Una historia alternativa en una realidad alternativa de Big Time Rush. Se desarrolla en el siglo XIX, en Transilvania, el hogar de los vampiros. Como reparto:

-Kendall Knight: Un rico empresario inglés, recién casado con la bella Jo.

-Jo Taylor: Esposa de Kendall, le ama mucho, aunque su padre se oponía a su unión.

-Carlos García (Carlov): Un chico de un pueblo de Hungría que se ofrece como chófer de Kendall y Jo.

-Logan Mitchell: Junto con Camille, un ladrón y timador de segunda.

-Camille: Ladrona junto a su amado Logan, dice ser una adivina.

Espero de verdad que os guste.


Estaba atardeciendo en la oscura y montañosa región de Transilvania, y la niebla comenzaba a engullir el paisaje cubriéndolo con su manto gris...

-Parece que el carruaje se ha averiado, herr Kendall-dijo Carlov, el cochero.

-¡Pues vaya un sitio para que nos deje tirados, la verdad!-se lamentó Kendall, echándole un vistazo al problema; la rueda de atrás del coche se había doblado, y era imposible que el vehículo avanzara, por mucho que tirasen los caballos.

-¡Kendall!-le llamó Jo, desde la ventana del carruaje-¿Qué es lo que ocurre, Kendall?

-La rueda se ha estropeado, cariño-respondió Kendall, alicaído-el chófer dice que no puede arreglarla.

-¿Cómo? ¿No estás preparado para arreglar algo tan simple?-se sorprendió Jo, bajando también del coche.

-Lo siento, de verdad. Es que obtuve la licencia ayer-se disculpó Carlov, sonriendo con simpleza-y además fue porque la gané en una apuesta…

-¡Eso nos lo podrías haber dicho antes!-le espetó Jo, mientras observaba la famosa rueda-¿Y ahora que vamos a hacer? ¡No llegaremos a Moldova para la noche!

-¡Que no cunda el pánico!-trató de calmarla Kendall-¡De momento, tenemos que encontrar ayuda!

Estaban tirados en mitad de una solitaria carretera en una montaña, de terreno pedregoso y empinado. Y el cielo estaba cada vez más nublado. Él no había previsto una situación así. Se había imaginado que todo saldría perfecto.

Kendall Knight era un joven y atractivo empresario londinense, que en muy poco tiempo había ganado gran fama y prestigio entre los ricos caballeros ingleses. Aunque provenía de una familia humilde, ya que no tenía padre y había sido su madre, Jennifer quién había trabajado como camarera para mantenerle, Kendall era muy ambicioso, y había ascendido socialmente hasta convertirse en un adinerado burgués. Esta fue una de las pocas razones por las que Lord Taylor había aceptado dar en matrimonio a su hija Joanne con él. Y eso había hecho a Kendall muy feliz, pues él estaba perdidamente enamorado de Jo.

Ahora estaban en su luna de miel, recorriendo la Europa oriental. Hungría era una de sus primeras paradas, y por eso Kendall se encontraba muy nervioso. Quería que todo saliese bien. Y desde luego la bromita del coche acababa de truncar sus planes.

-Si no estamos en Moldova en dos días, perderemos la reserva en el hotel. ¡Y yo tengo muchas ganas de ir!-se lamentó Jo. A veces podía ser bastante pesada si quería algo.

-¡Ya lo sé!-gruñó Kendall-¡Díselo al chófer!

-Jo, lo siento mucho-dijo Carlov, abatido-Todo ha sido culpa mía… ¡Intentaré arreglarlo!

Jo se dio cuenta de que Kendall estaba disgustado, y, compasiva, le acarició la cara, sonriendo. También podía ser muy cariñosa, cuando quería.

-Perdona Kendall. Sé que has preparado mucho este viaje-le dijo, besándole en la mejilla.

-Es que no puedo soportar que se vaya a torcer todo por una tontería ¡Y qué dirá tu padre! Ya puedo imaginarme su cara de satisfacción al enterarse-se lamentó Kendall-Me dirá "realmente eres un inútil, Knight. No sé cómo pude darte a mi pequeña".

-No digas eso-le animó Jo, que sabía de sobra lo desagradable que su padre había sido con Kendall-¡Además, él aquí no pinta nada! Lo importante somos tú y yo. Y estoy deseando que llegue la noche…

Kendall sonrió al notar los cálidos labios de Jo en su oreja. Juntos estaban descubriendo una nueva etapa de sus vidas como pareja, y aquella nueva etapa también incluía otro tipo de relación, íntima y muy placentera.

-Kendall…-Jo le acarició mientras seguía besándole la oreja. Él solo soltó un gruñido.

-¡Lo tengo!-gritó Carlov, sobresaltándoles. Estaba intentando mover a los caballos, que relincharon y se encabritaron, tirándole al suelo-¡Oh, vaya! ¡No nos vamos a mover!-se lamentó, mientras los caballos volvían a quedarse quietos.

-No creo que consiguieras nada aunque lograras que anduviesen. El carruaje no se puede mover-dijo Kendall, impacientándose.

Carlov le ponía bastante nervioso. En un principio, él había decidido que fuese su chófer, porque le parecía un chico joven y fuerte, que les sería de gran ayuda, y que cargaría con los equipajes, pero lo que no le habían dicho los de la empresa era que Carlov era un recién llegado y que era tan torpe como incompetente, además de parlanchín. Desde que habían arrancado, Carlov no había dejado de hablar y hablar, durante horas. A penas había tenido intimidad con Jo.

-¡Sois unos caballos muy malos! ¡Os habéis quedado sin perritos de maíz!-reprendió Carlov a las bestias, aunque en el fondo, lo hacía porque a él le encantaban. Kendall y Jo se miraron, desesperados.

-Carlov… ¡Carlov!-le llamó ella, exasperada. El chico se volvió, sorprendido-¿Sabes si hay algún pueblo cerca de aquí?

-Esto…-Carlov desvió la mirada.

-¿Conoces los pueblos de la región, no?-le preguntó Kendall, que estaba al borde de un ataque de nervios.

-Oh, claro-Carlov compuso una amplia sonrisa-pero es que no sé en qué parte estamos.

Jo abrazó a Kendall, que estaba a punto de abalanzarse sobre Carlov y estrangularle.

-Eh, ¿qué es eso?-preguntó Carlov, que había escuchado un ruido extraño.

A lo lejos, entre la bruma, una carreta tirada por una mula se acercaba por la montaña. Subidas a ella había dos figuras, que conforme se fueron acercando se distinguieron como un chico y una chica, que tendrían aproximadamente la edad de Kendall y Carlov.

El chico era de estatura media, tenía el pelo negro y corto, la piel pálida, y un rostro agradable. La joven tenía el pelo negro y rizado, y llevaba un extraño turbante en la cabeza. Era hermosa, aunque tenía una extraña expresión, una especie de mirada mística. Ambos llevaban ropas más bien humildes, y el aspecto de su carreta sugería que no debían de ser muy ricos. Desde luego no del nivel de Kendall.

-¡Hola! ¡Hola!-los saludó Carlov, emocionado.

Ellos les miraron con sorpresa, y detuvieron la carreta.

-Vaya, vaya… ¿Quién tenemos aquí?-dijo la chica, componiendo una sonrisa algo maliciosa.

-¿Os habéis quedado estancados?-quiso saber el chico, bajando de la carreta y acercándose a ellos-suele pasar a los que atraviesan el desfiladero del Borgo sin un guía experto.

-Oh… vaya-Carlov se sonrojó, avergonzado.

-Eso no nos lo dijeron en la agencia-murmuró Kendall. Después se acercó a los recién llegados, pero Jo le detuvo.

-No sabemos quiénes son, Kendall-le dijo en voz baja-¡Y yo no me fío nada!

-Por favor Jo-Kendall la sonrió, con suficiencia-no olvides quién soy.

Ella arqueó una ceja, escéptica, mientras Kendall avanzaba hacia los otros chicos, tratando de parecer intimidante. Nunca había despreciado a nadie por tener menos que él, pero tampoco era tan humilde como para no saber que era un hombre poderoso y merecía respeto.

-Verán, señores-dijo, con pomposidad-nos hemos perdido, y necesitaría que nos llevaran a mí y a mi esposa a la villa más cercana. Puedo pagarles unas cuantas libras por el favor…

Se giró y le guiñó un ojo a Jo, como diciéndole "está todo bajo control". Ella no estaba muy convencida.

-¿Quiere que le llevemos, caballero?-dijo el chico, sonriendo-¡Pues claro, como no! ¡No necesitamos un pago, que lo hacemos encantados!

La chica asintió, y Carlov dio un brinco, emocionado.

-¡Estupendo! ¡Voy a soltar los caballos, y traigo el equipaje!-dijo, corriendo hacia el carruaje.

-Les llevaremos hasta Palmwuds, nuestro pueblo-dijo el chico, haciendo una educada reverencia a Jo-mi nombre es Logan, por cierto.

-Encantada-dijo ella, sonriendo.

-Y ella es Camille, mi esposa-dijo Logan, señalando a la chica del turbante.

-Un placer-dijo Camille, haciendo un elegante movimiento con sus manos. Además de su extraño sombrero, también llevaba un vestido hindú exótico, pero ya viejo.

-Yo soy Carlov, el chófer, y ellos son herr Kendall y su bella mujer, Joanne-explicó Carlov, que estaba cargando en la parte trasera del carromato las maletas del matrimonio.

-¿De viaje de novios?-preguntó Logan, sonriendo mientras tomaba a Jo del brazo y la ayudaba a subir.

-Sí-dijo Kendall, subiendo también-nos dirigíamos a Moldova.

-¿A Moldova? Pues tendrán que esperar una semana-dijo Camille, que se sentó al lado de Kendall, con su extraña sonrisa.

-¿Por qué?-preguntó Jo sorprendida, y algo molesta porque Camille estaba muy cerca de su esposo.

-La niebla bloquea todos los pasos-dijo Logan, moviendo las bridas de la mula para que comenzase a moverse. La carreta avanzó emitiendo un chirrido patético, y a un paso lento y desesperante-es imposible moverse por estas tierras con tanta niebla. Se pierde uno siempre.

-Pero nosotros tenemos que llegar a Moldova mañana como muy tarde-replicó Jo, nerviosa-¿No hay ninguna forma?

-Puede…-respondió Logan, con una expresión enigmática en su rostro-depende de las ganas que tengan de ir allí.

Kendall y Jo se miraron intranquilos. Carlov por su parte había descubierto unos fardos de heno en la parte de atrás del carro, y para su sorpresa comprobó que estaba bastante rico.

-Y dime, Kendall, ¿a qué te dedicas?-preguntó Logan, mientras la carreta seguía avanzando por la pendiente y dejaba atrás el carruaje de la rueda rota.


La bruma era cada vez más espesa, y ya había anochecido. Tras varias horas de charla en las que Kendall había narrado su vida a los dos misteriosos desconocidos, él y Jo se habían quedado dormidos, la una acurrucada en el hombro del otro. Carlov también roncaba a pierna suelta en la parte trasera del carro. El atracón que se había dado con el heno no le había sentado del todo bien.

Logan y Camille se miraron con complicidad. Eran los únicos que permanecían despiertos.

-Es hora de cobrar nuestro peaje-dijo Logan, guiñándole un ojo a la chica, que abrió la maleta de Kendall y comenzó a vaciarla, y a sacar el dinero y objetos de valor.

-Sí que es rico, no mentía-comentó Camille, mientras miraba con interés el reloj de oro que Kendall se acababa de comprar en el centro de Londres.

-¿Los atamos a un árbol para que se los coman los lobos o los lanzamos al pantano?-preguntó Logan, como si tal cosa.

-Psche-chiscó Camille, lanzando unos calzoncillos de Kendall, aburrida-lo que más te apetezca. Desde luego al chófer no le van a echar de menos…

Entonces reparó en un brillo que salía del pecho de Jo. Intrigada, Camille se acercó un poco. La joven tenía un collar con un rubí rojo como la sangre, que despedía una extraña luz.

-Es precioso-dijo Camille, acercándose a Jo lentamente, para quitárselo.

-¡Cuidado, no se despierte!-bufó Logan, nervioso.

-¡Calla!-le reprendió Camille, que seguía hipnotizada por el brillo del colgante.

Iba a conseguir soltárselo del cuello, cuando Jo se movió, y lanzó un gran bostezo, desperezándose.

-Porras-murmuró Camille, alejándose. Si intentaba cogérselo ahora, ella gritaría.

-Kendall…. Kendall-Jo despertó a su esposo, que roncaba fuertemente, al lado de Carlov.

-Déjele dormir-intentó persuadirla Logan, que veía que su plan se estaba desmoronando.

-Vamos, no es un niño-dijo Jo, impaciente, y agitó un poco el hombro de Kendall, haciendo que por fin reaccionase.

-Jo… ¿qué ocurre?-preguntó Kendall, frotándose los ojos como un niño pequeño.

-No sé, ya es de noche, y aún no hemos llegado-dijo Jo, mirándole compungida.

-¿DÓNDE ESTÁ MI CASCO?-gritó Carlov, dando un bote y despertándose de golpe-oh, solo era un sueño…

-Tranquilos, ya estamos llegando-dijo Camille, sonriendo con picardía a los tres pasajeros. Debía evitar que se dieran cuenta de que había vaciado sus equipajes.

-¿Seguro? Es que no sé cómo os guiáis con tanta niebla-Jo arrugó la frente.

-Es todo gracias a Camille-explicó Logan, tirando de las bridas de la mula-ella me indica cómo avanzar.

-No entiendo…-dijo Jo, mientras Kendall se rascaba, sin mucho interés en la conversación.

-¿No es obvio? ¡Es una vidente!-intervino Carlov, que no iba a perder ocasión de participar en una conversación.

-¿Una vidente?-Jo lanzó a Kendall una mirada de incredulidad. Él levantó la vista, un poco más interesado.

-Así es-dijo Camille, acariciando su turbante rojo y morado-Veo el pasado, el presente y el futuro. A través de las nieblas y las brumas… y de la muerte.

-Ya… claro-Jo sonrió falsamente, sin tragarse mucho aquel cuento. Carlov, en cambio parecía muy interesado.

-¿En serio?-preguntó, emocionado como un cachorro de perrito-¿Puedes leerme la mano?

-Pues claro-Camille sonrió y tomó la mano de Carlov, abriendo mucho los ojos y murmurando palabras extrañas.

-Es muy buena-dijo Logan, que miraba nervioso entre la niebla.

-Veo que… hace poco has tomado una decisión que no deberías haber tomado-dijo Camille, lentamente.

-¡Pues claro! ¡Comerme todo vuestro heno!-saltó Carlov, emocionado. Luego bajó la vista un poco avergonzado-esto… lo siento. Estaba rico… ¡Pero lo has adivinado!

-Yo creo que más bien la mala decisión fue aceptar ese puesto de chófer-bromeó Kendall, y Carlov rió.

-Nos ganamos la vida honradamente con mi don-aclaró Camille a Jo, que tuvo que esforzarse mucho para disimular su incredulidad.

-¿Entonces, podrías decirnos cuanto queda?-preguntó Jo, para probarla.

-Claro-Camille sonrió con suficiencia-ya hemos llegado.

Y era cierto. De entre la espesa niebla surgió un pequeño pueblecito de aspecto tétrico, con un cartel de entrada en el que aparecía escrito: "Palmwuds: un buen lugar para morir". Kendall, Jo y Carlov se miraron, no pudiendo evitar sentir un escalofrío recorriéndoles la espalda.


Bueno, subiré la continuación en breve. No os lo perdáis, porque la historia se volverá cada vez más emocionante. ¡Y aún falta por aparecer James!