NA: Al empezar esta historia creí que estaba escribiendo una comedia pero luego se me fue de las manos y terminó siendo un poco más serio, de todas formas tendrá su toque de humor. Esta historia la había empezando diferente pero decidí cambiar el desarrollo de la historia por lo que lo he modificado un poco.
Esta historia se desarrolla en la misteriosa ciudad de los titanes en el supuesto de que el trio de titanes haya tenido éxito y hayan regresado a casa. Por lo tengo me vi obligada a crear OC pues obviamente más gente vive ahí y la convivencia es inevitable. Pero creí que sería divertido basar los OC en las personalidades de los otros personajes favoritos de SNK. Tal vez puedan adivinar qué otro personaje está discretamente incluido.
CAPÍTULO 1. ¿QUÉ QUIERES DE MI? PARTE 1
Amanecía y el sol desaparecía lentamente las sombras de la noche y entre aquellas figuras iluminadas por la cálida luz estaba Bertholt contemplando la casa de Annie al otro lado del camino. Escondido entre los matorrales y árboles cercanos que no eran de mucha ayuda dado que era un hombre muy alto y agacharse junto a los matorrales no era suficiente, pero aun así ahí estaba esperando. El plan era que cuando aquella pequeña muchacha saliera de casa él la encontraría "de casualidad", entonces recorrerían juntos el camino hacia el cuartel general, porque aún eran soldados y debían ir a reportarse, en el camino él le haría galantes cumplidos, se comportaría como todo un gallardo caballero y ella entonces notaría el gran partido que él podía ser. Dicen que las mujeres no pueden resistir los halagos y buenas maneras de un joven amable y de buenas intenciones, justo como lo era él. Era un plan perfecto, pero los nervios habían sido sus constantes compañeros y hoy no era la excepción ¡Sobre todo en ese momento! Le sudaban las manos y las tenía que limpiar constantemente en el pantalón. ¿Cómo iba Annie a querer tomar su mano así toda mojada? Apretó los ojos y ensayó en voz baja lo que tenía planeado decir o algo así.
- Buenos días, que casualidad verte por aquí, Ah, ¿vives allí? Qué coincidencia, me queda de paso. No, no es molestia, vamos juntos. ¿Te cambiaste el peinado? ¿No? Es el mismo desde hace años, no me había dado cuenta, no, sí, sí me había dado cuenta… me gustan mucho las rubias… no, no todas las rubias, sólo tú….
- ¿Qué estás haciendo? – una conocida voz interrumpió su torpe soliloquio. Una voz que le gustaba escuchar pero que no esperaba escuchar. Annie estaba de pie junto a él. El chico la miró, sentía que le habían arrojado un balde de agua helada en la cabeza.
- Yo… Yo… estaba buscando… buscando…. gusanos para ir a pescar – dijo rápidamente y escarbó la tierra en busca de uno.
Annie sin decir nada se agachó junto a él, removió la tierra un poco con sus manos, encontró un gusano, lo tomó y lo puso en la mano del muchacho quien se puso rojo, no solo por la acción de Annie, sino porque en realidad él odiaba los gusanos, le daba asco ver como se retorcía en su mano pero no podía aventarlo o gritar en frente de ella, tenía que ser fuerte. Otro gusano se retorció en la tierra y también terminó en las manos de Bertholt quien no pudo evitar hacer una mueca de desagrado.
- Gracias – dijo él con esfuerzo.
Annie miró inexpresivamente a Bertholt por unos segundos, de repente ella golpeó las manos del chico para que aquellos bichos salieran volando. Él se sintió aliviado por un momento, antes de encontrarse con la mirada de la rubia. Se puso de pie inmediatamente, Annie hizo lo mismo y se sacudió las manos llenas de tierra.
- Te vi desde que llegaste – le dijo Annie – hace horas.
Bertholt no sabía que decir ¿cómo explicar lo que estaba haciendo? Lo mejor era huir, pedir disculpas y retirarse, sí, era lo mejor.
- Yo… lo siento, tengo que irme ahora – Bertholt se dio media vuelta listo para huir pero Annie agarró la manga de su camisa para detenerlo ¿Eso significaba algo? ¿No quería que se fuera? La volteó a ver por encima del hombro, desde su altura solo podía ver el rubio cabello de la chica.
- ¿A qué viniste? – Le preguntó Annie nuevamente sin levantar la vista.
- No… yo no… - intentó excusarse el muchacho
- No soy tonta, Bertholt. ¿Por qué otra razón estarías aquí? Viniste a verme ¿Qué quieres?
Bertholdt tragó saliva y la volteó a ver, no pudo decir nada. Las palabras no salían de su boca. Quedaron unos segundos en silencio. Annie suspiró con hartazgo al no encontrar respuesta.
- Si no tienes nada que decir está bien– dijo la chica finalmente – pero no te quiero ver afuera de mi casa otra vez, ve a buscar gusanos a otra parte.
Annie esperó por un momento alguna réplica de él pero al no obtenerla se marchó a su casa. Bertholt sintió que se le hacía un hoyo en el estómago. ¿Qué debía hacer hora?
- Bertholt – escuchó la voz de Annie que lo llamaba desde la entrada de su casa – La próxima vez llama a la puerta y no te quedes como tonto merodeando afuera – y dicho esto cerró la puerta.
¿Que llamara a la puerta? ¿Era una invitación para venir a visitarla? Sintió que no todo estaba perdido, su visita no había sido en vano. Definitivamente regresaría, llamaría a la puerta y traería con él algún regalo para ella y para su padre. Su padre, Bertholdt tragó saliva, otro problema con el que enfrentarse. Si la iba a visitar ¿No sería interrogado por el Señor Leonhardt? No sabía qué clase de persona era dado que nunca había hablado con él, pero bien sabía lo duro que había sido con su hija. Era demasiada presión, pero tenía que hacerlo ¿Qué otra opción tenía? Si quería a la chica tenía que hacerlo, las cosas buenas no son fáciles de conseguir.
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Annie cerró la puerta y suspiró, era la tercera vez que veía a Bertholt por los alrededores de su casa, pero esa había sido la primera vez que ella había salido para ver qué quería y no había obtenido respuesta.
- ¿Supiste que quería ese chico Hoover? – preguntó el padre de Annie quien estaba sentado en la cocina bebiendo una taza de té.
Annie solo se encogió de hombros.
- ¿Le dijiste que no lo quiero ver por aquí otra vez?
- Si
- Bien – respondió el Sr. Leonhardt.
- Le dije que si tenía algún asunto aquí que llamara a la puerta.
- ¿En serio? me pregunto si lo hará – el padre de Annie soltó una pequeña risa irónica se levantó y salió de la cocina.
Annie miró por la ventana. Bertholdt ya se había ido ¿Regresaría para llamar a su puerta? Sabía lo difícil que sería para él, sería un completo desastre, Annie sonrió ante la idea. Ella sabía que lo ponía nervoso, ya no era tan inseguro como antes, no con los demás pero ante ella a veces parecía que estaba a punto de mojarse en los pantalones ¿Cuál era su problema? ¿Le tenía tanto miedo o le gustaba? ¿Ambas quizá? De todas formas ella no tenía tiempo de pensar en eso, tenía que seguir entrenando ya que aún había otras misiones a las que podía ser asignada en cualquier momento. Otra misión. Le preocupaba que fuera otra vez una de largo plazo, años nuevamente lejos de casa sin saber si podría regresar. Pero no sólo eso, se sentía avergonzada por haber fallado en la última misión, había fallado en convertirse en una guerrera y por lo que había escuchado, pues no conocía los detalles y no recordaba mucho, ella incluso había sido una molestia para Reiner y Bertholt pues tuvieron que rescatarla, después de todo el tiempo y el esfuerzo invertido sentía que lo había echado a perder y, sentía que había defraudado a su padre aunque él no le hubiera dicho nada y se hubiera alegrado por su regreso. Precisamente, tenía otros problemas como para preocuparse por Bertholt merodeando por su casa, tal vez aquel chico titán pensaba jugarle alguna mala broma por haberle causado tantos problemas y se había puesto nervioso porque lo había descubierto. No. Difícilmente haría algo así.
Annie se alistó para salir hacia el cuartel militar. Tenía que usar un uniforme sencillo, pantalones verde oscuro y playera café. Cuando estuvo lista salió de casa. Gracias a Bertholdt ya iba tarde… otra vez.
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Bertholt y Reiner se encontraban formados en fila junto con otros guerreros en el cuartel militar, Annie aún no llegaba.
- ¿No que ibas a pasar por Annie? – le pregunto Reiner - ¿Qué pasó?
- No quise molestarla y tenía que atender otros asuntos – mintió Bertholt quien miró el lugar vacío donde ella debería estar. Estaba preocupado de que no llegara antes del pase de lista porque entonces estaría en problemas, sentía que era su culpa por haberla hecho perder el tiempo en la mañana. Aunque tampoco es que Annie fuera precisamente puntual.
- Me pregunto si esta vez no se salva – dijo la chica que estaba a la derecha del lugar vacío de Annie – sería divertido ver qué clase de castigo le ponen.
El subcomandante, entró al cuartel y todos se pusieron firmes. Se dispuso a tomar lista. En ese momento Annie entró al cuartel calmadamente y se formó en su lugar. El subcomandante la miró de reojo pero continuó con el pase de lista. Eran solo 20 guerreros presentes. Al menos eran 20 los que formaban parte del escuadrón con el poder del titán. Al finalizar el pase de lista el subcomandante tenía un anuncio que dar.
- La próxima semana será la ceremonia oficial para otorgar los nuevos rangos a aquellos que se han ganado un ascenso, se consideró la experiencia que han ganado en batalla y los éxitos de las misiones, estos serán los nuevos líderes de escuadra y por supuesto que después tendrán que hacer el examen físico y teórico para que se les asigne su nuevo rango de manera definitiva, siéntanse orgullosos.
EL subcomandante hizo una seña con la cabeza para dar la entrada a su asistente, era una chica joven, tenía en la mano algunos documentos, se los entregó al subcomandante quien miró la lista de nombres y se dispuso a leerlos.
- Los futuros cabos, líderes de escuadra serán Hissel Scott, Evan Mortimer, Ivan Fischer, Eva Benz, Reiner Braun y Bertholt Hoover, felicidades jóvenes. Esta será su última semana como guerreros. Eso es todo. Pueden retirarse.
Todos esperaban que el subcomandante saliera para poder hablar sobre los nuevos ascensos. Bertholt pensó en toda la responsabilidad que tendría que asumir ahora y también estaba extrañado de que Annie no hubiera sido mencionada dado que ella fue parte de la misión en las murallas.
- Casi lo olvido – dijo el subcomandante antes de retirarse - Leonhardt
Al escuchar su nombre Annie sintió que se le hacía un hueco en el estómago pero trató de no mostrarlo ¿Acaso se le había olvidado mencionar su nombre con los demás?
- Llegas tarde otra vez –comenzó a decir el subcomandante - y parece no importarte siquiera, veamos si tres meses trabajando en los almacenes te enseñan algo de responsabilidad y por cada minuto que llegues tarde a reportarte al almacén será una semana más trabajando ahí ¿Quedó claro, Leonhardt?
- Sí, señor.
Algunas risas ahogadas se escucharon entre los compañeros pero fueron apagadas por la mirada del subcomandante que finalmente salió del lugar seguido por la asistente. La chica junto a Annie comenzó a reír. Nadie quería ser enviado a los almacenes, era trabajo pesado y sucio, todo lleno de polvo y harina todo el tiempo además de las ratas, claro.
- Al fin te castigaron – dijo la chica riendo – ya se habían tardado, oye, que además ¿no estabas tú en la misión de las murallas? Ni te mencionaron siquiera. ¿Tan mal te fue? – Se burló.
- Cierra la boca, Hissel – dijo Reiner detrás de ella – Si alguien no debía subir de rango eres tú, vas a llevar a tu escuadra a la muerte.
- ¡Reiner! – dijo la chica alegremente ignorando lo que le habían dicho. Se apresuró a tomar a Reiner del brazo – Felicidades, no me sorprende que nos hayan mencionado, ves cómo somos tal para cual, los único que me entristece es que nos van a separar.
Mientras Reiner trataba de quitarse de encima a Hissel, Annie solo se dio la vuelta para irse. Salió del lugar, se podían escuchar lo cuchicheos de los demás dentro del cuartel.
- Annie, espera – Bertholt fue tras ella cuando la vio salir – es mi culpa que te hayan castigado. Yo te retrasé. Lo siento.
- No importa – le respondió – aunque hoy me hayas demorado no era la primera vez que llego tarde, no es tu culpa.
Bertholdt la miró, se veía preocupada, tal vez para los demás su rostro era siempre el mismo pero la había observado tanto tiempo que conocía las leves expresiones que mostraba y ahora se veía que no pasa por un buen momento ¿realmente le preocupaba su castigo o el hecho de no haber sido ascendida?
- Lamento que no te hayan nombrado – dijo aquel alto muchacho - tú estuviste con nosotros en las murallas, deberían reconocer tu trabajo también. Yo puedo hablar con el capitán y explicarle…
- ¿Explicarle qué? – lo interrumpió Annie – No hay nada que explicar, yo fallé. No fui de gran ayuda al final.
- ¡No es verdad! Sin toda la información que nos diste no hubiéramos podido planear nuestra estrategia y por eso lo logramos. Gracias a eso, gracias a ti.
Annie se quedó pensativa, dudando si lo que le decía podría ser verdad.
- De todas maneras – dijo ella finalmente – no creo que yo pueda ser un líder. No soy buena para trabajar en equipo lo sabes bien. Seguro que eso lo tuvieron en cuenta para tomar su decisión.
- Pero… si fuera el caso yo tampoco soy apto para el puesto de líder.
- Tal vez sí, tal vez no. No dejes que Reiner tome todas las decisiones siempre.
Bertholt no supo que decir, Annie tenía razón. Reiner hablaba más que él y tomaba casi todas las decisiones.
- Deberías intentar pasar tiempo con otras personas y no solo con él – le aconsejó Annie.
Si pasara más tiempo con alguien más sería contigo, pensó Bertholdt, tal vez debería proponérselo ahora mismo ¿Qué sería bueno decirle? ¿Entrenamos juntos? ¿Quieres que demos un paseo? ¿Vamos a comer? ¿Puedo pasar por ti cada mañana y asegurarme de que no llegues tarde? Sí, eso parecía una buena idea. El chico ser armó de valor para hacerle alguna propuesta.
- Sí, tienes… tienes razón – comenzó a decir Bertholt quien empezó a sudar frío - creo que estaría bien si pasara más tiempo sin Reiner con… con otras personas, y si… si tú quieres podríamos….
- ¡Bertholdt! – Una chica llegó corriendo y tomó la mano del moreno y lo jaló para llevárselo. Bertholt quedó sorprendido y sin palabras por la intrusión desafortunada de aquella – Ven, vamos.
La chica iba a acompañada por otro más.
- Vamos a ir a la ciudad para brindar en honor a ustedes por su ascenso – Dijo aquel compañero intruso dándole una palmada en la espalda y empujándolo para que caminara. La otra chica lo continuó jalando y entre los dos llevaban a Bertholt hacia el otro lado, él se resistió un poco y volteo a ver a Annie quien solo observaba la escena.
- Ah, si – dijo su compañera de escuadrón viendo que Bertholt le prestaba atención a Annie– Puedes ir tú también si quieres chica del almacén.
- Suena bien – contestó Annie – pero no gracias – ella miró a Bertholt, realmente esperaba ver alguna reacción de él. O si solo se dejaría arrastrar por los demás como siempre.
Bertholt no supo que hacer, por un momento su mente quedó en blanco, realmente quería quedarse ahí con Annie, había estado tan cerca de dar un primer paso, tan cerca, pero sus compañeros eran demasiado insistentes ni siquiera estaban preguntándole si quería ir, solo lo arrastraban y no quería ser grosero con ellos, no podía serlo. Y en lo que sus pensamientos ponían un orden ya había sido arrastrado lejos de Annie. Bertholdt recapacitó por un segundo y se detuvo en seco, sus compañeros no pudieron seguir jalándolo más, claramente era más fuerte que ellos.
- ¿Qué pasa? – preguntó la chica
Bertholdt miró hacia atrás pero Annie ya se había marchado.
- Soy un idiota – murmuró para sí mismo.
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NA: Gracias por leer hasta el final, y se agradecen los reviews que de eso vivimos los aficionados escritores de fanfics ¿no?
