Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn no nos pertenece, sólo las dos OC.
-¡JUUDAIME! - Tsuna oyó gritar a su autoproclamado mano derecha tras él - ¡Buenos días tenga! – La tormenta dio una pequeña reverencia, sonriendo de oreja a oreja.
- Ho-hola, Gokudera-kun. – Tartamudeó el joven capo. Hacía ya un tiempo que se conocían, pero no podía evitar seguir sintiendo un poco de miedo hacia el italiano.
- ¡Buenos días, Tsuna, Gokudera! – Yamamoto apareció alegremente tras ellos, dando un golpecito amistoso en el brazo a Tsuna.
- ¡Eh, tú, friki del béisbol, no toques a Juudaime! – Gritó Gokudera, dejando a Tsuna con el saludo en la boca.
- Jaja, ¿y por qué no? Somos amigos, ¿verdad? – El aludido sonrió, con su característico aire despreocupado.
Tsuna suspiró. Empezaba a acostumbrarse a esto. Incluso comenzaba a pensar que podría llegar a deshacerse de su destino como capo Vongola; después de todo, vistos desde fuera, esos dos parecían estudiantes de secundaria de lo más normales. Miró al cielo ausentemente.
-Bueno, supongo que mientras no hagan nada raro estará bien. – Pensó Tsuna. – Además, Reborn no parece estar por aquí. Podré tener un día tranquilo por fin... – Sonrió con el pensamiento, pero algo lo devolvió a la realidad.
- ¡ABRAN PASO!
Tsuna dio un bote. Los tres idiotas se giraron sobresaltados para ver a una chica de ondulados cabellos castaños, que corría hacia ellos alocadamente. Pasó entre ellos en un abrir y cerrar de ojos, dándoles un pequeño empujón.
- ¡Perdón, perdón! – Juntó las manos como gesto de disculpa y continuó su carrera, acaparando las miradas de todos los estudiantes de alrededor. Inmediatamente después, apareció otra chica.
- ¡Espérame, onee-chan! – se apresuró a seguirla, dejando atrás al confundido grupo.
- … ¿Qué ha sido eso? – preguntó Tsuna a nadie en particular, boquiabierto. – Tengo el presentimiento de que esto va a poner fin a mi tranquilidad…
- No tengo ni idea. – respondió Gokudera, tan pasmado como su jefe.
- Jajaja, qué chicas tan divertidas. – Rió Yamamoto - No las había visto nunca, ¿serán nuevas?
- Podría ser. – Coincidió Tsuna – Deberíamos apresurarnos, en nada tocará la campana y Hibari-san nos matará a mordiscos como lleguemos tarde.
Se estremeció mentalmente, realmente temía a Hibari y a sus poco ortodoxas maneras de llevar el instituto como Presidente del Comité de Disciplina.
- Ya has oído a Juudaime, friki del béisbol.
- ¡Tonto el último! – Yamamoto les dio un pequeño empujón y arrancó a correr, seguido de cerca por sus amigos.
- Buf, física a primera hora… ¡Menudo engorro! – Yamamoto se estiró perezosamente en su pupitre.
- Bah, es sólo una asignatura más, ¿verdad, Juudaime? – Gokudera sonrió.
- Bueno, la verdad es que a mí tampoco me gusta la física... – Aclaró Tsuna – ¡Encima, el Nezu me la tiene jurada!
Ese profesor y él no hacían precisamente buenas migas. En apariencia era un profesor como cualquier otro, pero cada vez que sacaba mala nota en un examen (que no eran pocas) se dedicaba a ridiculizarle en frente de toda la clase. Obviamente, eso a Tsuna no le hacía ninguna gracia.
En ese momento el maestro entró en la clase y puso orden, acallando el incesante parloteo de los estudiantes.
- Buenos días, chicos. – La clase respondió desinteresadamente a su saludo – Hoy tenemos dos alumnas nuevas. Pasad, chicas. – Dijo, dirigiéndose a las dos sombras que ahora entraban por la puerta.
Tsuna se las quedó mirando como si fueran un par de alienígenas. Gokudera chasqueó la lengua y Yamamoto rió por debajo de la nariz. Cómo no, eran las chicas de hacía un momento.
- Acaban de llegar de España. –Empezó el profesor – ¿Os importaría presentaros frente a la clase? – Las chicas se miraron, y la de cabello ondulado se adelantó.
- Ey, me llamo Akira Sanada. ¡Encantada! – Sonrió abiertamente.
Escaneó la clase, aparentemente buscando a alguien, pero en seguida cedió el paso a la otra chica, de aspecto bastante más tímido que ella. Tenía los cabellos de un color castaño claro, largos y lisos.
- … Ho-hola. Me llamo Akemi Fujiwara. Encantada de conoceros. – Dio una fugaz mirada a la clase y volvió al lado de Akira.
- A ver dónde os podéis sentar… - El profesor divisó dos asientos vacíos – Sanada, siéntate detrás de Yamamoto. Fujiwara, tú puedes sentarte al lado de Gokudera.
El italiano le mandó una mirada asesina al profesor y éste evitó su mirada, palideciendo ligeramente.
- Hola, encantada. – Akemi le miró con recelo y se sentó en su asiento. – Espero que nos llevemos bien. – Le dedicó una cálida sonrisa.
Gokudera, con su buena educación usual, gruñó y miró hacia otro lado con aspecto molesto.
- Buenas~ - Akira saludó con la mano a Yamamoto, acomodándose en su sitio.
- ¡Ey! ¿Qué tal? – Respondió él – España, ¿eh? Eso está muy lejos.
- Sí que lo está... ¡Pero tenía tantas ganas de llegar a Japón! ¡Es una pasada! – Echó los brazos al aire, emocionada. - ¡Es el paraíso para una otaku como yo!
- Jajaja, ¡así que en España también hay otakus!
- ¡Claro que sí, está lleno! ¡En España…!
- ¡Silencio, vosotros dos! – El profesor los hizo callar – Sanada, ¿acabas de llegar y ya estás armando follón? ¡Intolerable! – La reprochó – Aquí en Japón no se toleran esos comportamientos, señorita.
- No te sulfures, hombre. Sólo estaba haciendo un primer contacto con mi compañero.
Akira se apoyó en el respaldo de la silla despreocupadamente. El profesor la miró y soltó un suspiro exasperado. ¿Otra a la que le gustaba dar la nota? Magnífico.
- En fin, empecemos la clase. Abrid el libro por la página 37.
"El Nezu", como lo llamaban los alumnos, se puso a escribir en la pizarra. Akira, al ver que se giraba, tiró un papelito a la cabeza de Akemi.
- Este profe tiene pinta de ser un plasta de primera.
Ella leyó la nota y miró a su amiga, que estaba recostada en su pupitre con cara de pocos amigos. Akemi asintió con la cabeza y miró de reojo al profesor. Akira hizo una mueca y le sacó la lengua al Nezu, quien justo en ese momento se giró.
- Vaya, vaya, Sanada, pareces muy interesada en resolver el problema número uno.
Sonrió maliciosamente, dando por sentado que no sabría la respuesta. Akira arrugó la nariz y miró el libro de Tsuna, que estaba a su izquierda, y se quedó pensativa unos instantes.
– La respuesta es 3π½ - Volvió a recostarse en el asiento, bostezando. Tsuna la miró, incrédulo.
- ¡Zasca! – Akemi rió por lo bajo y Gokudera la miró arqueando una ceja.
- E-es correcto…
El profesor se ajustó las gafas nerviosamente y pasó a la siguiente pregunta con rapidez, silenciando los murmullos de los demás estudiantes. Yamamoto rió y miró a Akira, que seguía haciendo señas a Akemi.
- ¡Yaay, por fin!
Yamamoto se apoyó en la mesa de Tsuna, la clase acababa de terminar.
- Y que lo digas, esta clase se me ha hecho más larga… - Comentó Tsuna con pesar.
- ¡Si ese profesor estúpido le molesta no dude en decírmelo, Juudaime! – Dijo Gokudera, que se había unido a la conversación. - ¡Le dejaré mudo para siempre como ose hacerle algo!
- ¡Hiiiii! ¡Eso no, por favor, Gokudera-kun! –
Tsuna gritó despavorido, y Yamamoto rió con ganas, divertido.
- Tú eres Tsunayoshi Sawada, ¿verdad?
- ¿Eh? – Tsuna se volvió hacia Akira, que se les había acercado. – S-sí… ¿por?
- ¡Vaya, ha sido más fácil de lo que esperaba! – Tsuna la miró sin entender. - Encantada de conocerte, Décimo capo Vongola. Te he estado buscando.
Tsuna se quedó helado.
- ¿¡HIEEEE!
A/N: Bueno, ahí está el prólogo de nuestro primer intento de fanfic. Esperamos que haya sido de vuestro agrado. ^-^
Las reviews son siempre agradecidas, y las críticas constructivas siempre ayudan~ ;)
¡Gracias por leernos!
