Disclaimer: Naruto y sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto

Hola a todos, gracias por entrar aquí!

Cuando escribí el último capi de Una temporada contigo pensé que todavía podía hacer un shikatema más, un AU, porque en mis otros fics ya había agotado lo que imaginaba para esta pareja. Después entré en un período de abulia terrible, no quería escribir más sobre nada, por eso tampoco pude hacer el epílogo que tanta gente hermosa me había pedido para aquella otra historia, pido disculpas por eso. Estas últimas semanas por fin pude sacudirme un poco la depre (qué raro, justamente se me pasó cuando volví a escribir *gruñe*) y logré continuar con este primer capi, escrito allá por junio.

Creo que el argumento está algo trillado, intentaré dar lo mejor de mí para que al menos sea agradable de leer :D Si bien es un AU intentaré conservar el OC (aunque con Temari me fui un poquito al extremo) y que los roles de buenos y villanos, así como algunos hechos y circunstancias, se asemejen a la historia original. Espero que les agrade :D


Capítulo I: Infiltrándose


El lujo de la mansión no lo indispuso tanto como había creído, no era excesivo ni demasiado ostentoso. Por lo que había llegado a ver, la disposición del mobiliario buscaba generar más bien un ambiente cómodo, familiar, aunada a una comedida decoración conformada por esporádicos cuadros abstractos o de estilo impresionista. También observó pequeñas estatuillas de porcelana que representaban figuras humanas en diferentes y etéreas posturas, colocadas en algunas mesitas. Nada mal, fino pero sin pretensiones.

El dueño de casa, uno de los Sabaku No, lo guió hasta la sala principal.

-Entonces debo llamarte Inuzuka Kiba.

-Así es. Le ruego que no lo olvide.

No pudieron seguir hablando. Una mujer de cabello rubio y expresión adusta descendió por la amplia escalera, interrumpiéndolos.

Hermosa. Muy.

Qué problemático.

-Temari –En el último tramo la recibió su hermano. Tomándola con delicadeza de un brazo la condujo hasta el otro hombre-, este es el joven de quien te hablé, será tu chofer y guardaespaldas.

Él extendió su mano para saludarla, en cambio Temari lo miró de arriba a abajo.

-No necesito un guardaespaldas, Kankuro –informó con sequedad, eludiendo al estupefacto sujeto que se quedó con el brazo tendido en el aire.

Ella se dirigió con paso firme hasta la puerta. Su hermano lo miró significativamente, dándole a entender que sabía que eso pasaría y que lo solucionaría. Luego se apresuró para alcanzarla y comenzó a andar detrás de la joven.

-Temari, ¡ya hemos hablado de esto! –farfulló, ceñudo y fastidiado-. Gaara y yo no salimos sin seguridad y tú deberías hacer lo mismo, ¡ahora más que nunca, demonios!

-Si hasta ayer pude ir a trabajar sin problemas, no veo porqué ahora iba a ser distinto.

Kankuro la detuvo a la fuerza sujetándola por los hombros y girándola hacia él.

-Escucha, Temari, por una maldita vez ¡harás lo que yo te diga!

-¡Tengo la edad suficiente como para decidir por mí misma!

-Lo sé, ¡lo sé! –Kankuro trató de serenarse. La soltó y ambos guardaron silencio mirándose con obstinación, tratando cada uno de ser comprendido por el otro. Pero él, con los años, había aprendido a ablandar a su testaruda hermana mayor-. Escucha, no es para molestarte que Gaara y yo hacemos esto, y lo sabes. Eres fuerte e independiente, no nos necesitas… –Ella intentó decir algo pero él levantó la mano para frenarla- …y lo sabemos. De todas formas nos preocupas. Sabes que estamos atravesando por una coyuntura muy particular, papá se fue dejando muchos asuntos sin resolver y negocios sin concretar. Hay varias personas que estarían dispuestas a llegar muy lejos con tal de obtener beneficios a costa de semejante tembladeral financiero…

-Kankuro, nadie va a asesinarme por eso.

-No digo que vayan a matarte. De hecho, si no me dejas terminar de hablar seré yo el que lo haga –le aseguró él. Temari compuso una mueca de disgusto. Kankuro prosiguió, mirándola con seriedad-. Papá hacía tratos con empresarios de primera línea, pero también con gente ambiciosa y de dudosa moral comercial… de dudosa moral de todo tipo, en realidad. Sabes cómo era.

Temari miró para otro lado, intentando ocultar sus emociones. Su hermano la conocía muy bien, era tan orgullosa como su padre, más de lo que ella misma estaría dispuesta a aceptar, aunque por fortuna no había heredado su despiadado corazón.

-Habrá gente de toda calaña reclamándonos deudas y cumplimientos, y no todos lo harán por los medios civilizados, te lo puedo asegurar. Así que por favor, Temari, haz esto, al menos por un tiempo. Te lo pido por la tranquilidad de tus hermanos, hazlo por nosotros.

Temari lo había escuchado con los brazos cruzados y aquella obstinada mueca de disgusto. Sin embargo, con el ruego de las últimas palabras, una leve vacilación asomó en su mirada. Guardó silencio durante unos instantes, debatiéndose. Finalmente suspiró, rendida. Maldita debilidad por sus hermanos, y maldito Kankuro por conocerla y manipularla.

Se giró para escanear al sujeto que sería su guardaespaldas. El hombre (¿hombre?, parecía más chico que ella) vestía un traje sencillo con la camisa desabrochada en los primeros botones, su arma se asomaba por la izquierda de su chaqueta abierta. La coleta que llevaba contrastaba con su pulcritud, pero en general se veía… presentable. Aguardaba con las manos en los bolsillos, con los ojos fijos en ellos. Mejor dicho, fijos en ella, y no lo disimulaba. Descarado...

Temari se incomodó. Luego recordó quién era, levantó orgullosamente la barbilla y con el mismo paso firme del principio se encaminó hasta él, sosteniéndole la mirada.

Qué sujeto tan desganado.

-¿Tu nombre?

Qué mujer tan maleducada.

-Kiba, Inuzuka Kiba.

Qué sujeto tan hosco.

-¿Te ha explicado mi hermano en qué consiste el trabajo?

Qué mujer más antipática.

-Sí, ya lo ha hecho.

Qué sujeto tan irritante.

-¿Te informó cómo se te pagará?

Qué mujer más desagradable.

-Sí, señora.

Insolente.

-Señorita.

No me sorprende.

-Señorita.

¿Fue eso un sarcasmo?

-Bien, contratado. Nos vamos a la empresa, Neko

-INUzuka.

-Inuzuka, –dijo ella burlona y distraídamente, mientras revolvía en su bolso. Luego sacó una llave y se la dio-. Es de mi auto, el Mercedes azul oscuro. Desde ahora tú lo conducirás.

Ni bien el otro tomó la llave, Temari se giró y se encaminó hacia la salida, sin darle más indicación que su espalda alejándose. Los escandalosos tacones retumbaban en toda la casa. Se notaba que estaba acostumbrada a tratar con el personal de forma fría y altanera, no le resultaría nada fácil lidiar con ella, podía apostarlo. "Bienvenido", ironizó Shikamaru para sí mismo, después tuvo que acelerar el paso para alcanzarla.

Se cruzaron con Kankuro, que los había estado observando atentamente a prudente distancia. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho afectando seriedad, pero a Temari le pareció que hacía esfuerzos para contener la risa. Se detuvo con la mano en el picaporte y lo miró con una ceja levantada, su nuevo chofer/custodio detrás.

Kankuro se rehízo rápidamente, carraspeó para disimular y se despidió de los que se iban.

-Que tengas un buen día, princesa –dijo con naturalidad. Luego saludó con la cabeza al otro, dio media vuelta y se retiró.

Temari respiró profundamente, tratando de calmarse.

-Siempre lo mismo -murmuró.

-¿Perdón?

-Nada, vámonos –dijo ella, recomponiéndose.

-o-

El edificio donde funcionaba la empresa estaba emplazado en la arteria principal del centro de la ciudad. Shikamaru había pasado ante sus puertas muchas veces y jamás imaginó que algún día tendría la entrada franqueada. Todo lo que necesitó fue de una práctica credencial que el personal de vigilancia le confeccionó en apenas unos minutos.

Temari había esperado a que se terminara con el procedimiento entre impaciente y atareada, ya que ni bien ingresó al recinto fue abordada por una numerosa comitiva de secretarias y asistentes que requerían su firma en diversos documentos. No quería subir a su oficina sin su nuevo guardaespaldas, era tan puntillosa que pretendía mostrarle el lugar en persona, para que ese flemático sujeto no metiera sus narices donde no correspondía.

-¿Listo? –le preguntó después de firmar rápidamente la última carpeta, al verlo salir del cubículo de vigilancia con la credencial prendida en la solapa izquierda de su chaqueta.

-Listo –respondió él.

-Sígueme.

Subieron hasta el vigésimo piso por uno de los elegantes y amplios elevadores. El móvil de Temari sonaba constantemente, por lo cual no pudieron intercambiar una sola palabra en el trayecto. Tampoco pudieron hacerlo cuando descendieron, mientras recorrían el corredor por donde a uno y otro lado se ubicaban los diversos escritorios de los empleados. Shikamaru observaba todo aquello con desgano, pero también con atención.

-Mi despacho está allá al fondo –indicó su guía, que caminaba con firmeza delante de él-. En este piso funciona mi área, soy la gerente general.

Shikamaru reprimió un chiflido que no solo venía con admiración, también contenía su buena dosis de sarcasmo. Aunque lo precedía en la marcha y no podía ver sus gestos, Temari alcanzó a registrar perfectamente su reacción.

-¿Algún problema con ello?

-¿Eh? ¡Oh, no!, claro que no, señorita.

La mujer tuvo ganas de darse la vuelta para propinarle un contundente golpe en la cara, a ver si así dejaba de hacerse el idiota, pero se contuvo. El tipo era un descarado, ni siquiera disimulaba el hecho de que no le interesaba en absoluto estar allí, lo percibió desde el primer instante en que lo vio. Apenas lo conocía y ya sentía que lo odiaba. ¿Cómo se podía odiar a alguien en tan corto tiempo? Lo odió aún más por ello.

Ya encontraría la forma de corregirlo. Muchos patanes habían creído estar por encima de ella, pero les había dado su merecido. Un estúpido guardaespaldas no podría con una Sabaku No.

-Kankuro es el gerente administrativo y nuestro hermano menor, Gaara, es el presidente de la compañía, aunque tal vez eso ya lo sepas –siguió explicando Temari con sequedad-. Eres libre de ir y venir a tu antojo por este piso y en el estacionamiento, pero no quiero que circules por cualquier lugar del edificio, al menos no sin mi expresa autorización, ¿entendido?

Shikamaru comenzaba a fastidiarse. No había ni empezado a trabajar que ya sentía que sus energías se esfumaban. Tratar con una mujer así, que se movía como si se llevara al mundo por delante, era agotador. Maldijo para sus adentros, pero su respuesta fue educada.

-Entendido.

Un joven de cabellera tempranamente cana y gafas los interceptó poco antes de llegar al despacho de Temari.

-Hermosa como siempre –saludó, con una sonrisa que a Shikamaru le pareció falsa.

-Veo que regresaste de tu viaje, tienes que ponerme al tanto de todo ya mismo –respondió ella, saludándolo con un breve beso en la mejilla-. Quiero presentarte a mi guardaespaldas, Inuzuka Kiba. Kiba, este es el gerente financiero, Yakushi Kabuto.

-Creí que tus hermanos jamás lo conseguirían –repuso el otro, tendiéndole la mano a Shikamaru. Ambos hombres sostuvieron un mínimo intercambio visual, el suficiente para manifestar la cordial indiferencia que les generó tal encuentro.

-Ya ves, por el momento tuve que ceder.

-Es por tu bien, querida.

-Lo sé, y solo por eso me dejé convencer –dijo ella, abriendo la puerta de su despacho.

Entró, seguida de Kabuto. Shikamaru permaneció en el vano, observando la habitación. Era muy espaciosa y, para su asombro, se sentía extrañamente cálida y confortable.

-A las doce en punto ven por mí –ordenó Temari, mientras le cerraba la puerta en la cara.

-o-

El sencillo departamento de dos ambientes que le habían conseguido era bastante cómodo, del gusto de él. Menos mal que la señorita tuvo que pasar todo el día en su oficina, necesitaría tiempo para digerir ese despótico carácter: "Quédate en el auto", "Sube a mi despacho", "Guarda esta caja en el baúl", "No circules por la empresa, no es necesario, aquí hay gente trabajadora, no criminales"... Por el amor del cielo, ¡él mismo la hubiese asesinado! Su belleza era lo único que la mandona tenía de bueno, podía asegurarlo. Shikamaru bufó, molesto.

Después de tan aburrida jornada, obligado a pasar el día en el estacionamiento o a vigilar el edificio, ese amplio y mullido sillón que había en la sala de estar le venía de perlas. Puso su cena en el microondas, tomó su notebook, se recostó sobre aquél con el aparato en los muslos y comenzó a teclear.

En apenas unos segundos, las gigantescas siglas DI ocuparon la pantalla y, a continuación, apareció la robusta figura de Chouji.

-Te ves terrible, Shikamaru –lo saludó su amigo.

-Igualmente –respondió él con apatía-. ¿Alguna novedad?

-Ino está investigando en este preciso momento, parece que no es fácil. Es una gran empresa y cuenta con un sofisticado sistema informático, no cualquiera puede acceder a esos archivos.

Shikamaru chasqueó la lengua.

-Lo sabía.

-Pero ahora que estás adentro será más sencillo. ¿Qué tal tu primer día de trabajo, jovencito?

-No molestes –gruñó el interpelado, lo cual alcanzó para que su amigo lo comprenda todo-. No será fácil, necesitaré tiempo. La mujer casi no me acepta.

-¿Sabaku No Temari? ¿No era que su hermano había hablado con ella?

-Sí, habló, pero no parece una mujer que se deje convencer así nada más.

-¿Por qué lo dices? –Chouji sonrió con malicia-. ¿Acaso tienes miedo de no poder conquistarla?

-Sí, claro, ¡muy gracioso! –respondió el otro, fastidiado-. Es terca, desconfiada, soberbia, no me dejará fisgonear así como así.

-¡Hombre! ¡La mujer de tus sueños! –siguió bromeando su amigo.

-De mis pesadillas, querrás decir. Escucha, no es mi primer trabajo como agente encubierto, creo que conozco un poco la naturaleza humana y puedo asegurarte que esta mujer será un problema. Puede que sea terca y maleducada, pero no es ninguna tonta.

-Entonces tendrás que esforzarte, Shikamaru –Ahora Chouji le hablaba con seriedad-. Que en ningún momento se te olvide que el Departamento está muy interesado en este caso, sobre todo porque fueron los hermanos Sabaku No quienes hicieron la denuncia. No quieren tener que cargar con las triquiñuelas del padre, y no los culpo. ¿Quién podría sospechar que uno de los empresarios más importantes de la Nación, de "intachable" reputación, sostenía negocios fraudulentos con tanta gente buscada? El Gran Kazekage… ¡Qué apodo tan ridículo!

-Sí, sé que es un caso interesante.

-Interesante no, Shikamaru, ¡es el caso del año! Los mismos hijos descubrieron los manejos de su padre luego de que éste muriera y ellos en persona informaron a la justicia. Insólito.

-Y el Departamento de Inteligencia de la Policía Estatal no iba a perder semejante oportunidad de congraciarse con todos los organismos de justicia internacionales. Tiene la posibilidad de apresar a algunos de los tipos más buscados, varios peces gordos, ¡por supuesto que no iba a desaprovechar la ocasión!

-Así es. Maldición, Shikamaru, ¡tienes que entenderlo!, no lo eches a perder por culpa de tus pruritos o de tus obstinados ideales de justicia. Haz lo que debas hacer, estás trabajando para el gobierno. Y si debes ser simpático y sonreír con esa mujer, eso es lo que harás, al menos hasta que sus hermanos decidan ponerla al tanto de los hechos.

-No me explico por qué no le dijeron nada.

-Según ellos es para protegerla. Mientras menos sepa, más segura estará.

-Te repito que no es ninguna tonta.

-Por eso le sonreirás y fingirás que todo está bien.

-¿Acaso no pueden conseguir ellos mismos la lista con los nombres de los tipos?

-La lista desapareció después de la muerte del padre. Ellos habían advertido movimientos extraños de exorbitantes sumas de dinero, hacía tiempo que venían oyendo rumores de algunos empleados que recelaban de ciertas maniobras financieras. Solo pudieron reunir un pequeño número de documentos con el registro de las irregularidades, insuficiente para una causa judicial. Creo que fue el menor, Gaara, el que se atrevió a revolver entre los papeles de su padre y vio una lista con nombres tristemente célebres y una serie de contratos sospechosos. Una semana después el sujeto murió. Temiéndose lo peor Gaara intentó recuperar esos papeles, pero ya no estaban, habían desaparecido, según sus propias palabras.

-Demasiado extraño. ¿Cuáles fueron las causas de la muerte?

-Ataque cardíaco, según los informes. Y sí, es demasiado extraño, pero todavía no podemos ni siquiera comenzar a especular con un posible asesinato sin antes conocer bien los vínculos contractuales que tenía el Kazekage. Creemos firmemente que esos papeles están todavía en la empresa. Y si ya no están ahí, tendrían que estar en alguna parte de su sistema informático, pero el maldito sistema es tan bueno que ni siquiera Ino ha podido encontrar algún archivo o programa que los pueda contener.

-Pues si Ino, que es la experta en informática, no puede, no veo cómo podré hacerlo yo.

-Circula por la empresa, Shikamaru, observa, escucha, relaciónate lo más posible con el personal jerárquico, debe haber varias personas que hayan estado al tanto de esas maniobras financieras. Su asistente personal seguramente no, el Kazekage manejaba ese tipo de asuntos en persona, pero hay varios gerentes sospechosos. ¿No viste el mail que te envié con sus datos?

-Aún no –dijo Shikamaru, que había ido por su cena y ya la estaba engullendo. Comida china, lo único bueno que le había deparado ese molesto día, después del sillón donde reposaba.

-Pues hazlo. Y recuerda que los hermanos quieren que actúes lo más discretamente posible.

-Sí, sí.

-Aprovecha cada oportunidad en la empresa, pero que tu "jefa" no se dé cuenta.

-¿Con quién crees que estás hablando?

-Con el agente secreto más flojo que conozco –declaró abiertamente Chouji. Shikamaru gruñó-. Aunque, por suerte, también con el más inteligente. Maldita sea, ¡has logrado que se me abra el apetito otra vez!

-No me culpes a mí por tus debilidades.

-No es debilidad, es angustia oral –ahora el que gruñó fue Chouji. Antes de cerrar la transmisión, lo miró con seriedad. Shikamaru supo lo que venía y suspiró con resignación-. Y compañero…

-Lo sé, lo sé, no lo digas, ¿sí?, me caerá mal la comida.

-¡Eres un idiota! –exclamó el agente, irritado. De todos modos se lo dijo-. Cuídate… y no te vayas a enamorar, ¿eh?

Cuando Shikamaru le lanzó los palillos a la pantalla, la comunicación ya se había cerrado. Chouji no podía ser más cursi. Ni fastidioso.

La mujer de sus sueños, ¡cómo no!


Gracias por leer n.n El siguiente capi ya está escrito, así que actualizaré en diez días, si la propuesta les gustó *suda nerviosamente*

Nos vemos!