Aquí les traigo otra de mis parejas favoritas de SM. Los personajes no me pertenecen pero esta loca historia sí.
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Un viaje junto a ella
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-… Si claro que estoy yendo a verte-se escuchó a una joven de cabello color aguamarina que acababa de ubicarse al final de la hilera.
-Te extraño-le decía la voz del otro lado.
-Yo también-
-Te quiero-
-Yo también-terminó de decir mientras entregaba su boleto.
-Te tengo que colgar ya voy a abordar el avión, adiós-y colgó.
Michiru era una chica de un buen pasar, pero era bastante sencilla y muy hermosa. Todos la admiraban pero ella solo tenía ojos para su novio desde la escuela, Andrew. Ellos llevaban una relación desde hace varios años, todos les decían que hacían una muy linda pareja, parecía que todo marchaba bien.
Ya en el avión se dispuso a buscar su número, cuando lo encontró tuvo que molestar al pasajero que se encontraba en el asiento contiguo.
-Disculpe, tengo ventanilla- le dijo mientras se animó y tocó sutilmente el hombro de un rubio de cabello corto, estaba muy apenada, parecía un hombre muy atractivo por lo que se podía apreciar.
-¿Si?- preguntó sacándose los lentes de sol, luego los auriculares y terminó mirándola seductoramente.
Ella no sabia que decir, se ruborizó completamente, quizás no tanto por la actitud de esta persona, sino por el hecho de que dio cuenta de que no era un joven, era una mujer.
- Permiso- llegó a decir mientras se colocaba en su asiento y ésta no le quitaba la mirada de encima.
La peliaguamarina estaba roja como un tomate y lo único que atinó a hacer entre los nervios fue sacar de su cartera un libro y comenzó a leerlo. De reojo notó que la joven volvió a colocarse los auriculares y las gafas de sol.
Los minutos pasaron y se fue tranquilizando, esperaba que la persona no se hubiera dado cuenta de su mal entendido.
En un momento se acercó una azafata y les entregó unas mantas y unos almohadones.
- ¿Desean algo más?-
-No gracias- respondió la rubia.
Michiru estaba tan concentrada en su libro que no se percató de la presencia de la azafata.
- Toma- le dijo mientras colocaba sobre su falda un almohadón y una manta bien doblada.
De golpe soltó su libro del susto que ésta le había provocado.
-Discúlpame, ¿te asuste?- preguntó con una sonrisa.
-No no, claro que no, es que no te escuché- llegó a decir tartamudeando. No sabía porque pero esa mujer la ponía muy nerviosa.
-Está bien- y volvió a colocarse los auriculares.
- Discúlpame tú a mí, fue muy descortés de mi parte- atinó a decir mientras agachó la cabeza.
- No te preocupes linda- le dijo mientras seguía concentrada en su música.
Los minutos se transformaron en horas y Michiru se había quedado dormida. En un momento se despertó y notó que la rubia la estaba observando.
-¡Ay!- exclamó sobresaltada y cubriéndose la boca.
- ¿Te asusté nuevamente? Es que te ves muy tierna cuando duermes-
Se había dado cuenta de que había estado salivando mientras dormía. A veces le pasaba cuando dormía profundamente…
- ¿Pero por qué ahora y justo en frente de una desconocida?- se recriminó en sus pensamientos mientras desesperadamente se trataba de limpiar.
- No tienes porque apenarte, es algo normal- le dijo mientras se reía.
- Lo siento muchísimo- se disculpó y como pudo pasó entre las piernas de la rubia para darse paso hacia el baño. No daba más de la vergüenza.
Ya dentro del mismo practicaba la cara que haría cuando volviera a su asiento y ninguna le conformaba.
-¿Con qué cara salgo ahora?- se dijo a sí misma en el espejo.
- Está bien, no pasó nada malo- se daba alientos para salir.
Al abrir la puerta notó que la rubia estaba afuera esperando.
- Ya puedes pasar si quie…- llegó a decir mientras observaba como ésta entraba al baño junto con ella.
-Ya que me das permiso…- dijo mientras le cerraba la puerta y la arrinconó contra la pared apoyando una de sus manos sobre su hombro, justo del lado de la puerta en señal de que no la dejaría escapar tan fácilmente.
-¿Qué haces?- entonó con miedo.
- Shhh- se acercó lentamente hasta que tuvieron sus rostros casi pegados uno del otro.
Michiru no podía respirar, se sentía asfixiada en ese espacio tan pequeño, hasta que de a poco la peli corto se fue acercando y sus labios rozaron los suyos con un suave pero largo beso para luego separarse de ellos dejándola deseosa de más.
La rubia se alejó mientras se mordía los labios y sin apartar su vista de ella, sin decir ni una palabra, abrió la puerta y se dirigió hacia su asiento.
La peliaguamarina quedó en shock, si antes no sabía cómo salir, ahora mucho menos. Segundos después sintió que le golpearon la puerta y abrió sigilosamente, era un señor mayor que quería usar el baño.
Mientras volvía a su asiento la divisó desde lejos y trató de parecer lo más natural que pudo, pasó nuevamente por las piernas de su compañera de butaca y se sentó tratando de demostrarse lo más tranquila posible.
Le comenzó a molestar que ésta hiciera como si nada hubiera pasado, se mantenía con los auriculares puestos hasta parecía hacerse la dormida. Estaba molesta pero no se animaba a recriminarle nada, así que se quedó quieta en su asiento mirando por la ventanilla.
- Discúlpame, tuve que hacerlo, eres muy bonita y no me resistí- le explicó y volvió a hacer su sonrisa seductora- Por cierto, me llamo Haruka-
La joven volteó para verla, en su rostro ya no estaba ese enojo, y le sonrió.
-Michiru- le extendió su mano en señal de saludo.
- Es un placer Michiru- dijo mientras estrechaba su mano.
Y así pasaron varios minutos, quizás una o dos horas, charlando de cosas en común y otras que no tanto.
-¿Entonces tienes novio?-indagó la rubia.
-Si hace muchos años-
-¿Y lo amas?-
No pudo contestar, como podía decir que amaba a su novio después de besar a una chica, además ni ella misma sabía si lo seguía queriendo o no.
-Con ese silencio me respondiste- dijo con una sonrisa pícara.
Pasaron varias horas y se quedaron dormidas. Haruka fue la primera en despertarse y se quedo admirándola mientras le acarició el cabello.
Culpa de ese gesto Michiru se despertó y esta vez no se asustó al ver que la rubia la estaba observando, sino que esta vez le devolvió una dulce sonrisa.
Seguido a eso Haruka la tomó del mentón y le dio otro beso, pero este beso fue distinto al anterior, en este ella le correspondió. El mismo fue tornándose cada vez más apasionado y mientras tanto la rubia llevó una de sus manos hacia un pecho de Michiru, la cual se apartó de repente como de manera instintiva, pero no era en forma de rechazo sino que era de asombro.
-Nos pueden ver- dijo toda ruborizada.
-Están todos dormidos- la calmó. Pero al ver que su compañera se sentía incomoda ahí mismo ideó un plan.
- Ve al baño y yo enseguida te alcanzo-
-¿Segura?- preguntó y la rubia asintió con la cabeza. Dudando marchó hacia el baño y allí quedo unos segundos, asustada.
Haruka se dirigía hacia el lugar cuando intercepta a la azafata.
-Disculpe, ¿me podría hacer un favor?- le preguntó mientras sacaba de uno de los bolsillos de su saco una pequeña cajita, la cual contenía aros ningún anillo, pero la joven azafata no lo sabía - ¿Podría pedirle unos minutos de privacidad?- y la joven asintió con una cara de felicidad.
- No se preocupe joven, me ocuparé de que nadie los moleste- al parecer la muchacha también creía, como Michiru al comienzo, de que Haruka era hombre.
Arreglado todo se dio paso hacia el encuentro, golpeó la puerta y ahí estaba su pequeña sirena temblando.
- ¿Qué pasó ahí afuera?-
- No te preocupes, ya me encargué de todo- no terminó de decir esto último que rodeó la cintura de la joven y se aferró a sus labios de una manera voraz, parecía que era lo último que haría en su vida.
- Haruka… yo…- llegó a decir Michiru soltándose de los besos de la rubia, pero esta sólo la calló besándola nuevamente y ella atinó a seguir su juego.
Las manos de la peli corto recorrieron su delicado torso para luego poder quitarle la pequeña chaquetilla color coral que llevaba puesta. De manera habilidosa y sin dejar de besarla deslizó el cierre del vestido color celeste que delineaba perfectamente sus curvas, que en verdad la hacía parecer una sirena, para luego dejarlo caer al suelo. Enseguida una de sus manos bajó hasta las bragas de Michiru y notando que estas estaban húmedas la invadió un frenesí que provocó que las quitara de un solo tirón permitiéndole poder adentrarse con sus dedos en el sexo de su amada, y allí comenzó con movimientos circulares sobre su clítoris hasta lograr hacerla jadear del placer que le propagaba; simultáneamente con la otra mano jugueteó con los delicados pechos de su sirena oprimiéndolos intercaladamente con fuerza. En ningún momento dejaron de besarse hasta que Michiru comenzó a arquear la espalda y así se soltó de su boca, liberando los labios de la rubia que rápidamente encontraron otro quehacer en los pechos de la joven y se aferró a estos de una ávida manera como saciando su sed. Segundos después la peli corto la recostó contra el lavado para luego bajar y arrodillarse ante ella, esta solo la observó y jalándola del pelo la aprisionó entre sus piernas, mientras la rubia comenzó a lamerla una manera casi desesperada, se aferró a los glúteos de la joven con ambas manos marcándole las uñas, con cada movimiento se compenetraba aún más en su labor. Michiru enseguida comenzó a sentir una especie de corriente eléctrica que la atravesaba por todo su cuerpo, pero la rubia no la soltaba, quería más, apretando ahora con mayor fuerza sus caderas como evitando soltarla.
-Haruka…-llegó a exhalar casi sin aliento.
La rubia subió, aún con los labios llenos del néctar de su amada y se fundió en los de ella en un ardiente beso, para luego apartarse levemente y sonreírle…
Y así pasaron las últimas horas del vuelo, luego de eso, con ellas dos charlando amenamente cada una en su respectivo asiento.
Habían quedado que cuando aterrizaran no intercambiarían números telefónicos ni nada por el estilo, dejando lo ocurrido en el pasado, y así llegó el momento en que se despidieron.
Michiru estaba desconcertada, pero de algo estaba segura…
En el aeropuerto observó a su novio que la esperaba con una gran sonrisa y un ramo de flores, pero cuando este le quiso entregar el ramo y abrazarla ella no le devolvió el mismo gesto.
-¿Qué pasa?-
-Lo siento- le dijo mientras le dio un beso en la mejilla y se apartó de él.
El joven se quedó observándola perplejo mientras ella se alejaba.
Recostada sobre una pared se encontraba la peli corto que sonrió cuando notó como la joven se acercaba hacia ella.
-¿A dónde vas?- le preguntó a la rubia.
-¿A dónde quieres ir?- respondió mientras se sacaba los lentes de sol y juntas sonrieron como si ocultaran un gran secreto -Unos amigos míos festejan su aniversario, si quieres…-
- ¿Crees que no tendrán problemas? No me conocen y…-
-Cabeza de Bombón y Seiya son muy buenos amigos, de seguro les agradará conocerte-
Y así se marcharon lentamente hablando de la fiesta, de los amigos, hasta de cualquier cosa…
