-Fanfiction basado en la serie de anime Psycho-Pass. Ninguno de los personajes aquí presentes me pertenece, así como la trama.

Spoilers de la película OJOCUIDADO-

Capítulo 1.

Julio del año 2116.

Aquel verano quedaría grabado en sus mentes para siempre y seguramente sería recordado por muchos durante décadas. Era el momento que tanto habían ansiado, tanto él como sus compañeros.

La hora de dejar las armas de lado había llegado y ya podían sentir el dulce sabor de la libertad en sus bocas, aunque con cierto regusto de amargura por todos los compañeros que habían caído. Por fin todo había terminado y a pesar de que las vidas perdidas no se recuperarían jamás, el hecho de que no hubiesen muerto en vano hacía que aquello no fuese tan duro. Todo esfuerzo conllevaba un sacrificio y aquel era el precio injusto de la victoria.

Por todo ello, aquella noche tocaba celebración y ya desde bien entrada la tarde, se podía palpar el ambiente festivo en la ciudad. A pesar de que el azabache estaba resentido por las heridas que había recibido en aquellos últimos días previos al triunfo, se había dejado convencer fácilmente por sus compañeros animándose así a acompañarlos en aquella velada.

Kougami sabía que sus lesiones físicas pronto sanarían. Y que lo que tardaría más en serían heridas internas, que con la aparición de cierta pelicastaña no habían hecho otra cosa más que reabrirse y probablemente no llegarían a cicatrizar nunca, dejándole completamente abatido.

Había aparecido ante él como tantas veces se había imaginado, y sin darle apenas tiempo a despertar de aquella realidad que se presentaba ante sus ojos como un sueño, se había esfumado.

Jamás habría pensado que volvería a encontrarse con aquella antigua compañera a la que amaba con todo su ser, por mucho que intentase ocultarlo. Y probablemente aquella sería la última vez, pues, aunque aquella libertad le había dado alas, a cambio había cortado el único lazo existente con su pasado. Y sobre todo con ella.

Dejándose llevar por el ambiente festivo, lo primero que hizo fue pedirse una copa, a la que le siguió otra y luego otra más. Así sucesivamente hasta que perdió la cuenta y su mente entró en una especie de letargo. Con esto buscaba anestesiar el alma, olvidarse por aquella noche de todo lo que había pasado y sacar de sus pensamientos la idea de que no volvería a ver aquellos ojos castaños, los únicos que conseguían quitarle el sueño.

Por mucho que le pesase, los tragos, en aquel momento estaban provocando el efecto contrario, haciendo que esas penas escociesen y que su interior se retorciese, enterrando cada vez más aquel dolor que ya tan arraigado estaba dentro de su ser. El dolor de un amor imposible con el que ya había aprendido a convivir. Sabía desde el momento que vió a aquella niña por primera vez que ambos no tendrían un futuro juntos, al fin y al cabo ella era un ser puro y él estaba sumido en la más profunda oscuridad, lo único que haría sería enturbiarla. La amaba tanto que sabía que no podría hacerle eso.

Jugueteaba con el vaso, girándolo entre sus manos con un deje distraído, pensando en que aquella niña que había conocido años atrás se había presentado ante él nuevamente y como toda una mujer. Notó un fuerte pinchazo en el pecho al recordarla.

Cuando este ardor se hizo insoportable, decidió salir del lugar dando a sus compañeros la excusa de que necesitaba tomar el aire.