AUTORA: Trades.
FEEDBACK: mas que bienvenido, acá o en tradesgarden@hotmail.com.
DISCLAIMER: los personajes son de LFN, usados sin permiso. Sin afán de lucro.
COMENTARIO: la la la la la.
Rescatando Estrellas
INTRODUCCIÓN
CINCO
Tardo algún tiempo. De hecho, tardo cuatro años en mirar mas allá. Y no. No estaba hablando del amor. O más bien pensando.
Paso las yemas de sus dedos por sobre la mesa. Suave. Lento. Incitante para algunos. Pero eso no era su problema. Suave. Percibiendo a través de sus dedos la suavidad de la mesa. La frialdad. Cualquier parecido a Madeleine era pura y absoluta coincidencia. Casi sonrío. Pensar eso de Madeleine, era solo subestimarla.
Identifico los olores, mientras las piezas volvían a caer en su lugar. Su mente a mil por hora. Recorriendo los pasillos de la memoria.
"- No soy lo que piensas que soy…".
Palabras sabias. Palabras proféticas. Cabello rubio. Ojos casi celestes. Inocencia diluyéndose. Ha. Los espejismos del amor.
Salió de su ostracismo, o al menos así le parecía, aunque a los demás no. Solo para dar ordenes, matar. Engañar. Mentir. Lo usual. Mirarla. Lo usual. Anhelarla. Lo usual. Buscarla en la multitud como si fuera a perder el sentido. Lo usual. Para luego recordarse que nunca antes tuvo la opción de poseerla de nuevo. Un instante. Un día. Un segundo. Nunca tuvo la fuerza, se corrigió. Nunca tuvo la osadía, la iniciativa, la fortaleza. Pero hace cinco minutos. La Epifanía. De verse solo, siempre solo. Recitándole poemas que solo por ella existían y que nunca había tenido el valor de verbalizarlos. Increíble que se pensara que solo él conocía el autentico valor. Increíble que por un tiempo, él dejara que lo creyeran, que de hecho, él casi lo creyera por segundos. Increíble que ella lo hiciera. Increíble que él no hubiera armado el rompecabezas antes. Bueno, no tan increíble. No supo porque, después de todo lo que sabia, tenía ese cuasi buen humor.
Cinco minutos. Todo se debía a cinco minutos. Cinco minutos en que había racionalizado. Realmente racionalizado, el hecho de vivir por siempre así. Por siempre adentro. Ella. Siempre afuera. Acechando su refugio con esos ojos azules y su extravío de fe.
Siguió poniendo las piezas. Una a una, goteando en su mente. Una a una. Respiro de ves en cuando, solo para ver que sus pulmones aun funcionaban.
Inhalación. Por cada uno de los latidos de su cuerpo. Por cada vez que volteo la cabeza para no verla correr, escondiendo el infierno detrás de la insolencia de la juventud.
Exhalación. Por cada vez que negó su abrazo. Por cada vez que lo escondió porque tenia dudas. Porque tenia miedo.
Inhalación. Por la traición. La suya. La de su alma. La de su corazón, por no frenar su esencia. Por la de ella. Por la de ella. Por la de ella.
Exhalación. Por cada orgasmo vacío. Por cada laguna mental creada para negarla. Por cada pedazo de su alma, rota, en medio de la noche, cuando después de los cinco minutos, se dio cuenta del resto. Cuando armo el rompecabezas. Y se dio cuenta de que no solo su amor, pero su orgullo, le impedía volver a respirar por la traición. La omisión. La ira. Desesperanza. Decepción. Dolor. Dolor. Dolor.
Pero esos cinco minutos. Antes de saberlo. Esos cinco minutos. De realización. De olerla a la distancia. Su perfume, su champó. Y algo primario. Complemento. Para él. Para todos. Esos cinco minutos. En que ella tardo en entrar por la entrada oeste. En que saludo a walter. Birkoff. En que miro por un segundo hacia Perch. En que escaneo con esos ojos, cada parte de la escena que se desarrollaba en COM. En que escaneo la escena. La escena. La escena. Y pensar que alguien podría describir eso solo como curiosidad. No. No iría aun a eso. Casual, casual. Se repitió. Pero el daño ya estaba hacho. Nada era casual. Nada lo fue. Excepto él… ¿O no?.
Y entonces él volteó. No porque sintiera el sonido de sus pisadas, o más bien la forma de pisar, de caminar. Si no porque donde estuviera, lo que hiciera, lo que pensase, lo que soñase, lo que anhelase, lo que liberase, lo que negase, lo que expresase, lo que callase. Todo lo que amara, odiara. En lo que creyera, en lo que olvidara. En cada despierto segundo. En cada sueño. Ahí. Siempre. Siempre. Estaba ella. Olor. Carne. Sexo. Imprudencia. Dolor. Seducción. Inocencia. Fe. Perdidas. Renuncias. Convalecencia. Renuencia. Carencia. Orfandad. Piedad. Humanidad. Perdidas. Desesperanzas. Fortaleza. Traición. Traición.
Se levanto. Dirigió una misión. Hablo con Madeleine. Operations. Discutió con walter, sobre el nuevo dispositivo de camuflaje. Y en medio de la noche, o día, o lo que fuera que ocurriera allá afuera. Trato de dilucidar un curso de acción. Un camino. Un path. Una revelación. Otra Epifanía. Se dijo con insano humor. Otra resurrección.
OFICINA DE MICHAEL
Apago la pantalla un segundo. La foto de su hijo difuminándose, mientras la veía teclear en su panel. Ella tardo un segundo en notarlo, o en tomar la fuerza suficiente para subir la cabeza. El gesto, antes considerado casi encantador. Seductor. Incitante. Tomaba todo un diferente cariz. Trato que ese cariz no lo nublara de lo que ella era, de lo que él era, de lo que significaba todo. Aunque a veces ese todo se difuminara en la traición.
Michael la observo por un segundo. En la comodidad de su oficina. Tuvo la premonición de que su fuerza no bastaría para llevar todo esto adelante. Que podía y quería, cargar con el peso del mundo en sus hombros, pero, ¿y sí ella no lo hacia?. O peor, ¿y si ella no lo había hecho nunca con él?. ¿Y si todo había sido una mentira?… Vio sus ojos. Y supo la respuesta. Colocaría el peso del mundo en sus hombros. Y ella también tendría que hacerlo. ¿Se lo debía?. Tal vez. Probablemente no. La idea del deber, no era tan atractiva para él como la irresoluta inhabilidad para ir contra sus sentimientos. Sus deseos. Su cuerpo. Su alma. Tomo un respiro que se volvió fe y recuerdos, anhelos y decisión. Y miedo.
+ ¿Qué sucede Michael?.
+ …
+ ¿Michael? …
+ lo sé todo…
CONTINUA EN CAPITULO DOS
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DISCLAIMER: los personajes son de LFN, usados sin permiso. Sin afán de lucro.
COMENTARIO: la la la la la.
Rescatando Estrellas
INTRODUCCIÓN
CINCO
Tardo algún tiempo. De hecho, tardo cuatro años en mirar mas allá. Y no. No estaba hablando del amor. O más bien pensando.
Paso las yemas de sus dedos por sobre la mesa. Suave. Lento. Incitante para algunos. Pero eso no era su problema. Suave. Percibiendo a través de sus dedos la suavidad de la mesa. La frialdad. Cualquier parecido a Madeleine era pura y absoluta coincidencia. Casi sonrío. Pensar eso de Madeleine, era solo subestimarla.
Identifico los olores, mientras las piezas volvían a caer en su lugar. Su mente a mil por hora. Recorriendo los pasillos de la memoria.
"- No soy lo que piensas que soy…".
Palabras sabias. Palabras proféticas. Cabello rubio. Ojos casi celestes. Inocencia diluyéndose. Ha. Los espejismos del amor.
Salió de su ostracismo, o al menos así le parecía, aunque a los demás no. Solo para dar ordenes, matar. Engañar. Mentir. Lo usual. Mirarla. Lo usual. Anhelarla. Lo usual. Buscarla en la multitud como si fuera a perder el sentido. Lo usual. Para luego recordarse que nunca antes tuvo la opción de poseerla de nuevo. Un instante. Un día. Un segundo. Nunca tuvo la fuerza, se corrigió. Nunca tuvo la osadía, la iniciativa, la fortaleza. Pero hace cinco minutos. La Epifanía. De verse solo, siempre solo. Recitándole poemas que solo por ella existían y que nunca había tenido el valor de verbalizarlos. Increíble que se pensara que solo él conocía el autentico valor. Increíble que por un tiempo, él dejara que lo creyeran, que de hecho, él casi lo creyera por segundos. Increíble que ella lo hiciera. Increíble que él no hubiera armado el rompecabezas antes. Bueno, no tan increíble. No supo porque, después de todo lo que sabia, tenía ese cuasi buen humor.
Cinco minutos. Todo se debía a cinco minutos. Cinco minutos en que había racionalizado. Realmente racionalizado, el hecho de vivir por siempre así. Por siempre adentro. Ella. Siempre afuera. Acechando su refugio con esos ojos azules y su extravío de fe.
Siguió poniendo las piezas. Una a una, goteando en su mente. Una a una. Respiro de ves en cuando, solo para ver que sus pulmones aun funcionaban.
Inhalación. Por cada uno de los latidos de su cuerpo. Por cada vez que volteo la cabeza para no verla correr, escondiendo el infierno detrás de la insolencia de la juventud.
Exhalación. Por cada vez que negó su abrazo. Por cada vez que lo escondió porque tenia dudas. Porque tenia miedo.
Inhalación. Por la traición. La suya. La de su alma. La de su corazón, por no frenar su esencia. Por la de ella. Por la de ella. Por la de ella.
Exhalación. Por cada orgasmo vacío. Por cada laguna mental creada para negarla. Por cada pedazo de su alma, rota, en medio de la noche, cuando después de los cinco minutos, se dio cuenta del resto. Cuando armo el rompecabezas. Y se dio cuenta de que no solo su amor, pero su orgullo, le impedía volver a respirar por la traición. La omisión. La ira. Desesperanza. Decepción. Dolor. Dolor. Dolor.
Pero esos cinco minutos. Antes de saberlo. Esos cinco minutos. De realización. De olerla a la distancia. Su perfume, su champó. Y algo primario. Complemento. Para él. Para todos. Esos cinco minutos. En que ella tardo en entrar por la entrada oeste. En que saludo a walter. Birkoff. En que miro por un segundo hacia Perch. En que escaneo con esos ojos, cada parte de la escena que se desarrollaba en COM. En que escaneo la escena. La escena. La escena. Y pensar que alguien podría describir eso solo como curiosidad. No. No iría aun a eso. Casual, casual. Se repitió. Pero el daño ya estaba hacho. Nada era casual. Nada lo fue. Excepto él… ¿O no?.
Y entonces él volteó. No porque sintiera el sonido de sus pisadas, o más bien la forma de pisar, de caminar. Si no porque donde estuviera, lo que hiciera, lo que pensase, lo que soñase, lo que anhelase, lo que liberase, lo que negase, lo que expresase, lo que callase. Todo lo que amara, odiara. En lo que creyera, en lo que olvidara. En cada despierto segundo. En cada sueño. Ahí. Siempre. Siempre. Estaba ella. Olor. Carne. Sexo. Imprudencia. Dolor. Seducción. Inocencia. Fe. Perdidas. Renuncias. Convalecencia. Renuencia. Carencia. Orfandad. Piedad. Humanidad. Perdidas. Desesperanzas. Fortaleza. Traición. Traición.
Se levanto. Dirigió una misión. Hablo con Madeleine. Operations. Discutió con walter, sobre el nuevo dispositivo de camuflaje. Y en medio de la noche, o día, o lo que fuera que ocurriera allá afuera. Trato de dilucidar un curso de acción. Un camino. Un path. Una revelación. Otra Epifanía. Se dijo con insano humor. Otra resurrección.
OFICINA DE MICHAEL
Apago la pantalla un segundo. La foto de su hijo difuminándose, mientras la veía teclear en su panel. Ella tardo un segundo en notarlo, o en tomar la fuerza suficiente para subir la cabeza. El gesto, antes considerado casi encantador. Seductor. Incitante. Tomaba todo un diferente cariz. Trato que ese cariz no lo nublara de lo que ella era, de lo que él era, de lo que significaba todo. Aunque a veces ese todo se difuminara en la traición.
Michael la observo por un segundo. En la comodidad de su oficina. Tuvo la premonición de que su fuerza no bastaría para llevar todo esto adelante. Que podía y quería, cargar con el peso del mundo en sus hombros, pero, ¿y sí ella no lo hacia?. O peor, ¿y si ella no lo había hecho nunca con él?. ¿Y si todo había sido una mentira?… Vio sus ojos. Y supo la respuesta. Colocaría el peso del mundo en sus hombros. Y ella también tendría que hacerlo. ¿Se lo debía?. Tal vez. Probablemente no. La idea del deber, no era tan atractiva para él como la irresoluta inhabilidad para ir contra sus sentimientos. Sus deseos. Su cuerpo. Su alma. Tomo un respiro que se volvió fe y recuerdos, anhelos y decisión. Y miedo.
+ ¿Qué sucede Michael?.
+ …
+ ¿Michael? …
+ lo sé todo…
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