor y consiguió atravesar la multitud, hasta llegar a la mesa usual del club Glee, en una esquina. Cuando alcanzó a ver la mesa, tuvo que esforzarse para calmar sus nervios. Podía ver a Blaine sentado allí, riendo y bromeando con sus amigos y, lo peor de todo, estaba sentado en el lugar designado para Dave, entre Kurt y Quinn.
Suponía que Kurt podía sentir su presencia, porque el chico se giró y lo saludó con la mano. El chico rodó los ojos y caminó hacia donde estaban. Miró a Blaine y palmeó su hombro.
—Estás en mi lugar —dijo Dave, cuando Blaine giró para mirarlo. El moreno puso una expresión de confusión y miró a Kurt.
—Solo siéntate aquí, Dave —dijo el chico, palmeando el lugar del otro lado. Dave sintió los ojos de Blaine en él, mientras se sentaba junto a Kurt y regañó al nuevo para sus adentros. ¿Ahora iba a ser parte de su grupo? En serio, esperaba que no—. Bueno —comenzó Kurt—, Blaine nos estaba contando que le gusta mucho el fútbol americano. Le dije que debería intentar unirse al equipo.
Dave casi rio con ese comentario. Blaine sería triturado en el campo y probablemente no viviría para contarlo.
—Oh, ¿en serio? —comentó Dave, claramente nada interesado.
—Sólo me gusta verlo, Kurt. No me veo a mí mismo jugando. Tal vez sea un juego de toque, pero eso es todo —dijo Blaine sonriendo, y Kurt le devolvió la sonrisa.
—Fantástico. —Dave sonaba aburrido y no le importaba. En verdad no quería comenzar una conversación de cualquier tipo con ese chico. Solo quería que se fuera.
Dave se alegró cuando la conversación dio un giro, para tratar el asunto de Blaine y su audición para el club Glee. Sintió la mano de Kurt deslizarse junto a la suya y eso lo calmó un poco. Le gustaba que Kurt pudiera sentir su incomodidad. Solo esperaba que no pudiera notar que era por Blaine. Preferiría ahorrare ese drama para después.
—¿Qué sucede? —le preguntó Kurt en voz baja, para que los otros no pudieran escucharlos.
—Es que pensé que almorzaríamos solos hoy —confesó Dave.
Kurt asintió.
—Mañana, ¿de acuerdo? Es que no quería que Blaine se sintiera excluido en su primer día.
—A veces pienso que eres demasiado bueno para mí —dijo Dave, después de que Kurt besara su mejilla.
—¿Qué te hace pensar eso? —preguntó Kurt, alzando la mirada.
Dave frunció el ceño, sin saberlo completamente. Kurt lo miró con extrañeza e iba a decir algo más cuando Blaine le tocó el hombro. Kurt pasó su atención al otro chico y escuchó lo que fuera que estaba diciendo. Dave negó con la cabeza, molesto porque Blaine había capturado la atención de su novio. No estaba seguro de porqué la presencia de Blaine lo molestaba, pero no podía estar ahí sentado, escuchándolo hablar, por más tiempo.
—Kurt, ya me voy —dijo Dave, poniéndose de pie. Kurt se giró para mirar cómo Dave se alejaba.
—Espera un momento. —Dave se giró para ver a Kurt levantándose y caminando hacia él—. ¿A dónde vas?
—Voy a estar en la biblioteca hasta que la campana suene —dijo Dave simplemente. En los azules ojos de Kurt pudo ver la preocupación.
—¿Te sientes bien? ¿Te está doliendo la cabeza? —preguntó el chico, frotando el hombro de Dave.
Para ser honesto, Dave podía sentir que un dolor de cabeza iba a comenzar, pero no iba a preocupar a Kurt con ello. Probablemente se le pasaría en unos minutos. Lo único que tenía que hacer era salir de la cafetería porque sabía que, si se quedaba, entonces el dolor atacaría con toda su fuerza.
—No… Estoy bien. Es solo que esto no me gusta hoy —dijo Dave, haciendo un círculo con sus brazos, para indicarle a Kurt que se refería a la cafetería.
—Bueno, ¿puedo ayudarte? —Kurt estaba intentando superar su extraño comportamiento y eso lo conmovía, pero sentía que su novio no podría entenderlo.
Dave miró de reojo la mesa donde los gleeks y Blaine estaban sentados, riendo y platicando como viejos amigos. Sí, en serio necesitaba salir de ahí.
—No es nada. Te veré en el club Glee. —Y con eso, Dave se fue. Cuando estuvo afuera de la cafetería y a la vuelta de la esquina, se dio cuenta de que Kurt ni siquiera lo siguió. No estaba seguro de qué sentir al respecto.
(1) Ya saben cómo es esto, allá les gusta mucho imitar los acentos de otras regiones del país. No se entiende mucho en español, pero no es tan relevante.
Notas finales:
Una vez más, cualquier error es mío y del Word… Señálenlo si es increíblemente garrafal… Intentaré no demorar con la continuación...
Ci vediamo!
Adigium21
