Antes que nada tengo que decir que one piece no me pertenece si no al grandísimo Eiichiro Oda. No tengo ninguna intención de ofender a nadie, si a alguien le ofende la historia me disculpo de antemano, no tengo ninguna intención de burlarme de nadie solo quiero darle humor a la historia. También me quiero disculpar por las faltas de ortografía y demás debido a que está entre mis primeras historias por favor no sean muy malos con migo. Cualquier duda o idea es bienvenida. También quiero mencionar que esta historia me ha ayudado a escribirla como en todas, mi amiga Paula la cual se llama en fanfiction Trafalgar D. Water Rena. No quiero hacer un personaje estilo Mary Sue así que avisadme si lo estáis empezando a ver como uno, como también si los personajes son muy OC. Se aceptan ideas para nuevas historias y como ideas para la historia en sí misma.
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"Cada día se aprende algo nuevo."
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CAPÍTULO 1: ¡¿DESDE CUÁNDO NARICES TENGO UN PADRE?!
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[RYU POV]
Hoy era un día como cualquier otro que había tenido. Quitando que por azares del destino que sería el último, lo cual de haberlo sabido hubiera aprovechado este día como nunca. Era uno de esos meses en los que mi madre estaba en casa. Normalmente estaba trabajo, fuera del país en realidad, desde que tengo memoria mi madre y yo nos movíamos de país en país por su trabajo. Debido a ello, de pequeña tuve un problema de hablar entremezclando los idiomas, causando que prácticamente la única capaz de entenderme completamente fuera mi madre, y lo peor de todo fue que las mujeres a mi alrededor me pincharan los mofletes como si de ello dependieran sus vidas, las cuales como escusa decían que era muy mona, linda, etc. "Si claro eso se creerán ellas para mí que tenían una competición secreta por ver quién me las dejaba más rojas." La verdad, es que debido a ello lo único que consiguieron es que no me acercara a las mujeres y/o cualquier ser vivo (a excepción de mi madre, la cual es la que más miedo da de todas, un poco contradictorio la verdad) a más de tres metros de distancia de ellas (durante casi toda mi infancia, por no decir toda), junto con que aborreciera que me llamaran linda, mona, o cualquier cosa que se relacionara a ellos.
Debido a estos continuos viajes, no estaba en un mismo país por más de medio año, debido a ello nunca he tenido amigos y ha causado que según mi madre tenga una personalidad un tanto especial (en realidad creo que de la manera de la que he vivido mi vida ha hecho que tenga numerosos traumas infantiles, pero mi madre los llama facetas de la vida diaria, junto con la creación de mi propia personalidad solida).
A partir de mis dieciséis años dejé de hacerlo, eso hace ya un año. Debido a que era demasiado para mí estar viajando de un lugar a otro, lo cual tras una charla civilizada convencí a mi madre, como también la pataleta más grande que he hecho en mi vida (la cual está entre las cosas más vergonzosas que he hecho en mi vida pero eso no tiene por qué saberlo alguien más), la verdad es que de estar relacionándome solo con mi madre por casi toda mi vida durante tanto tiempo ha hecho que mi personalidad se valla pareciendo poco a poco a la de mi madre (junto con la de mi padre según las palabras de mi madre, el cual ni lo conozco porque está muerto o eso me ha dado a entender mi madre, no le gusta que lo mencione y por mi propia salud mental no lo voy a mencionar, no voy a aumentar las veces que he visto esa sonrisa maligna, por Dios casi se me sale el corazón de un infarto por cada vez que la veo). Y eso me asustó más que él monstruo de las galletas de cuando era pequeña, y ahora también, para mi desgracia aún le sigo teniendo miedo. Que sí, que ese puede que no de miedo a una persona normal, pero con el gran amor que le tengo a mis amadas galletas de chocolate y por el trauma que me produjo mi madre a mis seis años hace que la sola pronunciación de su nombre haga que me estremezca.
Todo comenzó a la edad de seis años donde me fui dando cuenta de que me iban desapareciendo poco a poco cada día al despertarme unas cuantas, de mis amadas galletas de chocolate, hasta el punto de casi no tener ninguna. Lo cual hizo que me planteara que fuera mi madre la que se las estaba zampando, la cual me dijo que ella no fue, si no el monstruo de las galletas. Para mí en ese momento de mi vida la palabra de mi madre era la ley. Por lo tanto, yo como muy crédula la creí. Hasta el punto que estuve despierta en medio de la noche (o las diez de la noche que a mis seis años de edad eso ya era mucho) esperando escuchar algún ruido en la cocina el cual no tardo en llegar, me dirigí con linterna en mano alumbrando el camino y caminando a todo estilo ninja sin hacer ruido para que el monstruo de las galletas no notara mi presencia (lo cual no servía de nada porque la linterna me delataba, pero mi yo ingenua de seis años ni se dio cuenta) hacia la cocina donde las luces estaban apagadas. Lo que encontré allí no fue el "monstruo de las galletas", aunque si algo muy parecido, lo que hizo que mi yo más joven lo confundiera. Era mi madre con su maldito albornoz azul oscuro que llegaba hasta las rodillas y una de esas cremas que se ponen en la cara las mujeres, con su pelo azabache húmedo hasta la espalda, junto con su gran altura (para mi yo más joven, aunque no niego de que es bastante alta incluso ahora) y con una de mis amadas galletas de chocolate en mano dándole un aspecto aterrador,(o eso a mis ojos de seis años lo era) y el que solo estuviera siendo alumbrada por mi linterna no ayudaba mucho, lo empeoraba porque daba sombras no muy agradables. Y como la persona muy normal que era, ("era" eso ya ni me lo considero) grite como nunca lo había hecho en toda mi vida hasta el punto de que no me extrañaría que toda la ciudad me escuchara, soltara la linterna de la mano y corriera a toda velocidad hasta el punto de hacer envidiar al correcaminos, y a refugiarme debajo de la cama, no encima, debajo, abrazando a mi amado oso de peluche Teddy como si mi vida dependiera de ello. Aunque para mí sí que lo era. Al cabo de unos años me entere de que fue mi madre la cual para su deleite y maldad no me lo dijo al día siguiente, haciendo que por más de medio año me escondiera las galletas en un cajón con llave la cual solo yo la tenía, la cual colgaba en mi cuello. "Porque si, esa fue la primera vez que le di mis galletas a alguien más. Sí, di, porque era tan buena que le deje comérselas, bale eso no me lo creo ni yo ni la ciudad entera que desperté." Pero fue la primera que lo hice y también la última, como también durmiera durante un mes debajo de la cama junto con Teddy lo cual mi madre sabía y aún así se estuvo riendo de mi desgracia. Pero ni al enterarme de que era mi madre era el monstruo de las galletas hizo que se me quitara el trauma. "Uno más a la lista, la cual casi todos, por no decir todos son causados por mi adorada madre, nótese el sarcasmo." Desde entonces mis galletas siempre las guardo en un lugar seguro y no salgo de la cama por la noche si no es rotundamente necesario. Junto con que se me añadió entre mis miedos el maldito monstruo de las galletas, la oscuridad, la gente con potingue en la cara también llamado mascarilla (para mí lo mismo) y lo peor de todo, las batas azules, si nadie ha leído mal. Para mi suerte estos dos últimos ya no me dan miedo si no que solo son un maldito mal recuerdo para toda mi vida, junto con que me hacen estremecer por el recuerdo. Y esa es mi historia de porqué le tengo miedo al monstruo de las galletas.
"¿Por dónde iba?" A sí, me quede en Inglaterra en un piso ni muy grande, ni muy pequeño con tres habitaciones una mía, otra de mi madre y la tercera de invitados "los cuales nunca hemos tenido, al parecer mi madre no tiene familiares, aunque si son como ella no quiero conocerlos", dos baños, un estudio, salón, cocina y comedor.
Era fin de semana y todo estaba en su sitio exceptuando a mi madre la cual estaba en la cocina preparando algo de desayunar o por lo menos intentando matarme. Ella no es muy de hacer comida pero cuando está en casa la hace y es porque la encanta y quiere hacer el papel de madre normal, "eso no me lo creo ni yo" lo hace para probar nuevos intentos de envenenamientos, ella dice que lo hace porque quiere hacer algo para mí. ¡Mis narices! me lo creería si detrás de esa sonrisa que pone siempre no apareciesen esos cuernos junto la cola de demonio. Cocina fatal con receta normal por no decir sus intentos de hacer alguna "innovación de sabores en los platos comunes ya existentes" en su comida, los cuales lo único que han hecho ha sido que una quinta parte de mi vida me la pase en el hospital por ingestión de venos. ¡No es broma! para mi desgracia "Otro trauma más para mi lista." Si, venenos, esa cosa ya no se puede llamar comida, incluso los médicos le preguntaron a mi madre que de donde he ingerido el supuesto veneno porque los pobres no se creían que el "veneno" no fue otra cosa que la comida casera de mi madre. Y lo peor de todo esto es que mi madre lo único que hace es sonreírme con esa sonrisa suya que en vez de relajarte te dan ganas de esconderte en algún sitio y no salir jamás. Y decirme -saldrá mejor la próxima vez, pero como siempre lo comerás tu primero- "si vamos lo más bonito que le dices a tu hija que está conectada en numerosas máquinas de un hospital y que casi se te muere." Si lo traducimos es -la próxima vez que cocine lo comerás tu primero y si no te mueres en los siguientes cinco minutos ya lo comeré yo-. Lo bueno de ello es que a los susodichos venenos ya soy inmune, y soy capaz de comer cualquier cosa, haciendo que pueda comer sus nuevos intentos y/o innovaciones culinarias. Consiguiendo solo como mucho un dolor de estomago. ¿El problema? Ninguno, bueno si quitamos que ella sepa de que son incomestibles para un ser humano normal, hasta el punto de que ella ni los coma tras averiguar que ya no me desmallo porque sean comestibles, sino porque ya no me afectan, pero aun así me obliga a comerlos. Ese es el gran problema. Desde que ya soy inmune a esos intentos de comida y sea capaz de tragarlos sin vomitarlos (lo cual es peor que ir al hospital, lo cual hace ver que ir al hospital parezca que son unas vacaciones pagadas en el Caribe en comparación a vomitarlo, porque ella da más miedo que las malditas agujas de los hospitales, la mísera idea de vomitar esa cosa otra vez hace que me estremezca, con una vez ya tuve suficiente), ahora los hace por tocar las narices incluso ha empeorado cada año sus recetas personales, parece que tiene como meta volverme a enviar al hospital. Y lo peor de todo es que mi sentido del gusto se ha ido a la mierda. ¡Literalmente! Prácticamente casi todas las comidas me saben igual, solo mis adoradas galletas de chocolate me saben ha algo junto con el chocolate.
Una de las cosas que hace que mis sentimientos se contradigan es esa sensación que tengo que hace que quiera reír y llorar al mismo tiempo. Su personalidad demoniaca es opacada para estúpidos incautos por no decir todos, por su belleza. A pesar de sus treinta y ocho años no los aparenta ni un poco aparenta unos veinticuatro como mucho. "Esas malditas cremas seguro que tienen algo que ver." Tiene una gran figura, esbelta y muy bien proporcionada en ambas partes del cuerpo, junto con su gran altura de uno coma setenta y ocho metros, un increíble cabello de color azabache el cual la llega hasta los hombros el cual esta ondulado, junto con unos ojos verdes. Su rostro el cual tiene rasgos angelicales como si los expulsara por los poros. "El mundo es muy cruel como le pudieron dar esa apariencia con la personalidad que carga."
Mientras que ella estaba en la cocina con intención de directamente matarme, ya ni lo intenta ocultar, porque mi madre ya me lo ha dejado bien claro con sus intentos homicidas hacia mi persona a lo largo de mis diecisiete años de vida. Yo estaba tumbada en el sofá enfrente de la televisión la cual está sacando algo que la verdad no me interesaba en lo más mínimo, yo estaba más concentrada en cerrar los ojos y darme una larga siesta por mis grandes horas de sueño perdidas, debido a que ayer estuve jugando a mis amados videojuegos hasta que por fin pasarme el nivel en el cual estaba atascada. Lo cual hizo que estuviera despierta hasta las siete de la mañana y me habría quedado durmiendo hasta por lo menos las dos de la mañana si mi querida madre, no tese el sarcasmo, no me abría tirado de la cama, literalmente. Se había metido en mi habitación diciéndome que me levantara cuando aún eran las nueve de la mañana. "¡siendo hoy fin de semana! ¡Ni siquiera una persona normal se despierta a estas horas cuando no hay clase y no tiene nada que hacer!" Y para mi desgracia fui tan ingenua (otra vez) de creer que mi madre por una vez en su vida cedería ante una petición mía, cuando se la mete algo en la cabeza no se detiene esta que lo consigue y por lo tanto en vez de dejarme dormir en el sábado de mi tan anhelado maldito fin de semana todo el tiempo que yo quisiera, agarro las colchas y las saco fuera de la cama al suelo, tirándome a mi también en el proceso. Y como todo de lo que me queda de persona normal me iba a quejar, pero tras mirar esa maldita sonrisa no pude hacer nada y me tuve que levantar. "¿Para qué? Pues muy sencillo necesitaba ayuda para que simplemente tirase la basura, alegando que la basura estaba oliendo, ¡era la del cartón! Esa cosa no huele ni ostias lo único que quería era joderme la existencia, otra vez." Así que ahí estamos yo intentando conciliar el sueño aprovechando que mi madre esta distraída porque la verdad no creo que me deje dormir más.
El sonido de pisadas caminando hacia mí y para luego pararse enfrente mío hace que levante la mirada un tanto desorientada por mi sueño y vea a mi queridísima madre. Haciendo que levante la mirada a la susodicha persona en cuestión. Para encontrarme a mi madre sonriéndome con esa sonrisa que haría esconderse del miedo al mismísimo demonio en persona. Esa sonrisa nunca auguraba nada bueno, y no estaba equivocada porque en su mano derecha había un vaso con agua dentro que poco a poco, como si fuera a cámara lenta se tratara se iba inclinando hacia mí, mientras que yo habría los ojos completamente hasta el punto de que ya no los podía abrir más. Me cubrí con las manos para mojarme lo menos posible y cerrando los ojos por acto reflejo. Y así estuve unos segundos esperando a que ese maldito agua callera encima de mí, pero los segundos pasaron y el agua no llegaba, eso era raro mi madre había decidido mojarme y por mucha pena que la diera (cosa que dudo, ella pena no siente por nadie) me iba a calar si o si.
Empecé a abrir los ojos poco a poco a poco para ver por qué se había detenido para quedarme en shock ante lo que estaba pasando enfrente mío, no, no era que se había detenido, y como había previsto me había tirado el agua encima. ¿La causa de por qué estoy en shock? Pues muy simple. "¡Estaba ahí! ¡El maldito agua estaba levitando encima mío como si hubiera gravedad cero! ¡No es broma!" mire a mi madre para ver que ella estaba viendo lo mismo que yo, para ver que ella también estaba sorprendida por ello. Tras comprobar eso mi mente vago a que debí haberme dormido en el sofá y que mis miedos más internos en el cual mi madre me quitaba mi anhelado sueño me hubieran seguido hasta el mismo. Aparte las manos poco a poco encima de mí y dirigí uno de mis brazos hacia la proclamada agua gravedad cero, viéndola con la mirada más curiosa que tenía. Y como si de un truco de magia se tratase tras solo rozar una de ellas con uno de mis dedos se precipitaron encima de mí. Calándome la cara entera, ¡ni a reaccionar me dio tiempo! Dándome a entender de que eso de sueño, nada. Pero tal vez solo fue mi imaginación pasándome una mala pasada. Una mala pasada que en menos de lo que el agua en mi cara tuve una alucinación en la cual soñé en la que el agua flotaba, mi madre sorprendida, en menos de unas milésimas de segundo a pesar de que al menos pasaron treinta segundos. "Si todo muy normal, como eso de que los cerdos vuelan, o sea nada de nada, pero cualquiera de las dos era extraña y difícil de creer de por sí." A sí que hice lo más sensato, miré a mi madre. "Dicen eso de que los padres lo saben todo, pues este es el momento de que lo demuestre mi madre porque necesito una explicación de esto."
Al dirigir mi mirada hacia mi madre me encontré con su cara siempre impenetrable, la cual ahora estaba con el ceño fruncido. Parecía estar enfadada, junto con otro extraño sentimiento se formó en sus ojos el cual no supe identificar. Era obvio que ella sabía algo, como también sabía que lo que había pasado no le gustaba para nada. Abrí la boca para preguntar exactamente cómo demonios hice que el agua flotara si es que lo hice yo, pero antes de que siquiera pronunciar palabra alguna, mi madre se fue rápidamente a la cocina agarrando el teléfono que estaba en la encimera, y llamando a alguien por teléfono y empezó a dirigirse a otra su habitación para tener privacidad de la llamada, lo único que llegue a escuchar fueron palabras inconclusas en las cuales entre ellas fueron "….….ubicación…..Akagami…...urgente…." no estaba segura de lo que eso significaba solo sabía que no era nada bueno. Mi madre nunca se quitaba esa mascara que siempre llevaba puesta ni siquiera con migo, y aunque eso ciertamente me doliera por dentro, también me hacía darme cuenta de lo que quiera que acaba de pasar no le gustaba para nada.
El sonido de la puerta abriéndose de la habitación en la que mi madre había entrado me produjo que dirigiera la mirada hacia mi madre la cual salía de la habitación, con esa maldita mascara puesta otra vez, y más impenetrable que nunca, la cual no dejaba ver nada de lo que pensaba, al cabo de los años tras ser casi con el único ser humano con el que me relacione a mas de simples saludos de cordialidad y amabilidad superficial que no llegaban muy lejos debido a que siempre estaba con la idea de que tendría que irme dentro de poco. Solo este año fue diferente, pero no conseguí relacionarme con nadie aparte de lo superficial debido a mi extraña personalidad, por no decir el único durante toda mi vida, lo que hizo pudiera ver algunas cosas detrás de esa mascara que otras personas no pudieran ver. Pero ahora, ¡ahora no veía nada solo una maldita mascara que ocultaba todas sin emociones! y por primera vez en mucho tiempo sentí que se estaba distanciando directamente de mi. Y eso solo hizo que me doliera como también frunciera el ceño.
- Ryu cámbiate nos vamos en dos hora, vamos a ver a alguien - dice sin siquiera mirarme a la cara. "Corto, sencillo y para toda la familia, no te jode." Dejándome con cara de amuermada. "Primero actúa como si algo malo a pasado y luego me viene con que nos vamos a no sé dónde. Esto tiene que ser un maldito chiste malo."
- ¡Qué demonios está pasando! ¡Donde narices vamos! ¡Y a quien coño vamos a ver! - exclame frustrada. "Esto no era normal y lo que más odio es estar tanto en la oscuridad tanto literal como hipotéticamente hablando. Y si eso no era estar en la oscuridad no se qué es en lo que estaba en esos momento.
- A hacer una visita sorpresa a tu padre - comento como si nada, haciendo que toda mi frustración se fuera a la mierda en ese momento para ser sustituida por el shock más grande que he recibido en toda mi vida. Y vi como mi madre se dirigía a su despacho a coger yo que sé qué.
- ¡¿DESDE CUÁNDO NARICES TENGO UN PADRE?! - exclame tan alto que en toda Inglaterra debió haberme oído.
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¿REWIEWS?
