Los personajes son propiedad de la gran Rumiko Takahashi, la historia es completamente mía sin fines de lucro


Diario de un corazón roto capítulo 1

La decisión

Te veo, simplemente mi pecho se contrae de dolor mientras los pedacitos de mi maltrecho corazón se caen uno a uno, sé que soy egoísta toda tu vida la has amado, más el destino se encargó de separarlos, ahora, después de tanto tiempo a tu lado recolectando los fragmentos de la perla, viviendo infinidad de aventuras, habiéndote entregado TODO y estando a punto de llegar a nuestra meta de acabar con Naraku para siempre, la sacerdotisa dueña eterna de tu amor yace agonizante entre tus brazos pues sus fuerzas la abandonan con cada suspiro, tus labios se unen a los fríos de ella en un final y desesperado beso, con este último contacto se desvanece hacia el cielo y las almas que me pertenecen regresan a mi cuerpo. Merecías ser feliz a su lado, siempre supe cómo eran las cosas desde que regresó no siendo más que un cadáver ambulante con mezcla de barro, pero aun así ella valía más para ti, es inútil intentar controlar los sentimientos pero cómo desearía hacerlo, arrancarme de una buena vez y para siempre todo este absurdo amor que mi cuerpo destila por ti y que tú no haces más que ignorar, clamo enardecida a todos los dioses que me hagan olvidar esto que siento pero mis ruegos son ignorados como todo a lo que a mí concierne, no te quiero ver más pero mi promesa de siempre estar a tu lado me lo impide, no sé qué hacer, a dónde ir, mi mente y sentimientos se pelean entre sí, estoy a punto de colapsar el dolor me sobrepasa, quisiera a veces nunca haberte conocido y así no haber experimentado nunca esta impotencia que me carcome el alma, siento que estoy muriendo en vida. Las piernas me empiezan a flaquear al oír tu llanto, siento tu agonía InuYasha y no sabes cuánto me afecta. Unos brazos protectores y un pecho duro como el acero pero muy cálido me abarcan.

—Kōga— musito tratado por todos los medios que mi voz no se quiebre ante el nudo que se forma en mi garganta.

—Esa bestia no merece ni una sola de tus lágrimas y mucho menos la tristeza que llevas tan metida en el pecho— me abrazó más fuerte de una manera tan reconfortante.

—Gracias Kōga, necesitaba esto— me aferro al fuerte pecho del licántropo derramando traicioneras lágrimas que se me escapan humedeciendo sus rudimentarios ropajes.

—Creo que es hora que empieces a tomar decisiones preciosa— me habló al oído de una manera impropia en alguien tan eufórico

Con esas palabras de aliento de parte del apuesto Kōga empieza mi diario para recuperar los pedazos fragmentados de mi triste corazón.


Espero les guste y deseo dejen sus comentarios