En medio de una concurrida calle iluminada de hermosas luces de colores se encontraba una joven coneja que miraba con insistencia su reloj de muñeca, el cual marcaba si nada más ni nada menos que cerca de las 10:30. Era curioso ver como la pequeña golpeaba con desesperación su pata contra el pavimento.
— ¡Ya tardo! —se quejó la herbívora frunciendo el ceño y cruzando con brusquedad las patas delanteras. Los animales que pasaban frente a ella o a su lado, sentían un terrible escalofrió recorrer por toda su columna vertebral. Era por seguro que a quien se encontraba esperando era mejor darlo por muerto.
Hastiada inició su caminar, a quien había esperado no llegaría después de cuarenta minutos de retraso. Pero contrario a lo que se pensaría no se dirigió a su pequeño y algo viejo departamento, no, sino que al contrario había tomado una dirección completamente diferente. Con una pata al aire detuvo al primer taxi que paso una vez que se encontró sobre la acera de la avenida principal.
— Voy a Grovee Lane —indico con firmeza una vez entro por la puerta trasera y se deslizó hasta dentro del auto, topándose con su enfurecido rostro en el espejo retrovisor. Aparto la vista del reflejo, refunfuñando por dentro.
Se sentía estúpida, había pasado cerca de dos horas decidiendo que atuendo vestiría y como se maquillaría, para que a final de cuentas quien la había invitado jamás se presentó.
La coneja no se veía nada mal, utilizaba un elegante y a la vez casual vestido color rosa mexicano que le llegaba un poco más arriba de las rodillas, agregando que dicha prenda mostraba parte de su espalda descubierta. Como accesorios llevaba un sencillo dije color plateado, un pequeño bolso de mano y un lindo suéter negro.
La marcha de aquel vehículo comenzó bastante tranquila, el contador del monto a cobrar comenzó marcando una pequeña cantidad de dinero, todo era normal como siempre, o eso le hubiera gustado al menos a aquel pobre chofer que desde hace más de 30 minutos estaba ahogado en el pesado ambiente que la coneja desbordaba. Ninguna otra palabra fue pronunciada desde que la copiloto había ingresado al auto y el conductor no se molestó en siquiera entablar una pequeña conversación sobre el clima y cosas banales.
Se llegó al destinó y la pequeña presa pago, la cantidad era un poco más elevada que de costumbre, pero pago sin arrepentimiento alguno, ya después le cobraría a aquel patán que la había hecho ir allí.
El taxi no se detuvo en un punto fijo, ella simplemente indicó la calle y comenzó a caminar. Con cada paso apretaba más su bolso, con cada paso sus pisadas eran más pesadas, su furia no disminuiría hasta al menos desquitarse con quien la había provocado.
Llego a una pequeña casa al final de la calle Cypress, edificio que era bastante pequeño comparando a los demás. No toco, ni siquiera se molestó en hacerlo, simplemente saco la copia de la llave que le había proporcionado el propietario, la introdujo en la cerradura y dio vuelta a la manija una vez que el seguro había sido retirado, quito la llave y antes de entrar limpio una lágrima que había recorrido hasta su mejilla.
Dentro estaba todo encendido, bastante obvio después de que no se haya presentado a donde la herbívora esperaba. Camino por un corto pasillo antes de asomarse de poco en lo que resultaba ser la cocina, no había nadie, siguió un poco más su rumbo hasta lo que parecía ser la sala, igual se encontraba sola simplemente con el televisor encendido en un canal de música. No tardó mucho en llegar a lo que era la habitación, habitación donde había pasado la noche en diversas ocasiones.
Y allí estaba, medio tumbado en la cama, dormido, utilizando un pantalón de vestir y una camisa blanca, ya ambos bastante arrugados. Su furia enardeció por lo que sería una segunda ocasión.
Con paso firme y pesado se acercó a la cama, moviendo bruscamente y sin piedad alguna a quien se encontraba dormitando tranquilo. Aquel dio un sobresalto, respirando agitadamente por el enorme susto que le había provocado la coneja.
— ¿J-Judy? —tartamudeo mirando confundió a quien tenía frente a él— ¿Qué haces aquí? ¿Qué hora es? —pregunto al notar el enojo de la joven mientras buscaba su celular o algún reloj de donde guiarse.
— Una hora… —susurro entre dientes mientras apretaba sus nudillos— ¡Estuve casi una maldita hora esperándote! —grito mirando con el ceño fruncido al causante de su furia. Quería llorar y golpearlo, pero contuvo las ganas de hacerlo, no quería parecer alguien débil en el momento y mucho menos una salvaje— Y… ¡Oh vaya! ¡Resulta que estas cómodamente dormido! —se dio media vuelta y comenzó a andar hacía la puerta antes de que su acompañante intentara tomar uno de sus brazos— ¡5 años Nick! —Dijo al llegar al marco de la puerta y detenerse— S-si no querías salir conmigo… Hubieras cancelado… —Su voz que hace momentos atrás sonaba fuerte, ahora se había quebrado, demostrando el dolor que la ausencia de su pareja le había causado.
Sin esperar respuesta siguió caminando hasta la salida de la casa, aguantando aun con fuerza las lágrimas que se habían acumulado en sus bellos ojos color violeta.
— ¡Espera! —Grito con voz ronca, levantándose de la cama para perseguirla, pero era muy tarde, una vez salió de la casa se encontró con una calle completamente vacía— ¡Tonto! ¡Estúpido! ¡Torpe! —comenzó a gritarse dando un fuerte puñetazo contra la pared. Había lastimado a la única persona que lo había comprendido en todo este tiempo, quien lo había salvado muchas veces en sus malas situaciones.
Él comenzó a correr, la buscaría por todos los lados en donde ella frecuentaba, sin importar cuanto tiempo le costara… Pero era innecesario a quien buscaba estaba más cerca de lo que hubiera podido pensar. Escondida a un costado de la casa, allí estaba una linda conejita, llorando en silencio mientras se abrazaba a sí misma en un intento por no romperse.
Ella amaba a ese zorro, pero desde hace unos meses habían tenido demasiados problemas involucrados en su relación, tantos que habían comenzado a afectar notoriamente en su desempeñó laboral. Su rutina con él se había vuelto mentira tras mentira, una y otra vez negaba rotundamente que algo le pasaba, pero era obvio, ella lo conocía ya desde hace bastante tiempo. Incluso una vez con temor llego a pensar que la engañaba con alguien más, pero descarto como pudo esa teoría.
No sabía porque razón había veces en que su compañero desaparecía por largos lapsos de tiempo y aunque le preguntara jamás respondía, su única respuesta era cambiar el tema.
Hoy era su 5to aniversario siendo novios, algo que para ella era muy importante. Estaba entusiasmada por salir a comer con su ser más amado, aunque en realidad ese no era el plan original, ella le había sugerido pasar el día en casa de alguno, mirando películas y estando juntos, pero el zorro había optado por que fueran a comer juntos a un lugar bastante elegante.
Una hora había pasado y en un extremo de la ciudad se encontraba a un cabizbajo zorro mirando por los alrededores en búsqueda de su amada, las opciones se le habían agotado, en esa cantidad de tiempo había transitado por todos los destinos que la coneja solía frecuentar, incluyendo su departamento, así como había llamado a sus compañeros de trabajo y amigos alrededor de 3 veces a ver si había señales de ella. Pero no paso.
Las horas fueron pasando con una rapidez frustrante y el desesperado depredador continuaba de un lado a otro sin detenerse. A pesar de su buena resistencia gracias a su empleo estaba cansado, sus patas le dolían y en diversas ocasiones había pensado en descansar un poco, pero no, su culpa no lo dejaba, seguiría aun si tuviera que pasar toda la noche en la calle buscando.
— ¡Judy! ¡Judy! —Grito con fuerza colándose entra la gran cantidad de parejas que se encontraban cerca del centro de la ciudad paseando con felicidad— Por favor, aparece… —Susurro con tristeza mirando hacia el lejano cielo, el cual se encontraba completamente despejado y sin rastro de ninguna pequeña estrella.
Cerca de donde se encontraba aquel zorro tan desesperado dentro de un pequeño bar algo vacío por las fechas se encontraba a quien él tanto buscaba, no se veía con el mejor de los aspectos, después de todo su mente se había llenado de pensamientos referentes al poco sentido que ya tenía continuar una relación con Nick y si a eso le sumábamos la botella de whisky que se había terminado daba como resultado una triste coneja con la cabeza y brazos recostados sobre la mesa más apartada de todas.
Los ánimos dentro del bar perpetuaban o al menos así lo hicieron hasta que el mismo dio cierre, situación que vendría siendo cerca de las 3 de la mañana. Era día festivo, pero eso no negaba el hecho de que la ganancia era bastante elevada.
De aquel lugar salió una linda coneja que de sobria no tenía nada, se tambaleaba un poco de un lado hacia otro, ya no recordaba que la había llevado a terminar en tal terrible estado, pero no medito mucho sobre aquello. Con dificultad saco su celular del bolso que cargaba y comenzó a presionar cosas que desde lejos parecían ser al azar.
Diez minutos pasaron. Un auto de tamaño adecuado para una conejita llego, subió al auto sin decir nada, solo mirando lejanamente hacia afuera. Se sentía perdida e indefensa, pero no sabía el porqué.
— ¿Aquí es su destino señorita? —pregunto el chofer amablemente mirando a su pasajera por el retrovisor. Ella afirmo a la pregunta.
— Gracias… —su voz sonaba a la de cualquier mamífero ebrio. Bajo del auto sin pagar, de eso se encargaría por la mañana.
Tambaleo hasta llegar a su edificio y entrar cómodamente en el, subió las escaleras con dificultad, de un momento a otro estando a punto de caerse o resbalarse, por su mente paso dormir en las escalas, pero negó la idea gracias a lo fría que era la noche.
Una vez frente a su puerta, sin percatarse de lo que había alrededor, con torpeza intento sacar sus llaves, revoloteando con desesperación todas las cosas del bolso, consiguiendo únicamente tirar todo al piso por accidente.
— Demonios… —maldijo por debajo mirando todas sus cosas tiradas. Pocas ganas había de levantarlas.
El impacto de los objetos en el piso termino asustando a cierto zorro que dormía cerca de la puerta, ocasionando que diera un buen sobre salto. Abrió con pereza sus hinchados ojos y se quedó mirando un momento lo que tenía a un lado de él, sobre todo porque era nada más y nada menos que su amada mirando al suelo pensativa. Sin decir nada gateo hasta los objetos y comenzó a recogerlos uno por uno, metiéndolos en el bolso.
Su olfato captó de inmediato lo borracha que estaba su novia, no le gustaba para nada pensar que por su culpa se encontraba en ese estado, pero así era, su pena había sido tanta que la había orillado a hacer aquello y solo era culpa del zorro.
Suspiro con tristeza poniéndose de pie con las llaves en una pata y el bolso en otra. Introdujo una llave en su lugar correspondiente y le dio vuelta hasta que se escuchó como el seguro se retiraba. Repitió la acción, abriendo por completo todos los seguros que tenía la puerta.
La coneja entro a su departamento sin siquiera mirarlo a la cara, aunque se encontraba muy ebria, parte de su consciencia le decía que no dirigiera palabra alguna. Cayó al piso por perder el equilibrio.
— ¿Estas bien? —pregunto Nick asustado y corriendo a socorrer a su pareja.
— De-déjame… es-estoy bien… —respondió ella empujando a quien había ido a socorrer en su ayuda. Por su tono de voz parecía más un chiste que cualquier otra cosa— ¡Todos me dejan! ¿Por qué tú no lo harías? —él vulpino escucho con gran confusión sus palabras, que el supiera no había tenido problemas con ninguna de sus amistades, pero la pequeña presa había comenzado a llorar desconsoladamente. Se sentía rota por dentro.
Una onda de calor la rodeo apenas se dio cuenta, conmoviendo su corazón, el zorro la había abrazado lo más fuerte que podía congelando por completo las reacciones de la coneja.
— Perdón… —susurro culpable y avergonzado, pero no por haberla abrazado sino por haberla hecho llorar.
Una sonrisa apenas visible se dibujó en el rostro de la herbívora pero además de ello gran cantidad de lágrimas comenzó a brotar de sus hermosos ojos, todas cayendo en el hombro del macho. No dijo nada más solo se quedó abrazándola mientras ella lloraba, le dolía en el alma no poder hacer nada más.
Sus brazos rodeando su pequeño e indefenso cuerpo la hacían sentirse más segura, se aferró lo más que pudo a su cuerpo, no quería separarse de él por nada del mundo, no quería que se marchará, sentía que estaría completamente perdida sin su mejor amigo, sin su novio. Tenía miedo, mucho miedo.
Cerca de una hora paso, hora en la que aquella conejita lloro con dolor, enojo y desesperación, pero de su lado jamás se separó el zorro. Devastado, gracias a lo que había causado, contuvo el llanto o al menos lo hizo hasta haberse dado cuenta que a quien abrazaba se había quedado dormida en sus brazos, con enorme cuidado la cargo y coloco en la cama, tapándola con todas las mantas. Sentado sobre el piso recargo su cabeza y brazos sobre la cama permitiéndole perfectamente mirar a la joven, se veía hermosa o al menos él siempre la veía así, pero por situaciones especiales, mucho del tiempo que pasaba con ella había disminuido. Se sentía culpable y ahora ya no estaba seguro si había sido buena idea haber hecho todo aquello, tal vez si hubiera dejado las sorpresas atrás no hubiera resultado tan afectada por su estupidez, pero no era así y ahora debía pedir perdón. La miro todo el tiempo que pudo hasta que sus ojos, exhaustos por el día tan pesado que había tenido, se cerraron.
— Feliz Navidad Zanahorias… —susurro con tristeza el zorro antes de quedarse dormido por completo, mientras veía algo borroso a quien dormía en la cama.
Por la mañana las cosas mejorarían. O al menos eso era lo que quería creer Nick.
Los escasos rayos de sol entraron por la persiana que se encontraban mínimamente abierta. Una pequeña bola de pelo se acurrucaba entre las sábanas, deseando que no amaneciera tan pronto e implorando por dormir un rato más, sin darse cuenta y por un movimiento reflejo golpeo con su brazo al zorro que dormía en la horilla de su cama, despertándolo asustado, pero volviéndose a dormir en el acto.
La coneja abrió los ojos al mismo tiempo que se quejaba por un terrible dolor de cabeza, su intento por tragarse las penas le estaba pasando factura y no sería de lo más agradable de sobre llevar, menos cuando jamás en su vida había probado el alcohol. Recordaba sucesos vagos después de que había entrado al bar, pero lo que a su infortunio si recordaba era la plantada que su novio le había dado.
"Idiota…" pensó con tristeza mientras veía hacia la pared de a un lado de la cama y se acurrucaba entre las sabanas adolorida.
Unas ganas inmensas de vomitar le entraron apenas cerro los ojos para volver a dormir, se levantó lo más rápido que pudo, pisando a Nick.
Aunque se percató de su presencia y le sorprendió era el doble de importante, además urgente el ir al baño, entro cerrando la puerta de un golpe, lo que fue a hacer no era un misterio, sin mucho esfuerzo expulsó lo que tenía que salir, para ella era demasiado asqueroso así que apenas termino su malestar bajo la palanca del baño y comenzó a cepillarse los dientes con cantidades exageradas de pasta dental, una vez salió intento poner una cara enojada hacia el zorro pero lo único que había conseguido fue una terrible expresión que decía por todos lados 'Mátame…' y en menor cantidad 'Te odio'
— ¿Estas bien Judy? —Preguntó su pareja estando de pie y con gesto preocupado.
— ¿Qué haces aquí?... —Su voz sonaba simple y con gran coraje.
— Tú… tú, bueno, yo te ayude a entrar anoche al departamento… —Respondió, por un momento pensando en mentir acerca de cómo habían sucedido las cosas, pero se frenó, dándose cuenta de que mentir en situaciones así solo causaría que el problema aumentara.
— Ya veo. ¿Puedes largarte de mi departamento? No te quiero ver. —Dijo con el tono de voz más frio que pudo fingir y con el rencor tan grande que sentía.
— Necesito hablar contigo…
— ¡Pero yo no Nick! —Grito molesta, ocasionando que su jaqueca aumentara. Su propio tono de voz le parecía un sufrimiento.
— ¡Pues no me voy hasta que me escuches! —recalco el zorro cruzándose de patas y sentándose en la cama. Su voz era firme e intensa. Aunque lo sacara a patadas no se iría sin antes explicar y decirle lo que tenía pensado para aquella noche.
— ¡No quisiste hablar cuando te pregunte porque me ocultabas cosas! ¿Ahora quieres hablar? ¡Pues a mí no me Interesa! —Remarco haciendo que el zorro se sorprendiera ante sus palabras. Pero si, tiempo atrás intento hablarlo, pero él se había negado a hacerlo.
— Por favor… —susurro él sacando algo de su pantalón— Es importante… —la coneja suspiró rendida, no importa cuánto intentara ser la mala del cuento no iba a poder, más que nada por el enorme amor y cariño que sentía hacía el zorro.
— Esta bien… —Bajo la mirada y arrastrando los pies camino hasta donde estaba sentado su pareja.
— Gracias… —Sonrió lo mejor que pudo, aunque en realidad la culpa y nervios estaban comiendo su interior. — De-desde que comenzó el año solo podía pensar en una cosa… Tú eres realmente el amor de mi vida, aun si fuéramos de distintas especies siempre supimos sacar a flote nuestra relación y quería estar contigo por el resto de mi vida. —volteo a ver a la coneja que estaba sentada a un lado suyo. — Estaba demasiado nervioso y no sabía cómo decírtelo… Quería que todo fuera perfecto, reserve una mesa en aquel restaurante desde principios de año solo para que no hubiera tragedias, page porque nos dieran una buena zona y arregle un par de cosas que harían aún más especial la noche, pero… —dejo escapar un profundo suspiro lleno de enojo y resentimiento. — Soy un idiota, durante toda la noche anterior no pude dormir, comencé a arreglarme horas antes y una vez que tenía todo listo me recosté por un momento en la cama, solo descansaría un rato pero, paso lo que pasó y… Te deje esperándome… —ella no entendía a qué se refería con exactitud.
— ¿Qué te tenía tan nervioso? —susurro volteando a ver a los ojos a su pareja. Por como sonaba su voz se encontraba más tranquila de saber lo que había pasado o al menos en su mayoría. Nick con nervios bajo de la cama y se hinco frente a ella, mirándola a los ojos, esos ojos que lo hipnotizaban, sus patas temblaban, no era lo que él había planeado y en cierta forma temía ser rechazado.
— Ju-Judy… —titubeo nervioso por lo que decidió tomar una enorme bocanada de aire para tragarse el miedo— Sé que con lo que paso y como hice algunas cosas estas muy molesta conmigo, pero… —dejo por primera vez que se dejara ver la pequeña caja que cuidaba aferrado entre sus patas— ¿Te casarías conmigo? ¿Te casarías con este torpe zorro? —abrió frente a ella la peque caja, dejando ver un lindo y simple anillo de compromiso.
Ella estaba atónita. ¿Casarse? ¿Era en serio? Tanto tiempo estuvo planeando todo para que al final un mínimo error arruinara todo. Se sintió estúpida por haber tratado así a su novio.
Sin decir palabra alguna y mientras unas pequeñas lagrimas brotaban de sus ojos, se acercó a él y lo abrazo.
— Te amo… —susurro ella entre el llanto— S-si no hubiera reaccionado así hubieras podido seguir con el plan que tanto había trabajado… —él la separó del abrazo con suavidad y miro sus bellos ojos, su amor por ella era enorme.
— Eso ya no importa mi Zanahorias —la beso con ternura una vez que termino de hablar, ella correspondió el beso. Una vez que se separaron Nick limpio las lágrimas del rostro de su amada y sonrió— Entonces… ¿Aceptas?
Judy rio con ternura— Claro que si —respondió lanzándose contra él y tirando a ambos al piso— ¡Estaría loca si dijera que no! —un beso fue lo que sello su respuesta antes de que el zorro colocara el anillo en su pata.
— Te amo Judy…
¡Feliz Navidad!
¿Qué creyeron? ¿Qué ya no iba a subirlo? ¡Pues se equivocan!
¡Lo logre! Jajajaja tambien es culpa de que quise dibujar algo y no se me da dibujar pero bueno c:
Y pues si, digamos que Nick le pidio ser su novia a Judy en navidad ¿Por qué? No se, se me ocurrio por algo personal xD
Este es mi pequeño regalo para todos ustedes que siempre estan leyendo mi fanfic y los que llegan de curiosos igual, siempre se agradecen enormemente que alguien pase a leer :3 3
Les deseo una muy feliz navidad a todos, que pasen unos días muy lindos en familia y si van a comer rico me invitan x3
PD: Esta idea nacio por culpa de un fanfic llamado "Noches lluviosas" los que lo hayan leido me diran que nada que ver pero... ¡No cerebro es loco! :3
— Nick... —susurro la coneja con nervios mientras el zorro la atrapaba contra la cama— ¡Estas pesado! —grito ella empujándolo y tirándolo de la cama.
— ¡Auch! ¡Oye, te estaba haciendo 'bolita', no era necesario que me tiraras! —reprocho el levantándose del piso y sacudiéndose el pantalón.
— Lo siento, lo siento —se disculpó ella nerviosa y algo arrepentida, pero por dentro se burlaba del zorro— ¡Por cierto, lo había olvidado! —dio un salto parándose encima de la cama y bajo de ella buscando algo en su bolso— ¿Dónde lo deje? —susurro volteando la bolsa haciendo que todo callera en el piso— ¡Aquí esta! —grito triunfante mostrándole lo que parecía ser un regalo. Se lo entrego en su novio para después ponerse sobre la cama y tapándose los ojos con las orejas. Él lo abrió curioso.
— ¿Es una indirecta Zanahorias? —volteo a ver a la coneja sosteniendo entre sus patas lo que parecía ser una caja de... ¿Condones? Él zorro abrió la caja— Oh... vaya... —susurro dándose cuenta que la caja era una simple broma que le había tendido su amada, si bien no estaba sola, lo que contenía no merecía estar en aquel lugar.
— ¿Te…te gusta? —titubeo Judy mirando un poco— Yo lo hice...
— Me encanta, mi hermosa conejita —susurro acercándose lentamente a ella y abrazándola.
— Feliz navidad Nick... —correspondió el abrazo con cariño para minutos después separarse y besarlo.
Dentro de la caja había un pequeño álbum de fotos, con todas las fotos o al menos la mayoría de fotos que se habían tomado a lo largo de su relación. Y seguramente habría muchos más momentos que atesorar de ahora en adelante...
¡Ahora si!
¿Fin? c:
