La verdad es que esto iba a ser un oneshot, pero esta mañana estaba bastante inspirada y he decidido convertirlo en una historia. Este fragmento lo escribí ayer escuchando epiphany- bts en bucle por cierto. Y también me inspiré un poco en el poema de "la otra copa del brindis" de Mario Benedetti. Espero que os guste.

OSCURA MALEZA.

Prólogo.

Todo parecía estar en calma, todo estaba rodeado de silencio. Y eso Draco lo sabía, lo notaba, era un silencio capaz de tranportar el sonido del reloj de la sala de estar que se encontraba planta de abajo a su propia habitación, capaz de calar el crujido de la madera de los sótanos hasta el segundo piso, era un silencio que resonaba en lo más profundo de su ser. Era la tercera vez que ocurría esa semana, no podía quitársela de la cabeza. Se odiaba a si mismo por ser un cobarde, por su debilidad, por no saber sobre ponerse a su orgullo. Sentía que se asfixiaba en esas cuatro paredes, y ese sentimiento a medida que avanzaba el tiempo se hacía más grande, más pesado. No entendía como su casa se había llegado a convertir en un antro lleno de ratas. No llegaba a comprender como la honorable Mansión Malfoy había llegado a tal punto de decadencia. En su casa habían tenido lugar las fiestas más memorables, magníficas y majestuosas de toda la comunidad mágica y ahora se había convertido en el escenario recurrente de los asesinatos a muggles, mestizos, magos hijos de muggles y traidores a la sangre. El joven Malfoy, no había entendido el significado de la lucha hasta que había presenciado la primera muerte de una persona en su casa. En la sala de estar, donde provenía el ruido del reloj al encontrarse toda la casa en una falsa calma. Allí, Lord Voldemort había asesinado a una profesora de su colegio, nunca le había conocido ciertamente, pero había sido testigo de su muerte. Aun recordaba a la mujer pidiendo clemencia, aun recordaba como le había suplicado a su padrino que le salvara, que le ayudara y como Severus Snape había evitado su mirada. Recordaba la voz del Señor Oscuro, nítidamente, como si estuviese pronunciando las palabras en ese momento y recordaba como había tenido que mantener la mirada fija en la barbaridad que se estaba dando a cabo en aquel lugar. Sin moverse, sin expresión en el rostro, impasible, por qué de lo contrario, sabía que su tía Bellatrix se encargaría en castigarle por ser débil y el Señor Tenebroso no podía permitirse tener seguidores débiles, sabía que su tía le habría castigado de la manera más cruel posible pronunciando esas mismas palabras. Por ello Draco intentaba pasar desapercibido, que nadie se diera cuenta de su presencia, detestaba todo aquello, detestaba las misiones que le encomendaban. Él no era capaz de matar a nadie, ya se había demostrado cuando Él le había encomendado la misión de matar a Dumbledore y como había fallado estrepitosamente. No quería formar parte de esa lucha, los de "su bando" le repudiaban, le veían como un inútil y mal criado niño, y para que engañarse, los del bando contrario opinaban lo mismo. Por ello Malfoy quería desaparecer, irse lejos donde nadie supiese quién era, qué era. Pero todo se había complicado cuando una noche habían llevado a tres presos. Le habían echo llamar y le habían dicho que dijese si aquellos eran sus compañeros del colegio a los que tanto había odiado. Con Ron Weasly y Hermione Granger no habían tenido problema, pero con el tercero de ellos había sido más difícil. Tenía la cara deformada, Draco enseguida supuso que la sabelotodo habría sido la culpable de ello, era una chica lista y sabía que si los mortífagos identificaban a su amigo, sería el fin. Y cuando llevaron al chico arrastras ante él fue capaz de pronunciar palabra, su tía Bellatrix cada vez le preguntaba con más urgencia, con menos amabilidad, si reconocía el rostro, si sabía quien era. Draco observaba los rostros de los tres Gryffindors y podía percibir en ellos el mismo miedo que le acompañaba a él siempre. No recuerda aun como reunió el valor para hablar, las palabras le habían salido solas como por arte de magia. Y lo negó, negó reconocer el rostro de aquel muchacho asustado, negó que aquel chico fuese Harry Potter, el-niño-que-vivió, y no supo si en aquel momento estaba el más consternado por sus palabras o los consternados eran los tres emvalientes/em Gryffindors. Después todo se había desarrollado muy rápido. Y solo recordaba con nitidez a su tía encima de la Gryffindor torturándola. Recordaba a Granger retorciéndose de dolor y llorando, la imagen de la sonrisa diabólica de su tía al grabarle en el brazo a la muchacha las palabras emsangre sucia /emno se le iba a ir nunca de la cabeza. Aun no sabía muy bien como pero al final el trio dorado consiguió escapar de la mansión, todo eso para él había sucedido muy rápido. El caos se había desatado por todas partes en aquel momento. Draco desde entonces no se podía quitar la imagen de la muchacha de la cabeza, quería saber como estaba, donde estaba. Quería saber si la marca de su brazo había desaparecido, si el dolor de la tortura algún día desaparecía de su vida. Y en cierta parte, el joven Slytherin la comprendía, sabia lo que era que le torturasen, sabía lo que era llevar una marca deshonrosa en el brazo. Sabía como se había sentido la chica en aquel horrible momento y de echo en ese instante, Draco Malfoy había sentido como si le estuviesen torturando a él mismo. Nunca había llegado a pensar que en algún momento de su vida, él, Draco Lucius Malfoy, podía llegar a sentirse así en lo que se requería a la Gryffindor. Pero la guerra le había cambiado, ya no era él mismo y pese a que el orgullo por su apellido seguía casi intacto, había empezado a dudar de los ideales que siempre había defendido. Había madurado, había aprendido, pero no de la manera que su familia hubiese deseado. Y en algún recoveco de su mente sabía que la anhelaba a ella, al ser más odiado por su familia y sus ideales. Y como otras noche, empezaba a necesitarla, sabiendo que el futuro era oscura maleza.