Hola :) Este es mi primer fanfic. Es una continuación de la serie, Grey's Anatomy, desde el final de la quinta temporada. Como ya he visto unos cuantos spoilers, se que la próxima temporada no va a ser como yo la deseo; por lo que decidí crear mi propia sexta temporada, por así decir. ¡Espero que les guste! Por favor, dejen review, para saber que piensan, y ver que puedo cambiar para el próximo ;)
1. A Step Foward
. . . Silencio. No había nada más en su mundo en ese momento. También un gran alivio... tal vez. Todo había salido mal desde hace algún tiempo. No había vuelta atrás. Ese mundo perfecto en el que vivía, ya había desaparecido hace mucho tiempo. Y ella, ya se había resignado a su desgracia. Pequeñas llamas de esperanza habían resurgido en este intenso camino, todas inesperadas, tanto como esta depresión que la consumía poco a poco. Pero nada ayudo a desdibujar su sonrisa, su buen humor y alegría. Esos eran los pensamientos que rondaban en su mente, en cuanto subía a ese elevador donde, sin notarlo siquiera, había vivido tantos momentos únicos.
Hace algún tiempo, allí había besado al que parecía ser el amor de su vida. Aquel que nunca fue visto como tal, por estar escondido en el perfil del 'mejor amigo'. Conocía cada centímetro de aquel pequeño recinto gracia a haber rondado por él innumerables veces, en compañía de personas tendidas una camilla, y hasta a veces con un respirador artificial. Tantos casos, tantas pérdidas. Parecería que la muerte podría ser fácilmente asimilable para alguien como ella. Pero ninguno de estos momentos pasaron por su mente. En aquel instante solo podía recordar uno muy lejano, aquel que se negaba recordar, que le partía el alma. Cuando, hacía ya un año, ocupaba ese mismo lugar, una noche de fiesta, usando las mismas vestiduras que en ese momento.
Si, ese momento. De esperanza, en un principio, y luego de desesperación y tristeza desgarradora. No tenía que preguntarse porque este sueño extraño se parecía tanto a esa pesadilla del pasado. Todo lo que había vivido en esos últimos meses le develó la respuesta. Ese viaje, ese momento, ese vestido rosado, eran sus símbolos de desgracia, tristeza, y muerte.
No había cuestionamientos en su rostro, sabía lo que sucedía y lo que ocurriría en unos instantes... si es que todavía no había ocurrido. No había ninguna luz que señalara el camino, solo estaba ella en un hospital extrañamente vacío. Pero todo cambio en cuanto las puertas se abrieron, y le develaron lentamente un par de profundos ojos azules, que la observaban atentamente. Sabía exactamente a quien le pertenecían. Estos le sonreían, como siempre lo habían hecho. Sin pensarlo siquiera, sus labios se curvaron, dejando que una amplia sonrisa ocupara su rostro. Pero un segundo después todas las piezas encajaron en su lugar.
Él no debería estar allí. Ese no era su momento de partir, no debería estar a su lado mientras recorría aquellos desiertos pasillos en busca de su ex-prometido. Pero sin embargo, allí estaba. Parado enfrente de ella, con su amplia y amable sonrisa, y sus ojos que destellaban alegría y humildad. Los que le pertenecían a su otra mitad, a su compañero de alma. Ese alivio, de que los dolores y molestias acabaran, de dejar de mirar las caras de sufrimiento y lástima que ponían sus seres queridos al verla, había desaparecido. Quería gritar, preguntar porque estaba junto a ella, porque sonreía. Pero no logro mover sus labios. No tenía fuerzas para hablar, ni ganas para sonreír. Lentamente examinó a su acompañante intentando buscar respuestas a sus preguntas, pero solo encontró más desconciertos.
Conocía al hombre que estaba en frente suyo, lo conocía bien. Pero extrañamente vestía un saco y pantalones verdes, junto con una corbata, mientras que su entrañable amigo nunca era visto sin su uniforme celeste, reglamentario en su oficio. Y encima de sus ojos, que aún la miraban con ansias, lucía un nuevo corte de pelo, extraño, prolijo, a diferencia de su clásico pelo castaño enmarañado; y corto, muy corto. Intentó recordar la vida fuera de ese sueño, todo lo escuchado y vivido en los últimos días, y pronto encontró su respuesta. Sin embargo, no había ningún indicio de porque la esperaba allí, listo para un destino inoportuno e inesperado. Era imposible que haya partido tan pronto, y menos probable que se haya encontrado con el infortunio de forma tan inmediata.
No había nada que hacer. Él extendió su mano, y ella la recogió con total naturaleza, pero aún con incertidumbre en sus ojos. Elevó su mirada de vuelta él, para ver como asentía lentamente y la alentaba a acompañarlo. Así, tendida de su mano, dio un paso, y luego otro, dejando atrás ese elevador, vacío, oscuro, y dejando allí también todas sus esperanzas y sueños...
