Dean estaba agotado, llevaba todo el día corriendo detrás de aquello, que no podía ser más que un demonio. Les había costado dar con él tres días y ahora que lo tenían casi atrapado, estaba a punto de escapárseles de las manos y Dean no podía permitírselo. Entro en la misma sala en la que la criatura había entrado, pero allí no había nada a simple vista.

Entonces escuchó un ruido y al volverse se encontró con su presa. "No me haga daño por favor." La chica parecía asustada, o tal vez simplemente se trataba de que el demonio sabía actuar muy bien. "Esa cosa estaba dentro de mi, pero al entrar en esta habitación me ha dejado." Dean contempló a la chica, después de tantos años de cacería, sabía muy bien cuando se trataba de una víctima y cuando del demonio que la poseía.

El cazador se dio la vuelta, aquello sólo podía significar, que el demonio seguía estando allí; esas cosas no se daban por vencidos con tanta facilidad y mucho menos cuando podían atacar al cazador que les perseguía.

Pero allí no parecía haber nada, todo estaba tranquilo. "¿Puedo irme ya? Mi novio me estará esperando y seguro que está preocupado por mi." Dean asintió en silencio, con los cinco sentidos puestos en el silencio que le rodeaba, todo estaba excesivamente tranquilo.

Una paloma asustada revoloteó a su alrededor, Dean la siguió con la mirada un momento y al darse la vuelta se encontró con lo que estaba buscando, la criatura lo miraba, no tenía rostro, ni siquiera tenía un cuerpo definido, simplemente se trataba de una masa de humo, más parecido al gas, pero con vida propia; se parecía muy poco a ninguno de los demonios a los que se había enfrentado nunca, pero no podía ser otra cosa, para poseer de esa forma un cuerpo humano.

La criatura se acercó a él y Dean disparó, pero el supuesto demonio ni siquiera se inmuto, Dean volvió a disparar, pero la criatura tan sólo se iba acercando cada vez más a él.

"¿Dean estás bien? He oído los disparos." Al entrar en la habitación, Sam se quedó sin palabras, desde luego esa cosa era algo con lo que no se habían enfrentado nunca, por mucho que Dean estuviera convencido que se trataba de un demonio.

"Sam ¿conoces algún tipo de arma que pueda dañar a un demonio al que no le afectan las balas de sal?" Dean continuó retrocediendo, hasta que su espalda dio con la pared. Respiró entrecortadamente, temeroso de que su hermano no encontrara a tiempo nada que pudiera dañar al demonio en cuestión.

"Dean, eso no es un demonio, es lo que llevo intentando decirte todos estos días y tu no me has hecho ni caso." Sam pensaba a tal velocidad que creía que la cabeza le iba a estallar en cualquier momento. Su hermano estaba en peligro y por mucho que habían estado investigando, no tenía ni idea de lo que podría hacer para ayudarle a tiempo.

Dean levantó la cabeza, apartando la mirada de la criatura que cada vez estaba más cerca de él, casi la tenía encima, si aquella cosa respirara, podría notar su aliento sobre el rostro. Sonrió, como siempre hacía cuando creía que el final estaba cerca; desde luego no iba a permitir que la última imagen que su hermano tuviera de él fuera de miedo o desesperación.

Entonces la pared se tambaleó con fuerza y aunque Dean apartó la espalda de ella, también notó que temblaba en suelo. Tanto él como la criatura se quedaron quietos cuando el fuerte ruido llamó su atención. Al darse la vuelta, no podía creer lo que estaba viendo; después de todas las criaturas que había visto, aquello era completamente nuevo.

Lanzó una rápida mirada a su hermano, que también se había quedado petrificado, observando como se abría la pared, dejando a la vista el callejón de una ciudad. Sam dio un paso hacia su hermano, pero la criatura se movió antes y empujó a Dean al otro lado de la fisura, haciéndole desaparecer de la vista de Sam.

El menor de los hermanos echó a correr, sin preguntarse que es lo que habría al otro lado, donde estaría esa ciudad o si sería seguro cruzar, sólo podía pensar que la criatura se había llevado a su hermano y no podía perder la pista de Dean si es que se cerraba el agujero.

Al llegar al otro lado, Sam no logró reconocer donde se encontraba, desde luego no se trataba del pequeño pueblo en el que estaban un momento antes. Miró a su alrededor, pero Dean no estaba allí y tampoco había ni rastro de la criatura. Un autobús cruzó por delante del callejón, mostrando un vistoso anuncio en su costado y Sam pensó que estaba a punto de enloquecer.

"No puedo estar en Cardiff."

- o -

Volver a la normalidad después de todo lo que había ocurrido dos semanas antes, no estaba siendo fácil para ninguno de los supervivientes de Torchwood 3. Gwen había estado a punto de dejar el trabajo, sobrepasada por las muertes de Owen y Toshiko, pero al final, Jack había conseguido convencerla para que se quedara con ellos.

Obviamente, tener a Rysh ahora en el equipo había ayudado a que ella tomara la decisión. Su marido estaba encantado, apenas conocía la mitad de lo que ocurría en Torchwood antes de entrar allí y ahora se daba cuenta que aquello era mucho más grande lo que nunca se hubiera imaginado.

En el caso de Ianto, Jack se había percatado que durante los últimos días, parecía distante, no tanto con él, pues sabía como conseguir que le contara lo que le ocurría, sino con el resto del mundo. Si ya de por si, no era una persona que expresara abiertamente sus emociones ahora se había encerrado en si mismo, como si de un caparazón se tratara y tan sólo cuando estaba en la intimidad, con Jack, se abría lo suficiente como para que el capitán pudiera comprenderle y cuidarle como Jack deseaba hacer.

Jack ya había visto morir a otros miembros de Torchwood, había perdido a todo su equipo una vez, pero ahora había sido distinto, al cabo de los años, Owen y Toshiko, sus compañeros más veteranos se habían convertido en lo más parecido a una familia para Jack y ahora que los había perdido, se sentía más sólo que nunca. Si no fuera porque Ianto y Gwen estaban allí, se habría marchado sin más.

Ianto entró en el despacho de Jack mientras este estaba revisando unos papeles. Como solía hacer siempre, Ianto se sentó sobre su mesa y se lo quedó mirando, esperando que el capitán levantara sus ojos hasta él.

Al oler el aroma a café, Jack miró a su adorado Ianto y sonrió complacido. Entonces e dio cuenta, aunque no era normal en su compañero, Ianto estaba nervioso había algo que quería decirlo y no sabía como hacerlo.

"¿Ianto estás bien?" Lo vio sonreír, mientras bajaba la mirada, como si se sintiera avergonzado de lo que estaba pensando. Jack acarició su mano y notó que la piel del otro se erizaba. Se levantó y se puso su lado, con ambas manos sobre sus hombros en tensión. "¿Qué pasa? Me estás asustando."

"He estado pensando." Ianto respiró profundamente, calculando a la perfección las palabras que iba a usar para decir aquello. "Hace dos semanas estuve a punto de morir por una bomba, a manos de los weevils y por la casi total destrucción de la ciudad." Jack lo escuchaba en silencio, sin saber a donde quería ir a parar. "Llegué a pensar que te perdía, que no te volvería a ver que podías morir."

Ianto volvió a sonreír nervioso, siempre le había costado ser sincero, expresar sus sentimientos con libertad nunca había sido su fuerte y mucho menos cuando se trataba de decírselo a alguien por el que sentía tanto amor.

"Me planteé muchas cosas, todo lo que quería hacer si conseguía salir de aquello con vida. Y aquí estoy, sigo vivo." Se levantó de la mesa y comenzó a caminar por el despacho, entrelazando sus manos sin parar una y otra vez. Entonces sintió las manos de Jack sobre su espalda, bajando hasta su cintura, que lo abrazaban y lo atraían hasta el cuerpo del capitán.

"Ianto se lo duro que han sido estos días para todos, hemos perdido a dos buenos amigos."

"Tu has perdido a tu hermano Jack. A eso me refiero, no nos damos cuenta que con este trabajo podemos perder a los seres que más queremos sin darnos cuenta, sin haberles dicho lo que realmente sentimos o que queremos pasar el resto de nuestras vidas a su lado y formar una familia."

Ianto se había dado la vuelta, otra vez estaba mirando a Jack, sus ojos azules clavados en los del capitán y tras terminar de hablar se mordió el labio con fuerza. Por fin lo había dicho, sin saber como iba a reaccionar Jack, al menos ahora se sentía mejor por haberlo dicho.

"¿Te acabas de declarar?" Jack no podía dejar de sonreír, esa mezcla de sorpresa y felicidad que hacía las delicias de Ianto. Apretó con mayor fuerza el cuerpo de otro contra él, hasta que pudo alcanzar por fin sus labios.

Ianto parecía tan frágil y débil, Jack notaba como su corazón latía tan fuerte a causa de los nervios que estaba haciendo temblar todo su cuerpo. "Te quiero Jack. Ahora se que no podría vivir sin ti y que tu eres la única persona con la que me imagino teniendo una familia. Recuerdas a ese niño, el único superviviente del ataque del circo aquel. No puedo dejar de pensar en que ha perdido a su familia que está sólo y que después de lo que ha visto, la vida no va a ser igual. ¿No crees que podríamos hacer feliz a algún otro niño?"

El capitán no pudo resistirse a besar la mejilla de su amado Ianto, mientras lo escuchaba hablar, tan sincero y muerto de miedo al mismo tiempo. "¿Te das cuenta que sólo tienes veintisiete años y ya me estás proponiendo tener hijos?"

Ianto se separó ligeramente. "¿Eso significa que no?"

"Eso significa que… soy de la vieja escuela y antes de los niños está el matrimonio." Ianto se quedó sin palabras cuando Jack se arrodilló delante de él, una enorme sonrisa iluminando su rostro y las manos apretando con fuerza las de su joven compañero. "¿Te casarás conmigo?"

Jack también había estado pensando esos días. También él había pensado en poder perder a Ianto para siempre, demasiadas oportunidades había tenido de que eso ocurriera y no le había gustado nada pensar en ese posible futuro. Pero Ianto se le había adelantado, él que había estado buscando el momento adecuado para pedirle matrimonio, para hacerlo de la forma más romántica posible y Ianto ya le estaba hablando de formar una familia. Le encantaba espontaneidad de su compañero cuando estaba con él, esa forma de ser tan encantadora sin la que ya no podía vivir, si no la tenía cerca.

Ianto se echó reír, al comprobar que de alguna forma, lo dos habían llegado a la misma conclusión. "Claro que si." Jack se levantó y le abrazó, consiguiendo casi levantarlo del suelo. Le volvió a besar, acariciándole le pelo.

"En cuanto a lo de los niños…" La alarma no le dejó terminar.

"Jack la brecha se ha vuelto a abrir no muy lejos de aquí y recojo lecturas de que algo ha pasado a este lado."

"Gracias Gwen, ahora vamos para allá." Los dos se miraron y sonrieron. "Primero acabemos con el trabajo, luego se lo diremos." Ianto simplemente asintió.

- o -

Gwen tenía razón, el epicentro de la brecha estaba en un callejón cercano. Jack y Ianto estaban juntos, después de los últimos acontecimientos, preferían estar juntos, si ocurría algo, preferían no estar muy lejos.

Algo se movió delante de ellos, una sombra que parecía tropezar y caer a suelo. Desenfundaron sus armas lentamente, para no ser descubiertos antes de de tiempo y caminaron muy despacio hacia allí.

"Lo tenéis muy cerca, tened cuidado chicos."

Delante de ellos, la figura se puso en pie, parecía humano, pero no podían estar seguros. "Quédate donde estás." Dijo Jack con rotundidad. El otro hombre se dio la vuelta, enseñando el arma que tenía en la mano. "Tira el arma si no quieres que te dispare."

El extraño no dijo nada, sólo levantó su arma y apunto a Jack. Sin embargo, desde detrás de él, Ianto le apuntó y disparó con la pistola aturdidora. "No, es mi hermano, no le hagáis daño." Los dos apuntaron al recién llegado que dejando su arman en el suelo, levantó las mano en señal de que no quería líos con ellos. "No se quien creéis que es, pero ese hombre es mi hermano."

"Eso habrá que verlo." Jack se acercó al chico, era joven, moreno y bastante alto, algo más que él.

"Puedo probar que es mi hermano." El chico parecía sincero, pero nunca se podía estar totalmente seguro.

"Digo que habrá que probar que sea un hombre, porque según nuestras informaciones, podría ser un extraterrestre." El chico se echó a reír, aunque Jack no sabía porque lo hacía.

"Dean, mi hermano puede ser un bicho raro de vez en cuando, pero es humano, eso te lo aseguro." Jack miró a Ianto, que comprendió lo que quería decirle sin necesidad de palabras. "¿De verdad pensáis que puede ser un alienígena? Esta si que es buena, atravesamos un agujero de gusano persiguiendo a… da igual, que nos transporta al otro la del mundo y vosotros pensáis que los marcianos somos nosotros."

"Lo siento amigo, pero es a lo que nos dedicamos, cazamos alienígenas que intentan conquistar la tierra. Supongo que no te importara que llevamos a tu hermano a nuestra base y que tus acompañes para comprobar que dices la verdad?"

Sam sopesó las posibilidades. Dean estaba inconsciente y a él le apuntaban dos armas, desde luego no había mucho donde elegir. Aunque al mirar a los dos hombres, algo le dijo que no tenía nada que temer, que eran los buenos, frente a la criatura a la que intentaban cazar.

"¿Acaso tengo alguna otra alternativa?" Ianto recogió las dos armas y se encaminó hacia la base. Mientras Jack recogía del suelo al que el chico había llamado de Dean. "¿Cuál es tu nombre ya que nos vas a secuestrar?"

"Capitán Jack Harkness y él es Ianto Jones. ¿Y vosotros sois…?"

"Estoy bastante seguros que humanos pero aparte de eso, prefería mantenernos en el anonimato."

"Dean y Sam Winchester. Americanos. Acaban de cruzar por la brecha. Son cazadores aunque no parecen ser del agrado de la policía que ya ha intentado detenerlos en más de una ocasión." Sam miró al más joven de los dos hombres sorprendido. "Gracias Gwen, en seguida estamos allí."

"Vale, veo que vais a tener que explicar muchas cosas." Sam siguió al llamado Ianto, mientras Jack cargaba con su hermano.

"En cuanto estemos seguros que no sois una amenaza alienígena, todos nos pondremos al día."