¡Hola mis bellos lectores! ¿me extrañaron?, yo si, y mucho, no tienen ni idea. Esta semana fue la más caótica en mi historia como universitaria, y para los que se enteraron en mi última actualización de Utopia, todavía tenemos el problema del agua. Ahora el gobierno "solucionó" preventivamente las cosas construyendo tuberías alternas a otros ríos, pero se preguntarán... ¿dónde queda el problema original?, ¿rescatarán el ecosistema del río Guarapiche?, no pudo darme más rabia cuando por casualidad me enteré de voz de mi hermana que encontraron una anaconda muerta por la contaminación... la foto anda rodando en facebook, yo no me he querido meter para no agarrar otro madre coraje que ya esta semana he tenido muchos, sumados al estrés, que hasta mi corazoncito se puso un poco trol x3
¿Lo bueno de tantos problemas?, este fic tan... ¿raro?, tiene más o menos que ver aunque la idea tira a otro punto que al final terminó planteándome situaciones interesantes. Para los que leyeron ¡¿Quién diablos fue? reconocerán algunos nombrecitos de los aprendices que salieron, porque si señores, son los mismos, pero esta vez los conocerán un poquito mejor. No por eso me voy a centrar en los OC y dejar a los cannon de lado, de hecho, ¡el fic es para los gemelos más sexys de SS!, y los OC solo ayudarán a hacer las cosas más divertidas, y como no, liosas ;D me gustaría mucho leer que opinan de ellos, porque en verdad, adoro a estos niños. ¿Qué cuando escribiré seriamente sobre ellos?, difícil de saber, hasta que no culmine Astarté no me comprometo a nada más grande, porque si, Suigin, Akio y yo tenemos planes grandes para estos nenes, los de bronce y Kanon mismo.
No los hostigo mas con mis cosas y los invito a leer~
Tuberías rotas
Como en cualquier día normal, el sol despuntaba el alba, trayendo consigo la luz matinal a la tierra y el mundo, bañando de manera especial y cíclica los templos del zodiaco, desde el primero hasta el último, y finalmente, alcanzaba la majestuosa estatua de Athena dotándola de brillo único. Un espectáculo que se repetía todos los días, y no por eso dejaba de ser maravilloso. La brisa pura de la mañana era un deleite para los madrugadores que salían de sus camas temprano a recibir el nuevo día.
En ejemplos estaba Mu, que con prontitud empezaba sus labores dentro del templo y al acabar, se sentaba en su butaca preferida a disfrutar de una buena taza de té rojo, para después ir y despertar a su perezoso aprendiz y empezar con la rutina de todos los días.
Aldebarán se tomaba media hora después de él para prepararse una buena taza de café a base de granos molidos importados de Brasil, granos que acostumbraba a triturar él mismo junto con su alumna Galatea por las tardes. Ah~ el aroma a café llegaba a Aries y Géminis con facilidad y deleitaba los sentidos cuando se sentaban en las escaleras ambos rectores de los templos a descansar después del entrenamiento. Mas de uno fantaseaba con robarle unos cuantos granos al toro, ¡con lo celoso que era!, y hasta la fecha nadie descubría cómo esos sagrados granos de café caían en sus robustas manos.
Máscara Mortal no era de los que sintiera especial prisa por empezar el día, así que él, junto a su discípulo, demorarían una hora más en despertar. Al hacerlo se escucharían los gritos, las maldiciones y demás palabrotas que se acostumbraban a soltar cariñosamente esos dos. Algo que había pasado a ser una cotidianidad más en los templos del zodiaco.
En Leo... ¡en Leo las cosas se animaban muy temprano desde la llegada de la pequeña Sinéad!, esa niña, o como muchos o todos la veían, ese animalito era revoltosa hasta más no poder, la luz del sol no podía tocarle un centímetro de su piel cuando ya se despertaba y como fiel mascota, perdón, fiel aprendiz, iba derechito a los aposentos de su querido maestro a morderle las orejas con intenciones de despertarlo, por comida y porque no espera a tenerlo solo para ella y sus juegos que Aioria con mucha severidad le recuerda que son entrenamientos. Todavía a sus compañeros les costaba asimilar porqué de todos los jovencitos que pudo elegir dentro del Santuario, que lo admiraban y deseaban como maestro, ¡vino a aceptar una salvaje del Amazonas!. De misterios está lleno la vida dijo alguien.
En Virgo siempre hay silencio y al parecer, siempre lo habrá. La llegada del día es una trivialidad más para las mentes que en esa casa residen. Mentes que pueden encontrarse sumidas en una profunda meditación desde la madrugada. Aunque hay días en los que percibe cierto perfume a mirra y jazmín, son días en los que Shaka y su discípulo de sangre azul han culminado una etapa en el entrenamiento y lo celebran a base de pequeños detalles como este, sin romper el armónico silencio.
La casa de la balanza es igual o más madrugadora que Aries, Shiryu es un caballero que no desperdicia ni un solo segundo del día desde que el sol empieza a salir, y su discípulo Huo es igual. Los dos preparan el desayuno en concordia, casi parecen familia, y de ello Dohko jamás dejaría de sentirse dichoso. Lo único que lamenta es que ese par no sea tan diestro en las artes culinarias como su querida Shunrei cuya comida extraña en demasía.
Escorpio se tomaban las mañanas con mucha naturalidad, sin dejar de lado el deber ser de no desperdiciar el tiempo. Si Milo no se levantaba antes y preparaba lo primero que encontraba en la despensa -y eso si no estaba muy inspirado-, o aprovechaba las sobras de la cena; Zander en su caso, se las ingeniaba con cada cosa que cruzara por su campo de visión, que finalizaban en merengadas de frutas con un sabor mejor que la carta de presentación, y emparedados con ínfulas de rascacielos. Ese día tocaría lo segundo, ya que Milo estaba muy ocupado luchando contra los restos de una resaca con historia propia.
Los de Sagitario pueden darse por afortunados, en ese caso Aioros, por haber escogido a Ginebra como aprendiza. A ella nadie le había dicho ni impuesto ciertos hábitos que venían como anillo al dedo para ciertos maestros poco organizados con las labores cotidianas. Todos los días en la mañana, una taza de té con leche, rebanadas de queso, panes con mermelada de arándano untadas en capa, y un vaso de jugo de naranja natural; estaban servidos en la mesa de Sagitario con minucioso cuidado e impecable orden. Su servilleta y cubiertos en su santo lugar, con mucha clase inglesa propia de las altas familias.
Capricornio es señal de disciplina, y eso viene adjunto a uno hora establecida para comenzar las actividades del día. Shura y Santiago despiertan a la misma hora, ni un minuto más ni menos. Se asean y preparan el desayuno casi en perfecta sincronía de movimientos al disponer de platos, vasos y cubiertos. Su ritual finaliza con una oración, un hábito que Shura incorporó a la lista al decidir respetar las costumbres del pequeño cristiano. Tras bendecir los alimentos son libres de degustarlos.
Ni los rayos del sol consiguen entibiar aunque sea un poco los fríos muros de Acuario, y eso es algo que en absoluto afecta a sus moradores. Hyoga siempre despierta con un gran bostezo media hora después que su maestro Camus, y Nikolai con sus insomnios supera a sus dos maestros en esa materia, pasando a veces toda la noche en desvela. Por ello la cocina y el desayuno siempre está listo para ambos, él siempre come antes y mientras sus maestros degustan, se entretiene con uno de los libros de psicología o de historia que toma prestado de la biblioteca.
En Piscis no hay rutina que valga a la monotonía, lo único invariable es la fragancia que viene del mortal jardín de rosas y la cara de Afrodita con los restos de la mascarilla que se dejó antes de dormir. Su alumna Astarté tiene la mala manía de soltar un grito de susto cuando lo ve con la cara embarrada, que es puramente fingido. El malestar ante la broma matutina es compensado con un desayuno suculento y hermosamente decorado con rosas, son los pocos detalles que hacen disminuir sus ganas de aplicar correctivos en su insoportable pupila, a veces piensa que esa relación de regañar y dejarse malcriar la convertirá en un futuro dolor de cabeza para su generación, pero a él no le importa.
Así son los comienzos del día en los distintos templos del zodiaco, sin nada fuera de lo ordinario, dentro del concepto que ellos mantienen.
—¡KANOOOOOOOOON!
Por supuesto que no me había saltado a este par a propósito, lo mejor siempre queda para el final, y en este caso lo "mejor del día", por decirlo de una manera irónica, estaba sucediendo en Géminis. Justo en el momento en el que Saga de Géminis, el gemelo mayor, se encuentra con el horrible descubrimiento de que el drenaje de su sagrada bañera con patas de gato no deja pasar el agua, ¡ha quitado el tapón y el agua sigue allí sin moverse!, el nivel no baja y las cejas de Saga tiemblan furiosas ante esa realidad que no debería suceder.
Histérico sale, tapando sus nobles y hermosas partes con una toalla a la cadera, arrastra maldiciones con los labios y dientes apretados camino al cuarto donde su querido hermano todavía se aferra a Morfeo, a pesar de que pronto tendrá que abandonarlo cuando las obligaciones reclamen su presencia. En este caso, quien lo sacará del paraíso de sus sueños -uno muy agradable por la pequeña baba que salía de su comisura- no sería el cerebro ordenándole cumplir con sus responsabilidades del día, sino un Saga arrebatado por el coraje, le jala la sábana y en respuesta, obtiene un encogimiento, nada más.
Saga no puede más y hace una repetición de su memorable grito, mucho más fuerte que el anterior.
—¡KAAAAAAAAANOOOOOOOOOOOOOOOON!
El gemelo da un salto medio dormido, medio despavorido, y se queda unos segundos mirando a Saga con cara de atolondramiento, para después pasar al fastidio tras identificar a su agresor.
—Ah, solo eres tú Saga.
—¡Miserable hijo de...!
—¡Ya te he dicho que no metas a mamá cuando vayas a insultarme!
—¡Cállate!, ¡el único pecado que cometió nuestra casta madre fue dejarte venir al mundo conmigo!
—En ese caso mamá deja de ser casta, porque estoy tan vivo como tú.
—Desgraciadamente.
—A ver... —Kanon se aparta los mechones del flequillo en un intento de no acabar con jaqueca matutina gracias a Saga—, ¿por qué el escándalo?
—¡La tubería de la bañera está tapada! —suelta, señalando el lugar afectado con un dedo extendido—, ¡te dije un millón de veces que no dejaras ir tus cabellos por el drenaje!
—Antes de acusarme así Saga, te recuerdo que tu melena no es precisamente eterna —acusa—, tu cepillo siempre es el que más pelo tiene, a comparación del mío, ¡así que perfectamente pudo ser tu culpa!
—¡Yo no suelto tanto pelo como tú!, ¡que nunca cuidas nada!, ¡ni tu propio cabello! —despotrica—, ¡toda la vida!, ¡siempre he tenido que cuidar de ti y limpiar tus marramucias!
—¡Ah perfecto!, ¡has de víctima! Que ese papel siempre te queda maravilloso hermanito —se mofa saltando de la cama con ganas de irse a asear, pero es atajado por Saga que no piensa quedarse con esas.
—Nada de irte sin limpiar tu desastre —sisea escupiendo fuego por la última provocación—ahora, Kanon.
—Vete a tomar por...
No termina la frase cuando la paciencia de Saga cruza la línea, y su mejilla saluda los nudillos del hermano mayor. Le responde con un tirón de la melena humedecida por el baño vespertino tumbándolo al suelo donde también es arrastrado. Ambos acaban en una nube de pies y manos enredadas, buscando la manera de hacerse todo el daño posible. Semejante escándalo hace que dos criaturas, con la misma característica que sus maestros de nacer gemelos, se asomen al marco de la habitación donde los mayores dan la mejor demostración de amor fraternal expresada en el lenguaje de los golpes.
Los aprendices de Géminis ya presentaban rasgos de su entrada a la pubertad como muchos de sus contemporáneos, los hombros rectos y bien moldeados y el pecho delineado y con las primeras marcas de abdominales que se podían adivinar bajo las descuidadas ropas de dormir. Ambos poseían la misma lisa melena negroazulada alborotada por debajo de los hombros, el mayor mas oscurecida y el menor tirando más al azul nocturno; y en cuanto a sus ojos bermellones, los del mayor eran más rojos y voraces, los del menor más castaños y bondadosos, pequeñas diferencias que creaban y distinguían grandemente los rasgos en sus personalidades.
—Aquí van de nuevo... —soltó Pólux, el mayor, exhausto de ver ese cuadro familiar tantas veces durante los años que llevaba entrenando para caballero dorado de Géminis.
—No debería extrañarnos a estas alturas, son siempre así —dijo Cástor, el menor y el más reflexivo, antes de ahogar un bostezo con la mano—, nos tocará ir por el desayuno al pueblo, creo que ellos pasarán un rato mas discutiendo antes de que recuerden nuestras existencias.
Pólux miró a los geminianos, sus instructores, lanzándose mordiscos y patadas. Le dio la razón a su hermano con un asentimiento de cabeza.
—Vamos, si tenemos suerte el señor Aldebarán nos puede regalar algo de café —se animó.
—Me gusta esa idea —sonrió Cástor, los gemelos aprendices abandonaron el templo, sin preocuparse mucho por el resultado de esa encarnizada lucha que tenían sus maestros. Era normal pillarlos en esos momentos, y con el tiempo eso se hizo costumbre, después de comprobar que no acabarían matándose como podría suponer otro observador.
Pasados varios minutos se calmarían, no porque su furia amainara, sino por la falta de aire y la fatiga de haberse quedado sin combustible. Los dos a los extremos de la separación de las dos camas que habían en la habitación, sentados y de brazos desparramados a los lados, se dedicaban miradas asesinas que prometían un segundo round, hasta que la conciencia hace acto de presencia en los gemelos recordándoles que no tiene sentido seguir, y que es hora de hablar con el sentido común y la razón por delante.
—Hay que reparar el drenaje, de otra manera no se podrá usar el baño —concluye Saga.
—¿Tienes idea del tiempo que tienen esas tuberías sin hacer mantenimiento? —Kanon por supuesto no la tenía, pero debió ser muchísimo antes de acabar en Cabo Sunnion.
—Sí, pero toca —se incorpora—iré a vestirme y a despertar a los chicos —camina al ropero, pero antes de abrir la puerta de este se gira y señala a su hermano con el dedo—, y tú te encargarás de destapar ese desagüe. El destapacaños está junto a los artículos de limpieza.
—Sigues conservando algo de ingenuidad si piensas que voy a hacerte caso —fue su respuesta antes de salir de la habitación rumbo al baño, dispuesto a asearse.
Saga no solo conservaría parte de la ingenuidad de antaño si pensaba que iba a obedecerle, también comprobaría que su locura permanecía intacta. ¿Todavía después de varios años pretendía ejercer su autoridad en él?, que siguiera en su nube de fantasías sobre dominio y poder, estaba bien fregado si creía que iba a ir derechito a limpiar un desastre del cual -decía él- no tenía culpa.
Lavó su cara y cepilló sus dientes, oficialmente volvía a ser humano, o un poco más humano. Sin poderlo evitar viró los ojos a la bañera encontrándola llena del agua con la que Saga se había bañado, y que efectivamente, tenía razones para quejarse al no verla descender. Si que era un lío. Kanon se quedó estudiando el problema, pensando en su magnitud; era el único baño de Géminis, si no se reparaba iban a tener serios desajustes, no por nada ahí vivían cuatro personas. Se descubrió a sí mismo tomar una cubeta de hierro y sacar el agua de allí para dejarla ir por el inodoro del lavamanos, ¿qué no se contradecía ahora mismo?, pues si, pero pensándolo bien ese problema también le afectaba a él como residente y a los jóvenes gemelos.
Saga que ya estaba vestido lo encontró en medio de la labor, a Kanon le valió que lo mirara haciendo lo que quería, después de todo ese problema también le concernía.
—Pólux y Cástor no están en sus camas, deben haberse levantado antes —comentó para romper el hielo.
—Seguro van al pueblo por el desayuno —responde sin mirarlo, vaciando la última cubeta en el drenaje del lavamanos—, ya sabes como son, si no encuentran lo que buscan en casa resuelven por su cuenta.
—Es bueno que sean así de independientes.
—Seguro, ellos no tienen que depender de que uno de ellos lo haga todo.
Esa punta hizo a Saga torcer el gesto que antes era ameno. Kanon lo supuso y si que sonrió al voltear donde su hermano estaba, en el marco de la entrada al baño.
—No tengo ni la menor idea de cómo arreglar tuberías —fue sincero—, solo hay que bombear con esto ¿no? —preguntó sosteniendo el destapacaños.
—Suponiendo que de allí salga una bola de pelos tuya, sí —afirmó Saga sin abandonar su acusación, Kanon gruñó.
El gemelo menor entró en la tina vacía, decidido a pasar por alto a su hermano e intentar bombear el drenaje con la herramienta. La goma se adhirió perfectamente a la superficie y Kanon comenzó a empujar y jalar, empujar y jalar constante y sucesivamente sujetando el destapacaños con las manos. Si lo vieran sería la burla entre los moradores de los templos zodiacales, cuando lo pensaba soltaba un berrido que se confundía con el esfuerzo que la tarea requería. Se escuchaba que aquello dentro de la tubería era grande y se resistía a salir, Saga echó un vistazo a lo que iba saliendo del drenaje encontrando solo suciedad y agua, pero ni un solo cabello.
—¿Pero que diablos hay allí metido?
—Eso quisiera saber, ¡Mhgrr! —hizo un último tira-y-jala y el agarre de la gomina terminó por ceder y desprenderse. Kanon casi se iba para atrás de no ser por sus hábiles reflejos que actuaron apoyando una mano en el lado de la tina. —Esto es inútil Saga, no va a salir con esto, está demasiado arraigado ahí dentro.
Saga chasqueó la lengua molesto con el resultado del primer intento. Lo último que quería era hacer de plomero, meterse con la red de tuberías de Géminis era como mínimo un trabajo engorroso de días, ¿cuándo había sido la última vez que se preocupó por la limpieza y mantenimiento de las tuberías de aguas blancas y negras?, eso ya era hablar de años, muchos años, ni siquiera recordaba si alguna vez pensó en eso.
—Si no hay de otra... tendremos que llegar al problema por nuestros propios medios —resolvió Saga ganándose una mirada inquisitiva de su hermano.
—¿Qué quieres decir con eso Saga? —Kanon no estaba seguro si quería escuchar la idea, no presentía nada bueno de ella.
—Vamos a abrir la tubería nosotros mismos, y sacaremos el tapón que la obstruye.
LOL
Rodorio es uno de los pequeños poblados que limitan directamente con el Santuario, una villa que a pesar de su cercanía con los caballeros de la paz y la justicia cuyo camino seguro son las guerras santas y la muerte, es un lugar calmo y pacífico, aburrido para muchos y refrescante para otros. Las casas son modestas y los edificios no gozan de mucha altura, parece una de esas pequeñas ciudades de juguete armadas en maquetas, exhibidas en las ferias. Justamente en este instante Cástor está observando una muy bien hecha, en el mostrador de una pequeña oficina de arquitectura, a él le hubiera gustado estudiar para ello de no ser un pobre huérfano don-nadie que para colmo allí en Grecia era repudiado por su sangre turca (sin mencionar de que en el Santuario, fuera de la casa de Géminis, era un aprendiz de segunda mano), siempre se había sentido atraído por la construcción o el hecho de armar algo, no por nada se deleitaba con los rompecabezas de 5000 mil piezas que tenían la suerte de caer en sus prodigiosas manos, o hacía con gran habilidad una increíble torre de naipes. Pólux acababa de comprar unos panecillos rellenos y botellas de leche para desayunar, y ahora observaba a su hermano menor en su mundo de fantasías sonriendo de lado.
—Se ve buena, aunque creo que tu harías una mejor —dijo a sus espaldas, ganándose una mirada medio avergonzada de su hermano.
—No tendría tiempo para eso, después de todo primero van los entrenamientos —contestó tomando el resto de las botellas y bolsas de pan, que eran para sus tutores—, me pregunto si ya el señor Saga y el señor Kanon terminaron con su rutina de golpes.
—Cuando les rujan las tripas —los dos rieron y tomaron camino a los doce templos, hablando de cualquier cantidad de cosas relacionadas con la cotidianidad, sin imaginarse la sorpresa que les esperaba al regreso.
Subiendo las escaleras a Aries, los dos hermanos sintieron en sus pies un frío húmedo colarse por las aberturas de sus sandalias de cuero en la planta del calzado. Al bajar la cabeza se encontraron con una fina corriente de agua descendiendo de forma interminable los escalones.
—¿Una inundación? —Pólux alzó la cabeza fijando la vista en la entrada de Aries, donde parecía empezar la vertiente. —¿Habrá sido obra del idiota de Kiki? —no se le ocurría una mejor opción, para nadie era un secreto, ni mucho menos para los aprendices de las casas doradas, que el pelirrojo lemuriano era un dolor de cabeza con vías a tumor cerebral.
—Si nos quedamos aquí no lo averiguaremos nunca —sugirió Cástor, recibiendo un asentimiento de su hermano para subir y llegar a Aries.
Oh, en Aries todo el suelo estaba cubierto de agua. Los gemelos buscaron la fuente responsable de eso, y solo encontraron a Mu que salía a recibirlos, atrás Kiki trapeaba luchando contra el agua estancada en los rincones, conduciéndola a las escaleras con miras a deshacerse de ella.
—Pólux y Cástor, ya veo, los alumnos de Géminis —identificó el caballero de Aries, tan calmado como podía en esa situación donde el templo que protegía era un desastre—, supondré regresan a su templo.
—Señor Mu, ¿qué le ha pasado a la casa de Aries? —se atrevió a preguntar Pólux, con todo el respeto que puede poner un aprendiz al dirigirse a un santo de oro.
Mu en respuesta suspiró, negando con la cabeza.
—No lo sé, repentinamente todo aquí se llenó de agua, alcancé a divisar que provenía de Tauro —dijo y miró hacia la salida, que conducía a la casa del toro dorado—, ahora retiraré el Muro de Cristal que puse en la salida del templo para que puedan pasar —avisó caminando hacia dicho lugar, seguido de los gemelos—, les advierto que fuera debe esperarles mas agua.
Ellos asintieron y cruzaron la abertura que Mu les abrió para dejar Aries. El pelilila los vio alejarse por un rato y se dio la vuelta para continuar con la limpieza de su templo, resignado a que sus labores y el cumplimiento del itinerario de entrenamiento de Kiki se vería retrasado por ese percance. Fue cuando cayó en la cuenta de que por las escaleras que abandonaban Tauro también corría agua.
—El problema está más allá de Tauro... —reflexionó un instante—, Kiki, date prisa con el agua, pronto subiremos hasta Géminis.
Kiki, que acababa de resbalarse torpemente con la mopa y se había dado de bruces contra el suelo mojado, levantó la cabeza del suelo para mirar con desencanto a su maestro.
—¿A Géminis?, ¿qué haremos en Géminis?
—Averiguar de donde viene tanta agua —dijo, con cierto aire inflexible—ponte de pie y continua con la limpieza.
—Si maestro... —Y Kiki obedeció sin remedio.
Los gemelos aprendices se encontraron con el agua acumulada frente al Muro de Cristal que Mu levantó para impedir la entrada del caudal, agua que les llegaba a las rodillas mojándoles sin remedio los pantalones de entrenamiento. Lucharon contra la corriente protegiendo las bolsas de comida en sus brazos, y fueron despacio hasta Tauro, donde todo estaba como en Aries o peor, inundado hasta más no poder.
—No veo al señor Aldebarán ni a la marimacho de Galatea por aquí...
—¡Pólux! —reprendió su hermano menor en voz baja y cuidadosa ante el atrevimiento de este al insultar a la aprendiz de esa casa.
—Ya se, pero como dije, no están por aquí y no pueden oírnos —repitió confiado el muchacho—, lo cual es un poco extraño.
—Si el problema fuese aquí lo sensato es que lo estén solucionando ¿no? —reflexionó al cerciorarse de que el templo estaba vacío y no habían señales de sus habitantes.
—Así es Cástor —corroboró tornándose un poco más serio—, lo que quiere decir que el problema viene de.
—Géminis —completó su gemelo.
Se pusieron en marcha hasta Géminis, y en efecto, era el lugar donde residía el foco del problema. En el camino se toparon con Aldebarán y su pupila subiendo las escaleras, el primero estaba hecho una fiera y se veía bastante dispuesto a llevarse "por los cuernos" al responsable de que su templo se convirtiera en una segunda Atlantis; Galatea, la chica de increíble estatura para sus once años de edad, la más alta en su cronología, cabellos rubio castaño recortados como un hombre y ojos color miel de panal, no mostraba ninguna hostilidad, tan solo apoyaba con su presencia la faena de su maestro muy decidida.
—¡Ese par se va a enterar!, ¡se van a enterar! —rugía el toro, Pólux y Cástor les seguían a distancia prudencial, no querían pagar las faltas de sus maestros siendo tan jóvenes.
La visión de Géminis repleta de agua y con una prominente fuente brotando de las entrañas del piso los dejó sin habla por segundos, interrumpidos por los responsables de aquel desastre que en lugar de solucionarlo como se debía, estaban muy ocupados intentando ahogarse mutuamente.
—¡Maldito el día en el que vine al mundo contigo Kanon!
—¡Pues yo maldigo mas el garrafal error de cromosomas que me hizo tenerte de compañero de útero Saga!
—¡Hundete pedazo de escoria! —estaba intentando ahogarlo contra el pozo de agua de donde nacía la fuga, en el hueco de las tuberías del baño—, ¿tantas ganas le tienes al agua?, ¡pues que te siente bien!
—¡Ajkasjkahslkajsalksaskljas SAGAAAA! —rugió el ex-dragón marino, negado de por vida a volver y sentir la sensación de ahogo bajo el mar, no después de lo de Cabo Sunnion. Reunió suficiente fuerza como para invertir los papeles y someter al mayor para que tragara agua. —¡TRAGA BESTIA MEGALÓMANA! ¡TRAGA!
Pólux y Cástor quedaron en una pieza observando cómo sus maestros intentaban matarse como jamás habían visto hacerlo. Al inicio, cuando fueron aceptados como aprendices por ese par y comenzaron a conocer y deducir que la relación de gemelos que ellos mantenían eran muy opuestas a la suya, les pareció que en verdad se odiaban, y vale, si se odiaban, se odiaban como no odiarían a otra persona en el mundo, pero al verlos convivir bajo el mismo techo y hasta a veces, cooperar entre sí, les hizo pensar que tal vez sus maestros, pese a ese odio enfermizo y casi narcisista que se profesaban, se guardaban algo de afecto.
Con esa escena la teoría comenzaba a tambalearse.
—¡GREAT HOOOOOOORN!
La técnica de Aldebarán los tomó por sorpresa, mandándolos a volar contra las paredes del templo. El Tauro, indignado con semejante ejemplo para con los jóvenes gemelos, su misma discípula y él como santo dorado, no se contuvo en castigar el comportamiento tan bajo que ofrecían los regentes de Géminis. Saga y Kanon se recuperaron del aturdimiento y fueron derechito a encarar al responsable de esa paliza, para nada les intimidó encontrarse con la figura implacable de Aldebarán cruzado de brazos, dedicándoles una mirada reprobatoria.
—Y yo pensando que las peleas de hermanos ya estaban superadas —habló sin una pizca de gracia en sus palabras—, ¿se puede saber qué demonios pasó aquí y porqué todo se está inundando?
—Kanon rompió la tubería.
—¡Tú me dijiste que lo hiciera!
—¡Dije que rompieras la de aguas negras, no las blancas!
—¡¿Tengo cara de plomero como para distinguirlas en ese estúpido plano?
El estúpido plano del que Kanon hacía énfasis, flotaba aún lado de la pantorrilla de Cástor, quien al verlo lo recogió con cuidado. Maltratado y con el carboncillo destiñéndose era más que imposible comprender el montón de líneas trazadas.
—¡Si tanto te quejas de cómo hago las cosas deja de mandar y hazlo tú!
—¡Suficiente los dos! —los detuvo Aldebarán antes de que volvieran a agarrarse—, veamos... si solo se trata de detener este flujo de agua será pan comido. Apártense del medio.
Le dieron paso a Aldebarán, bajó al pozo donde estaba a tubería drenando agua sin parar. Identificó la ruptura que era una separación de más de la mitad del tubo. Se tornó los nudillos, ensalivó las manos y las frotó antes de sumergirlas, como mero acto macho. Los gemelos observaron interesados en el proceso, Aldebarán era el más fuerte físicamente, y suponían que haría uso de esa prodigiosa fuerza para detener la fuga. Presionó con fuerza la hendidura cerrando el hueco, y eso tapó el flujo de agua.
—Bien, creo que así ya no habrá probl...
O la suerte no quería ser benevolentes con ellos, o todo lo que hicieran ese día estaba condenado a salir mal. La presión del agua ante la obstrucción total que dejó el metal arrugado por la fuerza de Aldebarán terminó por reventar la tubería de aguas blancas, y de ellas nació un chorro todavía más potente similar a la erupción de un volcán. El golpe de agua atacó el rostro del Tauro que fue sorpresivamente derribado, Galatea ahogó una exclamación y fue en la ayuda de su tutor, ese desastre logró que por fin los gemelos pensaran en una solución definitiva para frenar el agua.
—Sólo se me ocurre alguien capaz de parar el flujo de agua —dedujo Saga ganando las miradas de todos.
—¿Te refieres a...? —Kanon ya lo veía venir, sin mucho optimismo.
—Sí... él —Saga inspiró profundamente antes de sumirse en una profunda concentración, buscando establecer una comunicación mediante el cosmos. —Camus, necesito que bajes hasta Géminis, por favor, es de carácter urgente.
LOL
En Cáncer, el aprendiz de melena rojiza y orbes negros como el carbón era el primero en salir a echar el primer vistazo a los alrededores de los templos, una costumbre que venía más de su antigua vida que de haberla adquirido allí en el Santuario. Ese día los gritos e insultos entre maestro y alumno fueron cortos, los dos no estaban de especial ánimo siendo sábado, el último día de entrenamiento en la semana y el más flexible. Diavolo soltó un bostezo perezoso, producto de las pocas horas de sueño, el muy maldito de su maestro había encerrado en su cuarto a los fantasmas de Cáncer castigándolo por haberse comido más de la mitad de la lasaña había preparado para la cena. Bien lo había valido a su juicio, porque la comida italiana de ese degenerado era buena.
La cascada que brotaba de las escaleras de Géminis hasta Tauro y de Tauro se acumulaba pesadamente en Aries reclamó su atención. Arrugó los párpados y los estrujó con los dedos esperando haberse confundido de visión.
—Estoy seguro de que sigo despierto, el garrotazo de ese estúpido maestro todavía me duele —pensó Diavolo sobándose la parte posterior de la cabeza—, pero se ha roto una fuente en Géminis.
—¿Ah? —Máscara Mortal que lo había escuchado alzaba una ceja sin comprender, ocupado en quemar unas facturas en el incinerador de papel—, ¿quién rompió fuente en Géminis? —pregunta sin mirar.
—Ni idea, pero es grande... ha formado una cascada hasta Tauro —informa sin ser precisamente consciente del efecto y doble sentido de sus palabras.
—¿Y es que van a nacer quintillizos o qué? —Máscara no aguantó la curiosidad y decidió asomarse. Ahí no había ninguna mujer dando a luz un montón de bebés réplicas de un mismo patrón como suponía su atrofiada imaginación, era que literalmente, de Géminis brotaba una cascada hasta Tauro y en Aries rompía. Él también se estrujó los ojos por si acaso seguía soñando y el garrotazo que le dio a su estúpido aprendiz por la mañana había sido mentira. —Pero que demonios...
Máscara Mortal se quedó sin habla un instante, pero al rato se echó a reír decidiendo servir de espectador por un rato antes de ir a entrenar al mocoso, a fin de cuentas el camino estaba obstruido.
LOL
En Cáncer no fueron los únicos que se quedaron prendados de la maravilla de torrente acuático que salía de Géminis y continuaba el camino hasta sus casas vecinas. Aioria estaba sentado al pie de las escaleras de su templo agarrando a Sinéad del regazo para impedirle ir a ver "la cascada", que tanto debía recordarle los salvajes torrentes del Amazonas, especialmente al Salto Ángel del parque Canaima. El león dorado se preguntaba qué lío se habría desatado en Géminis para terminar así, aspirando en el aire taciturno el olor de los problemas y futuros dolores de cabeza para los residentes de las casas zodiacales.
—¡Aioria!, ¡Aioria!, ¡vamos a cascada de gemelos! —exclamaba la niña de ocho años, la más joven de su generación, en un griego bastante parco, todavía le faltaba un trecho para aprender a hablar correctamente el idioma, por lo menos llevaba un avance considerable y ya no mezclaba warao con español y un poco de griego, intentando inventar un nuevo idioma. —¡Cascada de gemelos!
Aioria en cambio no hacía más que tranquilizarla en el regazo, revolviéndole la melenita de hebras chocolate entre una suave reprimenda y la ternura. Seguramente si alguien lo veía en esa situación comenzaría a dudar de la clase de disciplina que él impartía en Sinéad, y justificaría que la chica en esos cuatros años todavía mostrara rasgos de su vida como niña de la selva. Estas cosas pasaron por su cabeza cuando alguien tomó asiento junto a él en las escaleras.
—Vaya vista nos regala la mañana de hoy en los templos —comentó la voz de Milo sin una pizca de gracia, por divertido que pueda lucir un desastre, eso no cambiaba su naturaleza y mucho menos si era en sus aposentos. —Mas les vale a esos inadaptados solucionar el asunto con prontitud. —Añadió con algo de severidad, Aioria a su lado rió.
—Esperemos que así sea, o no serás el único con ganas de aplicar correctivos en sus cabezas —decía, Milo acababa de girar la cabeza que apoyaba de la barbilla con la mano, mismo brazo equilibrado en codo contra rodilla. Ver al gato con esa revoltosa que muchos bautizaron como la cachorra de Aioria siempre le sacaba una risa interna que nunca rozaba la burla, a diferencia de otros caballeros él no criticaba la relación maestro-alumno de ellos. Si le preguntaban su opinión al respecto, lo denominaría como esos casos donde el vínculo resulta único, original, y que eso podía traer resultados impredecibles. Toda una aventura.
Zander, el joven de cabellos revueltos color verde lima y ojos dorados, al lado de Milo, de pie, se giró a sus espaldas en cuanto sintió una fría y familiar corriente de aire acicalarle los hombros semi descubiertos y las pantorrillas. Captó de inmediato dos siluetas cruzando el templo de Leo, reconociéndolas de inmediato, especialmente al de menor altura. Le dedicó una sonrisa jovial.
—¡Nikolai! —lo llamó; el alumno de Hyoga, que podía pasar por un pariente suyo con facilidad debido a los rasgos que compartían (cabellos rubios, ojos azules), correspondió al saludo sonriendo minúsculamente. Ya Zander estaba acostumbrado a la poca capacidad expresiva del noruego, lo que no terminaba de parecerle familiar era encontrarlo en temporadas con la cara ojerosa por la falta del sueño, como esas. El chico había pasado otra semana sin atrapar el sueño.
El llamado de Zander había hecho que Aioria y Milo voltearan para encontrarse con Camus, que traía cara de pocos amigos. El dueño de la casa dejó que Milo se encargara de mediar.
—Por la cara que traes debo imaginar que a esos dos les esperan un par de ataúdes de hielo —bromeó Milo con intenciones de restarle frialdad a la expresión de Camus, cosa que si llegó a lograr ni Aioria ni los otros lo notaron.
—Eso quisiera —respondió el caballero de los hielos bastante sincero—, pero voy bajando a Géminis por petición de Saga que me ha pedido ayuda.
—Debe ser seria la situación —opinó Aioria, en sus brazos Sinéad se había adormilado un poco sin darse cuenta.
Camus soltó un pequeño suspiro exasperado, casi imperceptible, continuó su avance.
—Como sea, espero ponerle fin cuanto antes, así no nos retrasaremos con los itinerarios de entrenamiento —fue lo último que dijo, Nikolai le seguía a un lado, un paso por detrás. Este se despidió de Zander y los demás caballeros con la mirada.
—Ahora nos queda esperar el qué hará Camus.
—¿Piensas que les congelará el trasero? —tanteó Aioria.
—Nah, seguro se conforma con volverlos unas lindas estatuas de hielo del tipo decoración de bodas.
—Eso es ir demasiado lejos... incluso para alguien como Camus.
—¿Tú crees gato? —Milo alzó una ceja con escepticismo, confundiendo a Aioria—, Camus puede ser muy paciente, pero cuando algo rebasa su tolerancia es bastante radical.
—¿Es una apuesta?
—Si vas a limpiar el depósito de antigüedades de Escorpio en caso de que gane, si.
—Entonces, si gano tú harás de niñera de Sinéad la semana que viene, necesito tiempo a solas con Marín.
Milo lo pensó unos segundos, sopesando sus posibilidades de ganar por un lado, y sus dotes de cuidador de animales salvajes por otro.
—Trato hecho.
LOL
De sentir las ganas de congelar hasta el último átomo que componía a los gemelos dorados, las sentía, bullendo desde su cabeza hasta disolverse en el espacio que ocupaba su autocontrol. Hacía todo lo posible por mantener el sosiego y que su cosmos no reflejara ni un atisbo de sus pensamientos, él solo debía pasar Cáncer y hacer una breve parada en Géminis para atender la petición de Saga, y hacerle un favor a los demás moradores de solucionar la problemática.
Estaba preocupado por los insomnios de Nikolai, esa semana especialmente no lo había visto dormir, y sus ojeras ya estaban bastante pronunciadas. A pesar de su aspecto, el chico no reflejaba cansancio de ningún tipo, era como si no lo necesitara, lo cual se debía al desorden que tenía en su cabeza según le había explicado Hyoga una vez. Él se resistía a dormir bajo medicación alegando que sería peor, o era la excusa que daba por orgullo de depender de una sustancia. Justamente hoy quería pedir permiso al Patriarca Shion para ir a la isla de los curanderos con Nikolai a tratar eso, y desgraciadamente sus planes se veían interrumpidos desde temprano por los gemelos favoritos del Santuario, nótese el sarcasmo.
Máscara Mortal lo saludó sin ocultar la diversión que sentía ante el desastre de su casa vecina, Camus lo miró un momento de forma reprobatoria, cosa que logró intimidarlo un poco debido a lo fría que podía ser -y era- la mirada de Camus.
—¿Entonces vas a poner a esos dos en su sitio? —preguntó el regente como quien no quiere la cosa, para suavizar la repentina tensión.
—Veré que puedo hacer por Saga y Kanon —fue su respuesta—, Nikolai, espera aquí, no tardaré.
—Sí, señor —asintió el jovenzuelo.
—Hey, ¿no te da cuido dejar al bebé de tu discípulo en un lugar como este? —sorteó de repente Máscara al dedicarle una mirada evaluadora al polluelo del cisne, que no se sintió en lo mínimo intimidado ni menos asustado con la decoración de las paredes, o el aire macabro y demencial que irradiaba el dueño del templo. Por el contrario, admiraba el lugar con aire investigador e ignoraba lo demás, eso encendió cierta malicia resentida en él.
Camus que era consciente de eso, miró un momento a Nikolai y después al cangrejo dorado, terminando por esbozar una media sonrisa que podía interpretarse de cínica.
—¿Por qué habría de tenerlo?
Y con esa interrogante retórica abandonó Cáncer, dejando a Máscara con el ácido sabor en la boca de sus ironías. Esa la pagaría con el polluelo por descontado. Al buscarlo con la mirada le encontró acercándose a Diavolo, donde veía con aire distraído la cascada en Géminis.
—No deberías darle la espalda a un santo de oro con tanta confianza —le dijo Diavolo en un susurro, pretendiendo ser consejero.
—Temerle a algo es incitar a cometer el crimen —contestó neutro—, pero reconozco que una temeridad como desafiar conduce a lo mismo.
—¿Entonces lo has hecho a propósito? —sonrió torcidamente—, debe ser cierto lo que dicen de ti, que estás mal de la cabeza.
Nikolai hizo el amago de sonreír, pero aquello no llegó a concretarse.
—Quizás, pero es irónico que lo digas cuando tú no eres precisamente sano.
Fue el turno de Diavolo para echarse a reír. Cuanta razón tenía el nórdico.
LOL
Saga miró con alivio en los ojos la llegada de Camus, al contrario de Kanon que lucía un poco intimidado con su presencia. No puso objeción cuando a su hermano mayor se le ocurrió la brillante idea de pedir su ayuda, justo al santo más frío de la orden. Y es que claro, Saga había pensado antes en la solución que en los medios, como siempre, valiendole madres lo demás, como por ejemplo, el peligro que podían correr ambos después de que Camus terminara con el problema.
—Gracias a Athena que llegaste, Camus —solo Saga se atrevió a hablar.
Aldebarán no dijo nada y permaneció ese rato recostado de la pared con los brazos cruzados, a su lado Galatea se preguntaba en debido silencio que sucedería a continuación, los mismo que Pólux y Cástor. Camus tampoco dijo nada en primera instancia, estaba más al pendiente del origen del problema, y no, se refería al causado por los gemelos, no a los mismos gemelos como pensaba su lado más sarcástico.
La tubería rota seguía brotando agua como posesa, esa agua provenía del pozo perforado que daba a un manantial subterráneo, el mismo que usaban los demás templos zodiacales, el del Patriarca y el de Athena; todos se surtían del mismo pozo. Iba a ser un verdadero problema si después se secaba a causa de esa fuga masiva. Camus no lo pensó dos veces y congeló el flujo de agua, haciendo de este un camino pulido hasta el final del pasillo de Géminis. Pero eso no fue todo, el maestro de los hielos sabía que eso no ponía fin al problema.
—Alguno de ustedes, cierre el paso de agua del templo —dijo a modo de orden, tan gélida fue su voz que el mismo Saga, sin perder tiempo, fue al rincón donde se escondía la dichosa llave de paso. La cerró dando cinco vueltas en sentido de las agujas del reloj, y se escuchó como el ruido que provenía de las entrañas de las tuberías por la obstrucción del agua y el hielo, desaparecía.
La inundación terminaba allí.
—Oh por Athena Camus, has salvado mi templo —agradeció Aldebarán con una sonrisa amigable, Camus correspondió con un gesto de "no fue nada". —Ahora solo falta cobrarle los daños de indemnización a este par.
Los gemelos dorados tragaron saliva ruidosamente a la vez.
—No tiene caso Aldebarán, el castigo ya lo tienen —expresó Camus con fría naturalidad—con esa tubería de aguas blancas rota no podrán usar el agua de Géminis, hasta que no la reparen.
Aldebarán miró las caras pálidas y desconcertadas del par, soltó una carcajada indolente por entero. Llamó a su discípula para regresar a Tauro y terminar de sacar toda el agua, pasarían el día entero en eso como sucedía en Aries. La única alegría que podía obtener de eso es que ese dúo problema lidiaría con algo peor. La falta de agua en casa y quien sabe por cuanto tiempo.
—Y ni se les ocurra pedirme ayuda a mí o a cualquiera de los dueños de los templos —advirtió Camus antes de subir a Cáncer para ir por Nikolai y reanudar sus planes del día—, sean sensatos y solucionen lo que han ocasionado.
Los dejó solos, solos y mudos con los otros gemelos aprendices que estaban igual. Por primera vez Saga y Kanon de Géminis no sabían que hacer, estaban en blanco, ¡en blanco!. Ellos no se prepararon para ser plomeros en la vida, y mucho menos para saber de cosas relacionadas con tuberías. ¿Cómo iban a arreglar eso ahora?, ¿se iban a quedar sin agua por una temporada que prometía ser larga?
Antes de que alguno dijera algo, los menores se acercaron a sus tutores con las bolsas del desayuno.
—Maestro Saga... —empezó Pólux.
—Maestro Kanon... —siguió Cástor.
Los gemelos suspiraron al mismo tiempo, y al mismo tiempo respondieron:
—Comamos antes.
LOL
La noticia de que Tauro y Aries se inundaron por culpa de los regentes de Géminis, y que estos la estaban pagando al quedarse sin agua en el templo, se regó como pólvora en lo que siguió del día y la tarde. Ni ellos ni sus aprendices fueron vistos en el coliseo, ni en ninguna de las áreas de entrenamiento. Los que pasaron por la tercera casa atestiguaron ver que todavía buscaban la manera de resolver su dilema, hurgando en repositorios, en los depósitos de chatarra e incluso, buscando en Rodorio la tubería que necesitaban. Afortunadamente encontraron allí en el pueblo a un hombre abocado en la plomería que se ofreció a prestar sus servicios, Saga lo condujo hasta el nicho del problema, el baño, ya era de noche para cuando comenzaron a escuchar el diagnóstico del hombre.
—Es un completo desastre... y no me refiero solo a la ruptura de la tubería que ha de reemplazarse —frotó sus gafas con un lado de su delantal de mecánica—, revisé también la obstruida y está enteramente sellada.
—¿Qué significa eso, señor...? —se atrevió a preguntar Kanon.
—Significa que el trabajo será de días —los dos pares de gemelos abrieron los ojos como si acabaran de sorprenderles con un golpe en el estómago—, no son solo los problemas mas evidentes, si estas tuberías se taparon e incluso, se rompieron con tanta facilidad debe ser porque no han tenido ningún tipo de mantenimiento.
La noticia les cayó como plomo en la cabeza, Saga fue el que se atrevió a continuar.
—¿Cuantos días necesita para que todo esté listo?
—No lo sé, depende de cuantos contratiempos ocurran, ya que por lo visto el complejo de tuberías está bastante resentido —el hombre antes de darles falsas esperanzas, prefería ser franco con sus futuros clientes—, podrían pasar semanas, o meses...
—¡¿MESES? —dijeron los cuatro.
—Sí, eso me temo.
Al final, el hombre se despidió con la promesa de regresar mañana y ponerse a trabajar. Kanon, cabreado de impotencia, golpeó la pared del templo e hizo unas grietas. ¡Ni siquiera se había bañado ese día!, de hecho, desde el desayuno ninguno comió ni bebió nada. Sediento, hambriento y furioso, quería gritarle a los dioses porqué aparte de lidiar con cada loco que se alzaba a acabar con el universo tenía que lidiar con los problemas cotidianos como si fueran una guerra santa.
—Anda, sigue golpeando la pared, así nos terminas de dejar sin templo —lo animó Saga sin una pizca de humor.
—Cállate, tengo todo el derecho de estar molesto —respondió iracundo, el pesimismo de Saga solo alimentaba a la bestia que tenía dentro y exigía destrozar algo, o a alguien.
—Por supuesto que no, después de todo fue por tu culpa que estamos así.
No lo vio venir en el momento, el puño de Kanon le tomó por sorpresa, por eso el golpe resonó con un eco sordo en el templo que dejó sin aire a los jóvenes aprendices y a un desprevenido Saga sin palabras para desquitarse. En todo el maldito día no había hecho otra cosa que culparlo por todo: por tapar la bañera, por romper la tubería, por enojarse, y sencillamente, por existir. Sí, siempre lo culpaba por eso, por haber nacido con él, por obligarlo a tener un hermano maldecido por las estrellas. Lo cierto es que ahora Kanon dejó todo eso en claro en la cara magullada de Saga, de su boca no saldría ni una sola palabra para él, de ahora en adelante.
Saga ya no existiría.
—Cástor, nos vamos —ordenó Kanon.
El menor de los aprendices miró a su tutor con desconcierto, ante la repentina orden y ante el giro que daban los acontecimientos.
—¿Señor...?
—Que nos vamos Cástor, no me hagas repetirlo, o vienes o te puedes olvidar de tu entrenamiento —se detuvo, y sin meditarlo añadió—: aunque eso no debe ser tan importante... después de todo estás destinado a convertirte en una sombra en Géminis.
Pólux apretó las mandíbulas, iba a gritarle que su hermano no sería ninguna sombra, que estaba muy equivocado si pensaba dejar que le crearan un complejo de inferioridad por esas estúpidas reglas del Santuario donde el mayor era el bueno y el menor el malo. No, no iba a permitirlo. Pero Cástor, mas precavido, que lo conocía tan bien y viceversa, supo adelantarse a la situación. Calló a su hermano tomándole la mano y apretándola con la suya, ese simple gesto le bastó a Pólux para entender lo que pensaba el otro. Era cierto que si abría la boca y se dejaba llevar solo empeoraría la situación.
—Le sigo, señor Kanon —dijo finalmente el menor soltando la mano de su hermano, Pólux lo dejó ir con la mirada anhelante y la rabia torciéndole sus masculinos y todavía inmaduros labios.
Kanon y Cástor desaparecieron por las escaleras que conducían a Cáncer, Saga ignoró por completo el drama, y eso enervó a Pólux todavía más. ¿No iba a detenerlo?, ¿no iba a evitar que se llevaran a su hermano?, él sabía la respuesta pero no la quería, no la aceptaba, y mucho menos se iba a resignar al hecho de que las cosas eran como eran y punto. Era la primera vez en toda su vida que maldecía el día en que aceptó seguir a esas figuras al Santuario, y los motivos que le llevaron a tomar esa decisión junto a su hermano.
Cuando Pólux alzó la vista se dio cuenta de que Saga lo había estado observando en silencio, no de la forma usual, sino con cierto aire de haber encontrado algo interesante en el muchacho. Después pensaría que esa extraña mirada eran ideas suyas, producto de no tener la mente clara.
—Nosotros también deberíamos irnos —dijo Saga comenzando a moverse por el mismo camino que Kanon, a las escaleras de Cáncer en vías de subir en los templos—, aquí es todo un desastre, será incómodo pasar los días así.
Pólux asintió sin decir nada más, y le siguió.
LOL
—¿Nikolai y el señor Camus se fueron a esa isla? —preguntó Zander después de tragar un bocado de los restos de su súper-emparedado de jalea, fiambre, mantequilla de cacahuate, y demás vegetales.
—Eso me avisó el mismo Camus cuando iba de salida —Milo se limpió los restos de la súper-hamburguesa griega con una servilleta, cortesía de la loca inspiración para la cocina de su discípulo, que por lo menos brindaba sabores nuevos y agradables a su paladar—, Nikolai no ha dormido nada en la semana, y aunque no de señales de agotamiento teme que colapse.
Zander masticó un gran bocado, arrugó los ojos dorados que debían ser de otra asendencia, distinta a la griega de la que estaba orgulloso, y tragó con la ayuda de la merengada de uvas, manzanas y naranjas.
—Maestro Milo, no comprendo porqué es el señor Camus quien lleva a Nikolai a la isla y no el señor Hyoga que es su maestro —dijo después de toser.
—Camus puede ser muy frío y distante, pero se preocupa por todos los que le son cercanos y queridos —contestó mientras meneaba la cabeza—, el vela mucho por el bien de sus estudiantes, y por lo visto, también por los estudiantes de sus estudiantes. —Ahora que lo pensaba así veía a Camus como el perfecto abuelo. Lo cierto es que a pesar de que ese chico de Noruega no fuera su estudiante, se preocupaba y lo trataba como uno de ellos, incluso había escuchado de Hyoga que también participaba en su entrenamiento. Le resultaba extraña tanta atención, ¿qué no veía a Hyoga en la capacidad de ser un buen maestro?, a fin de cuentas solo aspiraba a una armadura de bronce, Hyoga al final se quedaría con Acuario.
O eso pensaba en su ignorancia, le quedaba la sensación de que algo no encajaba.
La sensación se vio interrumpida por la presencia de visitas inesperadas. Milo se retiró de la mesa y salió a recibirlas, llevándose una sorpresa al ver a Kanon y Cástor, cansados y un poco abatidos, ambos por distintas razones.
—¿Y esas caras? —fue lo primero que preguntó, pese a la idea de que no tener agua en el templo era una razón bastante justificable para cargar con "esas caras". —¿Cómo va lo del agua en Géminis?, el asunto ya se regó por todos lados.
—Eso ni me lo tienes que decir —cortó Kanon, lo último que quería tratar era el maldito asunto de las tuberías. Milo lo dejó estar. —Pero no vine a hablar de eso, Milo, quiero pedirte un favor.
El escorpión alzó las cejas con ligereza, ¿Kanon de Géminis pidiendo favores?, ¿después de cargar con el historial que cargaba a cuestas?, vale que él lo había perdonado, así como muchos. Sin embargo más de uno todavía le retorcía el intestino al tener que tratar con él después de todos los males de los que fue autor.
—Tú mayor pecado debe ser el de no tener vergüenza, Kanon —ironizó el griego—, ven, pasa, todavía queda algo de la cena, tu discípulo y tú al menos no pasarán hambre por esta noche.
Bien sabía cuando ser generoso y cuando ser un perfecto desgraciado y cruel. Así era Milo de dual, podía mantenerse en esos extremos dependiendo de la parte que evocaras de él,si su amistad o su completo desprecio. Kanon tenía la suerte de haber conquistado, así fuera un poco, el lado amable del escorpión. Se sentaron en la mesa, Zander les hizo unos de sus súper-emparedados y les sirvió su merengada especial de la noche. Los gemelos comieron a gusto con los nuevos sabores gracias al hambre que les impidió criticar, pero en silencio, Milo los observó todo el rato esperando alguna respuesta por parte de Kanon, dudaba que su visita solo fuera por comida y algo de calor de hogar. Algo se traía entre manos.
—¿Y bien?, ¿qué es ese favor que quieres pedirme?
Kanon lo miró entre serio y curiosamente... ¿necesitado?, ¿Kanon lo necesitaba?, espera, quería pensar que se trataba de una mala lectura de retinas, algún efecto de luz traidor que le hacía pensar cosas que no eran...
—Quisiera quedarme aquí mientras se soluciona el problema en Géminis —soltó por fin.
Milo le devolvió la mirada, interrogante, ¿escuchó bien?
—¿Me estás pidiendo... quedarte aquí, en Escorpio? —repitió.
—Solo serán unas semanas —Kanon se arrepintió de no decir "días" que sonaba menos tiempo, después pensó que era mejor ir con la verdad por delante, Milo odiaba a los mentirosos. —Las cosas en Géminis no están bien y deben cambiar casi toda la tubería del templo —Milo contuvo un respingo ante la cantidad de trabajo, y la magnitud del problema—, por eso, creo que nos veríamos incómodos y retrasados por la falta de agua en nuestro itinerario.
—Kanon.
—¿Sí?
—Que conste lo siguiente, siempre he pensado -y siempre pensaré- que Saga es demasiado bueno contigo para dejarte vivir bajo el mismo techo. Yo no soy así —aclaró enfatizando lo último—, al mínimo problema que me causes echaré por la ventana mi hospitalidad como buen griego junto contigo y tu aprendiz. ¿Está claro?
Kanon, que en ningún momento dejó de sostener el contacto visual con Milo, asintió.
—No tendrás nada de qué preocuparte, apenas me sentirás.
—Mejor no te excedas, me pondrá sobrealerta no saber que tramas y si te portas demasiado bien.
—De acuerdo.
Zander buscó con la mirada a Cástor, tras escuchar la resolución de los mayores, y lo encontró apagado y ensimismado, no de la forma en que Nikolai viajaba a su mundo de psicología y ciencias experimentales, era más bien como si quisiera refugiarse en algún punto de su ser para conectar su alma con la de alguien más. Zander no entendía esa clase de cosas, él solo podía deducir que el gemelo menor estaba deprimido.
Muchos otros de su edad le decían que en Géminis, siempre hay un bueno y un malo, que en ese caso, el malo era el que nunca se dejaba ver, la sombra de los gemelos. Pólux siempre se mostraba ante todos y brillaba sobresaliente, era un prodigio al que no le lucía la falsa modestia. Cástor debía ser esa sombra malsana de la que todos hablaban... pero Zander ahí no veía a un ser oscuro y malvado, sino a un chico de su misma edad que se sentía mal.
—Cástor puede dormir con Zander en su cuarto —decidió Milo—, pero tú Kanon, tendrás que conformarte con el sofá, mi cama es un área restringida.
—Claro, restringida de cara, por la tapa sucede otra cosa —ironizó Kanon.
—Deja los celos Kanon, el sofá también es cómodo aún con dos personas encima. Lo malo es que si te veo en esas en mi sofá...
—Ya se, me pondrás de patitas en la calle. Pero no te preocupes por eso bicho, no tendrás que "verme" hacerlo.
Aunque se tratara de una broma, una pequeña parte de Milo se comenzaba a arrepentir de permitirle la entrada al gemelo malvado en su morada.
LOL
Para esas horas, Aioros disfrutaba su cena perfectamente organizada por Ginebra, en compañía de sus visitas. Saga bebía una copa de vino tinto y "celebraba", irónicamente, un reencuentro de viejos amigos, después de que el arquero diera su "sí" al permitirle sin recelo alguno que viviera en Sagitario hasta que los problemas en Géminis se solucionaran. Aioros que conocía a Saga desde siempre, sabía que algo no estaba del todo bien allí, se daba cuenta de eso gracias a la actitud relajada del gemelo y que en ningún momento mencionó a su hermano menor. Muy sospechoso.
—¿Kanon? —parpadeó fingiendo que se extrañaba por la pregunta—, supongo que habrá ido con Aioria a pedir asilo.
—Lo dudo, ¿no era Cástor, su discípulo, el que le temía a Sinéad?
—¿Le teme?
—Por lo que le escuché a Aioria una vez, sí, me explicó que se debía a su fobia y alergias a los felinos —Aioros bebió un sorbo de la copa antes de seguir—, creo que ve a Sinéad como una gata.
Saga se echó a reír y Aioros lo compartió solo un rato, por el rabillo del ojo observaba a Pólux, callado e ignorando el hecho de que estaba acompañado. Ginebra también lo percibió y varias veces se le acercó preguntándole si gustaba de algo mas, recibiendo corteses negativas. Esa actitud demostraba que lejos de los problemas en Géminis, los hermanos habían vuelto a pelearse, y esta vez afectaban a otro par de hermanos inocentes.
Aioros no se proponía investigar más al respecto, hasta la mañana siguiente cuando el tema fuera menos reciente. En cambio la inglesa no pensaba dejar pasar la noche, estaba preocupada por el gemelo mayor, su habitual compañero de entrenamiento, que muchos decían era su rival principal debido a que ambos eran las mayores promesas de la nueva generación, como sus antecesores.
Pero sobretodo, estaba preocupada por el menor de ellos. Rezaba a Athena y a Dios, en quien todavía creía, que Cástor encontrara el alivio esa noche donde fuera que estuviera.
¿Qué les pareció?, a mi me agradó, por lo menos me relaja y me ayuda a desahogar un poco mi frustración por el agua.
También se me ocurrió un pequeño proyecto de fic corto -como este, también de los gemelos dorados- tipo AU. Para darles una idea les haré esta pregunta: ¿Se imaginan a Saga como candidato a presidente de un país del tipo EE UU? ¿A Kanon tratando de evitar que gane las elecciones con la ayuda de ciertos elementos?. La culpa la tiene que todo lo que leo en las noticias de mi país es política pura y pareja, ¡estoy hasta las narices!, eso y que se me pegó la canción de Exo Politics de Muse. Amo Muse (L)
En estos días estaré subiendo cositas pequeñas (o eso intentaré) que quería escribir para el 14 de Febrero, pero se me frustraron por los finales de la uni, que gracias al cielo ya casi concluye y tengo mas tiempecito.
Muchos saludos, besos, abrazos, a todo el que me lea. Le dedico mi amor de escritora (L)
¡Hasta otra!
