Se Busca Secretaria
Story: Se Busca Secretaria
Storylink: s/12078012/1/
Category: Twilight
Genre: Romance
Author: la chica invisible
Authorlink: u/2363528/
Last updated: 08/28/2016
Words: 26443
Rating: M
Status: In Progress
Content: Chapter 1 to 4 of 4 chapters
Source:
Summary: Edward Cullen era un gran empresario, tenía como prometida a la mujer más sexi, pero a pesar de eso nunca se sintió satisfecho hasta que llego ella, Bella Swan con un atractivo mundo que el desconocía, lleno de pasiones ocultas, que siempre había querido experimentar. *Chapter 1*: Chapter 1
Se Busca Secretaria
Los personajes le pertenecen a la genial SM y no a mí, la historia solo es de mi cabeza que divaga.
Prefacio
Edward Cullen era un gran empresario, tenía como prometida a la mujer más sexi, pero a pesar de eso nunca se sintió satisfecho hasta que llegó ella, Bella Swan con un atractivo mundo que él desconocía, lleno de pasiones ocultas, que siempre había querido experimentar.
Ninguno de los dos sabía a lo que se enfrentaban al conocer al otro, pero de algo podía estar seguro Edward Cullen, deseaba a Isabella Swan más que a su vida, y sabría o descubriría como lidiar con sus demonios internos aunque eso le costara su propia forma de vida, lo importante era que ella era el cambio que había buscado todo este tiempo y era algo que realmente le fascinaba.
Capítulo 1
―Era algo que sabes a la perfección,¿ qué hacemos aquí?― reclamaba una voz interna mientras regresaba al coche después de ver lo que sabía perfectamente iba a pasar ―demasiado perfecto para mi propio gusto― se reclamaba una y otra vez, era una estúpida, el a haber aceptado todo lo que él decía, eso le había puesto una soga al cuello que ahora la ahorcaba y la dejaba sin aire, ella tenía que callar, mientras veía como entraba del brazo de otra, y ella sólo hacía lo que él le decía; pero eso no era algo que ella planeara hacer ya; no quería continuar así y no deseaba la nueva vida que había pensado tener después de esa boda, no ahora cuando había visto como la la fantasía, que tuvo alguna vez, se esfuma.
Ya esa nueva vida no la deseaba como antes de llegar a la iglesia y esperar para verlo salir de la mano de su ahora esposa, era algo que siempre había sabido que sucedería pero eso no quería decir que no conservara la esperanza de que se arrepintiera, de que todo fuera una linda mentira donde el cuento de supuestas hadas se hacía realidad en su vida. Esperaba eso, pero para su desgracia era todo lo contrario, lo veía vestido con un esmoquin tan elegante como el que ella hubiera deseado que usara en su boda con ella, no con Rosalie, sino con Isabella Swan, ¿por qué eso era tan complicado?, ¿por qué la engañó con tantas mentiras si nunca iba a ser de ella?
― ¿Por qué?, ― dijo entre lágrimas mientras golpeaba el volante―, ¿por qué me engañaste de esa manera?, ¿por qué no fuiste tan valiente como te decías?―no podía evitar sollozar mientras veía los abrazos y las fotos, las sonrisas, todo lo que ella deseaba―, eres un infeliz ―aseguró con tanto coraje como el que provenía de su enorme dolor.― Ahora sólo seremos nosotros dos, pero los Cullen lo van a pagar―acarició su vientre y volteó a ver por última vez esa magnífica escena antes de acelerar para no volver atrás.
Un año y medio atrás:
Solicitar secretaria era una actividad tan cotidiana como bañarse, comer y respirar para Edward Cullen que ya ni siquiera bajaba de la red el anuncio de esto, si contaba cuántas secretarias habían pasado por su oficina en el último año le daría dolor de cabeza y unas inmensas ganas de terminar con Rosalie y todo lo que implicaba ella; pero era algo de lo cual en su situación actual no se podía hacer para su desgracia. Odiaba esa situación pero era algo que tenía que aceptar, era necesario según su padre, aborrecía tanto su nueva responsabilidad como su actual vida.
Ésta se había tornado tan aburrida e incluso había perdido todo sentido que había tenido en algún momento, donde todo era divertido, todo eran fiestas importantes, mujeres y negocios y no su rutina cotidiana de levantarse temprano, tener la misma discusión con Rosalie porque tenía que ir al trabajo y no quedarse con ella a discutir los diversos temas que a ella tanto le interesan y a él le dan exactamente igual; al ser una modelo tan codiciada su tema favorito era la moda, y los chismes de la farándula, si era lo que más dinero le daban a Edward, fácilmente esas son las revistas más vendidas según los estudios que se habían realizado pero no era algo que a él le interesara para eso le pagana a una parte de sus empleados.
¿Cómo había llegado a sentir tan poco interés por su prometida en tan poco tiempo?, se comenzaba a preguntar mientras se duchaba para irse al trabajo, antes ella era su más grande orgullo, no entendía en qué momento cambio, tal vez sus constantes ataques de celos habían ayudado a esto, no entendía por qué tantos hombres lo envidiaban, fuera de su belleza física, Rosalie no era mucho, era solamente una mujer más de alcurnia y ahora tenía planeado pasar el resto de su vida con ella, todo por su padre, siempre que pensaba en eso llegaba la misma voz a la cabeza.
―Casarte con Rosalie Hale, es una de las mejores inversiones que puedes hace, piénsalo financieramente las herencias se unirían, la empresa se fortalecería con el apoyo de su padre, todo sería mejor para ti y para la familia. Desde ahora eres el sostén de ésta―fueron las palabras del padre de Edward para convencerlo, ―velo así, vas a ser la envidia del mundo, vas a tener el dinero de la familia Hale, vas a tener hijos hermosos, todo lo que siempre hemos de deseado, hijo ¿qué más quieres? ―y con ese simple discurso se había lanzado al compromiso.
En la actualidad, ¿Quién se casa por amor?, era su pensamiento para erradicar la poca culpa que sentía al casarse sin éste o era algo que desconocía ya que no estaba seguro de lo que sentía por su prometida, su última crisis lo había llevado a comprometerse sin saber a qué se destinaba. Sólo podía pensar que tal vez con la convivencia diaria se enamoraría de ella o tal vez ahora lo estaba sólo que sus acciones hacían que él no pensara mucho en ello.
Eso sin duda lo confirmó cuando llegó a la oficina. Fue cuando vio a la mejor secretaria que había tenido en la vida, empacando sus cosas, tres meses le había durado el gusto, un tres, sólo tres meses, pensó mientras se paraba en seco y observarla fijamente mientras ella le daba la espalda y seguía guardando sus pertenencias sin percatarse de su presencia, estaba tan confundido y tan conmocionado que no sabía cómo iniciar esa conversación o cómo preguntar qué era lo que pasaba, porque Rosalie tenía que meter su nariz en asuntos que no le importaba como era la maldita secretaria de él.
― ¿Qué carajos estás haciendo, Jane? ―fue lo único que pudo decir con tono de molestia―, aún no me presentas tu renuncia, ni siquiera me has avisado cuando te vas―su tono de indignación y de confusión no tiene igual, pensó Jane y se entristeció.― ¿Qué carajos pasa? ―volvió a preguntar aún más rápido por la molestia.
―Ay, Edward pregúntale a la futura señora Cullen―respondió con sarcasmo Jane volteándolo a ver sonriéndole aunque no sentía ganas de hacerlo, odiaba como terminaban las cosas, ella no era sólo su secretaria sino también su amiga―quien se siente con derechos de correrme, por no quererte interrumpir en tu junta y ella al ser tu prometida dijo que estaba en el derecho de decidir con quien trabaja su futuro esposo, así que pídele esas explicaciones a ella y no a mí―contestó, molesta mientras arrojaba sus cosas a la caja, odiaba tenerse que ir de esa manera tan irresponsable, pero ella no le había dejado otra opción, claro después de la cachetada que le había propinado menos.
―No, Jane, por favor dime que es mentira― conocía los berrinches de Rosalie mejor que nadie en el mundo él para su desgracia era su principal víctima, pero que ya llegaran tan lejos, eso era demasiado.
―Edward es verdad, lo siento, pero tu novia a noche durante tu junta me corrió, me dijo que no servía para nada y que era hora de que me fuera, y déjame decirte que de zorra no me bajó―respondió Jane y suspiró―no quería hacerlo, pero me entregó mi despido en ese momento, no pude hacer nada.
―Puedo solucionarlo, subirte el sueldo ¿te parece?, me arrodillo si es necesario, pero quédate―comentó Edward mientras sujetaba la mano de Jane.
―No Edward, lo siento, esto ya me tiene harta, ayer de nuevo, me acusó de acostarme contigo, ¿qué parte de me gustan las mujeres es muy difícil entender?, tú no eres mi tipo aunque te sientas ofendido―Edward rodó los ojos, no entendía cómo iba a lidiar con esto el resto de su vida.
―Si te prometo, no espera, te juro que Rosalie no te volverá a molestar, ¿no te quedas? ―insistió esperanzado y Jane sonrió.
―No, Edward lo siento, esto iba a pasar tarde o temprano, ya no lo soportaba y bueno después de llamarme zorra omití la parte donde le propiné una buena bofetada, ya después de eso no se puede hacer nada―respondió, sincera mientras voltea a ver sus cosas en una caja café descolorida, que al observar Edward sintió que esa era su vida y que precisamente se sentía como esa caja, arruinado y cargado de cosas que no quería y tenía la responsabilidad de hacerlo y lo odiaba―, en lo único que te puedo ayudar ahora, es auxiliarte el día de hoy, sin pago extra ni nada, sólo por nuestra buena amistad― le propuso interrumpiendo los pensamientos de Edward, mientras le sonreía sinceramente.
― ¿Cómo crees?, por hacer eso, te daré el doble y también por soportar a Rosalie, eso no es parte de tu responsabilidades y algunas veces creo que lo haces mejor que yo ―aseguró con una enorme sonrisa falsa para no explotar contra alguien que no tenía nada que ver.
―Bueno entonces, deja de pensar en eso que va a afectar tu trabajo y mejor vete a tu oficina tienes muchos pendientes para perder el tiempo, voy en un momento más, pero antes termino esta caja―comentó mientras Edward avanzaba y veía con nostalgia como se iba su mejor asistente y amiga.
Llego a su oficina, y maldijo toda su vida, era esas ocasiones en las que no deseaba ser el empresario más joven y exitoso de Los Ángeles, no deseaba ser Cullen y tener la responsabilidad del apellido con tanta historia, no deseaba tener nada que ver con esa enorme empresa que cargaba en hombros, no deseaba nada, solamente quería ser uno más del montón, en este momento odiaba todo, su vida, la oficina, a su prometida, a su familia, a todo, era hora de un cambio radical, uno del que no se podía dar el gusto como él deseaba, ahora solo le quedaba resignarse a vivir con lo que le tocaba y no más.
Comenzó a acomodar sus cosas en el escritorio cuando notó que un pequeño papel sobresalía de su monitor de la computadora:
Querido Edward:
Tu secretaria es una inútil como todas las que has contratado últimamente, lo siento, aunque no tanto como debería, es una inútil reitero que te veía de una manera que daba a pensar que en cualquier rato se desnudaría ante ti y bueno también es una irrespetuosa, hablaremos cuando regrese a casa, me surgió un compromiso; pero mañana por la noche te veo.
ATTE.: Tu prometida.
―Estúpida Rosalie, ¿cómo pudiste hacerlo?―murmuró molesto, mientras observaba esa caligrafía perfecta que lo hace molestar aún más― ¿Cómo voy a vivir con sus estúpidos celos? ―suspiró y tomó su cabeza en sus manos, ― ¿cómo pudo?, es una estúpida.―entre más veía la nota, más se molestaba, era un círculo vicioso ella, sus celos, sus secretarias, sus corajes, todo era lo mismo, una y otra vez.
Tomó el papel y lo arrugó y lo arrojó con coraje al bote de basura, cada vez que se enojaba aventaba los papeles desde su lugar hasta el bote de basura al otro extremo de la oficina y últimamente había mejorado su puntería tanto que al primer intento la pequeña nota cayó dentro del bote, era el colmo que se tomara atrevimientos que no le correspondían, una cosa era que ella era su prometida, como todo el país o al menos el estado lo sabía, pero venir a querer mandar en su oficina era una cosa muy diferente.
Tomó el celular con todo su coraje y marcó el número de Rosalie, enseguida mandaba a buzón como era de esperarse a esa hora; hacia una fuerte rutina de yoga para mantenerse relajada, que no veía en qué ayudaba eso pero ella aseguraba que podría ser peor y si eso lo estresaba y sentía que arruinaba su vida no quería imaginarse si eso fuera pero tal vez terminaría cometiendo suicidio y asesinato, o simplemente se fuera del país a buscar otra vida que no tuviera la responsabilidad de un apellido tan importante como el actual.
―Rosalie, acabas de cometer una estupidez, ¿Lo sabes?, bueno creo que no, ―tomó aire y contó hasta diez―tenemos que hablar seriamente de esto en la noche, así que no te duermas ni te vayas a ningún lado como es tu costumbre, me esperas en el estúpido departamento, adiós― colgó antes de decir alguna otra cosa de la cual después se arrepintiera y terminara ella siendo la víctima.
A los pocos segundos entró Jane con su café, supuso que escuchó el mensaje pero ella siempre era muy discreta, nunca se metía en su vida y era por eso que amaba trabajar con ella, no tenía demasiado suerte consiguiendo secretaria, mucho menos una asístete que era algo que necesitaba más, Jane era ideal para el trabajo, era eficaz, eficiente, discreta, paciente, tenía futuro y lo que pensaba que la hacía más especial era que era lesbiana y así su novia no tendría razón para tener celos, pero era obvio que contratar a una lesbiana no era la solución, era necesario que él se volviera ciego para hacer que su novia fuera realmente feliz ya que, así no vería a nadie.
Comenzó a trabajar en cuanto Jane le comenzó a decir todos sus pendientes que para su desgracia eran demasiados ya que las ediciones de este mes ya deberían de estar para esa misma semana en imprenta, pero al paso del tiempo el coraje disminuyó lo suficiente para realizar correctamente sus actividades, era lo que más deseaba después del impacto de hoy con su flamante novia como la titulaban las revistas. Al pensar en eso lo hacía molestarse más, al parecer lo hermosa que era lo tenía de celosa e entrometida en lo que no le importaba, eso era algo que le molestaba, más cuando eran días de tanto trabajo y que necesitaba más que nunca a Jane.
―Edward, publicidad necesita hablar contigo, ¿los dejo pasar? ―la voz de Jane le recordaba que tenía que mantener esa furia contenida hasta llegar a su casa y que ahora no sería una buena opción mantenerla ya que no se concentraría en su trabajo tanto como necesitaba.
―Sí Jane, hazlos pasar―contestó, conteniendo su furia.
El chequeo de los documentos que tenía que firmar y autorizar fue rápido, era sobre el presupuesto para el nuevo número de la revista, los colores que se iba a usar a continuación, la nueva modelo que se iba a usar para la revista principal, cosas que eran importantes; sin embargo, él no lo podía tomar así, se entretuvo pero no lo suficiente para olvidar todo lo sucedido, después de eso continuó otra junta la cual terminó rápido para la hora de la comida, lo cual lo hizo bastante feliz.
En agradecimiento, invitó a Jane a su restaurante favorito, era lo último que le quedaba para solucionar las estupideces de su novia; El restaurante estaba casi vacío cuando llegaron, Edward ayudó a sentarse a Jane, ante todo era un caballero, pero eso era algo que no le importaba a la gente que lo tomaba como coqueteo, más al conocer la reputación que él tenía, los murmullos y las visitas de amigas de su novia no se hicieron esperar, presentando a Jane como su ex asistente para que no hablaran de más aunque como personas como esas era casi imposible que no lo hicieran, ya que no podían evitarlo al ver a Edward Cullen con una mujer que no era su novia era un chisme que no se podía olvidar.
Después de unas visitas incomodas, el mesero los atendió enseguida tomando una parte de la orden, ya que sólo tenían pensado el vino y no la comida ya que igual que el vino tenía que ser especial; y fue lo primero que tomaron una copa de vino, la tomaban mientras charlaban y se reían de sus misma platica para poder olvidar un poco el despido injustificado que había hecho Rosalie y de las cosas que le esperaban en la oficina ahora que se queda sin un elemento tan importante como era Jane.
Todo era tranquilo hasta que las cartas fueron arrojadas a la mesa, esto desconcertó a ambos que voltearon extrañados para encontrarse con una mujer furiosa.
― ¿Qué no te corrí anoche de la oficina de mi marido? ―preguntó con furia la escultural rubia.
― ¿Qué haces aquí, Rosalie? ―Edward consternado se levantó de la mesa para encarar a su novia.
―Edward, la pregunta no es para ti, ahora voy contigo, porque ahora estoy dirigiéndome a la piruja esta―aseguró, mientras encaraba a Jane―responde―dijo mientras azotaba otra vez las cartas.
―Edward me invitó a comer como agradecimiento de que no lo voy a demandar por despido injustificado, y porque que hoy uno de los días más importantes no lo dejé solo, como tu deseabas―aseguró Jane mientras se levanta y la encaraba de frente.
―Eres una piruja, te quiero lejos de mi prometido, ahora lárgate―dijo Rosalie mientras tronaba los dedos y la veía con desprecio.
―Tú no eres quien para hablarme así, ni llamarme piruja, ¡pídeme una disculpa!―levantó la voz Jane, mientras Edward se interponía para separarlas a ambas que estaba a punto de golpearse.
―Rosalie, te mandé un mensaje diciéndote que hablaremos en la noche, así que te pediré atentamente que me dejes con Jane y tú y yo hablemos en la noche―la voz diplomática de Edward hizo que Rosalie alzara los ojos.
―Es el colmo que defiendas a tu amante y no a tu prometida, ¿cómo crees que esto va a funcionar si estamos así?―lo comentó con toda la indignación que sentía.
―Edward creo que es mejor que me retire ya te he dado suficientes problemas―aseguró Jane mientras se daba la vuelta.
―No, toma asiento, comeremos y después regresarás a empacar tus cosas y dentro de dos días vas por tu finiquito y tus cartas de recomendación―aseguró mientras él le da un enorme sorbo a su copa. ― Y tú, Rosalie, si no te vas a comportar, te pediré que nos dejes comer a gusto― pidió diplomático, mientras su novia enfurecida golpeaba el suelo con su zapato de tacón.
― ¿Cómo quieres que me comporte? ―preguntó indignada mientras volvía a golpear más fuerte―, traes a comer a tu amante enfrente de todas mis amigas, ¿quieres que sea el hazme reír de todas? ―inquirió en tono de berrinche mientras Edward se levantaba
―Rosalie, deja de hacer un escándalo y compórtate como la dama que eres―la tomó del brazo y comenzó a caminar con ella―, ¿qué parte de Jane no es mi amante no te queda clara?―levantó la voz al darse cuenta de que no hay nadie.
―Ninguna, Edward, no la despides, la defiendes sobre mí, ¿Qué quieres que piense? ―replicó apunto del llanto que hace rodar los ojos a Edward.
―No la despido porque es el mejor elemento que tengo, y tú te encargaste perfectamente de hacerlo―indicó igual de molesto que antes y Rosalie comenzó a llorar, él la ignoró―, si no paras esto, te juro que ahora mismo se termina―la cara de Rosalie pasó del llanto a la sorpresa, y Edward la veía con mucha seriedad para que entendiera que era cierto lo que le decía.
―Eres el colmo Edward, ¿es ella o yo? ―inquirió desesperada la rubia, sin poder creer lo que decía, Edward sonrió triunfante.
―Son ambas, así que nos vemos en la noche―dijo Edward con calma y Rosalie suspiró
―Hablaremos en la noche―el tono de Rosalie fue tranquilo, cuando terminó de decirlo se dio la vuelta con toda su dignidad que ya no era tanta como a su llegada.
El resto de la comida estuvo tensa y no volvió a ser la misma comida tranquila que ambos esperaban, era cuando de verdad sentía que Rosalie era demasiado para él y era algo que no podía soportar aunque para algunos de ellos era más como un chiste para él era una molestia, se cansaba de esa actitud que mantenía siempre ella.
La tarde no tuvo más percances, solamente que Edward entre más lo pensaba todo lo ocurrido y el punto al que había tenido que llegar, el coraje que lo invadía contra su novia aumentaba, era una enorme bola de nueve que ella hacia que creciera más por lo que le hacía, como se le ocurrió la magnífica idea de correr a Jane, por hacer un escándalo en un lugar público, y por lo más común, sus celos que claro que eran justificados pero eran tan molestos, mientras esto le seguía dando vuelvas en la cabeza una y otra vez se levantó y se sirvió un vaso con whisky, despidió a Jane y le ayudó a bajar sus cosas. Al regresar a la oficina, se dispuso a comenzar a anunciar que buscaba una secretaria una vez más, y se empezó a interrogar de verdad cuándo podría disfrutar de nuevo de trabajar con una secretaria permanente.
Suspiró cuando comenzó a colgar el anuncio en diferentes páginas, era el colmo que por una estupidez de su novia perdiera a tan buen elemento, eso lo hizo pensar en el momento en que la conoció cuando se presentó en ese desfile, se veía hermosa, su largo cabello rubio suelto de una manera salvaje, el movimiento de sus caderas al caminar lo habían hipnotizado pero esto había sido mayor cuando dijeron que ella no aceptaba a desconocidos, lo que lo llevó a hacer lo que ahora consideraba el error más grande de su vida, rogarle a Alice que le ayudara a conocer a tremenda diosa como él la consideraba en eso momento una mujer única, Alice como siempre se negó a todo.
Eso lo había llevado a la locura, que lo hizo buscarla constantemente en las pasarelas, en todo los lugares que podía frecuentar. Se volvió su acosador, mandándole regalos caros constantemente mientras ella solamente los recibía y no le respondía sus invitaciones, eso lo hacían obsesionarse aún más con ella, hasta que un día consiguió lo que más buscaba, su anhelada cita. Ese día que parecía que habían pasado décadas y sólo habían sido un par de años, lo había considerado como el mejor episodio de sexo que había conseguido con una cita, pero esto se volvió más que una cita con la presión que ejercían constantemente sus padres para que se casara con ella; para intentar calmarlos la llevó a vivir con él, pero eso no les era suficiente, hasta que ella tuvo el anillo de compromiso en la mano, comenzó a bajar la presión, hasta ahora que aseguraban que se deberían casar lo antes posible para poder consolidar la unión de las empresas, que era lo que más les interesaba a ellos, no tanto la felicidad de él ni la de ella, o al menos creían que el dinero era la felicidad.
Suspiró al ver la hora, por desgracia ya había terminado todos los pendientes que tenía, y era hora de ir a la casa, odiaba pensar en eso, porque no era algo que le encantara; al contrario, esto le molestaba mucho, y más al recordar que tendría que enfrentarse a una escena de celos de su futura esposa.
-¿Cómo es que soportaría eso por más tiempo?-comenzó a preguntarse mientras ponía en marcha el coche-lo mínimo que esperaban del matrimonio era uno, dos o tres años, en la actualidad, ni un año viviendo con Rosalie ya no la soportaba, y aún venia algo peor, su última obsesión por tener un hijo, eso los uniría por más tiempo, -¿Cómo voy a logarlo?
Después de un camino sin tráfico por la hora que era, llegó a su casa y suspiró al entrar a ésta, tenía que soportar una crisis de Rosalie que por enésima vez había logrado volverse la víctima como siempre, aunque él era el molesto, siempre lograba cambiar el papel y volverlo a él el villano del cuento, mientras ella podía ir a llorar con todo el mundo que se ponía enfrente lo maltratada que era con la vida que le daba Edward.
― ¡Rosalie!―grito cuando entró, pues toda la casa estaba oscuras, comenzó a prender la luces, pero nadie respondía― ¡Rosalie, ¿dónde carajos estás?! ―el grito pasó a ser molesto y seguido por un silencio.
Comenzó a subir las escaleras mientras se desabrochaba la corbata y se quitaba el saco, estaba harto incluso de tener que vestir siempre de traje y que tuviera que andar constantemente pulcro para dar una buena imagen, a veces sólo tenía ganas de vestir de mezclilla y unos tenis, sin que nadie le importara que era el vicepresidente ejecutivo de Culles Company, sin que importara que era el prometido de la modelo Rosalie Hale, sino simplemente un hombre normal, común.
―Señor Cullen, lo estoy esperando arriba―después de un segundo respondió la voz de Rosalie, se extrañó por la manera que lo llamó pero le dio igual.
Continuó subiendo las escaleras y le llamó la atención que todo el ambiente en la planta alta tenía un aroma a rosas con vainilla, eso era común a la hora en que Rosalie festejaba algo con sexo, pero no ahora que estaban molestos y apunto de tener un pelea importante.
―Señor Cullen, está tardando demasiado―la voz seductora de Rosalie lo desconcertó aún más.
Cuando llegó la vio tenida sobre la cama con un pequeño baby-doy transparente blanco, que sólo tenía un top rosa que contrastaba y la tanga era del mismo color, esto resaltaba sobre las sábanas que había cambiado por unas color negro que la hacían lucir más inocente y más sexi de lo el mismo esperaba.
― ¿Qué significa esto? ―preguntó desconcertado Edward, aventado sus cosas a un sillón.
―Que ya comprendí que estuvo mal como actué, y he decido compensarte―aseguró Rosalie mientras se inclinaba en la cama―no estuvo bien el show que armé hoy, así que esta―dijo mientras se señalaba―es mi mejor manera de contestarte.
― ¿Esperas que todo se solucione con sexo? ―preguntó un Edward molesto.
―Sí, puedes hacer conmigo lo que desees, y como lo desees―aseguró mientras lo jalaba para besarlo.
Era una oferta tentadora, pero ni él mismo sabía lo que deseaba, así que eso complicaba las cosas y si lo sabía no tenía la confianza suficiente para comunicárselo a su futura esposa, no pudo evitarlo, sin dudas era una buena técnica la suya de seducirlo, porque sin dudarlo dos veces, se lanzó contra ella de una manera salvaje para tener sexo, aunque ahora no lo podía considerar como el mejor de la vida, pero si buen sexo aunque no completamente satisfactorio como él hubiera deseado, y llevaba deseando pero sus deseos últimamente cambiaban, deseaba experimentar más cosas, cosas en las que Rosalie se negaría y le avergonzarían incluso de la manera en que le sugiriera, no importaba como fuera eso.
Ahora solo se tenía que resignar una vida complementa mente aburrida ya que ni el sexo lo consideraba tan bueno, el dinero ya no le importaba, el cambio que necesitaba lo quería ya, estaba harto de todo.
―Edward, necesitamos casarnos pronto, ya no quiero vivir así contigo―le aseguraba Rosalie mientras paseaba sus dedos por su pecho desnudo.
―Es lo mismo, así que es algo innecesario―contestaba con fastidio y detenía su mano―, vivimos juntos, así que el matrimonio sería igual―su tono seco hizo que Rosalie se levantara.
― ¡No pienso tener a mis hijos en el amancebamiento!―le grito molesta.
― ¿A qué te refieres? ―Edward sintió pánico por primera vez esperaba de verdad que su más grande miedo no se hiciera realidad.
―A que quiero embarazarme pronto―al escuchar eso, Edward se tranquilizó y volvió a respirar―, y quiero que mis hijos nazcan como nosotros en una familia unida y linda, no en un vivir juntos―le decía mientras se volvía acostar en su pecho.
―No creo que sea necesario estar casados para definir que yo aún no deseo tener hijos―comentó Edward en tono de fastidio y Rosalie sólo resoplo―, de todas maneras ahora no es momento de discutir eso, sino lo de Jane―recordó mientras dejaba caer a su novia en la cama mientras él se levantaba.
― ¿Por qué recuerdas a esa zorra? ―dijo ésta mientras se levantaba buscando un cigarro.
―Porque era mi asistente y la corriste, ¿te parece poco? ―Rosalie comenzó a fumar mientras Edward sólo la observaba―, la junta fue un pretexto, dime la verdad, ¿por qué fue? ―su tono intentaba estar tranquilo, pero no podía.
― ¿Qué verdad?, no entiendo de qué me hablas―rodó los ojos mientras lo veía, Edward sólo la veía con furia―, era una competencia muy grande, rubia, delgada, un poco más baja que yo, Cómo no quieras que la corriera, es una competencia que no pensaba tolerar―respondió pomposa mientras se ponía la bata y se sentaba frente a la ventana.
― ¿Competencia?, no seas estúpida, Rosalie―el control de Edward en ese momento terminó. ―La contraté porque era lesbiana y no tenías competencia a ver si así podía tener una secretaria estable, ¿qué es lo quieres? ― preguntó mientras se tomó el puente de la nariz para no explotar peor.
―Contrata un hombre, de él no sospecharía, porque Jane tiene de lesbiana lo que yo tengo de fea―replicó con presunción que hizo molestar a Edward.
―No puedo contratar un hombre, parece que no sabes cómo se maneja este negocio…―refutó mientras rodaba los ojos.
―No lo sé, solo soy la estúpida modelo que no sabe nada, que para ti es una hueca descerebrada―expuso con lágrimas en los ojos y Edward suspiró.
―No te hagas la víctima, parece que es tu única virtud y tienes más Rosalie, no me chantajes―dijo mientras se levantaba y salió de la habitación.
Se acostó en la habitación de invitados mientras contemplaba por la enorme ventana que tenía el cielo nublado, comenzaba a razonar qué es lo que le espera ahora, es toda la vida con una persona que no sabe qué es lo que le conviene a él y de la cual sólo siente interés por ella misma, con este pensamiento se quedó dormido.
Al despertar siguió con su misma rutina, no la modificó demasiado con excepción de la discusión matutina que tiene siempre con Rosalie, al bajar a desayunar la encontró sentada tomándose un café, cuando entró le ofrece una taza.
―Lo siento Edward, a veces me pongo un poco sensible pero es por las hormonas que últimamente están un poco descontroladas―comentó Rosalie mientras servía la taza, ese simple comentario dejó a Edward sin respirar.
― ¿Estás embarazada? ―pregunta con todo su miedo.
―Si lo de anoche fue efectivo, sí. Dejé de tomar las pastillas―informó con una sonrisa que a Edward le provocaba escalofríos.
― ¿Por qué no me lo dijiste anoche? ―pregunta molesto y Rosalie le sonríe.
―No lo sé, creo que es suficiente que lo digo todos los días, quiero ser madre y me estoy tomando hormonas para que sea pronto―grita Rosalie y suspira―Edward mi amor, hoy no me quiero enojar contigo, quiero hacer las paces.
―Si tanto deseas hacerlas, tómame en cuenta en una decisión como esa que es de dos. ―le comenta molesto mientras ella solo sonríe.
―Es que tu mama ya quiere ser abuela y se me hizo lindo darles solo la sorpresa―comenta con tono carioso mientras lo acaricia.
―Lo dices como si fuera comprar un par de zapatos, esto no es así Rosalie―grita Edward y se retira molesto.
―Ok no lo es, pero tú nunca vas a estar listo, así que simplemente pensaba decírtelo así y ya―le responde y Edward bufa de coraje―, bueno como ofrenda de paz, trabajare contigo hasta que encuentres nueva secretaria. ―comenta mientras le acomoda la corbata.
―Es lo mínimo que podías hacer―le asegura Edward mientras toma de su café.
―Y podremos hacerlo en la oficina como antes―contesta Rosalie y Edward rueda los ojos.
El camino hacia la oficina lo hacen en completo silencio mientras el reflexionaba lo que le acaba de decir, pensaba embarazarse sin importar que era algo que él no deseaba ahora, no le importaba nada que no fuera lo que ella quería, eso lo molestaba mucho y lo decía como si fuera una decisión sin importancia, y el tenerla metida en la oficina no era nada de su agrado pero ahora de verdad necesitaba un asistente y pronto tener a su futura esposa ahí no era algo que quiera.
Al llegar sintió alivio al ver que su bandeja estaba llena de correos electrónicos con diversos currículos para su contratación todas las interesadas presentaban disponibilidad inmediata ese simple hecho lo hizo muy feliz, comenzó a tomar nota de los mejores mientras Rosalie intentaba acomodarse afuera de su oficina, al verla a través del ventanal lo hacía rodar los ojos y pensar que todo había terminado antes de comenzar, eso en lugar de hacerlo sentir mal lo hacía sentir mejor, ya que el divorcio era su prioridad antes de contraer nupcias y el celibato era la meta ahora, no le iba a dar la oportunidad de cometer la atrocidad de embarazarla cuando no deseaba estar con ella, era algo injusto para el futuro hijo y para ambos mientras lo reflexionaba un correo de Jane capto su atención.
Edward:
Ella es conocida de Sophi, son buenas amigas, desconozco un poco la información al respecto de su nacimiento y ese tipo de cuestiones, pero ella es un buen elemento y ahora está en busca de trabajo, dale prioridad a su currículum es mi recomendación ya que no puedo hacer más por ti, es Isabella Swan.
Saludos, Jane
Comenzó a buscar en su bandeja enseguida ese nombre y lo encontró al poco tiempo, le parecía interesante que Jane le recomendara alguien y eso era de bastante ayuda aparte su currículum era interesante y completo, decidió en ese momento en lugar de mandarlos a Rosalie que sería un peligro que tuviera las fotos en sus manos solo darle los teléfonos para que fuera llamando a las interesadas para agendar cita y si fuera posible hoy mismo mejor.
La mando llamar por el teléfono cosa que sobresalto enseguida a Rosalie quien se encontraba inmersa en su lectura sobre los nuevos colores que se usarían para la siguiente temporada otoño-invierno, al levantar el teléfono y que sonara muerto se levantó con coraje para reclamarle a Edward que no la hubiera enseñado a usar ese instrumento que ella desconocía.
― ¿Qué quieres Edward? ―entro sin tocar a la oficina y gritando Edward solo rodo los ojos.
―Esa no es la manera correcta de hablarle al jefe―argumento Edward aun viendo a la pantalla.
―Pues no eres mi jefe, lo siento así que te puedo hablar como se me dé la gana―contesto una Rosalie molesta y desesperada por no provocar que Edward la volteara a ver.
―En este momento soy tu jefe porque corriste a mi secretaria, así que trátame con más respeto, y te llame por el teléfono no tenías que venir―solo para terminar su frase la volteo a ver unos segundos, ese simple acto hizo enfurecer más a Rosalie.
―Mira Edward esa porquería no la se usar porque no me explicaste―comenta en tono de niña pequeña apunto de hacer berrinche―, tengo muchas habilidades en esta vida, como poder combinar un outfit completamente, pero no soy una maldita secretaria que sepa usar esas porquerías―comenta desesperada y Edward se carcajea de ella.
―A la siguiente piénsalo al momento de despedir a mi secretaria y por cierto esta platica no tiene sentido, y ahora necesito un favor―comenta Edward regresando a su tono de jefe que tanto molesta a Rosalie―, necesito que agendes con estas personas porque son posibles sustitutas, así que yo que tú lo haría hoy mismo―al decir esto le hizo una seña para que saliera de su oficina.
Rosalie con toda su molestia salió azotando la puerta y haciéndola enfurecer aún más las carcajadas de Edward a veces sentía que odiaba a su prometido pero el solo pensar que el casarse con él la aria una mujer más importante de la ciudad, ya que los Cullen tenían muy buenas relaciones y eso le causaría tener más valor para los futuros contratos esa la convecina de seguir con él, y bueno tal vez solo tal vez un poco que si tenía un sentimiento de cariño por él.
Comenzó a agendar todos las citas para el día después, odiaba no tener ninguna imagen para saber a quién llamar y a quien no, pero esa selección la aria el día de mañana que llegaran las primeras candidatas, así le pondría la más fea a su prometido que si tenía fama de algo no era de acostarse con mujeres feas si no con las más guapas de la ciudad, así se evitaría problemas.
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Al día siguiente llegaron ambos temprano y Edward serio al ver a diferentes candidatas ya esperándolo a Rosalie no le agradaron en lo absoluto la mayoría ya que eran guapas.
―Te voy a marcar al teléfono para que las pases una por una, pero antes hazles una pequeña entrevista, las quiero ver a todas―le aseguro severo para que entendiera que no debería de meterse en ese asunto.
―Perfecto Edward―contesto molesta.
Las comenzó a llamar y a encontrarles errores que comunicaba a Edward cada vez que entraba a su oficina, eso hacía que Edward rodara los ojos ya que eran las más guapas o más arregladas las que más peros les encontraba su novia aunque ninguna de ellas daban el ancho de lo que deseaba, cumplían un requisito, eran guapas, y había de todo tipo, desde rubias hasta morenas pero les fallaba el idioma o la computación o el tener disponibilidad de viajes, entre muchas otras, estaba harto de eso.
La oficina se comenzó a vaciar hasta que quedo la perfecta secretaria para Edward pensó Rosalie al verla, era delgada si pero no tenía muchos atributos, era castaña, ondulada, poco arreglada para las otras que habían llegado, parecía incluso provinciana nada de lo que le pudiera agradar físicamente a Edward, dejo la revista que estaba leyendo aun lado y la mando llamar para tomarle los datos que necesitaba Edward.
―Isabella Swan―grito Rosalie desde el escritorio, la castaña que había estado observado se levantó.
―Estúpido teléfono, lo odio―grito la rubia desesperada al escuchar el teléfono sonar justo cuando la aspirante llego al escritorio.
―Me permites―pregunto la castaña que le sonrió amable―es este―le indico el botón con voz amable.
La rubia ni siquiera el volteo a ver simplemente lo toco y se escuchó un suspiro al otro lado.
―Rosalie, ¿ya llamaste a los Volture? ―pregunto una voz molesta que incluso intimido a Bella.
―No Edward no encontré el teléfono―contesto sin temor esta y le dio la vuelta a la hoja de la revista.
―Te lo di hace unos momentos, comunícame inmediatamente con ellos―aseguro la voz molesta y la mujer despido― y cómo vas con las entrevistas a las candidatas.
―Ya te tengo varias opciones―respondió en tono molesto mientras buscaba algo en el escritorio.
―Necesito que descartes y me dejes a la mejor, me urge, tu no sirves para este trabajo―la voz sonó cortante y molesta y colgó.
Rosalie suspiro molesta y murmuro algo inaudible hacia su prometido, Isabella ignoro esa conversación que era muy incómoda pero se quedó ahí, Rosalie le tomo los datos de mala gana por lo que acaba de suceder, enseguida volvió a sonar el teléfono y de mala gana volvió a requerir su ayuda, después de esa corta llamada entro a la oficina de Edward sin pedir permiso.
― ¿Qué noticias me tienes Rosalie?, aparte de que mañana no podré ir a dormir, porque me tienes muy atrasado―la voz de Edward era más que molesta y no entendía la razón, pero tampoco era que le importara, una tarde de sexo el fin de semana solucionaría las cosas. ―Puse un anuncio demasiado atractivo así que dime que mínimo hay una ―su voz era cortante y Rosalie rodo los ojos.
―Si llegaron muchas pero no estaban preparadas y solo una tuvo a amabilidad de ayudarme con tu aparato ese―aseguro mientras lo miraba directamente― así que yo creo que esa es la que debe de pasar ahora.
― ¿Ya le explicaste el trabajo? ―un Edward cansado fue el que respondió mientras se masajea las sienes pensado en cómo no explotar, ya que ahora lo que más deseaba era matar a Rosalie por su ineficiente trabajo.
―No Edward, para eso estas tu―respondió una Rosalie sin interés.
―Tu corriste, a mi última secretaria, es lo menos que deberías de hacer ahora por mí. ―contesto Edward molesto por esa razón de su desinterés.
―Ya te conseguí una, y como es fea y simple, si la contratas no te la voy a correr, es lo mejor que puedo hacer por ti―contesto Rosalie mientras se daba media vuelta y azotaba la puerta.
Edward se volvió a interrogar como era que se iba a casar con ella, siendo de esa manera, en lo que lo único que le importaba era ella y nadie más, él lo sabía desde que la conoció de que era egoísta y que no le tomaba importancia a lo de los demás, lo único que no le avisaron era de los constantes dolores de cabeza que le iba a provocar su imprudencia, sus estúpidos celos, si él ahora se sentía tan inconforme era obvio que una complicación más como una amante no iba a ayudar en nada.
―Te voy a pasar a la nueva mucha―escucho el teléfono y suspiro, decidió no contestar nada.
Al momento en que entro parecía una chica tímida y entendió porque Rosalie la quería a ella, era demasiado tímida, entro asustada y capto que para alguien que no los conocía era obvio que resultaría intimidante la manera en cómo se trataban y aun con mayor razón si era su primera vez estando en esta posición y buscando un trabajo, pero al ver su nombre recordó el mensaje de Jane y eso lo tranquilizo un poco.
―Tome asiento señorita―dijo sin verla demasiado bien.
―Mi nombre es Isabella Swan, mucho gusto señor Cullen―dijo ésta en un tono de voz más seguro y que lo hizo quitar la vista de la computadora para encontrarse con unos enormes ojos cafés.
―El señor Cullen es mi padre, a mi llame simplemente Edward por favor―contesto mientras seguía tecleando en su computadora el nombre de ella, difícilmente Rosalie lo iba a dejar tener otra secretaria.
―Ok, Señor Edward―respondió y su voz denotaba una seguridad que su apariencia no mostraba tanto.
― ¿Sabe en que concite el trabajo señorita Swan? ―pregunto Edward viéndola directamente.
―No desconozco, solo se lo que vi en el anuncio y bueno me dijeron que me iban a recomendar―aseguro mientras le sonríe de manera tímida, que lo hizo regresarle una sonrisa igual.
―Ok, lo anuncie como secretaria, pero lo que necesito más es como una asistente personal, la cual no tenga problemas en viajar ya que esto lo hago de manera seguida y necesito alguien que lleve mi agenda en el viaje y mi agenda aquí, que tenga un poco de conocimiento en diseño y que tenga flexibilidad de horario, ya que cuando se saca el número de la revista nos quedamos hasta tarde.
― ¿En qué consistirán los viajes? ―pregunto esta mientras cruzaba la pierna y se recargaba en el escritorio, este acto hizo que Edward la quisiera en su equipo inmediatamente.
―Solo son unos cuantos días, algunas veces se trata de conferencias de otras empresas, otras veces nosotros las organizamos, lo máximo es una semana, tendría todo pagado, en eso no sería el problema, al igual que las horas extras que trabaje―siguió hablando Edward de manera que esperaba convencerla―, solo un pequeño detalle, ¿Es casada? ―pregunto como parte del proceso.
―No tampoco tengo hijos y tengo facilidad para viajar y conocimientos de lo que pide―aseguro con una sonrisa convencida.
―Entonces no se diga más, si no tiene ningún problema, ¿podría iniciar mañana? ―pregunto con duda Edward.
―Por supuesto―contesto Bella sorprendida.
―Entonces, sea usted bienvenida Isabella Swan―la tomo de la mano y cerraron el trato.
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Hola chicas, borre la historia ya que el primer capítulo tenía muchas fallas entonces decidí corregirlo y crear algo nuevo y de mejor calidad, aparte que tenía demasiados malos comentarios que podían darle un efecto negativo a la historia, espero este les guste y que no me insulten demasiado.
Aquí está el cap. beteado por Cristal82 espero y lo disfruten-
XOXP
