ADVERTENCIA: POKÉMON Y SUS PERSONAJES PERTENECEN A NINTENDO. ESTO ES SIN FINES DE LUCRO.
HOLA. ESTOY LITERALMENTE SALIENDO DE MI ZONA DE CONFORT Y ME ADENTRO EN UN FANDOM QUE HACE MUCHOS AÑOS HABÍA ABANDONADO PERO QUE EL MUNDO DEL FANFICTION ME HIZO REVIVIR. GRACIAS ANDY ELRIC POR MOSTRARME LO INTERESANTE QUE PUEDE SER.
¡BIENVENIDOS!
Capítulo I
El camino del maestro pokémon
En cuanto el joven llegó al elegante bar, muchas miradas se posaron de manera poco discreta en él. Conforme se abrió paso entre las mesas, más ojos se posaban en él, acompañado de cuchicheos. La realidad era que ya no le era extraño que llamara la atención en los lugares donde se paraba ¿qué otra cosa se podía esperar para el maestro pokémon más importante de la actualidad?
En cuanto la amable mesera lo colocó en una apartada mesa del bar, le preguntó si deseaba algo de beber- Un whisky - respondió, la joven empleada le dedicó una coqueta sonrisa y se retiró.
Una vez solo, Ash Ketchum no pudo evitar sonreír nervioso. Aún le era extraño cómo algunas chicas (o "fans"), tomarán esas raras actitudes ante su presencia. Era muy curioso, porque realmente en los últimos años había adquirido una fama impresionante, todo gracias a su título de "El maestro pokémon más grande de la segunda mitad del siglo", o algo así lo habían nombrado en la prensa.
Desde luego, ese mote no era algo inventado sólo porque sí. Ash había trabajando duramente desde los 10 años para ser honrado con ese reconocimiento. Era cuando tenía esa edad que empezó su camino para alcanzar su más grande sueño: ser un maestro pokémon; no obstante, con el paso del tiempo su técnica había mejorado tanto que a sus 27 años ya había logrado ser campeón en cuanta liga se había puesto en su camino (incluso las que siendo aún un niño había perdido), además de tener una amplia gama de pokémons que entrenaba. De hecho, cuando ya contaba con esa fama de campeón, gente de muchas partes del mundo lo buscaba para que les diera consejos o para desafiarlo a alguna batalla amistosa.
Mientras le entregaban su bebida y se disponía a tomar un sorbo, Ash sonrió para sus adentros. En esa fase como "asesor" o "consejero" de entrenadores pokémon, había visto desfilar a cientos de personajes (algunos que juraría había conocido en sus viajes), de la mayoría de ellos no recordaba ni su nombre; realmente no tenía mucha cabeza para recordar personas en lugar de pokémons. Lo que sí tenía muy presente, era que todas esas personas le habían mostrado su agradecimiento con un cheque con varios ceros escritos. Esa, junto a sus premios de ligas, habían construido la buena posición económica en la que ahora vivía.
Ash, no era un tipo exageradamente rico o algo así, simplemente vivía con muchas comodidades que en sus orígenes no tuvo, al mismo tiempo que podía permitirse darle una vida sin preocupaciones a su madre (aunque ella muchas veces se mostraba rejega de que él le diera cosas)- A veces puede ser tan orgullosa- pensó el muchacho, sin notar las verdaderas razones de su madre.
Trató de despejarse de esas ideas, la verdad era que normalmente no prestaba atención a esos temas de índole muy personal. Miró su reloj un poco ansioso, su cita de aquella noche se empezaba a retrasar, como si no supiera que él no tenía tiempo para regalar, era una persona muy ocupada.
En ese momento se sintió observado, claro, mucha gente no podía evitar mirarlo, pero esto era diferente, se sentía como si una mirada llevara largo rato analizándolo. Buscó discretamente por todo el elegante bar a la persona que lo estaba escaneando con los ojos y se topó con un hombre que desde la barra lo observaba. Ash lo miró, esa cara la conocía de algún lado, aunque su despiste no le permitió en primera instancia saber de dónde. Entonces, su interlocutor hizo un leve movimiento con la cabeza y alzó su trago como si brindara con él desde esa distancia. Era un sujeto de tez morena y unos ojos bastante particulares, como si estuvieran cerrados. Su porte y la familiaridad con la que hizo aquel gesto, le hicieron comprender. Claro, no podía ser otro que su viejo amigo Brock. Sin dudarlo, se puso de pie y se dirigió hacia él, con el objetivo de simplemente saludarlo.
No obstante era raro, no sabía de qué hablarle, hacía de verdad mucho tiempo que no sabía nada de él.
-¿Brock?... Hola- le dijo apenas lo tuvo enfrente.
-Hola, creí que no vendrías a saludarme- comentó con una fría sinceridad- Te vi desde que llegaste y pensé que no notarías mi presencia… con tanta gente que te observa siempre.
-Bueno, la verdad es que me sorprende un poco… No sabía que frecuentabas este tipo de lugares.
Su viejo amigo dibujó una sonrisa extraña, Ash no recordaba que ese tipo de gesto fuera precisamente de alegría- ¿No creíste que podías ser el único de nosotros que podía llegar tan lejos? También podemos estar en estos sitios tan… exclusivos.
Ash no supo bien qué responder ¿Estaba volviéndose loco o su viejo amigo no estaba muy contento de verlo?- Bueno, es que no supe de ti desde hace mucho… Quisiera contarte tantas cosas, mi cita se ha retrasado quizá podamos…
-Mira Ash, creo que si no hemos podido hablar desde hace tiempo es porque…- hizo una pausa tratando de no perder el control, no quería alzar la voz ni que se notara que estaba resentido con el joven maestro pokémon; le tenía aún cierto aprecio y no pretendía manchar su imagen pública con una discusión en medio de un bar. Respiró hondo y continuó hablando- Te has alejado de todos ¿sí?
-¿De qué hablas?- preguntó y por reflejo volteó hacia su mesa, para ver si su cita ya había aparecido.
-Precisamente de eso que estás haciendo. Siempre estás ocupado, siempre pensando en tus cosas… ¿Cuándo fue la última vez que fuiste a ver a tu madre? ¿Cuándo hablaste por última vez con el profesor Oak o Gary o que fuiste a tu pueblo natal?...
Ash no supo qué responder. Lo cierto era que tenía más de 5 años que no ponía un pie en Pueblo Paleta, a su madre la había invitado a pasar la navidad pasada en su casa en la ciudad (desde entonces no se habían visto personalmente) y sus videollamadas eran tan escasas que no recordaba exactamente cuántas semanas habían pasado desde la última. No pudo evitar sentirse avergonzado, pero también algo indignado ¿Cómo se atrevía Brock hablarle así?
Rió nerviosamente, inclinó su cabeza en un intento de parecer tranquilo y se ajustó la corbata que hacía juego con el lujoso traje que aquella noche vestía- Brock, no me gusta hablar de mi vida privada.
-¡Escúchate Ash!- le espetó y bajó de nuevo el volumen de su voz al notar que atrajo algunas miradas- Escúchate, me respondes como una maldita estrella de rock; no lo eres y yo no soy un intento de periodista. Se supone que éramos amigos.
-¿Éramos?
-Te apuesto lo que sea a que no habías pensado en mí en años hasta que me viste hace unos minutos. Jamás te has preocupado por saber un poco de los que alguna vez estuvimos contigo en todo momento… - lo miró de arriba abajo, sin poder creer que ese niño, su mejor amigo, al que había llegado a querer como un hermano menor, ahora era un completo desconocido- Creo que ella tenía razón, cambiaste… Ahora sólo piensas en ti, eres más… egoísta.
Ash no supo exactamente de quién hablaba, y aunque muy en el fondo lo sospechaba, su cerebro se aferraba a bloquear toda información sobre esa persona; Brock pareció percatarse inmediatamente y bufó para luego agregar- No tienes ni idea de quién te hablo ¿verdad? A pesar de todo lo que ella también hizo por ti, la olvidaste completamente… Me imagino, como tus otras amiguitas.
Hubo un silencio. De pronto la mesera que le había atendido con coquetería los interrumpió- Señor Ketchum, su acompañante llegó, le espera en su mesa.
-Gracias- se alejó lentamente sin apartar la vista de Brock.
-Buenas noches- saludó al regresar a la apartada mesa que había ocupado en un principio. Tomó asiento y de un sorbo terminó su bebida.
-Señor Ketchum, un honor conocerlo- dijo el hombrecillo nervioso, Ash apenas lo conocía pero lo había asediado por semanas para poder concretar una propuesta.
-Sí, sí…- respondió, le irritaba su tono lambiscón; ya estaba acostumbrado a tratar con gente así pero esa noche sentía que muchas cosas en él no estaban como siempre- Vamos al grano.
-Oh sí, sí… Sé que es un hombre muy ocupado y realmente agradezco que me brindara algo de su valioso tiempo.
Ash pasó sus manos por su cara tratando de concentrarse; justo en ese momento, la mesera le sirvió un segundo trago- A ver señor Kumamoto, me había explicado por teléfono que la finalidad de esta reunión era hablar sobre una propuesta, un torneo … algo así.
-Oh sí, un importante grupo de patrocinadores estamos muy interesados en organizar una justa entre diversos entrenadores pokémon, y nuestra idea es que usted no sólo sea parte como juez, sino que sea un homenaje a su brillante carrera.
De ahí partió a hablar como una tarabilla, hablaba sobre cómo pensaban hacer una convocatoria, seleccionar a los mejores, dónde hacerlo y el montón de dinero que le generaría a todos el simple hecho de que él avalara el concurso. Ash comenzaba a cansarse de la plática, continuaba bebiendo y ya se sentía asqueado de que ese hombre lo alabara en cada oportunidad.
Definitivamente Ash no se sentía él mismo esa noche, y la razón de ello seguía en la barra observándolo. Una mezcla de alcohol y el aburrimiento de la palabrería de Kumamoto, empezaron a hacer que el joven maestro pokémon analizara un poco lo que Brock había intentado decirle.
¿Acaso era un egoísta que sólo pensaba en él? ¿Y qué tenía de malo eso? Se había convertido en un gran maestro pokémon y lo había logrado a base de trabajo arduo, sin tiempo para pensar en más. ¿Le tendría envidia porque pudo lograr su sueño? Además, quién diablos le había metido esa idea a Brock.
Ella… ella… ella…
No supo cuánto tiempo pasó pero pareció que Brock se aburrió de sólo verlo desde la distancia. Pidió su cuenta y se dispuso a irse.
-Espere un momento…- le dijo a su interlocutor, interrumpiéndolo- Ya vuelvo.
Ash se puso de pie y hasta ese momento se dio cuenta que no había sido tan buena idea beber sin medida. No se sentía completamente ebrio pero sí sentía que las cosas que movían caprichosamente de su lugar. Se acercó a Brock que ya se retiraba.
-Espera - dijo mientras su voz se barría un poco, efecto de las copas- Necesito hablar contigo.
-Pensé que estabas muy ocupado- le sonrió con ironía.
-Ese, ese es sólo un payaso que quiere hacer un torneo en mi honor ¿puedes creerlo? Qué absurdo.
-No me suena absurdo- respondió con frialdad- Apenas perfecto para ti, supongo que será la oda a lo que te has esforzado tanto en construir.
Comenzó a caminar, no sentía ganas de hablar más con él, no sin poder callar tantas cosas. Ash lo pescó del brazo con fuerza para que no lo dejara con la palabra en la boca- ¡Te digo que te esperes!- sin darse cuenta habló con fuerza y muchas miradas se centraron en él.
-Oye tranquilo, no todos somos tus lame botas, dispuestos a hacer lo que desees sólo por ser tú- se miraron frente a frente. Ya no era como antes, ahora ambos eran unos hombres y prácticamente eran igual de altos y corpulentos.
-¡Está bien, lárgate si quieres!- lo soltó, a su alrededor se desataron murmullos. Regresó a su mesa con bastante mal humor- Señor "Ku…mo…to", me voy. Mándeme la propuesta formal- buscó torpemente en su billetera y sacó varios billetes, que arrojó a la mesa- Cortesía de la casa- expresó y salió de ahí.
Una vez fuera del bar, se dirigió a su automóvil sintiendo de nuevo que el piso de empeñaba en no permanecer en su lugar. Nadie se atrevió a impedirle que se fuera solo en ese estado, nadie tenía el valor de decirle al gran maestro pokémon que estaba mal, que se estaba equivocando. Intentó meter la llave en la puerta del vehículo y éstas resbalaron de sus manos. Miró hacia abajo intentando encontrarlas en la oscuridad sin éxito.
No fue hasta que una mano masculina las encontró y las sostuvo frente a él- Ash, no puedes conducir así- dijo Brock. Su tono ya no era molesto, más bien había una auténtica preocupación que se parecía mucho a la que manifestaba en los viajes que tuvieron juntos hacía varios años- Yo te llevo, vamos.
No fue una pregunta, pero tampoco era una orden completamente autoritaria. Ash sólo asintió, le permitió conducir su lujoso automóvil mientras él le indicaba cómo llegar a su casa, en una de las zonas más exclusivas de la ciudad.
Cuando por fin llegaron, bajaron del vehículo en un silencio que sólo se vio roto cuando Brock habló- Vaya, si que vives bien- dijo mirando la fachada de su casa.
-Necesito mucho espacio ¿sabes?... Mis pokémons requieren tener un amplio lugar para entrenar- habló ya sin tanta torpeza del alcohol.
-Lo sé, leí hace unos meses un artículo en una revista, hablaban sobre tu gimnasio personal. Es impresionante.
-¿Quieres entrar?
-No, ya es un poco tarde. Además, sólo vine a la ciudad para arreglar un asunto de trabajo, debo volver a Isla Valencia a primera hora- le entregó las llaves de su automóvil.
-Ah… así que ahí vives.
Brock sonrió por primera vez con sinceridad para su amigo en muchos años- Sí, la con la profesora Ivy- se sonrojó un poco- Así que sin un día necesitas algo, puedes encontrarme ahí.
A Ash le pareció extraño. ¿Hacía cuánto no hablaba así con alguien? Desde luego, Pikachu y el resto de sus pokémons eran muy importantes para él, eran sus amigos; pero ya había olvidado lo que era convivir de manera más íntima con un humano y más alguien como Brock, que no tenía miedo de decirle las cosas como son, que tenía la fuerza de una roca pero la calidez de un gran amigo, al que bien podría considerarle un hermano. La gente que usualmente lo rodeaba era tan distinta a su viejo amigo, eran personas que sólo se dedicaban a alabarlo o que simplemente no lo conocían a detalle.
-Gracias, Brock… y gracias por traerme- se sentía avergonzado por su comportamiento.
-De nada. Ahora descansa- se dio la media vuelta.
-Brock, espera…
-¿Qué pasa?- se volvió a mirarlo.
-Ella… ella es… - no sabía cómo preguntarle- ¿A qué te referías con mis amiguitas?- cambió su pregunta porque no tenía valor de hablar sobre ella.
-Ash, siempre pensé que yo era un conquistador, pero creo que tú me dejas atrás- el más joven siguió sin entender- Desde muy chico tuviste la suerte de tener a una chica dispuesta a seguirte a todos lados y apoyarte… Hasta donde sé, tu suerte no ha cambiado mucho, pero creo que sigues sin darte cuenta de ello.
-Creo que sí tomé demás hoy, no entiendo nada.
Sonrió- He leído algunas revistas, parece que te involucran mucho con una chica en particular…
-¡No!... ¡Rayos!... Odio esas tontas revistas del corazón, Serena es sólo una amiga- Ash no pudo evitar de nuevo sentirse agredido de que la conversación fuera hacia su vida privada, y más con chismes.
-Supongo que así la ves, tienes ese estigma… Todas son sólo tus amigas- la última frase volvió a cargarse de cierto resentimiento.
-¡Bueno, ya dime qué tanto insinúas…! ¡Tanto afán con lo que hago y que soy un egoísta y que cambié!- su voz se había alzado más que en bar, ya no le importaba pues estaban solos- ¿Qué diablos hice para que me trates así?
-Misty.
Sólo pronunció Brock con algo de enfado. Sabía que su amiga había sufrido mucho con la distancia, la indiferencia que se convirtió en frialdad y luego olvido; así como el cambio que Ash había presentado a lo largo de los años, cada vez más cerrado, solitario… egoísta. Dolía no sólo por la amistad que los unía desde niños, había algo más. Brock jamás escuchó de parte de su pelirroja amiga una alguna confesión, o una declaración abierta sobre algún sentimiento. Pero no hacía falta, esas cosas se notaban; y más cuando en una ocasión la vio llorar, y él la había consolado en silencio por horas, en las que ella sólo decía lo insensible que era Ash y lo tonta que era ella misma.
Por su parte, Ketchum se quedó congelado al escuchar su nombre. Hacía tanto que no lo escuchaba, que nadie le hablaba sobre esa chica que lo conocía de una manera que ninguna otra. Pero que apartó de su vida por tantos y tan diferentes motivos.
Cuando salió de su letargo, Brock ya se había marchado. Quizá era lo mejor, no podía permitir que su viejo amigo apareciera de la nada a mover y revivir tantas cosas en él.
Entró en su casa, todo estaba tranquilo, como siempre. Se asomó a los jardines, a los estanques, a la arena de combate. Ninguna de sus criaturas estaba activa a esa hora. Fue a la habitación contigua a la suya. Su inseparable Pikachu estaba dormido. Así que no había nada que lo perturbara, sólo lo que había dentro de él.
Se dirigió a la pequeña cantina que tenía junto a la cocina. Sacó otra botella, dispuesto a borrar con base en algunos tragos, todo lo que había sucedido esa noche. Fue a su habitación, apenas se sirvió el primer trago cuando una llamada entró, y en la pantalla de aparato que tenía en sus aposentos, apareció el rostro de una joven rubia.
-Ash ¿estás ahí?
Escondió la botella- Sí aquí estoy- se acercó a la pantalla.
-Está muy oscuro, prende la luz- le pidió la rubia.
-Estaba a punto de dormir- mintió.
-Aún traes tu traje.
Malditas videollamadas, debo tener un teléfono normal aquí- pensó- Ah sí. No me había dado cuenta.
-Ash, supe que esta noche tuviste un problema en tu reunión.
-Serena, fue sólo un malentendido ¿de acuerdo?... Todo salió bien, de hecho, el señor... ese, me va a mandar una propuesta para ser parte de un torneo.
-¿En serio?... Obviamente serás la estrella del él ¿no?- dijo con entusiasmo.
-Algo así… Oye, estoy un poco cansado. Después hablaremos.
-Oh claro, estoy ansiosa porque me cuentes todos los detalles- señaló la estrella pokémon.
-Sí… Por cierto ¿cómo supiste…?
-Una tiene sus secretos Ash, y mucha gente que nos conoce va a ese lugar.
-Sí verdad.
-Claro. En fin, sí pareces cansado. Y yo mañana tengo unas pruebas de vestuario muy temprano, así que buenas noches…- se despidió pero antes agregó con voz más suave (que si Ash fuera más diestro en esos temas, se hubiera dado cuenta que era un tono casi seductor)- Por cierto, espero que hayas pensado muy bien mi propuesta y lo positivo que es para ambos, y que la próxima vez que nos veamos me des tu respuesta.
-Claro, claro…Bueno, buenas noches- le colgó y desconectó el teléfono para que pudiera descansar en paz.
Esa noche Ash no tenía ánimos de nada. Menos de hablar con Serena, aunque ella era una de las pocas personas con las que realmente interactuaba. Se conocían desde hacía muchos años, sin embargo, el destino se había empeñado en reunirlos una vez más. Él como un destacado maestro pokémon y ella como la irrefutable Reina de Kalos.
Hacía un poco más de un año habían coincidido en una fiesta con personalidades de élite, desde entonces Serena se había empeñado en no perder contacto. Otra peligrosa dosis de cercanía la habían brindado los medios al esmerarse en ponerlos como pareja, cuestión que él le parecía de lo más incómoda e irrelevante en su vida.
Se tiró en su cama ya sin ánimos ni de beber, ni de cambiarse, ni nada. Miró a un lado y vio en su mesa noche el libro que leía a veces cuando tenía insomnio: "Comportamiento de pokémons de agua. Claves para entrenarlos"
El ejemplar lo había leído decenas de veces, pero nunca dejaba de estudiar sus libros para descubrir algo nuevo en ellos. Sin embargo, aquella noche ése tenía algo diferente. Sonrió levemente- Pokémons de agua… agua… Misty- pensó en su nombre, en lo que vivieron, sus aventuras, su voz, su risa, sus cabellos, los azules estanques que eran sus ojos, su aroma que siempre le recordaba al mar.
Y aunque de manera incontrolada cientos de recuerdos venían a su mente, Ash se reprendió a sí mismo. Se había prometido hace mucho tiempo, ya no pensar en ella.
CONTINUARÁ…
COMO DIJE, ÉSTA ES MI PRESENTACIÓN ACÁ EN POKÉMON. ESPERO QUE SEA DE INTERÉS ESTA HISTORIA QUE COMIENZO A COMPARTIR. ESTOY CONSCIENTE DE QUE PROBABLEMENTE MUCHOS LECTORES ME ODIARÁN, PERO YA ES COSTUMBRE QUE ME PASE ESO, JEJEJE… TAMBIÉN SÉ QUE ALGUNOS ESTARÁN MEDIO CONFUNDIDOS, PERO CALMA QUE APENAS ESTO EMPIEZA.
BIEN, GRACIAS POR LEER Y, SI ES EL CASO, AGRADEZCO INFINITAMENTE SUS COMENTARIOS, SUS DUDAS, QUEJAS, BURLAS, ETC.
LOS LEERÉ EN LA PRÓXIMA ENTREGA.
