¡Hola! ¿Cómo están?

Debo aclarar que estos sucesos ocurren 3 años luego de los acontecimientos del Twilight Princess.

La historia tendrá un amor lento y dramático, al menos esas son mis intenciones.

Disclaimer: Los personajes de The Legend of Zelda pertenecen a Nintendo. Escribo esta historia con el objetivo de entretener.

Sin más espero les guste...


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Capítulo 1: "Cuento únicamente contigo"

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Los atentados iban de mal en peor, las cosas en la ciudadela eran terribles, sobre todo para las mujeres. Algunas hylianas aparecían heridas; otras desaparecían, las cuales tendrían mucha suerte si eran encontradas a los pocos días en la entrada de la ciudadela, casi moribundas; la mayoría nunca regresaba. Lo peor fue encontrar una mujer asesinada, dejada sobre la fuente central; a la mañana siguiente el agua carmesí hacía a los habitantes del reino gritar y correr del terror.

Hace unas semanas habían comenzado los atentados. Por más que se había aumentado considerablemente la seguridad del castillo, no habían podido dar con los responsables de tales actos sangrientos. Los rumores aseguraban que las jovencitas eran atacadas por múltiples sombras, las cuales en un abrir y cerrar de ojos desaparecían asesinando o secuestrando las víctimas.

Los citadinos comenzaban a reemplazar el miedo por enfado, estaban perdiendo a sus hijas, hermanas y amigas poco a poco; muchas familias habían dejado el lugar, poco servía, ya que los pueblos comenzaban a padecer de igual forma los incidentes. ¿Pero qué más debía hacer? Las opciones se le estaban acabando: Había toque de queda al anochecer, los soldados hacían guardia nocturna toda la noche, no dejaba entrar ningún extraño a menos que éste sea identificado legalmente, pero nada parecía resultar.

Las personas comenzaban a entrar al salón de reuniones, quedándose de pie rodeando a la enorme mesa en medio de la sala.

- Tomen asiento, señores.- pidió la princesa estando de pie junto a la ventana.- Me alegro que estén todos aquí.- Tomó asiento en la silla principal.

- Es de vital importancia, Alteza. Esto necesita una solución lo más pronto posible.- comentó el capitán del ejército, un hombre alto y con grandes músculos desde su torso hasta los brazos.

- Como verán, las cosas no se resolverán con nuestros propios medios.

- ¿A qué se refiere? – preguntó el primer ministro, era obvio que no sólo él tenía esa interrogante, ya que todos en la mesa miraban de la misma forma a la monarca.

- El reino de Askull es famoso por su fuerte milicia, tiene diferentes clanes de mercenarios y cazadores; hasta ahora tienen buena relación con Hyrule debido a la agricultura y minerales exportados.- La princesa colocó sus manos sobre el mentón, observando a cada uno de los integrantes de la mesa.

- Sabe que son unos bárbaros salvajes, princesa.- comentó uno de los sacerdotes.

- Son nuestra mejor opción.

El capitán se puso de pie, con discreción.

- Prepararé a mis mejores soldados para el viaje ¿quién será el mensajero?

- Yo, capitán.- los demás se escandalizaron, hablando unos entre otros.

- Princesa ¿tiene idea de lo que está diciendo? – habló de nuevo el sacerdote.

- Usted lo dijo, son unos bárbaros… No tomarán en serio nuestra situación si no voy personalmente.

- Su Alteza, por favor, debe estar presente sobre todo ahora que Hyrule pasa por esta situación.- pidió el ministro viéndole con preocupación.

- Estoy segura de que cuidará de Hyrule mientras esté ausente, primer ministro. Confío en usted.

El pequeño hombrecito tragó saliva, era demasiado para él; comenzó a acariciar su bigote canoso mientras asimilaba la petición.

Se dio por terminada la reunión, estaban más preocupados que antes, Hyrule no tendría a su princesa con ellos durante un largo tiempo. Askull estaba a un par de semanas. Confiaban en la sabiduría de la princesa, siempre había mostrado ser competente frente a su reino. Algunos sacerdotes podrían jurar que se trataba de la encarnación de la diosa Hylia, pero siendo realistas, no era más que una leyenda antigua, no había tiempo para ese tipo de mitos.


Al día siguiente, el capitán del ejército comenzaba a entrar al Bosque Faron, debía darse prisa. Llegó a una pequeña casa de madera en medio del bosque; una vez se acercó a ésta, divisó un hombre con un enorme afro, frente a una fogata.

- ¡Oh! Un hyliano. Bienvenido al Bosque Faron.- saludó el hombre amigablemente.

- Gracias, disculpa ¿conoces a un tipo llamado Link? – el hombre frente a él se tomó del mentón, pensando un momento.

- Me parece que no.

- Vaya héroe incógnito.- musitó el soldado antes de seguir con su camino.

- ¿Héroe? ¡Espera! ¡Ya sé a quién te refieres!- el capitán detuvo su caballo, mirando de nuevo al hombre del afro.

- Hace poco pasó por aquí, si te apresuras probablemente lo alcances.

El capitán Russell, frunció el ceño; no sabía por qué diablos estaba haciendo esto. Tal parecía que su Alteza tenía mucha más confianza en un completo desconocido que en él mismo, esas historias de que el "Héroe de la Leyenda" había encarnado, sólo la había escuchado de unos cuantos ciudadanos que aseguraban haber tenido contacto con él y de la mismísima monarca de Hyrule. Qué tontería.

Continuó con su camino a paso rápido, no tenía tiempo que perder. Pasó por la fuente sagrada de Faron hasta llegar a un enorme puente colgante, un joven se encontraba cruzándolo en ese instante con las riendas de su caballo en manos, el animal llevaba pesados troncos en su lomo.

- ¡Hey, niño! – el aludido inmediatamente se giró, llegando el soldado hasta él.- ¿Tu eres Link?

- Así es…- contestó el chico manteniendo su semblante serio.

El capitán no pudo evitar mostrar su sorpresa, era demasiado joven como para ser el responsable de la paz que tuvo el reino luego de la muerte de Ganondorf. Se estaba arriesgando a cometer una imprudencia al mandar a un niño junto a la princesa, aún no lo aceptaba; por ahora debía obedecer órdenes.

- Soy el capitán Russell, de la guardia Real. Necesito que me acompañes al castillo de Hyrule inmediatamente.- Link parpadeó un par de veces antes de contestar, estaba realmente confundido.

- ¿Pasó algo malo?

- La princesa hablará contigo una vez lleguemos.- No podía evitar sentirse irritado por alguna razón.

- Entiendo.- Link siguió caminando, mientras jalaba a Epona.- Sígame, capitán. Necesito prepararme para el viaje.

El hombre obedeció, pasaron frente a la fuente de Ordona, una frondosa arboleda se hallaba frente a ellos, la cual el joven rubio entró sin inmutarse. Una vez la cantidad de árboles comenzó a bajar, una chica se lanzó sobre Link abrazándole fuertemente.

- Te tardaste más que de costumbre, Link.

- Ilia… ¿Puedes llamar a Rusl? Es urgente.- comentó el joven colocando una mano en la cintura de la chica para apartarla suavemente.

La rubia hasta en ese momento notó la presencia del hombre con armadura sobre el caballo blanco.

- ¿Qué está pasando? – mantuvo su mirada sobre el capitán.

- No es nada, parece que debo partir a Hyrule. Pero prometo volver pronto.- sonrió.

Link conocía muy bien el temor de la chica luego del incidente hace 3 años. Ilia temía más que nada a despertar sola sin conocer a nadie, como hace mucho tiempo. En cuanto ella había recuperado la memoria, temió por el héroe cada vez que le vio partir de la aldea Kakariko. Todo su tormento había acabado una vez le vio regresar a su hogar, junto a ella.

Por su parte el capitán se limitó a apretar sus labios, sabía que la princesa tenía planeado llevarse al joven. Pasaría un mes antes de que él estuviera de regreso a la aldea. Pero no quería amargar a la pobre chica, sobre todo porque aún rogaba mentalmente que la princesa entrara en razón y le dejara escoltarla con soldados y no viajar únicamente con un niño con fama de héroe.

Ilia volvió con Rusl, el joven ya había preparado una pequeña bolsa para el viaje, y un arco amarrado a su espalda, junto un carcaj lleno de flechas y sobre ellos un escudo con el emblema de Hyrule, protegiendo su espalda. Luego de una rápida despedida, el capitán pudo notar a la chica cubriendo su boca, luchando por no dejar caer sus lágrimas; no sabía qué tipo de situación había sufrido, pero debió ser una experiencia traumática para actuar de aquella forma. Link se alejó sin ver hacia atrás, no podría ver a Ilia sufrir así de nuevo.


Estaba realmente sorprendido al entrar a la ciudadela, casi todos los puestos del mercado estaban cerrados, unas pocas personas caminaban rápidamente por las calles aferrándose fuertemente a sus cosas. ¿Qué había pasado? Ya no escuchaba el bullicio de la gente ofreciendo felizmente sus productos, los músicos de la plaza centrar, los niños pidiendo deseos en la fuente; todo estaba muriendo lentamente.

- Es bueno verte, Link.- estaba tan ensimismado que no había notado que ya se encontraba frente a las enormes puertas del castillo.

- Princesa…

Lo que definitivamente no moría era la belleza de la mujer frente a él. Bajó rápidamente de su yegua, inclinándose frente a ella.

- Por favor, pasa adelante.

Los sirvientes tomaron de las riendas a Epona llevándola al corral mientras él seguía de cerca a la princesa, teniendo al capitán a su lado. Llegaron al salón del trono, Zelda se sentó elegantemente mirando al hombre mayor junto a Link.

- Puede retirarse, capitán Russell.- el aludido mantuvo la cabeza baja.- Muchas gracias por traer a Link.- el hombre se retiró en silencio.- Esta vez no puedo pedirte un favor, Link. Necesito que cumplas con mis órdenes.

- Lo que usted desee, Alteza.- respondió con seriedad.

- Necesito ir al reino vecino de Askull, y la única escolta que necesito eres tú.- habló directamente.

La sorpresa le hizo abrir su boca levemente, esa era casi una misión suicida.

- Pero…- intentó hablar, por primera vez dudó de la sabiduría de la princesa.

- He dicho que son órdenes.- interrumpió con firmeza en sus palabras.

"Por favor, necesito que al menos tú confíes en mí", suplicaba mentalmente, muchos de los ciudadanos y los miembros del consejo dudaban de ella.

- No puedo ir con una escolta de soldados. Sólo harán que nos retrasemos más, además de eso, Askull puede tomarlo como agresión.- después de todo, sabría a lo que se atenía pidiendo ayuda a un pueblo tan ignorante.

El rubio cerró sus ojos, luego de suspirar. Inclinándose colocando su mano derecha en su pecho.

- Como ordene, Alteza.


No podía dormir, el sólo hecho de pensar en que saldría de Hyrule le causaba terror. Se replanteó una y otra vez el ir acompañada nada más de una persona, pero por más que lo pensaba siempre llegaba a la misma conclusión, así debía ser. Necesitaba toda la ayuda necesaria para su pueblo, no podía llevarse los soldados con ella; además, era el héroe del crepúsculo quien sería su escolta, lo estaría subestimando al dudar de sus habilidades.

Decidió levantarse de la cama, necesitaba relajarse, quizá un poco de aire fresco le ayudaría; se colocó una bata de dormir para cubrir su camisón, llendo descalza por el pasillo. Caminó hasta la salida a la torre oeste, parecía que ese lugar ya estaba ocupado, alguien más tuvo la misma idea que ella. Link tenía apoyados sus brazos en aquel palco, mirando el jardín oscuro bajo ellos.

- ¿Insomnio?- se acercó a él, imitando su posición.

- Princesa.- el caballero le sonrió con ternura.- Tal parece que usted está en la misma situación.

- Es un gran estrés al que te he sometido. Discúlpame por haberte forzado.- su tono de voz era mucho más suave que el de esa tarde.- debes estar cansado; según me comentó el capitán, no tomaron descanso alguno camino hacia aquí.

- Descuide, ya estoy acostumbrado.- Zelda le miró confundida.- Cuando le dicen que es la única esperanza del reino, en lo último que piensa es en dormir.

Bajó el rostro algo apenada, ella, siendo la monarca de Hyrule, había resultado una inútil; había optado por rendirse pensando en el bien de su pueblo, si tan sólo fuera más fuerte.

- De nuevo, perdóname.- susurró.- Tomaste responsabilidad de mis actos, si tan sólo tuviera el poder para acabar con todo este problema.- comenzaba a sentir un nudo en su garganta.

- Princesa…- le miró compasivo, por la forma en que apretaba su pequeño puño podía deducir lo impotente que se sentía.- No puede hacer todo esto sola, Alteza.

Después de todo, entendía su situación, en cuanto Zelda le explicó detalladamente lo que ocurría en Hyrule, se hubiera ofrecido como voluntario si la princesa no se lo hubiera pedido. De sólo pensar en Ilia y cada una de las chicas que conoció en su viaje, se prometió a sí mismo que haría todo lo posible por acabar con los ataques.

Le pareció ver con el rabillo del ojo algo brillante caer sobre la mano de la chica junto a él, volteó sin más. Zelda estaba llorando.

- Hyrule confía en mí, debo acabar con esto de alguna forma. – dijo intentando no sollozar.- Es la única salida que me queda.

Unos brazos protectores la cubrieron, el rubio la abrazaba con ternura, realmente quería darle su apoyo incondicional. Ella simplemente se dejó hacer, enterrando su cabeza en el pecho masculino, ya no podía resistir más su llanto.

- Le prometo que pase lo que pase, estaré a su lado siempre.- susurró el caballero a su oído.- Si no puede con todo esto, sólo apóyese en mí.

Sus palabras quitaban un enorme peso de sus hombros, era todo lo que deseaba, por primera vez se sentía con la confianza de hacer frente ante todo; después de todo, si ella fallaba, Link estaría ahí para enmendarlo, como lo había hecho hace 3 años.

"…Gracias, Link…"

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Continuará...


Espero les haya gustado.

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¡Nos vemos, por ahora! ;)