Bienvenidos a mi retorcida mente. Los personajes son de Rumiko Sensei y los desvaríos son míos.


La luna estaba en cuarto creciente.

Kagome observó con el corazón en un puño el astro, símbolo de tanto y tan poco...

Un año de infructuosa búsqueda había diluido su significado, haciéndola dudar de su memoria y cordura. ¿Acaso todo había sido un sueño? Había recorrido el país de punta a punta sin ningún resultado. Ni rastro de ningún tipo de energía demoníaca, ni rastro de los sinuosos castillos que tan bien había conocido, ni rastro de los poblados y monasterios. Ni una palabra o pista útil entre los cientos de textos que había consultado. Tanto esfuerzo para nada...

Tras finalizar su último curso de preparatoria y con el dinero que Jī Chan le había dejado en herencia se había dedicado a viajar por todo Japón buscando alguna pista, algún rastro de la existencia de ese ser que era su motivo para seguir viviendo. Y no había encontrado nada. ¿Cuánto vivía un yōkai? Había conocido en el Sengoku a uno con más de 2000 años, pero en su presente ni siquiera Bokuseno existía ya.

Y sin su existencia la vida de Kagome carecía de sentido. Cuando cerraba los ojos todavía podía sentir sus labios en la piel, sus ojos de gato abrasándola, sus brazos rodeándola y proporcionándole calor. Pero al abrirlos sólo estaba la luna. Y el vacío.

Kagome miró por última vez hacia la luna del cielo para después concentrarse en su gemela reflejada en las olas. Siempre le había gustado el mar, le parecía un sitio perfecto para terminar su viaje y la cumbre de ese acantilado sería un buen lugar para entrar en el Yomi. Sin duda esperaba reunirse con él al otro lado, ya que no lo había podido encontrar en éste.

— Máma, Sōta..., gomen ne...! — Susurró mientras se lanzaba al vacío.

...

Cuando abrió de nuevo los ojos el pecho le quemaba y la garganta le ardía por la sal. Escupió tosiendo cerca de un litro de agua de mar antes de poder hablar o concentrarse en dónde se encontraba. Cuando se calmó un poco vio que estaba en una barca de madera y un extraño marinero la observaba con el rostro iracundo. Era bastante feo, con una poblada barba y la tripa voluminosa como un tambor taiko. Pero lo peor de todo era su mirada, que reflejaba la furia de una tormenta.

— ¡Mira que eres impaciente, mujer! ¡Sabía que acabarías por hacer una estupidez, aún cuando prometí que te ayudaría...!

Kagome no cabía en si del asombro y entre toses sólo acertaba a preguntar:

— ¿Quién... eres...?

Tras la pregunta no tuvo más remedio que frotarse los ojos, ya que la silueta del hombre se transformaba como por arte de magia. El pelo encrespado se suavizaba y alargaba, y el feo rostro se convertía en uno mucho más hermoso y muy bien conocido.


A modo de presentación deciros un par reflexiones. Esta historia es un mundo paralelo al original. Los personajes no son jakuza, ni empresarios, ni universitarios. Sucede en el Sengoku y hay saltos en el tiempo. El malo malísimo es Naraku, Kikyō es un cadáver y Sesshōmaru, un Lord sin compasión. Todos buscan la perla y bla,bla,bla... Hasta aquí todo igual. Pero no me podía conformar solo con eso y en un punto determinado toda la trama cambiará de raíz. La razón de que me lanzase a escribir este fic fue principalmente por Kagome. Creo que ella se merece una gran historia de amor, un compañero sólo para ella y no como segundo plato. Además Inuyasha es un buen tipo en el fondo y merece estar con su querida Kikyō. Ella no me cae tan rematadamente mal como a algunos grupos de haters por ahí. Es egoísta, desinteresada, sufrida, amable, borde..., en pocas palabras, gris. Como el resto de los personajes de mi historia. Al usar el recurso del punto de vista me permito hurgar el fondo de sus mentes hasta sacar los pensamientos más enterrados, esos que ni ellos se atreven a aceptar. Será una historia sin censura, cruda y trágica. Ya veremos como lo llevo, pero os prometo que no tendrá un final feliz, no habrá bodas de blanco, ni embarazos, ni vacaciones en el mar, eso seguro. No os digo con eso que todos deban morir, pero la vida es agridulce y los finales también deben serlo. Sin aburriros más os invito a mi mundo. Enjoy!


En honor a algunos amigos no otaku que han decidido leer mi historia a continuación añado un pequeño glosario de términos recurrentes que no aparecerán explicados más adelante. El que se lo sepa, que se lo salte.

Yōkai (apariciones, espíritus, demonios o monstruos(mononoke)) son una clase de criaturas en la cultura japonesa que van desde el malévolo oni (ogro) al travieso kitsune (zorro). Algunos tienen partes animales, partes humanas, o partes de los dos, por ejemplo, kappa (hombre sapo) o tengu (hombre cuervo). Los Yōkai son generalmente más poderosos que los seres humanos y tienen una esperanza de vida mucho más larga, y debido a esto, tienden a actuar con arrogancia sobre los mortales. También tienen valores diferentes de los seres humanos, y cuando estos entran en conflicto pueden conducir a la enemistad. Destacan entre ellos los Daiyōkai (lit. Gran Yōkai) que son dirigentes de las diferentes manadas. Más poderosos y longevos, son de pura sangre y algunos son semidioses con la capacidad de transformarse en bestias gigantes.
Hanyō (lit. medio yōkai o medio demonio) Híbrido de yōkai y humano. Posee características demoníacas pero durante la luna nueva vuelve a ser sólo humano. Inu (lit. perro) En este caso al hablar de Inu me refiero a un tipo específico de yōkai con características de perro. Destaca entre ellos el Inugami (lit. dios perro), un Daiyōkai semidios y protagonista de esta historia.
Reiki (lit. energía universal). En la vida real es una práctica médica alternativa basada en la imposición de las manos o toque terapéutico. En esta historia al hablar de reiki me refiero al aura o energía espiritual de los personajes femeninos de origen humano que tienen relación con lo sagrado (sacerdotisa o miko). Tiene propiedades curativas y mágicas.
Yōki: (lit. energía yōkai o demoníaca) Contrario al reiki. Es el aura de los yōkai. Posee cualidades mágicas y puede ser usado para pelear o para imponer presencia.