EL OFICINISTA
En pleno centro de la ciudad se encontraba una gran torre de hierro y ladrillo, en su interior más de 5 pisos. En el piso quinto comenzaba ese día a trabajar el Señor Giménez contratado para pasar manualmente datos impresos en el ordenador. La empresa no era muy partidaria del escáner porque los escaneos no permiten realizar modificaciones en los datos en caso necesario, de modo que en aquella quinta planta casi todos los documentos se copiaban en Word, había algunos documento escaneados pero muy pocos. Contando con el Señor Giménez había en total 10 trabajadores en aquella sección pero con una diferencia, la velocidad media de la gente del departamento era de 250 pulsaciones de teclado por minuto mientras que el nuevo trabajador tenía 400 pulsaciones por minuto. Los otros trabajadores y trabajadoras de la oficina trataron al principio de seguir el ritmo de su nuevo compañero, pero les resultaba físicamente imposible y se sentían cada vez más molestos y frustrados por ello. El nuevo empleado en un solo día se hacia más documentos que el resto de sus colegas. Un día el jefe personal llamó a Giménez a su despacho y le pidió que bajase su ritmo de producción diciéndole "Usted no puede ir a la velocidad que quiera ni puede adelantarse tanto a sus compañeros, ha de ajustarse al ritmo de los demás, asique vaya más despacio". Giménez no fue defendido por nadie asique no tuvo más remedio que intentar trabajar a menor velocidad, acostumbrando a su cuerpo y mente a ir más lento; primero paso a 350 pulsaciones por minuto, después a 300 y finalmente a 250. Cuando por fin lo logró tanto su jefe como sus compañeros estuvieron más satisfechos y contentos con él. Después de 3 años trabajando con 250 pulsaciones se dio cuenta de que ya no podía ir más deprisa aunque quisiera, ni siguiera en su casa. El resto de la plantilla a lo largo de dicho trienio había logrado subir a una media de 280 pulsaciones; Giménez había perdido su soltura con el teclado. A causa de forzarse a trabajar a un ritmo originariamente por debajo de sus posibilidades reales ese ritmo se le había quedado marcado para siempre, nunca más en toda su vida volvió a recuperar sus 400 pulsaciones por minuto, ni siguiera pudo volver a pasar de las 295.
FIN.
Hola, bronies y lectores.
Esta vez no les he ofrecido un fanfic de MLP sino un one-shot cuyo tema me inventé, es decir, que es un original mío. ¿Les gustó?
En esta ocasión no haré notas aclaratorias, saquen sus propias conclusiones, pero si quieren hacerme preguntas se las responderé encantado.
Un saludo.
Nos leemos.
