La guerra, era algo tan masivo tan sangriento, tan caótico. Sin lugar a dudas fue su mejor invención, ver a los hombres alados, magos y hombres terrenales matándose unos a otros lo entretenía, o lo hacía aquella era ya la tercera gran guerra que provocaba y ya nada le parecía tan gracioso, ya no le parecía tan divertido el llanto de las viudas y los huérfanos, la locura de los soldados en el campo apenas si lograba arrancarle una sonrisa de vez en cuando y el odio y la discordia habían perdido ya el dulce sabor que alguna vez lo había embriagado.

- Como detengo esta guerra – pregunto el dios en vos alta quizás a una de sus muchas estatuas o quizás a todas en general. En su soledad ya le daba igual sabía muy bien que no obtendría respuesta

Pero la pregunta resonaba en su cabeza "como detengo esta guerra" la ultima la había detenido con una nevada que duro 100 años y la anterior había partido el mundo "como detengo esta guerra" aun no tenía una respuesta podía causar otro desastre natural de proporciones magistrales o acabar con todo destruir el mundo de una vez por todas y apreciar el fin de todo con una explosión de caos puro, pero entonces estaría solo y eso era lo último que quería.

Soledad esa palabra no hacía falta ni mencionarla solo tenía que pensar en ella para estremecerlo, era su temor, su más grande temor, su único temor. El pensamiento le llego tan rápido como un rayo, de cierta manera había desarrollado cariño con aquellos seres mortales a los que había considerado durante tanto tiempo como sus juguetes y solo hasta a ora que había contemplado destruirlo todo se había dado cuenta de su tan temida soledad, si no fuese por esas criaturas mortales estaría completamente solo a excepción del sol y la luna sus dos amigas silenciosas que jamás lo habían dejado a solas o no del todo, solo podía verlas trato de hablar con ambas hace mucho tiempo pero siempre obtenía la misma respuesta, un silencio total al principio pensó que no podían oírlo luego pensó que ellas no podían contestarle y luego dejo de intentar comunicarse y se conformo con solo verlas. No pudo evitar sentir una ligera ola de depresión con tantas cosas en su cabeza, pero la pregunta seguía "como detengo esta guerra", miro una vez más a los mortales sus guerras sus muertes su odio pero sobre todo el caos, sintió el calor de las ciudades y aldeas quemándose, la cálida humedad de la sangre y la fría de las lagrimas, oyó los gritos de dolor y odio y una sonrisa apenas visible apareció en sus labios "la guerra puede durar un poco más" lo decidió mientras continuaba observando.