Sakura había recibido aquel pergamino sabiendo exactamente quién lo enviaba.
Lo quería ocultar, pero no podía. Su emoción se desbordaba poco a poco en su sonrisa, sin siquiera pensarlo, ahí estaba otra vez su sonrisa y mirada perdida.
- ¿Te sientes bien, Sakura-chan? Tienes todo el rato con mueca muy rara en la cara, dattebayo.
- Por lo que he leído, esa cara significa que está pensando en sexo. - agregó Sai.
- ¡Shannaro, Naruto! - gritó la pelirrosa propinandole un gran golpe al Uzumaki, dejándolo sin aire y estrellado en un árbol no tan cercano.
-¿Por qué siempre recibo tus golpes, Sakura-chan?- dijo al aire Naruto, con el último aliento que le quedaba.
-Entonces, ¿eso significa que acerté?
Yamato llegó justo a tiempo para frenar la mano de Sakura que apenas iba levantando para golpear al pelinegro.
- Dejen de pelear, parecen niños, y Sakura... Ve por Naruto.
- Que se quede quede ahí un rato más. - la mirada del castaño advertía que tenía que ir por Naruto en ese momento. Con la cara de Está bien, lo haré, Sakura se dirigió a donde se encontraba el rubio, no sin antes mencionar: - No se por qué hablan de mi cara si sabemos perfectamente que el que tiene cara de pervertido todo el tiempo es usted.
Con el rostro reflejando tristeza, Yamato se lamentaba el poco respeto que le demostraban sus antiguos compañeros de equipo.
Después de agilizar la curación del ojiazul, Sakura estuvo apurando a su equipo a despedirse de Yamato para llegar lo antes posible a la aldea.
- ¿Alguien sabe que mosco le picó a Sakura? Miren como camina, como si estuviera brincando, pero no de dolor. - susurró el Uzumaki a los varones presentes.
- Ya había respondido que era por pensar en sexo.
- Déjala, le ha picado más fuerte el bicho del amor. - Yamato ya había visto el ave que traía los mensajes al sexto, solo que esta vez el ave se dirigió a donde estaba Sakura.
-¿El bicho del albor? Pero si ya es de tarde ¿Y no tendríamos que curarla? Se comporta muy extraño.
- Es el mismo que te picó.
- ¡¿Qué!? ¿Cuándo? No me di cuenta, 'ttebayo. - Yamato no pudo evitar reírse de Naruto - No se burle y mejor dígame en dónde me picó - dijo buscándose entre sus brazos y abdomen la picadura que no podría ver.
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Al llegar a la aldea, Sakura siguió apurando a su equipo para que le dieran el reporte al sexto. Fue la primera en llegar a la oficina y la primera en retirarse del lugar.
- ¿Y ahora qué le pasa a Sakura? Me preocupa verla tan feliz. - cuestionó Kakashi, ya teniendo una idea de lo que pudo haber pasado. Al fin y al cabo, conocía muy bien al equipo 7.
- Le gusta pensar en sexo.
- Según Yamato, le picó muy fuerte el bicho del albor.
-¿El bicho del albor? Pero si eso no exis... Ah... Ya veo, así que le picó el mismo bicho que les picó a ustedes dos.
- ¡¿Qué?! ¿Usted también lo sabía y no me lo dijo? ¿Y a Sai también?
- ¿Por qué no mejor le pides a Hinata que te revise?
- Buena idea, Kakashi-sensei, me voy.
Y así, Naruto salió corriendo a buscar a Hinata, casi tropezando con Shikamaru.
- Supongo que este no madurará ni porque ahora sea un señor. - dijo cansinamente Shikamaru.
- Hay cosas que nunca cambian.
- Me retiro, sexto.
- Adelante Sai, saluda a Ino de mi parte.
- Lo haré, adiós. - Respondió el pelinegro con una sonrisa, saliendo tranquilamente.
- Sexto, deje de tratar de avergonzarlo, es imposible.
- Lo se, ¿entonces tú ya le diste el anillo a Temari? - Shikamaru que solía recibir ese tipo de preguntas del sexto aún seguía sonrojandose. Pero esta vez el nerviosismo era más evidente.
- N-No se lo he dado, ¿cómo supo que lo haré?
- No lo sabía. - dijo el peligris sonriendo y concentrándose en su computadora. - Estos chicos crecen muy rápido, me alegra que estén formando una familia. - pensó con alegría el Hokage.
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Hinata se encontraba en el comedor, había aprovechado que tenía tiempo libre para acomodar los pocos muebles que tenían y limpiar sin que Naruto pasara por el piso húmedo y se cayera. Había calculado que su esposo volvería aproximadamente a esas horas, así que preparó la cena, quería que esa fuera especial. Justo estaba poniendo los cubiertos en la mesa cuando escuchó que abrían la puerta.
-¡Hinata! Necesito tu ayuda.
Preocupada, la ojiperla volteó hacia donde estaba su esposo, y toda la sangre que pudiera estar en su organismo se había agolpado en su rostro, pues el rubio estaba desvistiendose arrojando la ropa al piso con cada paso que daba.
- Necesito que me busques una picadura, y si es posible ponme ungüento. Me ha picado el bicho del albor, 'ttebayo.
- ¿E-El bicho del...? Ah ya entiendo. A mi también me ha picado. - le dijo aún avergonzada sin acostumbrarse del todo a ver el pecho desnudo de su esposo que cada vez tenía menos ropa encima.
- ¡¿QUÉ?! ¿Y estas bien, Hina? - el ojiazul se había apurado a llegar a donde su esposa para asegurarse que ella se encontraba bien, pero su pantalón a medio quitar casi hace que caiga.
- Estoy bien, y estarás bien. - le explicó la peliazul, acercándose. Naruto se calmó por un momento y salió por completo de sus pantalones para caminar hacia Hinata.
A mitad del camino se encontraron y con sus manos, Naruto acunó el rostro de su amada y le dio un tierno beso.
- Te extrañé. - le susurró recargando su frente en la de ella.
- Yo igual. - respondió colando su mano encima de la prótesis.
-Hinata-chan, deja que te revise. - dijo el rubio separandose de Hinata para poder bajar el cierre del Suéter que portaba.
-Espera, tengo que decirte algo. Serás papá.
-Lo sé, algún día tendremos esta casa llena de niños, todos idénticos a ti, dattebayo - dijo retirando la prenda que se deslizaba por los níveos brazos de la ojiperla.
- No, me refiero a que ya lo serás. Estoy embarazada.
La cara de sorpresa de Naruto no tenía precio. Cuando reaccionó una enorme sonrisa se instaló en su rostro y tomó a su esposa de la cintura para levantarla en el aire. Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, su preocupación se le notaba por toda su cara, rápidamente la tomó en brazos y la llevó al sofá, haciendo varios clones para que le ayudaran a traer una manta, hacer un té, checar su temperatura, masajear sus pies, etcétera, mientras él no paraba de darle besos en cualquier superficie disponible, levantando su blusa para poder hacer lo mismo en su abdomen, provocando cosquillas en Hinata.
Ella ahora veía como su esposo, aún en boxers, gritaba por la ventana su felicidad, mientras sus clones iban apurados por toda la casa buscando atenderla. Su felicidad iba en aumento.
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Lo primero que hizo Sakura al llegar a su casa fue darse una ducha, esa noche la dedicaría solo a acicalarse. Saliendo del baño escuchó un grito a lo lejos.
-¡Seré papá, dattebayo!
¿Sería a caso que ya alucinaba a Naruto, o este logró que su grito se escuchara por toda la aldea? Le agradó pensar que no escuchó mal y que su compañero iba a tener un hijo.
Aún sin poder creerlo, sacó una vez el pergamino que traía en su porta-kunai, y lo releyó.
Faro, en un día, a las diecisiete.
Si bien la carta no decía mucho, Sakura no necesitaba más, después de tanto tiempo podría ver a solas al Uchiha. Apretando el papel contra su pecho se dejó caer en la cama. Pero recordando todos los buenos tratos que se debía de hacer, se levantó y comenzó a sacar todo tipo de mascarillas, limas para las uñas, rastrillos y cremas faciales. Guardó el papel junto con el que le mandó por su cumpleaños. Sobra decir que esa noche durmió poco, aunque nada tuvo que ver la cantidad de productos de belleza que se había puesto.
Muy temprano en la mañana, Sakura se había dirigido a la oficina del Hokage, explicándole que saldría de la aldea y Pidiéndole que aún no le asignara una misión. Esto había confirmado las sospechas del sexto.
-Me saludas a Sasuke. Y recuerda que me gustaría ser tío por partida doble.
Lo músculos de Sakura se habían tensado cuando estaba abriendo la puerta para retirarse, se calmó recordando que, aunque ahora era el Hokage, siempre sería Kakashi-Sensei.
- A su edad, más que sobrinos lo que está pidiendo son nietos.
Shikamaru no pudo evitar reírse de la expresión del sexto, fue un golpe bajo para su juventud.
Después de viajar por unas horas, Sakura había llegado al lugar acordado, aún faltaba cerca de una hora para las cinco, así que decidió pasear un rato por el lugar.
Se descalzó para sentir entre sus dedos la arena húmeda, se acercó hacia donde la marea traía y llevaba el agua, dejando que durante su caminata el mar limpiara sus pies de la arena que se iba pegando. Le era imposible no pensar en el Uchiha, habían pasado muchas cosas desde que decidió irse de la aldea una vez más, vaya, que hasta Naruto se había casado, y ahora tendría a su primer hijo. La pelirrosa discretamente siempre veía las parejas por la calle, sintiendo una especie de envidia, deseando ella también poder pasear de la mano con el pelinegro.
Aún así, sabía que entre los dos existía un lazo que tal vez no fuera tan visible para los demás, pero dentro de su ser entendía que el no estar físicamente juntos no demostraba nada, y que con pocas palabras el pelinegro le demostraba su amor. En cierto modo, también comprendía que Sasuke no sabía expresarse, que no terminó de desarrollarse dentro de una familia, todo ese afecto había quedado truncado y reemplazado por otros sentimientos.
Miró una vez su reloj, ya quedaban muy pocos minutos para la hora, regreso sobre sus pasos y se encaminó a la cima del acantilado. Una vez arriba buscó una banca para poder sacudirse la arena y colocarse de nuevo sus zapatos. Agradeció que el lugar estuviera tan solitario, le relajaba que fuera así, acompañado del sonido del mar y sentir la brisa sobre su cara. Se quedó sentada cerrando sus ojos y disfrutando del momento.
Fue un repentino sonido el que hizo que abriera los ojos, encontrándose con la fuente de aquel ruido.
- Sakura - Ella lo miró, ahora su cabello alborotado tapaba su rinnegan, y, aunque no podía ver su cara completamente, el efecto que causaba en ella era el mismo. - No tengo mucho tiempo, así que mírame a los ojos. - Sakura obedeciéndolo miro el ojo negro de Sasuke, viendo como él retiraba el cabello de su otro ojo, y al instante el fondo en que se encontraba cambió por completo.
Seguía viendo a los ojos al Uchiha. Este la miraba también.
-Ven, daremos un paseo. - dijo el Uchiha, y, sorpresivamente para ambos, tomándole la mano a la pelirrosa.
