DISCLAIMER: Fairy Tail y sus personajes no me pertenecen, son propiedad del mangaka Hiro Mashima.


I

La lucha definitiva contra Acnologia y Zeref finalmente había terminado. Los magos más fuertes del reino de Fiore, heridos y cansados, pero con una sonrisa de victoria en el rostro se intercambiaron palabras de alegría mientras chocaban sus manos y se daban abrazos.

El terreno se encontraba en un estado de destrucción total, las enormes piedras junto con el resto de escombros hacían el escenario perfecto de una batalla a muerte. Por su parte Lucy Heartfilia levantó la cabeza y miró al frente con los ojos muy abiertos, buscó desesperadamente a su compañero de equipo que no veía por ningún lado, lo cual le producía una sensación inquietante. Se puso de piel a trompicones, apoyándose en sus rodillas para de inmediato llevarse un brazo a su abdomen manchado por la sangre que emanaba de una lesión lo suficientemente profunda para que en cuestión de minutos la hiciera desmayarse. Cuidando de no caer al suelo, caminó lo más rápido que sus músculos le permitían. Se alejó del resto.

Lucy apretó los dientes, sabiendo que sus ojos se llenaban de lágrimas tanto por el insistente dolor que sentía en su cuerpo como por no encontrar a su amigo a pesar de que lo llamaba a agudos gritos. Empezó a jadear conforme avanzaba más, hasta que de repente lo vio.

Natsu permanecía de pie a mitad de la nada, con la mirada perdida y los brazos cubiertos de golpes y raspaduras, la ropa rasgada y el cabello más alborotado de lo normal. Ella sonrió a punto de romper en llanto, por lo que se apresuró a pesar del pinchazo de dolor en su vientre a cada paso que daba. Antes de llegar a su lado, Natsu flaqueó y todo su cuerpo se ladeó a la derecha, Lucy rápidamente se despreocupó de su propia herida y se aventó a tomarlo entre sus brazos.

Cayó de rodillas con él de frente a sí misma, con su rostro hundido en sus pechos y el resto de su cuerpo inerte sobre la tierra. La maga celestial no pudo hacer más que echarse a llorar de alivio al notar su pausada respiración mientras lo aferraba a ella cariñosamente. Le acarició el pelo, incapaz de pronunciar palabras, lo único que deseaba por ahora era sentir aquel contacto cálido y reconfortante que tanto había temido de perder.

—Natsu, gracias —sollozó.

Entonces se alejó lo suficiente para ver su rostro.

Poco a poco el dragon slayer fue abriendo los ojos, y lo primero que miró fue a una sonrojada Lucy que no parada de hipar por tanto lloriqueo. Natsu sonrió inmediatamente se fijó en el color de sus bonitos ojos marrones.

—Hola, Lucy.

—¡Natsu! —chilló feliz, oír su voz jamás le había parecido algo tan hermoso como en ese momento.

Lo tomó del cuello y volvió a envolverlo entre sus brazos. Continuó llorando por la emotividad de la situación, porque si mal no recordaba antes de todo ese maldito enrollo de Acnologia, él le había dicho que la quería y que la protegería costara lo que costara, con su vida incluida. O al menos así lo había interpretado ella.

—Yo también te quiero, Natsu.

Natsu se estremeció al oír esas palabras saliendo de su boca, alargó un brazo y le acarició la espalda queriendo consolarla. Si había algo que le disgustada mucho era ver a Lucy llorar por la causa que fuera. Cuando la veía en ese estado le daban ganas de patear al responsable. Inesperadamente, Lucy lo tomó de las mejillas, provocando que sus ojos se admiraran mutuamente; y en un intento de detener las lágrimas pestañeó un par de veces mientras decía:

—Te quiero tanto que no sabía qué iba a hacer si te perdía. Natsu, por favor, no me dejes nunca —acercó su boca lentamente a la de Natsu y continuó—: Quiero que hagamos muchas misiones juntos, que riamos juntos, que vivamos juntos…

Natsu se encontraba altamente sorprendido por aquella romántica confesión, sus ojos se abrieron a todo lo que daban y el corazón le bombeó ansioso. No había soñado con algo así, y vaya que soñaba mucho con Lucy de protagonista.

—Y entonces… quiero casarme contigo. Prométemelo.

Lucy le dio un casto beso después de su última palabra, dejándolo por un instante entre las nubes. Natsu correspondió delicadamente, saboreando de la sensación, mágicamente se había formado una burbuja a su alrededor donde todo su dolor había desaparecido por completo. Al separar sus labios, en las mejillas de Lucy sólo yacían los rastros de las lágrimas secas. Él le pasó una mano por la coronilla y lo que a continuación hizo, era algo que le encantaba a la muchacha. Juntó sus frentes cariñosamente y con los ojos cerrados le susurró:

—Te lo prometo, Lucy.

Se volvieron a besar pero sin ser tan inocentes, esta vez se permitieron compartir sus húmedas lenguas en una muestra de amor necesitada. Natsu la quiso tomar de la cintura y con lo que sus dedos se encontraron fue una sustancia viscosa y fría. Frunció el ceño, separándose de la apetitosa boca de la chica y cuando bajó la vista a su mano, sus pupilas se dilataron. Había sangre en toda su palma. Asustado, se fijó en el pálido rostro de Lucy que sin previo aviso se fue apagando. Ella dio un profundo suspiro, sus ojos de chocolate se cerraron e inevitablemente se desmoronó encima del mago de fuego.

Natsu gritó el nombre de la maga esperando una reacción, se sintió algo mareado pero en seguida se recompuso, la recostó y al ver su abdomen se quiso morir al hallar semejante herida en el cuerpo de Lucy. Observó su ropa rasgada que prácticamente no le cubría nada que inclusive se le salían los pechos. Gruñó enfadado por ser tan imbécil. No era el puto momento de ser un pervertido, se quitó la bufanda y con ella le vendó el vientre con un poco de presión para detener el sangrado lo mejor posible. Se levantó impetuosamente y sin saber qué hacer buscó a alguien a la redonda sin embargo lo único que encontró fueron escombros.

«¡Maldición! ¡¿DÓNDE ESTÁN TODOS?!»

Se arrodilló a un lado de la maga inconsciente, maldijo entre dientes con una lágrima a punto de escapar de su ojo, y dispuesto a cargarla hasta hallar a quien pudiera ayudarlo, un dolor animal atacó su cabeza y su visión se volvió borrosa y después todo se hizo negro. Colapsó a un costado de Lucy, ignorando que sus compañeros no muy lejos de ahí los buscaban a ambos y que unos segundos más tarde los encontraron totalmente abatidos bajo la puesta del sol.

—¡Natsu! ¡Lucy! —gritó Mirajane.

La camarera junto con Gray, Wendy y Happy se acercaron a ellos lo más veloz que pudieron ir, al verlos desvanecidos, y sobre todo a Lucy cubierta de rojo, no tuvieron que pensar en más para saber que debían atenderlos cuanto antes.

—¡Lucy-san!

Wendy se concentró en empezar a sanar la fisura de la maga celestial. Supo perfectamente lo que Natsu había pretendido al colocarle su bufanda, no obstante, Lucy ya había perdido mucha sangre y a pesar de tener magia de curación ella no podía hacer mucho a esas alturas.

Happy se sorbió la nariz al ver a sus amigos en ese estado tan lamentable, quería ser fuerte después de todo lo que habían pasado, pero finalmente sus emociones pudieron con él y se puso a llorar, pidiéndoles a ambos que despertaran. Gray cargó a Natsu mientras las chicas veían el modo de mover a Lucy sin hacerla empeorar y finalmente se marcharon de ahí con urgencia.

Dormida, Lucy recordaba cómo había sido la declaración que le había hecho Natsu antes de que fueran a luchar contra Zeref. Jamás lo iba a olvidar, de eso estaba completamente segura.

Ya era de noche y todos habían organizado una fiesta en la cual no pudo faltar el alcohol. Lucy había salido un ratito a ver las estrellas porque tenía que pensar, luego apareció su amigo dragon slayer tras su espalda y platicaron cosas triviales, lo cual era poco común, pero igual hizo sonreír a Lucy.

Natsu la miraba embobado cuando ella no se daba cuenta y se dirigía a las estrellas buscando relajarse y alejar sus temores. Sin saber por qué, ella le preguntó en un tono melancólico sin dejar de ver el cielo:

—¿Todo va a estar bien? ¿Verdad?

«¿Tú vas a estar bien? ¿Verdad?»

Y sin dejar que Natsu le respondiera, siguió hablando.

—En Fairy Tail encontré una familia y amigos que amo con todo mi corazón, no quiero perderlos, Natsu… tengo miedo.

«Tengo miedo de perderte a ti»

Lucy se mordió el labio, no quería ver su amigo a la cara, le daba vergüenza hacerle saber que después de todo era una vil cobarde que lo único que les iba a causar eran molestias. Por favor, ella no era nada fuerte comparada con Erza, con Mirajane, con Gray, con Gajeel, con Natsu... Si bien su sueño había sido entrar a ese fabuloso gremio, no lo había hecho para que un mago tan valiente y poderoso como Natsu se convirtiera en su protector y la salvara de todo. Cerró los ojos, si las lágrimas la traicionaban ahí mismo estaba perdida. Tal vez su problema era que siempre se dejaba llevar por el sentimentalismo.

—No llores, Lucy —dijo él, haciéndola dar un respingo.

Ella sonrió, Natsu la conocía tan bien que sabía que pronto se pondría a lagrimear como una niñita. Lo miró y encontró lo mismo que siempre veía: un hombre de esos de los que te enamoras con locura, porque sabes que son leales, protectores y aunque no lo parezca de un principio, también muy cariñosos.

Él se puso muy cerca de ella, lo suficiente para oler su escancia femenina pero lo justo para no rozarla con su cuerpo, pero eso lo arregló fácilmente al acariciarle una tersa mejilla con su mano rasposa mientras la observaba con aquellos verdes ojos que podían derretir de ternura a cualquiera. La manera en que Natsu la veía era única y exclusivamente para ella. Para Lucy.

—Todo va a estar bien, Lucy. Derrotaré a Zeref porque tengo que cuidar de la persona más importante para mí.

La primera lágrima había salido en cuanto la había tocado y el resto fluyó como un río cuando entendió el amor oculto entre las dulces palabras de Natsu. Quiso abalanzarse sobre él y plantarle un besazo que le demostrara que su amor podía ser igual de grande que el suyo, sin embargo se abstuvo de la idea al pensarlo mejor. Bajó la mirada, en parte por cubrir su rubor y en parte por no ser capaz sostenerle la mirada por más tiempo.

—He de estar tonta, no sé por qué te pregunté eso… si confío en ti desde que me uní al gremio.

«Te quiero, Natsu»

Después pasó a un lado suyo y se fue a su departamento donde se desahogó abrazando la almohada, sin decidirse por si en realidad deseaba o no, que Natsu entrara por la ventana, se metiera en la cama con ella y la siguiera apaciguado hasta el amanecer.

Dos días después de la batalla Natsu despertó con una pulsación molesta dentro de su cabeza. Sus ojos se negaban a espabilar del todo, las imágenes las tenía borrosas y no sabía a ciencia cierta en dónde demonios se encontraba tumbado. Entonces recordó el encuentro con Acnologia y la pelea con Zeref, la voz de Lucy diciéndole que lo quería y después los dos besándose. Y sangre.

—¡LUCY! —bramó.

Se sentó en la cama de un brinco y el sonido de una puerta abriéndose se escuchó. Apareció una Mirajane con vendas en los brazos y un parche en la mejilla, detrás de ella llegaron el maestro Makarov, Gray, Erza, Gajeel y todos los que faltaban de sus amigos en la mismas condiciones. Sin dejar a que ellos le pronunciaran una mísera palabra, se aceleró en exigir:

—¡¿Dónde mierda está Lucy?!

Pegando semejante rugido la cabeza le dio un aguijonazo como consecuencia, se tocó la nuca inevitablemente y ahí se dio cuenta de que la tenía rodeada de vendas y más vendas. Su torso en parte estaba envuelto de la misma gasa igual que un brazo y una pierna.

—Tranquilízate, Natsu —dijo Makarov.

—Todavía tienes que guardar reposo, tus heridas aún no sanan por completo —advirtió Mirajane.

Pero a Natsu no pudo valerle menos que un cacahuate lo que le decían pues se levantó y caminó en dirección a la salida.

—¡Si no me dicen dónde está Lucy voy a ir a buscarla!

—¡Natsu! ¡Si te calmaras podríamos explicarte!

—¡No puedo calmarme, Lisanna! ¡Lo último que recuerdo es que ella estaba sangrando en frente de mí y yo no podía hacer nada! ¡No pretendan que me calme porque no lo haré hasta saber que ella está bien! —gritó Natsu sin aliento.

De repente su cuerpo entero se tambaleó y por fortuna el enorme de Elfman estuvo presente para hacerse cargo de él. Lo regresó a la cama y antes de que se le ocurriera volver a ponerse como un loco, Erza le aclaró:

—Natsu, escúchame.

El aludido inclusive había olvidado quién era Erza y estaba dispuesto a mandarla de paseo, pero el tono de la chica lo inmovilizó al entender la seriedad de la situación.

—Lucy está siendo atendida por Polyushka. Perdió mucha sangre y por ahora no ha despertado. Wendy hizo todo lo posible para detener el sangrado cuando los encontraron pero al parecer ya era demasiado tarde. Tenemos que ser pacientes y ver cómo reacciona al tratamien…

—Tengo que ir a verla.

Interrumpir a Erza en otro momento había sido una total locura de esa que sabes no te permitirían seguir vivo, pero era todavía una locura mayor quedarse ahí durmiendo mientras su ser más querido no abría los ojos. Necesitaba ir allá para estar con ella cuando despertara. Natsu intentó incorporarse pero la migraña se lo impidió rotundamente, haciéndolo caer de nuevo.

—En tu estado es imposible que salgas de aquí, Natsu. Sufriste de una contusión en la cabeza que te causará jaquecas por al menos dos días más —explicó el maestro.

—Por ahora permanecerás en el gremio. Te avisaremos cuando Lucy haya recuperado la conciencia —dijo Erza.

Ganas no le hacían falta para mandarlos a todos a la mierda, sin embargo su estado de salud se lo impedía además de que ellos no lo hacían por joder, sino porque se preocupaban por él. No se iba a perdonar el descuido de haber obviado el sangrado de Lucy, simplemente se justificaba creyendo que todo ahí tenía el mismo olor a guerra. Sangre de Acnologia, de sus amigos, suya y de Lucy.

—¿Dónde está Happy? —quiso saber Natsu, extrañado de no verlo por ningún lado de la habitación.

—Con Lucy —contestó Mirajane.

Y saber eso lo hizo alzar levemente la comisura de su labio casi de manera imperceptible. Tendría mucho que agradecerle a Happy porque ya se imaginaba cómo debía ser estar con la vieja.

Sus compañeros lo dejaron solo el demás tiempo para que puediera descansar. Al anochecer le fue imposible conciliar el sueño pensando en cómo estaría su compañera. ¿Qué hora era ya? Tal vez las cuatro de la mañana. En la oscuridad de la enfermería se dedicó a mirar por la ventana la luna llena que le hacía compañía desde el exterior. Si cerraba los ojos lo primero que se le venía a la mente era el beso que Lucy le había dado después de decirle que lo quería. ¡Dios, ella le había dicho que deseaba casarse con él! En seguida la imagen de su cuerpo inerte en el sucio suelo le desgarraba el alma como jamás había sentido en su vida. Bajó los párpados, apretándolos, y se hizo la promesa de jamás dejarla sola, que a partir de ese momento no permitiría que a Lucy se sucediera nada. Sin embargo, para eso tenía que despertar antes y en verdad no veía la hora en ver una vez más aquellos ojos soñadores tan inocentes y dulces como el chocolate caliente.

El sueño pudo con él dando paso el alba y se quedó dormido.

Lucy seguía con su fantasía entretanto continuaba inconsciente. Sus sueños eran un poco picantes ya que Natsu y ella vivían en la misma casa desde hace un tiempecito y por lo tanto su intimidad había crecido día con día. El mago de fuego desde que la había hecho suya no dejaba de recordárselo en todas partes de la casa, lo cual la traía locamente enamorada. Siempre la trataba con delicadeza, sabía darle placer y usaba protección. Toda su historia estaba repleta de besos, caricias, abrazos y escenas calientes. Era poco sensato pensar en que mientras yacía dormida a causa de una lesión, ella estuviera pensando en cosas sexuales, sin embargo, así era.

—¿La quieres? —le susurraba Natsu al oído.

—Sí, Natsu.

—¿Dónde la quieres, Lucy?

—En mi coño…

Era como la vida real y no una fantasía, porque finalmente ella se sonrojaba como un tomate y le salía esa vocecita tan femenina que igual le gustaba al Natsu de la realidad, así que mucha diferencia no había. Que recién empezaran su relación amorosa y no tuvieran la oportunidad de desarrollarla de inmediato por culpa de sus heridas no significaba que dentro de un plazo de un mes (menos o más) no estuvieran tal cual (o lo más parecido posible a) como se lo estaba imaginando la maga celestial. Si bien habían permanecido con el título de amigos, no significaba que del todo lo fueran, porque nadie que de verdad fuera sólo amigos, tendría la relación que ellos llevaban.

Dos días después sus largas pestañas vibraron y sus párpados subieron de poquito en poquito. No reconoció el lugar y sintió miedo, la cabeza le pesaba y todo su vientre estaba adormecido. ¿Acaso la había drogado? Se vio la ropa y encontró un camisón blanco sin chiste. Se enderezó apoyándose en el cabezal. Analizando mejor el lugar se enteró de que estaba dentro de la casa de la anciana Polyushka. Y todos los incidentes se amontonaron en su mente.

—¡Lucy!

El chillido del gato azul captó toda su atención y sin darse cuenta de cuándo o cómo, Happy ya estaba abrazándola con sus pequeñas patas, hundiendo su rostro en el canalillo que marcaban sus pechos y llorando casi tanto cuando su yo futura se había ido.

—¡Happy! —pronunció alegremente Lucy.

Correspondió la muestra de cariño pasándole una mano por su cabecita revolviendo su pelaje. Una emoción la embargó por completo al sentir su corazón latir, demostrándole que seguía viva, estaba por preguntar por Natsu con aquella voz de preocupación tan blanda que tiene cuando la anciana de pelo rosa entró por la puerta trayendo un manojo de yerbas.

—Veo que finalmente has despertado.

Lucy no quiso pensar mal pero o eso había sido una sonrisa muy mal ocultada o la mujer mayor tenía una mueca por defecto. En cuanto asintió con un ladeo de su cabeza, Happy se separó de ella y muy feliz exclamó:

—¡Tengo que avisar a los demás! —desplegó sus alas listas para marchar, le sonrió a Lucy como un niño hace a su mamá y voló literalmente a la salida.

Lucy miraba cómo el exceed se iba y la dejaba por lo que no aguantó ni un segundo más de incertidumbre, en un arranque de temor le gritó:

—¡Happy! ¡¿Cómo está Natsu?!

Pero él ya se había ido, dejándola con la interrogante en al aire. La maga celestial bajó la cabeza, apenada por sí misma. Deseaba creer que él de seguro estaba más que bien y vendría de inmediato a visitarla, aunque tampoco podía dar por hecho que… Polyushka notó el rostro triste de la maga rubia, y como ya se sabía, en el fondo ella no era tan mala así que optó por intentar levantarle el ánimo. Aunque no fuera de las ancianas que regalaban panqués de moras, podía ser lo suficientemente afable con quienes habían tenido que vérselas con un dragón.

—El muchacho está bien. Sólo tuvo una contusión en la cabeza que le dejó secuelas menores como hemicráneas. Nada de lo de qué preocuparse. Mejor tú deberías volver a recostarte, tu herida era demasiado profunda y aún no cierra por completo y si no cuidas tu postura podrías causar que sangre de nuevo.

Lucy le agradeció con una amable sonrisa la información y el consejo médico, ya sabía que esa mujer no soportaba que la vieran siendo tan agradable y menos con un humano por lo que terminó refunfuñando por poco. Se acomodó en la cama cuidando de doblar su abdomen lo menor que pudo; si era tan profunda como recordaba haberla sentido cuando el dragón le desgarró y su recuperación sería lenta, era mejor que hiciera caso.

La curadora se fue a la posible parte que era la cocina y al desaparecer de la vista de Lucy sólo se escuchaban los cacharros estrellarse. Lucy mientras tanto se cubrió hasta la nariz con las sábanas y esperando ver a su amado Natsu se adentró en un sueño más, quién sabe si pervertido o no, con él de protagonista.

Happy prácticamente había roto el récord en vuelo de exceed más rápido que va del bosque a la ciudad, y si hubiera existido ese premio se lo hubieran dado. Cuando llegó al gremio pintando semejante carita feliz sus compañeros se extrañaron teniendo en cuenta la situación, pero poco les duró.

—¡Lucy ya despertó! —anunció Happy.

Mirajane que atendía la barra se cubrió la boca con la mano, agradecida por el milagro que ya se había tardado en venir. Y así como la camarera, los demás se levantaron de sus asientos y dejaron sus actividades a medias para ir junto a Happy a darle la noticia al dragon slayer que continuaba atormentándose y seguía siendo un cabeza dura que no cesaba en tratar de huir de ahí.

Erza, que se encontraba por décima ocasión amarrando a un desesperado Natsu a la cama, paró en seco al oír el escándalo que se acercaba tras la puerta. El joven mago echó fuego por la boca, dándole esa imagen tan común de él; es que ya lo tenían harto con el cuento de que necesitaba descansar, simplemente había vuelto a ser él y no sentía ni cosquillas dentro del cráneo por lo que no veía más impedimentos por los cuales no ver a su Lucy.

Titania frunció el ceño distrayéndose por un santiamén que Natsu no desaprovechó, se liberó de la maga altamente peligrosa y salió disparado por la ventana. De inmediato, el semblante de Erza se oscureció y la puerta estalló cuando el gremio entero apareció gritando que Lucy había regresado.

—¿Natsu? —dijo Happy.

El maestro que había sido notificado por la misma Polyushka a través de una lacrima de comunicación ya había llegado a la casa de la anciana. Encontró a su hija con los ojos aún cerrados pero no por eso se alarmó, pues Polyuska ya le había dicho que de todas formas dormiría largos periodos después que despertara de la inconsciencia de cuatro días. Makarov habló con su anciana amiga del estado de Lucy, le agradeció por cuidar de ella y haber dejado que una persona más entrara en su propiedad.

Natsu entró sin invitación gritando impacientemente el nombre de la chica pelirrubia, y si Lucy no hubiera espabilado ya del mini coma, lo hubiera hecho en ese instante. Condenado grito cargado de amor se había escuchado hasta el otro reino, no cabía duda.

Lucy abrió los ojos. ¿Esa voz era parte de su sueño? Giró la cabeza y el rostro de Natsu entró en sus pupilas, tan cálido, tan energético y tan admirable como lo conocía. ¡Por Dios, su querido Natsu estaba junto a ella!

Makarov se quedó hecho piedra por semejante escena (¿de dónde había salido Natsu?) y la anciana mejor se largó de ahí arrastrándolo.

—¡Natsu!

Lucy se enderezó con más brusquedad de la que debía, esbozó una amplia sonrisa de felicidad, la comisura de sus ojos se empaparon de emoción en forma de agua que terminaría brotando hacia sus mejillas para perderse en su boca, misma que Natsu quería volver a probar.

El dragon slayer ahuecó el rostro de la joven con sus palmas y le besó la frente. Lucy siempre olía tan bien y ahora que la tenía jamás la iba a dejar ir. Ella acarició con sus manos la cara de él y buscó sus labios mientras sus brillantes ojos café le mostraban la transparencia de sus sentimientos. Besó a Natsu sin importarle el resto del universo, le rodeó el cuello y enredó los dedos en sus cabellos rosados. Suspiró embelesada, la cara la tenía colorada, y para ser primeriza dando besos supo que soltar ese gemido había sido por cómo la lengua de él se llevaba su aliento.

Se separaron jadeantes, unieron sus frentes como dos enamorados y Lucy nublada por la carga de sensibilidad le susurró:

—Te quiero, Natsu.

—Yo también te quiero, Luce.

—Por favor, cuida de mí —dijo y lo volvió a besar.


NOTA: ¡Hola! ¡Hoy traigo un two-shots meloso sólo para NaLu fans (porque no lleva otra cosa xD)! Subiré la continuación en una semana. Espero les guste y me dejen un bonito review con su opinión :)

P.D: En el próximo cap. les espera una explosión de limonada dulce *0*

Besos,

NinaCat19