Bayblade no me pertenece, de ser así continuaría un anime con Kai como protagonista XD

En la historia publicada anteriormente no escribí nada salvo la historia en sí, la razón es muy simple fue el ensayo de cómo subirla XD

Agradeceré si al final dejan un review para decir si les agradó o no, igual algún buen consejo y porque no una agradable queja...


– Hace varias semanas que no quieres practicar con nosotros Kai, ¿por qué? – preguntó Max – ¿Sucede algo? –

– No, estoy bien. – respondió secamente.

– ¿No me digas que después de todo sigues siendo tan orgulloso? – inquirió Tyson.

– No pasa nada, he tenido muchas ocupaciones y no he podido practicar. – cambió de tajo el tema. – El Sr. Dickenson me habló esta mañana, dice que tiene algo que decirme y para ser honesto, Tyson, suena más importante que practicar contigo. – respondió con ironía.

–Creo que está bien entonces. Debes tener mucho quehacer después de… Bueno, tú sabes… con tu abuelo en la cárcel… – Max se quedó callado.

– Entonces que te parece si tomas un descanso por la tarde, así el jefe podrá revisar a Dranzer y ver que todo esté bien para el próximo torneo – le dijo Hilari brindándole una sonrisa.

Los miró de reojo e hizo una sonrisa irónica mientras se alejaba de la vista de sus amigos.

– Kai ha estado muy raro, yo creo que tiene problemas con lo de su abuelo. – dijo Ray.

– Es verdad, tiene semanas que no practica con nosotros… – Tyson.

– Sí, a pesar de que ha dejado un poco de su indeferencia sigue manteniendo su distancia, a veces no creo que sea muy sano… – concluyó Ray.

– Debemos apoyarlo más que nunca – agregó Hilari.

– Sí, Dranzer apenas regresó y su estado anímico por lo de su abuelo podría afectarle en batalla. Será mejor ayudarlo a practicar… – asentó el Jefe.

– ¡Aunque no le agrade la idea, tendrá que dejarnos!… – Max con su entusiasta sonrisa.

En la oficina, el Sr. Dickenson aguardaba la llegada de Kai con un extraño sentimiento… No estaba seguro de cómo reaccionaría ante la notcia…

– Sr. Dickenson, el joven Hiwatari ha llegado. – anunció la secretaria por el altavoz.

– Hazlo pasar por favor, Kaya – respondió el anciano.

Con pasos cansados Kai se adentró en la oficina del Sr. Dickenson, se veía un poco agitado…

– ¿Estás bien Kai? – inquirió el anciano al verlo así.

– Sí. – respondió con frialdad. – ¿Para qué quería hablar conmigo? – preguntó sin más rodeos.

– Verás Kai… – carraspeaba Dickenson.

– ¿Tiene que ver con Voltaire?... Porque si es así… –

– No. – interrumpió el anciano. – No es Voltaire…–

– ¿Entonces? – preguntó con aspereza – Hasta donde sé, es el único motivo por el que recibo llamados de usted. – agregó con su característica frialdad.

– Esta mañana recibí una visita… inesperada – guardó silencio ante una mirada inquebrantable que exigía una respuesta más concreta. – Tu padre quiere hablar contigo Kai. – terminó el viejo.

Un agudo silencio se produjo en aquella oficina amplia. Una ligera opresión en el pecho del joven se había producido. Sintió un poco de mareo y la falta de aire se hizo evidente. Pronto Kai se vio sentado en el sofá que, hacía unos instantes, estaba a dos metros de distancia… No sabía cómo había llegado hasta él.

– Sé que es una noticia extraña Kai, pero Susumo quiere hablar contigo… Dice estar arrepentido… Al único que le compete esta situación es a ti… Tú decides… – dijo el Sr. Dickenson en un intento por sacar a Kai de ese estado catatónico.

Le seguía faltando el aire. Su mirada perdida en la nada y un cuerpo tenso. Poco a poco recuperó su acostumbrada serenidad y su temple indiferente…

– Dígale que no se preocupe, estoy bien… Gracias por el aviso… – se levantó Kai con rapidez y se puso en marcha.

El Sr. Dickenson únicamente pudo mirar la figura del bicolor alejarse por los pasillos. La noticia parecía haberle afectado demasiado.

Caminó por un largo rato intentado aclarar su mente. Sentía una rara sensación en el pecho. Había esperado mucho tiempo por una noticia como esa, pero ahora… Ahora no quería darle mucha importancia, sin embargo parecía sólo atormentarle la existencia. Durante el trayecto tropezó con una joven…

– Disculpa… – dijo sin mirarla.

– ¿Kai? ¿Estás bien? – era Hilari.

– ¿Hilari? – pronunció con sorpresa.

– Te ves distraído, ¿está todo en orden? – preguntó viendo un poco de melancolía en esos ojos carmesí.

– Sí, todo está bien. Sólo me distraje por unos instantes – respondió con desgano.

– Los chicos están un poco preocupados por ti, no has querido entrenar mucho en estos últimos días… – decía mientras emprendían el camino hacia el Dojo de Tyson. – ¿Estás entrenando solo? –

– Sí, me distrae toda esa emotividad con la que entrenan – respondía sin prestar mucha atención.

Estaba entablando una conversación, una real, de esas que nunca se le había visto tener. Sin darse cuenta llegaron al Dojo. Los chicos esperaban por el bicolor para animarlo un poco, después de todo eran sus amigos…

– ¿Qué quería el Sr. Dickenson, Kai? – preguntó sin tacto alguno Tyson.

– Mi padre está aquí y quiere verme. – respondió.

Nadie esperaba esa respuesta, y no sólo por el contenido, sino por la mera respuesta en sí...

– ¿Tu padre…? ¿…Está aquí? – inquirió temeroso Ray.

– Sí, supongo que vendrá más tarde – dijo en tono desinteresado. – Si llega a venir, avísame ¿Quieres? – dijo mientras se alejaba hacia la habitación en que se alojaba.

Todos lo miraron atónitos ante aquella serenidad.

Nadie tenía conocimiento acerca de más familia de Kai, salvo su abuelo. Comenzaron a preguntarse muchas cosas, sin embargo no querían fastidiar a su amigo, quien parecía bastante abstraído.

– ¿Estará bien? – preguntó Max.

– Se veía tranquilo, espero y esté bien. – respondió Kenny.

– Será mejor no molestarlo por ahora. Debe tener mucho en qué pensar – acotó Hilari con aire de preocupación.

Pasaron tres horas desde la llegada del bicolor, la noche se comenzaba a avivar con las estrellas brillantes.

– Buenas tardes. ¿Se encuentra Kai? – dijo un hombre de voz gruesa, más o menos de cuarenta años, cabello azulado y piel blanquecina.

– ¿Es usted el padre de Kai? – interrogó fuertemente Tyson.

– Sí, soy Susumo Hiwatari. – respondió sin titubeos.

– Usted… – siseó con rabia.

– ¡Tyson! – interrumpió Hilari – Pasé por favor. – dirigiéndose al Sr. Hiwatari.

– Gracias. –

Ray tocó la puerta de la habitación del bicolor.

– Kai, tu padre está aquí. – dijo el chino al escuchar unos pasos aproximándose a la puerta.

Sin preámbulos fue abierta.

– Gracias – fue todo lo que dijo Kai.

Enseguida se acercó a la sala en donde estaban todos esperando por el chico. El hombre se puso de pie al ver la figura de su hijo acercarse…

– ¡Kai! – exclamó con alegría al tiempo que se acercó para darle un abrazo.

Kai no se inmutó, sólo permaneció quieto ante aquélla acción. Sintió un breve aceleramiento en su ritmo cardiaco. Luego el hombre lo miró fijamente a los ojos carmesí

– ¡Perdóname! – alcanzó a decir antes de que la voz se le quebrara y las lágrimas se hicieran presentes en ese hombre que aparentaba fortaleza.

– Bien. – respondió secamente. – Te perdono. – dijo con desinterés.

Todos lo voltearon a ver, con un nudo en cada una de las gargantas, lágrimas que estaban a punto de brotar. El padre lo miró desconcertado, ¿qué estaba ocurriendo?

– Esperé mucho para esto, creí que sería emotivo. Creo que me equivoqué. – dijo encogiéndose en hombros. – Me abandonaste hace mucho tiempo y esperé por años tu regreso. Me dejaste en aquella horrible abadía, sufrí los peores momentos de mi vida allí y ahora vuelves como si nada hubiera pasado esperando un perdón. Si eso es lo que buscas para vivir tranquilo, te lo doy. – sus palabras no eran duras, por el contrario estaban llenas de melancolía. – Si esperas un abrazo, seré honesto, no puedo dártelo. – agregó fríamente. – Espero que esta vez me entiendas tú a mí. Y Si no te molesta tengo cosas que hacer… – pronunció mientras salía de la sala.

El hombre no supo que hacer ni como reaccionar. Vio a su hijo alejarse sin el menor sentimiento hacia él. ¿Lo había perdido?

Pasaron tres semanas desde el reencuentro del bicolor con su padre y todo parecía normal, pero sus amigos aún estaban preocupados…

– ¿Kai? ¿Estás bien? – preguntó Max.

– Sí. – respondió secamente.

– ¿Estás seguro? No has comentado nada sobre tu padre. – Ray

– No hay nada qué comentar. No… No sé que decir. – dijo perdiendo por un instante la mirada.

Pronto el reencuentro pasó a ser un hecho del pasado. Nadie lo recordaba, al menos en presencia de Hiwatari. El Sr. Dickenson había tomado la costumbre de llamarle a diario desde ese día, probablemente sentía preocupación por el joven ruso. Kai había dejado los entrenamientos en grupo desde hacía ya tres meses. En esporádicos encuentros lograban ver un progreso casi nulo en el bicolor, lo atribuyeron a un estado de ánimo melancólico, pero todo parecía normal hasta donde podían ver.

El torneo nacional daba inicio, los Bladebreackers buscarían una vez más el campeonato mundial. Las primeras rondas eran muy alentadoras para todos, había muchos nuevos competidores con habilidades totalmente extraordinarias. Los chicos habían pasado con algunos tropiezos a las semifinales, en verdad que eran buenos los nuevos chicos.

– Kai, debería revisar a Dranzer, creo que algo le pasó, está perdiendo velocidad durante las batallas. – propuso Kenny.

– Ten – respondió sin replicar. – Asegúrate de no hacerle nada malo. – agregó con su humor irónico, parecía regresar al mismo ánimo que ya comenzaban a extrañar los chicos.

– Pierde cuidado, Kai – dijo el jefe con una sonrisa.

Kenny revisó junto con Dizzy el blade de Kai, pero no encontraron ninguna falla, probablemente Hiwatari no se estaba esforzando mucho, tal vez guardaba sus fuerzas para las finales, eso era un poco inusual en él, mas en los últimos días de entrenamiento lo había estado haciendo.

– Dranzer está bien… Quizá sólo necesites más entusiasmo en batalla. – agregó Kenny con una sonrisa, rompiendo el hielo.

– Sí, claro, como digas – agregó con su humor y sonrisa irónicos.

Faltaba una semana para las finales. Todos estaban entrenado Max vs. Ray y Tyson vs. Kai. Hilari observaba atenta la batalla entre los últimos dos, eran quienes combatirían las últimas dos rondas, así que Kenny recababa datos de ellos dos…

– Jefe, ¿soy yo o el blade de Kai está girando muy lento? – preguntó Hilari.

– Hay un notable decremento en la velocidad de Dranzer, pero no encuentro ninguna razón aparente. – respondió preocupado.

Dranzer salió disparado del beyestadio. Kai cayó de rodillas, su cuerpo se arqueó por completo, las manos ahora tenían la misma postura que las rodillas. La mirada estaba oculta tras los mechones grisáceos. Una postura derrotista de un joven inmóvil…

– ¡Vamos Kai! , no fue tan malo… Sólo admítelo soy mejor que tú… – decía Tyson bromeando con la situación.

No hubo un movimiento, salvo la del bicolor que parecía intentar mover su mano hacia el hombro…

– ¡Viejo! Es sólo un entrenamiento no te lo tomes tan apecho… – su tono burlesco iba desapareciendo, mientras levantaba el blade de Kai.

– ¡Tyson! ¡Ya basta! – gritó Hilari regañando al hiperactivo de gorra.

Hilari se acercaba lentamente a Kai… Ray y Max detuvieron su batalla para acercarse a regañar a Tyson por burlarse del bicolor…

– Eso no está bien Tyson, es sólo un entrenamiento, estoy seguro que Kai te ganaría en una batalla real – dijo Ray defendiendo al ruso.

– Vamos Tyson, harás enojar a Kai…– Max

El bicolor conservaba la misma postura hasta que Hilari le tocó su hombro para darle ánimos, entonces la chica notó un ligero temblor en el cuerpo de Kai…

– ¿Kai? Estás temblando...–

Al estar tan cerca notó que Kai no tocaba su hombro como todos, hasta ese instante, pensaban más bien apretaba fuertemente su pecho… Algo no estaba bien…

– ¿Kai? – Hilari ya mostraba un tono angustioso.

Pronto un ligero golpe se escuchó. Kai había caído inconsciente. Su rostro reflejaba dolor. Todos miraban su mano inmóvil sobre el pecho…

– ¡¡¡KAI!!! – gritaron todos al tiempo que se acercaban al bicolor.

Kenny tomó su celular y llamó a una ambulancia. Pasaron tan solo unos minutos y la ambulancia llegó. Con agilidad y cuidado lo subieron, para enseguida sonar la sirena. Tyson y Ray iban a bordo de la ambulancia, intentado no estorbar demasiado…

Llegaron al hospital. Un caos a causa del joven ruso…

– Joven de 17 años, ritmo cardiaco anormal… Pérdida de conocimiento… Probable infarto…. –

Fue todo lo oque pudieron alcanzar a escuchar… Había entrado a urgencias…

El Sr. Dickenson llegó minutos después al hospital, acompañado de Hilari, Max y Kenny. Luego de que la ambulancia se fue, los chicos informaron lo ocurrido al Sr. Dickenson…

– ¿Qué ocurre chicos? ¿Dónde está Kai? – preguntó angustiado.

– Creo que Kai tuvo un infarto… – respondió Tyson.

El Sr. Dickenson tragó saliva con dificultad, mas no parecía haberle asombrado tanto aquella respuesta…

– Kai, tu rendimiento no ha sido muy bueno últimamente… Se acerca el torneo y no quieres practicar con los chicos. ¿Pasa algo malo muchacho? –

– No Sr. Dickenson – respondió secamente.

– ¿Estás seguro? Me he dado cuenta de que ya no practicas igual que antes, aunque estés solo. –

Kai se vio descubierto, no sabía cómo expresar mucho de lo que sentía…

– Es sólo que he tenido algunos dolores en el pecho, últimamente y me cuesta respirar… es como si se detuviera mi corazón… – dijo intentando no darle mucha importancia.

– Eso no está bien… ¿Hace cuánto que sientes eso? –

– Tiene bastante tiempo, creí que era por el entrenamiento... –

– ¿Por qué no me lo dijiste antes? Podría ser algo serio. – interrumpió el anciano.

– O podría no serlo… qué más da…– bufó molesto.

– Mañana irás a primera hora a realizarte exámenes médicos. – sentenció.

Al día siguiente…

– Respira hondo…exhala…otra vez… –

– ¿Está bien doctor? – inquirió el anciano.

– Parece que tienes problemas para respirar, el ritmo cardiaco es un poco irregular… Lo mejor será mandarte a realizar algunos estudios… Un electrocardiograma, un examen sanguíneo… –

Una semana después…

– Sr. Dickenson, Kai… me temo que no tengo buenas noticias… Kai tienes un problema en el corazón…–

– ¿Qué? – replicó el bicolor asustado.

– Tienes displacia arritmogenética ventricular. – sentenció el médico.

– ¿Qué significa eso? – preguntó temeroso, sus pupilas delataban su estado.

– Significa que tu corazón no está funcionando como debería, verás la corriente eléctrica que circula por tú corazón se ve afectada por el tejido del ventrículo derecho así que la conductividad eléctrica es irregular, produciendo los latidos arrítmicos... –

– ¿Es peligroso? – preguntó el anciano.

– Me temo que sí. Es de alto riesgo y Kai… – dudó por unos segundos para continuar – … Kai necesitará un transplante de corazón… – guardó silencio. – Me he tomado la libertad de ponerlo en lista de espera… Trabajamos contra tiempo… Kai tiene un muy peculiar tipo de sangre y será un poco más difícil… –

– ¿Es todo? – preguntó el bicolor sereno interrumpiendo así al médico.

– Es difícil más no imposible… – agregó el médico.

– No soy ningún estúpido. – interrumpió molesto. – Eso significa que… –

– No Kai, no digas nada… todo estará bien… – pronunció Dickenson.

– Chicos, me temo que Kai necesitará de nuestro apoyo… – dijo el Sr. Dickenson.

– Lo sabemos Sr. Dickenson. Me siento culpable, no entiendo cómo es que no lo notamos, Kai es nuestro amigo y… – Tyson.

– Sabes que Kai nunca admitiría sentirse mal… Además creo que nadie espera algo como estoy y menos Kai – agregó Max.

– Sólo espero que no le pase nada malo… Ya tiene suficiente con sus problemas familiares – dijo Hilari afligida. – Lo que no entiendo es lo del infarto… ¿No es muy joven? – cuestionó.

– Creo que es tiempo de hablar con ustedes… Es justo – pronunció el anciano.

– ¿De qué habla? – inquirió Ray.

– Chicos hace tiempo que Kai sabe de su problema en el corazón, fue hace unos meses… No quería preocuparlos, pero… – hizo una breve pausa – Me temo que todo ha cambiado... Chicos, Kai necesita un transplante de corazón… –

Un silencio funerario invadió el lugar…

– ¿Transplante?, pero ¿de qué está hablando? No entiendo nada – rompió Hilari.

– Kai tiene un problema en el corazón, – dijo el Sr. Dickenson – es muy severo y tiene poco más de tres meses en lista de espera… No quería preocuparlos, ya saben como es Kai… Sólo trataba de protegerlos… –

Antes de que alguien pudiera replicar por una explicación más clara…

– ¿Usted es el padre de Kai Hiwatari? – preguntó una enfermera al acercarse al anciano.

– Soy su tutor, Sr. Dickenson… ¿Cómo está Kai? –

Desde que su abuelo había sido detenido, Kai había quedado en custodia del Sr. Dickenson. Procuraba darle un hogar en donde pudiera sentirse cómodo, aunque con el carácter del bicolor era un poco difícil. A pesar de todo había aceptado no esforzarse demasiado en las prácticas de beyblade y hasta había logrado mejorar su comportamiento, aparentando mejorías en su carácter.

– Necesito que venga con nosotros… Ahora está estable, pero el doctor tiene que hablar con usted. – se dio la vuelta indicando el camino al anciano.

– Chicos, esperen aquí, volveré en unos momentos. –

– Pierda cuidado, Sr. Dickenson – Hilari.

Todos se miraban unos a otros, no querían ni podían creer lo que el Sr. Dickenson acababa de decirles: 'Kai necesita un transplante de corazón', era lo único que invadía sus mentes. La inexistencia de comentarios era clara, todos estaban en sus propios pensamientos. Lo único que querían era ver a su amigo y saber que iba a estar bien... Después de largos 15 minutos volvió el anciano…

– Chicos, Kai puede recibir visitas ahora, estará bien si entran unos minutos, el doctor lo ha autorizado. –

– Gracias, esos nos agradaría mucho. – respondió Tyson.

Fueron conducidos a la habitación del joven Hiwatari. Entraron uno a uno hasta quedar todos alrededor de la cama. Miraban sin poder reaccionar ante aquello. Kai estaba sedado, tenía un monitor cardiaco en su dedo índice derecho, su pecho descubierto permitía ver algunos cables que habían sido colocados para monitorear su corazón. Parecía tranquilo. Hilari se acercó un poco más y tomó la mano de Kai, cerró los ojos y a punto de soltar una lágrima sintió un movimiento… Estaba despertando.

Abrió los ojos lentamente, su vista era borrosa, la luz blanca lo vislumbraba un poco, parpadeó un par de veces hasta que pudo ver con claridad. Su mano sintió un calor especial, la removió un poco, entonces se dio cuenta de dónde provenía ese calor… Hilari. Los vio a todos, Hilari había soltado su mano ante la impresión de verlo despertar. La mirada carmesí se vio una vez más nublada, pero esta vez las lágrimas eran las causantes. Siguió viendo a su alrededor, estaba en el hospital.

– ¡Lárguense de aquí! – gritó con su voz entrecortada. – ¡Váyanse! ¡No quiero ver a nadie! – continuó.

El monitor comenzó a detectar los latidos más rápidos, una alarma sonó y un enfermero y un médico entraron. Kai forcejeaba un poco en un intento por manifestar su desagrado hacia los presentes e impedir que lo sedaran, pero fue inútil. Poco a poco sus compañeros vieron como las fuerzas de Kai se desvanecían conforme hacía efecto el sedante. Un sueño con letargo yacía en aquella cama de hospital. El médico que había entrado retiró a los chicos de allí. Obedecieron sin dudar.

Todos estaban afuera esperando por noticias de su amigo. No podían borrar esa imagen de sus mentes, la fragilidad de su amigo, un corazón era lo que necesitaba. El médico salió…

– ¿Cómo está Kai? – preguntó apresurado Tyson.

– ¿Estará bien? – preguntó Ray.

– Estará bien, pero debo comunicarles que Kai no recibirá más visitas, al menos no por hoy. Parece que verlos lo altera y lo que menos necesita es estrés. Supongo que el Sr. Dickenson ya les ha comunicado lo de su problema, me temo que el tiempo se está agotando y… Me gustaría recomendarles un lugar para que reciba apoyo, será lo más conveniente en su estado anímico. –

Pasó un día más, Kai no había sido despertado, parecía que el cansancio surtía más efecto que los sedantes…. Pasado el medio día abrió lentamente los ojos… Notó donde estaba, recordó lo sucedido el día anterior. Comenzó a desconectar los aparatos que tenía, una alarma sonó cuando quitó de su dedo del monitor, un enfermero llegó rápidamente…

– ¿Qué crees que haces? Debes estar en reposo absoluto. – dijo el chico mientras se acercaba.

– Me largo de aquí, no estaré ni un minuto más. – dijo molesto.

– No puedes, según el reporte dice que casi te da un infarto, eso es muy peligroso a tu edad, mejor descansa – decía mientras lo acompañaba de regreso a la cama.

– ¡No, me largo, no puedes detenerme! – contestaba forcejeando.

En ese momento entró Ray…

– Kai, ¿qué crees que haces? No puedes irte, estás muy enfermo... –

Kai se detuvo y lo miró a los ojos, Ray notó la tristeza en su mirada…

– Lo siento no era mi intención… – se disculpó Ray.

– No, está claro – se sentó en la orilla de la cama, el enfermero comenzó a colocarle los cables una vez más. – Tu mirada con lástima… No la esperaba de ti, Ray… – dijo con desgano y mirando al piso.

– Kai, no…–

– No te preocupes, sólo sal de aquí ¿quieres? – dijo tristemente.

– Por favor, Kai… –

– Será mejor que le hagas caso, no debe alterarse. – recomendó el enfermero.

Kai volvió a recostarse, mientras Ray salía de la habitación. Una vez que ya no estaba…

– ¡Oye, tú! – llamaba al enfermero.

– Dime, ¿necesitas algo? –

– Sí – respondió fríamente – No quiero que nadie me moleste, no quiero hablar con nadie y tráeme un teléfono celular. – ordenó.

– Está bien, nadie te molestará, si no lo deseas, y aquí hay un teléfono. – señaló el de la habitación.

– No, necesito un celular. – pidió.

– Entonces ten. – sacó de su bolsillo su celular. – Puedes usarlo. Vendré más tarde por él. – dirigiéndose a la salida.

– Gracias. –

Ray fue a ver a los chicos…

– ¿Qué pasó Ray? ¿Pudiste hablar con él? –

Negó con la cabeza…

– No, me corrió. No creo que quiera hablar con nosotros y creo que tiene razón, lo único que hemos hecho es verlo con lástima o al menos esa impresión tiene. –

– Pero eso no es verdad – replicó Max.

– Lo sé, pero verlo así, tan vulnerable no hace que lo veamos como siempre. – aclaró Kenny.

– Es verdad, siempre con su semblante orgulloso y verlo así… – No puedo verlo igual que siempre. – dijo Hilari, una lágrima brotó.

– Tenemos que apoyarlo, chicos, nunca pensé que Kai estuviera pasando por algo tan difícil. –dijo Tyson con mucha seriedad.

Intentaron entrar a la habitación, pero como Kai había pedido no ser molestado no les fue posible el acceso. El Sr. Dickenson les recomendó ir a casa y descansar y así tuvieron que hacerlo, no tenía caso quedarse para no poder ver a su amigo. El Sr. Dickenson prometió avisar de cualquier contratiempo.

Luego de tres días, lo único que habían recibido era llamadas para saber que Kai estaba bien y que pronto sería dado de alta. Mas al cuarto día…

– Chicos, Kai ya no está en el hospital. Su padre vino a verlo y se lo ha llevado. – comunicó el anciano.

– ¿Cómo? Creí que… – exclamó Tyson

– Fue decisión de Kai, él mismo me lo dijo esta mañana cuando lo fui a ver. –

– Creí que no quería saber nada de su padre. – agregó Hilari.

– Y así era, pero dijo que prefería estar con quien lo abandonó que a lado de personas que sentían lástima por él. Entiéndanlo un poco, no es sencillo estar así. – Dickenson.

– ¡Nosotros no sentimos lástima! – casi gritó Ray.

– Yo lo sé chicos, pero no puedo hacer nada, no quiere recibir a nadie. Lo único que conseguimos entre su padre y yo es que vaya al centro de ayuda psicológica, la que recomendó el doctor –dijo.

Los Bladebrackers abandonaron el torneo después de la noticia, no querían continuar sin su líder. Fue toda una noticia en el mundo del Beyblade. Nadie dio explicaciones. Los rusos ganaron entonces, aunque a disgusto, dadas las circunstancias.

Kai inició sus molestas terapias. Eran acerca del miedo a morir, del recibimiento a la nueva vida luego de un transplante, la aceptación de la enfermedad, entre otros temas. No participaba en ninguna actividad, tampoco expresaba sus opiniones, su única expresión era de molestia, su ceño fruncido y una mirada evadiendo las otras era lo único que lo delataban…

– Mi nombre es Cindy – dijo una chica de unos catorce años, piel morena clara, cabello castaño oscuro y ojos color miel.

–… – únicamente la miró de reojo. – ¿Qué quieres? – preguntó al ver que no se iba.

Estaban en el parque frente a la institución a donde Kai acudía a terapia.

– Sólo quería saludarte, es un bonito día ¿no te parece? – respondió alegremente.

– Es un día como cualquier otro – replicó frialdad.

– Yo espero un hígado. – agregó rápidamente.

– ¡¿Qué?! – exclamó sin entender.

– Yo vengo aquí, porque espero un transplante de hígado. Me enfermé de hepatitis y se daño demasiado, llevo unos ocho meses en espera, no estoy segura de cuanto tiempo más pueda esperar. – dijo finalizando con una sonrisa.

¿Cómo podía ser posible? Una niña le mostraba una fortaleza que nunca en su vida había visto en alguien más...

– Lo siento, no sabía. – dijo retirando su mirada de la chica.

– Y ¿tú?, ¿por qué estás aquí? – preguntó amablemente.

– Nada especial. – respondió.

– Es de mala educación no dar una respuesta concreta. – dijo.

– Yo… Moriré dijo. – con un nudo en la garganta que no podía contener.

– ¿Morirás? – dijo sin entender la chica. – Yo creo que estás dando por hecho algo que no es del todo cierto ¿sabes? Yo pensaba eso en un principio, pero he visto a muchos salir delante de malas situaciones. Incluso tengo la esperanza de recibir un hígado antes de que sea demasiado tarde… –

La charla continuó por algunas horas. Hasta que los padres de la chica llegaron por ella. Para Kai había sido la plática más revitalizadora en toda su vida. En tan solo unas horas había aprendido lo que nunca. Cuando volvió a casa de su padre habló con él…

– Yo… Quiero disculparme… – dijo el ruso.

– ¿De qué hablas, Kai? – Susumo no entendía la nueva actitud.

– No es mi papel juzgarte, yo fui un tonto… – respondió. Soltó unas lágrimas y abrazó a su padre.

Ambos sintieron el abrazo más honesto. Kai perdonó a su padre.

Cuando era pequeño Susumo había decidido dejar a su hijo en manos de su padre, Voltaire. Después de la muerte de su esposa no quería saber nada de Kai. No quería saber nada del mundo familiar. Se fue y no volvió. A pesar de todo el bicolor siempre guardó la esperanza de volverlo a ver, al menos los primeros años… Luego se prohibió pensar en ellos. Imaginaba cada reencuentro y nada ocurría. Ahora todo era diferente, su padre lo había extrañado demasiado. Voltaire le había mentido diciéndole que su Kai había muerto en un accidente y era esa la razón por la que nunca más lo había vuelto a ver, hasta el torneo de Beyblade donde pudo reconocerlo… Desde entonces había buscado la manera de acercarse.

Desde ese día Kai se volvió más participativo en las sesiones de terapia. Incluso platicaba sobre su amistad con los Bladebrackers, a quienes comenzaba a extrañar. Su orgullo todavía lo atormentaba un poco. Ellos había dejado de insistir en buscarlo, en un principio iban a diario, pero al negarles la entrada se iban decepcionados, luego frecuentes llamadas solo para escuchar un 'está bien, luego les llamará', palabras ordenadas por el mismo Kai. Tristes aceptaban la condición de su amigo y lee enviaban cartas para demostrarle su apoyo, aunque sabían de antemano que no serían respondidas…

Estaban en el Dojo, viendo TV…

– Buenas tardes, ¿se encuentra Tyson? – preguntó la voz de una joven.

– Sí, claro, adelante chicos. – respondió el abuelo de Tyson.

Los condujo hasta la sala en donde se encontraban Hilari, Ray, Max, Kenny y Tyson…

– Chicos, los están buscando – dijo el abuelo.

Todos se pusieron de pie. Lágrimas y risas brotaron.

– ¡Kai! – gritaron todos al tiempo que corrieron a abrazarlo.

Sorpresivamente, éste respondió a l abrazo de todos.

– Discúlpenme por no contestar a sus cartas, pero preferí venir yo mismo. – dijo con una sonrisa.

– No te preocupes Kai, sabíamos que estabas bien, tu padre nos mantenía informados. – soltó Hilari, era la más emocionada y no lo soltaba.

Sin darse cuenta Hilari lo abrazaba únicamente para ese tiempo. Kai también le brindaba un abrazo, cálido, nadie lo esperaba.

– ¡Te dije que sería emotivo! – dijo la chica que lo acompañaba.

– Sí, gracias por recordármelo. – le brindó una sonrisa el bicolor.

Hilari se separó apenada por su reacción.

– Mi nombre es Cindy y soy la novia de Kai – se presentó la chica.

Nadie esperaba eso…

– ¿Novia? – repitió Tyson.

– Han pasado muchas cosas, Tyson. Cindy me animó a visitarlos. – le brindó un abrazo.

Luego de esa sorpresa, continuaron con la reunión. Fue muy emotiva. Platicaron mucho, escucharon un discurso por parte de Kai. Sintieron que Kai por fin quitaba esa barrera que por mucho tiempo había mantenido.

Pasaron unos meses más. Kai y Cindy hacían reuniones a menudo para platicar y convivir con los chicos. Las visitas ahora eran en la casa de Hiwatari, pues para entonces Cindy ya vivía allí. Era un poco incómodo estar allí, no ase acostumbraban del todo a la nueva actitud de su amigo, después de todo siempre había sido extremadamente serio y frío. Hilari estaba muy feliz de verlo disfrutar de la vida. Siempre se había preocupado por Kai, era su amigo al fin de cuentas y verlo tan distante siempre le afectaba, en especial porque sabía que no era normal para alguien actuar de esa manera.

Organizaron un día de campo, todos estaban: el abuelo de Tyson, el padre de Kai, el Sr. Dickenson, Max, Ray, Kenny, Tyson, Hilari, Cindy y Kai. Disfrutaban de un hermoso día de de otoño. Hilari se apartó un poco del grupo, buscó un poco de espacio a unos metros del lugar. Fue alcanzada por Kai.

– ¿Estás bien? –

– Kai… Yo… Estoy bien – respondió la castaña.

– Hace tiempo que te noto extraña, ¿está todo bien? –

– Sí, es sólo que… Me gusta verte contento. – dijo aguantando las lágrimas.

– Pues yo no estoy del todo bien… Creo qué algo de mi te molesta… –

– No, de ninguna manera – respondió enseguida. – Es sólo que me da gusto verte tan contento. –

– ¿Es solo eso o hay algo más? – su voz sonaba un poco amenazadora.

– Es solo eso. – una lágrima se le rodó.

– ¿Si es solo eso por qué lloras entonces? Se supondría que tendrías que estar contenta por mí, no llorando. –

– Es que… –

– Termina de una vez –

– Siempre me has gustado y ahora únicamente soy tu amiga. –

– Hilari, – tomó su mano – siento no poder corresponderte. Te agradezco tu honestidad, pero lo que tu sientes hacía mi no es eso que dices. Solo te has preocupado mucho por mí en los últimos meses y eso te ha hecho pensar que es algo especial. Trata de no verme así, ¿sabes? me cuesta trabajo no sentirme culpable de sus preocupaciones. –

– ¿Cómo? – respondió sorprendida. – ¿Crees que solamente es lástima? – propuso un poco molesta.

– Yo no dije lástima, es preocupación. No creas que únicamente me enfadaba y los ignoraba antes, siempre he sabido que tú quieres a Tyson, y desde que supiste que estoy enfermo tratas de acercarte mucho a mí, no tienes que regalarme cariño, porque sé que ya tengo tu amistad. Deja de torturarte y deja de torturar a Tyson ¿quieres? –

No sabía que decir...

– Tal vez tengas razón, pero entonces yo… –

– Te estás equivocando de persona – dijo para finalmente sonreírle.

En ese momento Cindy se acercó…

– ¿Está todo en orden? – preguntó al ver las lágrimas de Hilari.

– Todo está bien ahora – respondió. – Gracias, Kai, me sirvió mucho hablar contigo. –

– ¡Qué alegría que Kai…! –

Un dolor repentino hizo que Cindy detuviera sus palabras, cayó al piso. Kai se acercó rápidamente, su corazón palpitaba rápidamente. Miró a Cindy y la alzó en brazos y corrió hacia donde estaba su padre. El día de campo terminó allí.

En poco tiempo arribaron al hospital. Cindy no resistiría más, su hígado había colapsado. Cuando entró a urgencias, todos miraban alejarse el cuerpo de la joven en la camilla por el corredor. Un fuerte estrépito se escuchó enseguida. Kai también había caído al suelo, una camilla también se lo llevó, de igual forma lo vieron alejarse. Pasó una media hora en la que la angustia, e miedo y la paranoia hacía presos a todos. Llegaron los padres de Cindy, habían sido llamados por el padre de Kai durante el traslado de ésta.

Pasó otra media hora de no saber que ocurría. Los padres estaban totalmente angustiados y ni se diga de los demás. El médico al fin mando llamar a Susumo y al padre de Cindy, parecía un poco serio.

Media hora más y vieron regresar a ambos padres se veían abatidos, pero no dijeron nada…

– Doctor, es todo, colapsó. –

– Hora de la muerte clínica… 18:08 hrs. –

– ¿Ahora?-

– Comuníquenselo a los familiares. Debemos proceder lo antes posibles, hay al menos cuatro pacientes en el hospital esperando estos órganos, todos con el tipo de sangre. –

– Sí doctor. –

La enfermera salió de allí. Los padres de los dos chicos escuchaban atentos…

– Era su voluntad... – dijo. – Fue su decisión desde un principio, antes de que esto pasara…–

Dos días después…

– Estamos aquí reunidos para despedir a un ser que, aún después de morir, dio un regalo a otros hermanos… –

En el hospital iba despertando, sintió dolor, no podía moverse mucho…

– ¡Kai! ¿Cómo te sientes? – habló su padre.

– Me duele mucho – susurró.

– Lo sé – se acercó a él, llevaba esperando dos días a que despertara.

– ¿Qué pasó? – Decía débilmente – ¿Cómo está Cindy? –

Su padre no quería contestar a esa pregunta…

– ¿Dónde está? – preguntó inquieto.

– Kai, tuviste una cirugía muy delicada, no te esfuerces por favor – pidió Susumo al notar que intentaba sentarse.

El bicolor abrió los ojos y notó su estado… Vio la gran herida en el pecho…

– ¿Dónde está? – una vez más, aunque conocía la respuesta. – Dime dónde está – casi grito.

– Kai, por favor. Sabías que esto podía pasar… –

– Dime que está bien. – suplicó.

– No resistió mucho tiempo. Casi enseguida… Murió –

No lo resistió más. Comenzó a brotar agua salada…

– ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? – se preguntó una y otra vez.

– Tranquilízate, no debes alterarte… –

– Esto no debió haber pasado… Mejor y no ella, ¿por qué, papá, por qué? –

Se desgarraba por dentro. Su padre lo abrazaba fuertemente en un vano intento de aminorar el dolor que invadía a su hijo…

Desde fuera, escuchaban los sollozos de su amigo, de su dolido amigo. Cindy falleció casi enseguida y Kai… Kai había recibido el corazón de Cindy…

– Su hija murió Sr. Yoshida – dictaminó sin miramientos. – Necesitamos que firme el consentimiento para la donación de órganos. –

– ¿Consentimiento?, no puede hablarme de eso ahora, mi hija ha muerto. – gritó el Sr. Yoshida.

– Lo sentimos mucho, pero si no actuamos ahora… –

– Susumo… – interrumpió el Sr. Yoshida. – Tu hijo… Mi Cindy me lo encargó mucho… –

– ¿Por qué tenía qué ser así, papá? –

– Kai, cálmate, fue decisión de ella. Su padre me lo dijo. –

– Esto no puede ser real. –

La enfermera le aplicó un sedante mientras seguía repitiendo lo irreal que debía ser…

Un mes después…

– Me dejaste solo… – susurró a la tumba – Creí que estaríamos juntos y me dejaste solo… – una lágrima escapó – Me diste tu corazón y me quedé solo… –

Epitafio: "Amada Hija: Siempre te recordaremos, tu alegría aún en la distancia guarda nuestros corazones. Aunque sabemos que el tuyo estará aquí, tan cerca de nosotros."