Death Note no me pertenece, nunca pongo esto, pero me enteré que lo tengo que hacer.
Narrado desde el POV de Linda. Nada más para decir.
Lucy Jeevas: Off.
Las voces no cesaban, podía escuchar voces… sí, pero no veía nada más que oscuridad. Las voces decían cosas, nada coherente, siquiera algo que podríamos considerar palabras.
Esos molestos ruidos no paraban, torturaban mi cabeza. Era insignificante que unos simples sonidos molestaran tanto.
Figuras deformes moviéndose escuálidas por todos lados, no podía ver ni un poco de luz, todo estaba opacado por manchas negras de oscuridad.
Nunca pude hacer nada para conformar a esas criaturas del demonio, muchas veces me daba risa lo que decían, y muchas veces dolía. Ya no se puede confiar en nadie, eran unas víboras enroscadas en los pastizales, siempre listas para atacar por donde sea. Y nunca fallan su ataque, si no hay por dónde, inventan.
Nunca estamos solos, por más que lo intentemos, estamos rodeados de toxinas. Respiramos carbón, bebemos basura y comemos radiación. Lo malo de todo es que los asquerosos cerdos se lo devoran todo, nunca se pondrían a pensar que eso está contaminado. Porque justamente: son unos cerdos con forma humana.
Lo único que puedo escuchar al fondo, es una pequeña voz que repite mi nombre todo el puto día: "Lindsay". Nunca supe que quería esa maldita voz, pero no importa.
Ya no importa nada.
Una vez que la cuerda se encuentra apretando tu cuello, cortándote el aire, la visión… despojándote de tus sentidos; ya nada vale la pena. El arrepentimiento sería algo estúpido.
Todos deseamos saber qué hay después de la muerte. Pero yo sólo me quería irme de ese maldito lugar.
A veces pienso que fue una decisión poco inteligente. Pero es preferible antes de tener que estar rodeada de ratas rabiosas, y es mejor haberme ido antes de contagiarme.
Los odio a todos.
Ahora todos lloran por mí. Hipócritas. Eso nunca hubiera pasado en vida. Es impresionante ver que realmente esas inmundicias tienen sentimientos, pero todo el tiempo se lo pasan quitándoselos a los demás.
Pero por suerte, nunca más los veré.
