La respiración pausada de Vincent retumbaba en el interior del ataúd, su pecho se levantaba lentamente para luego bajar tan lento que parecía no moverse.

La humedad en el lugar que se encontraba, había producido moho que con el tiempo subió hasta el techo de la caverna subterránea siendo quizá la única actividad que se desarrollaba en el lugar, de no ser por breves interrupciones de murciélagos chillando al pasar cerca de la entrada siendo el único ruido en el oscuro lugar.

Los cerrados parpados de Vincent se hinchaban llenos de lagrimas que luego amenazaban con escaparse y deslizarse por su rostro, producidas por un sueño inducido que apenas entumecía su cuerpo sin detener sus sentidos, lo único que sentía Vincent era la soledad y el silencio que lo rodeaba siendo consciente que su única compañía eran los esqueletos que esparcidos por el lugar yacían sentados contra la pared y el torso doblado en ángulos pronunciadamente incómodos asta que los cráneos inclinados tocaban el suelo o algún fémur de las piernas dobladas al revés en un intento por parecer estiradas en el lugar resultando en una ridícula posición de descanso.

Al menos, ya ningún demonio inundaba su mente con pesadillas y malos recuerdos. Después de haber sido traído de vuelta a los demás por Shelke, y ser saludado por gente que se hacia llamar sus amigos, aguantar comentarios ofensivos en tonos bromistas , silencios incómodos en que nadie sabia que decir , sentirse obligado a responder a ocurrencias y abrazos robados de una joven hiperactiva y esperar a que aceptaran su ausencia, viajar a diferentes lugares para solo averiguar que en realidad no sabía que hacer en ese mundo que intentaba recuperarse de los daños producidos por conflictos pasados. Ya nadie necesitaba a alguien que suspendido en el aire disparara contra todo lo que se moviera, ni tampoco el riesgo de estar con alguien tan cortes que su presencia exigía estar con alguien educado y silencioso por lo cual era fácil molestarlo…. Una muy mala opción con alguien que esconde un arma.

Vincent había apagado el móvil que se había conseguido solo por necesidad y sentirse obligado por otras personas a abrirse al mundo y estar siempre disponible para otros pero nadie para el, el no pedía favores a nadie, claro que si le ofrecían algo, el lo tomaba asegurándose de alguna forma de devolver el favor. Habiendo saldado viejas cuentas pendientes y asegurándose que ya no era necesario en el mundo ni siquiera para una niña que le dijo directamente que ya no había necesidad de cuidarla, pues otros se habían ofrecido, Vincent se dispuso a volver al ataúd y dormir de nuevo.

Pasaron dos semanas.