Death Note no me pertenece.
Dijiste que moriríamos juntos. Que me matarías a mí también. Volveríamos a encontrarnos y todo sería, perfecto.
Si yo te viera hoy por la calle correría y gritaría "fantasma".
Porque te fuiste, y no te quiero de vuelta. No te borraste ni tú, ni el tiempo, ni la rabia, ni la tragedia, ni siquiera mi mente infantil y desorganizada –en la que tanto confiabas- te olvidó, entendí todo y sentí cada día de la soledad a la que me forzaste.
Dijiste que no hablara. Que era correcto. Que iba a sentirse bien. Sí, lo sentí como los ángeles pero ahora me entero de que no fue correcto. No hablé.
Dijiste adiós, pero dijiste hola tantas veces que yo creía febrilmente que siempre volverías. Que los abrazos eran de verdad, que estarías mejor, que así estaríamos mejor. No volviste y yo te odié. Ahora estoy más sola que nunca, más lúcida que nunca. Arden mis ojos cuando mi cuerpo siente el frío, el calor tan cercano, yo sin poder acercarme. El punto es que sé tantas cosas… -que me caben en el cerebro más no en el corazón-. Me veo bien y no vivo –sigue sin importarme lo que hago o lo que como-.
Yo dije que las cosas no tenían fin. Me sonreíste. Dijiste que era muy sabia y se te cayó una lágrima.
Nunca dijiste que me amabas. Me tocabas y yo gemía aún sin saber lo que significaba. Me acompañabas a todas partes… Y suspiro porque no estás conmigo, porque ni yo ni nadie fuimos suficientes, porque hay días hermosos y aire puro y música y bandas nuevas y tanto que podríamos compartir.
Te fuiste temprano.
Nunca dijiste que me amabas. Pero yo sé que me amabas. Porque si no me amabas, entonces tendría que seguir tus pasos.
Dejar de soportar mi aire.
