Royal Blood: Dentro de Un corazón Oculto

Autora: YukaKyo
Serie: Inuyasha

Parejas: Sesshoumaru x Inuyasha, Sesshoumaru x Miroku
Categoría: Hard Yaoi, Drama, Angst. MPREG (Si no saben que es esto ultimo mejor ni lo lean). No acepto reclamos o insultos, porque si los hay los regresare y con creces

Justificación: Hace milenios que no lo continuaba, por pereza, porque me había hastiado, pero ahora solo quiero terminar lo que empecé con tanto anhelo.

Dedicado: A mi constante flojera terminar lo que empiezo. P

Beta-reading Oficial: Pily-chan, aunque para este hubo ayuda de Carol. Domo Arigato!

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Revisado, corregido y reescrito en ciertas partes el: 24/07/07

Capitulo 1— Bajo la nieve

Realmente aquella noche era helada, cualquiera que no estuviera lo suficientemente protegido moriría congelado con facilidad. Pero aun así, debía aceptar que esa noche no era tan glacial como la anterior, donde el fuerte viento y la intensa nieve hicieron que por poco y se congelaran hasta los huesos, aun estando bajo el cobijo de la manta, una cálida fogata y la protectora cueva donde había pasado la noche anterior.

Pero a pesar de que el invierno en ese año era devastador, este no era capaz de helar la dura soledad y la profunda tristeza que siempre llevaba en su corazón. Sus dedos sujetaron con fuerza aquella pesada frazada que llevaba puesta sobre sus hombros misma que intentaba resbalar y dejarlo indefenso contra el cruel tiempo. Detuvo sus pasos un momento para acomodarla sobre sus ropas de monje. Arropándose más con ella mientras volvía a reanudar su camino.

Llevaba tres días caminado con la esperanza de encontrarse nuevamente con sus compañeros de batalla y extrañaba de increíble manera los cálidos y suaves brazos de aquella dulce exterminadora, que sabia, lo esperaba impaciente. El joven de mirada azul negó levemente con la cabeza. Durante todas aquellas semanas que se había ausentado, ninguna mujer, pudo borrar el continuo recuerdo de los brazos de Sango sobre su cuello atrayéndolo lentamente hacia el mientras depositaba en sus labios un suave beso de despedida.

¿Acaso finalmente le seria fiel a una sola mujer?

Todo indicaba que seria así.

Pero si lo fuera.

Perdería su encanto

Miroku miro distraídamente a su alrededor. La mayor parte de la tierra cubierta de blanco, mas ninguna presencia antinatural cerca. Aquellos seguían siendo tiempos duros y crueles, mas los demonios ya no atacaban las aldeas como anteriormente lo hacían, al contrario estos parecían haberse mudado de territorio.

Incluso Naraku permanecía escondido, sin dar motivos o presenciarse para incomodar la vida de todos ellos. Pero aunque los demonios no atacaban, los hombres con su continuo deseo de poder, seguían guerreando sin parar. Aniquilando y destruyendo en cantidades aun mayores de lo que alguna vez el mismo Naraku pudo lograr.

Definitivamente estaba exhausto, sus pies se negaban a seguir con esa frenética caminata que realizaba, de solo tres días, estaba empeñado en llegar cuanto antes a la aldea de la anciana Kaede, pero su cuerpo en esos momentos se revelaba, correr sin descanso desde el templo del monje Mushin hasta estar a solo medio día de camino de distancia había sido toda una odisea para un humano. Pero así lo había querido, hizo caso omiso a los consejos de aquel monje, rechazo la ayuda de Hatchi.

Quería estar solo, hacer algo por el mismo y darse algún tiempo para pensar.

Pero lo malo era que tuvo ese tiempo, mas no el interés en reflexionar.

Era una suerte que la ventisca había parado algunas horas atrás. Miroku suspiro aliviado, si hubiese continuado, en aquel momento seguramente estaría sumamente angustiado por su vida. Pues no encontraría un solo refugio en ese claro donde se detuvo. Lo único que tenia a su alrededor eran altos y frondosos árboles, que detenían algo de la fría corriente de aire que de vez en cuando golpeaba con fuerza la región.

Con algo de esfuerzo encamino sus pasos al árbol más cercano dejándose caer a un lado suyo, quedando su espalda contra la áspera corteza. Acerco sus piernas a su pecho flexionándose para así cubrirse totalmente con la gruesa manta. Su báculo cayo ahí, entre la blanca nieve, un poco alejado de él. Aquello estaba mal, debía de tenerlo junto a si, pero no sentía ninguna presencia maligna cerca y su cuerpo estaba sumamente cansado. Miroku entrecerró sus azules ojos ya muy cansados.

Lo único que quería era descansar unas cuantas horas antes de continuar.

Solo habían pasado algunos cuantos minutos desde que se quedo dormido cuando un intenso sentimiento de incomodidad lo estremeció. Una mirada, alguien lo observaba muy fijamente. Abrió lentamente su mirada azul, apenas distinguiendo una mancha blanca con otros colores algo alejados pero frente a él. Tardo algunos segundos para despertarse lo suficiente antes de que sus ojos se abrieran sorprendidos y se levantara rápidamente de donde estaba tendido.

-Hn... Pero si es el maldito monje que va con ese híbrido—

Miroku observo desconfiado aquel youkai, pero esa escena estaba mal. Era Sesshoumaru el hermano mayor de Inuyasha, no había duda de ello, pero viéndolo como ahora lo veía, no parecía ese pedante y aristocrático youkai. Al menos no al que conocía, sus acompañantes no estaban a su lado y a pesar de que a veces no los llevaba junto a él, algo le decía que tuviera cuidado. Sus ojos azules recorrieron la imagen del youkai con sumo cuidado.

Sus largos cabellos blancos estaban algo despeinados, no llevaba ninguna de sus espadas y esa pesada armadura que portaba en esta ocasión había sido omitida. Solo vestía esas ropas que siempre solía llevar pero las mismas estaban demasiado desacomodadas. Pero lo que mas llamo su atención fue ese tenue color rojizo en las mejillas del mismo al igual de la fina capa de sudor que brillaba en la piel que estaba descubierta. Seguramente si alguna mujer o youkai lo mirara en aquel estado le parecería totalmente irresistible.

Pero él no lo veía así.

El era un hombre.

Uno que gustaba de mujeres. De eso estaba seguro.

Ese brillo lascivo en la mirada del youkai lo estaba incomodando.

— ¿Que es lo que quieres?— gruño Miroku mirando desafiante al youkai, pero tomando en cuenta que este se acercaba lentamente hacia él. Su báculo estaba demasiado lejos y los pergaminos con los que contaba no serian nada efectivos contra Sesshoumaru.

— ¿No es obvio?—

— Sí, yo capto muy bien— dijo feroz el monje, antes de moverse agachándose lo suficiente para recoger su báculo. Pero antes de que pudiera alcanzarlo Sesshoumaru estuvo frente a él haciéndolo retroceder hasta topar contra el tronco del árbol.

— ¡Ah, estos humanos! Siempre piensan todo lo contrario a lo que sucederá— murmuro quedamente el youkai mientras se giraba dándole la espalda al monje dándole a entender que se alejaría. Miroku giro su rostro, había imaginado lo peor de Sesshoumaru. Bajo la mirada apenado. En realidad todos tenían razón, no era más que un monje pervertido.

— Pero en pocas ocasiones, aciertan— los ojos de Miroku sea abrieron desmesurados al ver como Sesshoumaru se giraba nuevamente y lo aprisionaba con su cuerpo contra el tronco.

— ¡Suéltame! — balbuceo Miroku con furia, clavando sus ojos azules coléricos en él tratando de alejarlo al igual que sus brazos. — ¡Maldito desgra..— gruño cuando la cabeza blancos cabellos bajo con lentitud y posesión hacia la suya.

Sesshoumaru dominó sus labios de forma cálida y gentil. Aquello sorprendió a Miroku de forma súbita al igual que ese sentimiento de confianza que lentamente invadía su corazón, pero mas fue su desconcierto cuando se dio cuenta que el mismo empezaba a separar sus labios permitiéndole la entrada al youkai.

Aquel era un beso que exigía la rendición total del monje y que despacio se iba cumpliendo. Los ojos entrecerrados de Miroku miraban el rostro sereno del youkai que en esos momentos lo besaba, sumamente concentrado en hacerle disfrutar de aquella caricia sobre su boca. El corazón del monje empezó a latir demasiado rápido. Sesshoumaru abrió sus ojos encontrándose con los azules de Miroku y fue así que pudo apreciar el brillo de un deseo apasionado en el interior en ese hombre. Sesshoumaru dejo de besarle dándose cuenta que el cuerpo de Miroku estaba sumamente quieto aguardando los inesperados movimientos sobre él.

— Finges que esto no es lo deseas y te niegas a corresponder pero— Sesshoumaru empezó a acariciarle con sus largos dedos sobre sus ropas –Lo necesita y lo acabas de descubrir en tu interior. — El youkai acerco sus labios a la melilla del monje depositando un sutil beso sobre ella, para luego recorrerla hasta llegar a sus labios una vez mas— Justo de la misma manera que yo, cuando te descubrí ahí durmiendo—

— ¡No es cierto!-— dijo Miroku no muy convencido de sus palabras y sin fuerzas y es que aquellas caricias lo estaban haciendo desfallecer. — ¡Déjame, Sesshoumaru!— grito el monje cuando los labios del youkai se posaron sobre su cuello succionado con fuerza.

Pero aquellas manos y esos besos estaban comenzando a despertar todos sus sentidos e inconteniblemente varios gemidos empezaron a escapar de sus labios. Miroku estaba perdido, era presa de un desenfrenado deseo, finalmente Miroku se aferró a él y hundió los dedos en el cabello blanco tan suave, cuando nuevamente sus bocas se encontraron.

— ¿Esta es tu manera de alejarme?— musito el youkai con deleite antes de bajar por su cuello dando un ligero beso en el mismo antes de clavar con fuerza sus poderosos colmillos. Miroku gimió con fuerza al tiempo que se arqueaba acercando aun más su cuerpo al de Sesshoumaru.

Las hábiles manos de Sesshoumaru lo recorrían al mismo tiempo que poco a poco lo despojaban de la parte superior de sus ropas, retirándolas con suavidad, dejando descubierta y expuesta la aperlada piel del monje. La boca de Sesshoumaru continuo bajando, al mismo tiempo que lamía la piel dejándola húmeda y brillante. Encontró y acaricio con los labios aquellos rosados pezones que despacio se endurecían con sus dóciles caricias.

Miroku al sentirlo haciendo aquello emitió un leve quejido. Eso complació enormemente al youkai que separo las piernas del monje con una de sus piernas sin mayor resistencia para luego acercar sus caderas a las de este aun con sus ropas puestas, Sesshoumaru empezó a mover sus caderas contra las de Miroku rozando la excitación de este, quien emitía una mezcla de quejidos y gemidos en ese juego que empezaba resultarle doloroso.

El youkai volvió a besarle, pero esta vez con demasiada fuerza, siendo correspondido por el monje de la misma manera, incluso un poco más desesperadamente, al mismo tiempo que él mismo moviera sus caderas más apresuradamente. Miroku había olvidado todo a su alrededor solo atendía a esas necesidades que ahora su cuerpo le exigía satisfacer inmediatamente. Los dedos de Sesshoumaru se dirigieron hacia el cabello de Miroku, mismo que fue saltando de la pequeña coleta en que lo sujetaba, dejándolo caer libre sobre su cuello.

Las caricias del youkai disminuyeron cuando este, ante los continuos movimientos de Miroku, le hizo tener la necesidad de ver lo que le sucedía. Una sonrisa maliciosa adorno sus labios cuando sus ojos observaron con cautela el intenso sonrojo que adornaba las mejillas del monje y esos ojos azules sumamente vidriosos que lo miraban reclamándole seguir con sus caricias sobre él. Guió sus labios a los del joven nuevamente atrapando su boca con la suya depositando un beso profundo, arrancándole un fuerte gemido cuando su lengua invadió aquella cálida cueva.

Sesshoumaru dejo de besarlo para seguir con su juego, dejando todo el peso de su cuerpo contra el de Miroku moviendo sus caderas contra las de este con fuerza haciendo que sus entrepiernas se rozaran una vez más. El monje llevo sus brazos a la amplia espalda del youkai entrelazándolos en ella acercándose más mientras dejaba escapar quejidos más sonoros. Los dorados ojos de Sesshoumaru lo miraron divertido.

El monje estaba sumamente sonrojado, dócil y manejable, haría lo que él le pidiese hacer. Pero aun así le inquietaba, su respiración era desigual y poco tranquila y de sus labios leves pero audibles gemidos escapaban aun y cuando el youkai no le estaba tocando. Aquellos ojos azules volvieron a encontrarse con los dorados para después solamente cerrarse y buscar con su cuerpo el contacto que el youkai se negaba a darle mientras Miroku seguía abrazado con fuerza a Sesshoumaru. Aquellos movimientos eran sumamente desesperados.

Sesshoumaru maldijo interiormente. Miroku estaba demasiado estimulado. No era justamente lo que había querido desde el principio pero ya estaba hecho. Y ya era hora de terminar con aquello. Rápidamente y con un ágil movimiento logro quitarse aquellos brazos que lo mantenían cautivo, no sin antes recibir una buena queja de parte del monje quien lo observo aun con aquel deseo abrumador en su mirada.

— Creo que ya fueron suficientes atenciones para un humano— murmuro Sesshoumaru riendo con suavidad contra los labios de Miroku quien lo observo alejarse lentamente de él para luego perderse entre el blanco paisaje sin darle una clara explicación de lo sucedido.

Miroku llevo una de sus manos a su cabello suelto, alejándolo de su rostro, mientras trataba de recobrarse y de aminorar de su cuerpo la intensa necesidad de satisfacción que aquel endemoniado youkai le había provocado. Los dedos de su mano fueron bajando lentamente de su rostro con dirección a su cuello, donde sintió que estos se humedecían, retiro su mano para poder verla, estaba manchada débilmente por algo de su sangre.

¡Maldición!

¡Sesshoumaru le había dejado una herida!

¡Ahora debía pensar como diablos la ocultaría!

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Continúa…

Hoy sin ti todo es frió eternamente, vuelve, vuelve a amarme, vuelve a verme