"Han saltado a la actualidad los casos de los niños brujos del Congo. En el norte de Sudáfrica, sobre todo en regiones de religiones tradicionales, se acusa cada año a cientos de hombres y mujeres de brujería, personas que son a menudo asesinadas por las masas enfurecidas. En Tanzania se acusa cada año a cientos de mujeres de brujería, que son asesinadas o mutiladas."

La gente empezaba a gritar "quemen a las brujas" sin importarles que en ese grupo de jóvenes se encontraban sus madres, esposas e hijas.

Cuando el juez del pueblo, un hombre joven sin piedad y con un gran odio hacia las brujas, llamado Li Shaoran tomó la antorcha y prendió fuego a la hoguera, sentí mi corazón romperse en mil pedazos. Había escuchado sobre la inquisición en las brujas pero nunca pensé que me afectaría tanto. Odié tanto a ese hombre en ese instante que quise matarlo… juro que algún día lo mataré.

Al verla ahí, indefensa, atada a ese palo como si fuese el mismo Satanás supe que nunca olvidaría la escena más traumatizánte que vería en toda mi vida.

El fuego comenzó a abrazarlas despacio y las jóvenes comenzaron a cantar muy fuerte, mientras las mujeres a mi alrededor gritaban. Después de un momento el canto ya no era tan nítido como al inicio, este se mezclaba con los gritos de dolor de las niñas; pero había una que no cantó, tampoco gritó al sentirse devorada; al contrario, ella observaba a todos como si estuviera en un sueño profundo.

Mis lágrimas caían sin detenerse, fue tan desgarrador...

Cuando ya no se oían los gritos o ninguna seña de cantos, alcé mi vista para ver los cuerpos sin vida, y en efecto, ya no había vida. Observé niñas quemadas, desfiguradas completamente, pero… había un cuerpo que todavía se movía; era el de mi pequeña Tomoyo. Su rostro calcinado me miró y en sus ojos vi algo que no era dolor, no era miedo, era algo que la dejó irse en paz. Es lo que trato de entender ahora, quiero encontrar eso que vi en sus ojos antes de que se fuera para siempre.

Es verdad que compartí todo con ella, pero en ese momento me di cuenta que en realidad no había visto nada de lo que ella me enseñó todo el tiempo que estuvimos juntas.

No se si hubiera podido morir con ella ese día pero lo que sí se ahora, es que puedo morir por ella hoy….

CAPITULO I: Llegadas….

Todo comenzó el 11 de septiembre de 1692, cuando llegué a un pequeño pueblo por petición del alcalde para que impartiera clases como profesora a niños de once años. Mi nombre era Sakura Kinomoto. Yo entraba al pueblo una mañana fría por la lluvia que amenazaba la llegada del frío invierno.

Las mujeres trabajaban en sus quehaceres domésticos y lo niños jugaban tranquilos por las amplias calles, me pareció un pueblo muy tranquilo de lo que había supuesto, pero a veces la primera impresión no siempre es la correcta.

Una niña de aproximadamente catorce años se encontraba sentada, y a diferencia de los demás, ésta parecía no poder ver. Se limitaba a mirar al cielo sin observar nada en especial, ni si quiera tenía brillo en sus ojos por lo cual pensé que era ciega, pero al cabo de unos minutos, ésta me miró con determinación. Al inicio me asusté, puesto que su mirada era penetrante, pero luego ella me sonrió, se puso en pié y avanzó hacia mi sin dejar de verme directamente a los ojos.

Cuando llegó a mi me abrazó y un impulso dentro de mi me llevó a abrazarla también, ella me tomó de la mano y me llevó hacia el centro del pueblo donde había una gran mancha negra en el suelo.

La niña me soltó y se agachó para tomar la ceniza del suelo y ofrecérmela, como no sabía qué significaba, tomé el puñado que me ofrecía, y lo guardé en el bolsillo de mi chaqueta; ella pareció estar muy contenta con mi acción porque me sonrió y salió corriendo.

No entendí la acción, pero esa niña me infundía un miedo, no cualquier miedo, era un miedo hermoso, lindo. Un miedo tranquilizante aunque suene raro. Tomé mis cosas y comencé a buscarla a mi alrededor. Cuando logré visualizarla, la lluvia comenzó a caer de nuevo, corrí hacia una casa cerca para resguardarme de las gotas de agua que caían cada vez más deprisa, pero la niña no pareció importarle la lluvia y se puso a bailar en la lluvia.

La señora de la casa al verme llegar, salió a recibirme muy contenta, pero al ver a la niña bailando y riendo, la sonrisa se le borró.

Esa niña es muy extraña. No me sorprendería que algún día muriera como su madre un gesto de asco se dibujó a lo largo de su rostro. Disculpe, usted bebe ser la nueva maestra. Pase, la lluvia es más fuerte cada vez.

No, discúlpeme usted a mí por importunar no podía dejar de ver a esa joven. Ella me llamaba mucho la atención, Discúlpeme, ¿puede decirme cómo se llama esa niña?

No se debe preocupar por ella. Su nombre es Tomoyo, vive con su padre pues su madre murió hace poco; no se preocupe, no tendrá que lidiar con ella.

¿La primera impresión?… Pues a mí, a mí me pareció muy dulce. La quema de brujas no llegaría a ese lugar. De eso estaba segura.

N/A: Hola a todos, ésta es una historia que se me ocurrió cuando una Ing. En la universidad me mandó a investigar sobre la inquisición en las brujas. Me parece un tema fascinante y se me ocurrió esta historia.

Les agradezco y déjeme Reviews para saber sus opiniones y críticas.

Gracias.