Dedicatoria: Para todas las personas que me leen, por tener paciencia con una escritora tan floja y sobre todo para Noda, porque de no ser por ella no estaría escribiendo nada de estas cosas y por ser tan genial como Kai. ¡Gracias por ser una inyección de ánimo!.
Disclamer: todos sabemos que Beyblade no me pertenece porque yo no entiendo los Shonen.
Advertencia: esta historia es yaoi y para mayores de 18 años, yo no me hago responsable si después de leer esto tienes que ir a terapia yo no tengo dinero para pagar tus sesiones ni contratar a un abogado si me demandas.
~Té de la flor dorada~
~Crisantemo~
Sus cabellos eran mecidos levemente con el viento que a su vez hacia bailar los pétalos de las flores, entremezclándose con las infinitas hebras negras creando un cielo estrellado a los ojos carmesí de su espectador, el chino le encaró y sus ojos le miraban cálidamente mientras aún sostenía entre sus manos el pequeño jilguero el cual dejo libre a los pocos segundos.
El hijo del dueño del negocio de especias en china siempre había estado rodeado de un aura de misticismo que resultaba simplemente cautivadora, "incluso para los dioses" solían decir. Cabello largo que caía cual fina cascada sobre sus hombros y espalda, piel apiñonada y suave como la fina seda que solía vestir, rostro perfectamente equilibrado y cuerpo estilizado rayando levemente en lo femenino mas con ojos dorados como los de una fiera, si habría una palabra para definirlo sería: "equilibrio", el balance que le hacía hermoso.
-"es muy agradable tenerlo de visita en nuestra residencia joven Hiwatari…"- dijo con su voz clara que refrescaba como un riachuelo en verano mas para el invierno que representaba el joven Hiwatari, dichos encantos eran fútiles por lo que se limito a encogerse de hombros quizás algo despectivo pero podía darse el lujo puesto que se trataban de "conocidos" de infancia.
Sus visitas se limitaban al menos una vez cada dos años desde que tenían uso de memoria, de niños Kai llego a confundirle por una niña lo que causo grandes peleas entre ellos que terminaban en golpes, típicas de la edad. Al crecer finalmente se dieron cuenta de que tenían más cosas en común de lo que creían por lo que se dedicaron a practicar esgrima, cazar insectos y por supuesto molestar a las muchas hermanas que tenía el chino. Barcos de papel, casas en el árbol, festivales y dulces robados, su infancia había sido como las de cualquiera.
Sin embargo ahora no eran niños y en esta visita se daban cuenta de ello; ambos tenían dieciocho años y habían cambiado mucho en los últimos dos años, no solo físicamente si no hasta en sus actitudes; Hiwatari hacia honra de ser el próximo representante de la compañía mercantil rusa, era fuerte, elegante e implacable y con un aura de superioridad que le hacía elevarse sobre todo ser vivo, incluyendo al místico joven que estaba frente a él.
Ante sus gestos Rei esbozó una sonrisa algo nostálgica y suspiró escondiendo sus manos entre las largas mangas de su traje y llevando su vista hasta el jardín. –"has cambiado…"- dijo mirando los crisantemos y luego por el rabillo del ojo al ruso.
De nuevo no obtuvo respuesta como si le ignorase lo que hizo que una ligera angustia se acumulara en el pecho del chino –"¿sucede algo?"
-"tu padre dice que no quieres ser el próximo en hacerte cargo del negocio…"- dijo mirando al horizonte lo que causo que el asiático pudiese relajar los hombros aunque algo entristecido
-"no, es demasiado problema administrar tanto y me piden responsabilidades que no deseo cumplir…"- dijo cerrando levemente sus ojos –"además quiero dedicarme al estudio de—"
-"¿eres idiota?"- preguntó cortante mirándole de reojo –"por supuesto que es demasiado problema pero si eres el primer heredero y único hombre de tu familia es tu deber quedarte con el negocio"
Rei parpadeó un par de veces con un gesto consternado -"¿por qué dices algo como eso? No nos hemos visto en dos años y…"
–"tu padre me pidió que hablara contigo al respecto, ya lo hice…"- se dio la vuelta y camino lejos, de vuelta a la mansión que pertenecía al oriental –"debo regresar a la reunión que tienen mi abuelo y tu padre…"- luego de decir eso se retiro dejándole con la incertidumbre y muchas palabras ahogadas en sus labios, Rei cerró sus puños con fuerza mientras le miraba marcharse con su bufanda y cabellos ondeados por el viento cual bandera que protagonizaban una lúgubre marcha.
-"…y pensar que me gustas…"- susurró a la nada y cerró los ojos.
-"con la adquisición de ese nuevo navío estoy seguro de que nuestro negocio con los ingleses prosperara enormemente…" – dijo la serena voz de un hombre oriental entrando en sus cuarenta años quien fumaba calmadamente de su alargada pipa confundiendo el humo emitido de sus labios con el de los inciensos encendidos en la habitación bellamente decorada –"de nuevo me has impresionado Voltaire…"
-"Así se espera Kon, es el barco más rápido que ha podido crear jamás la compañía…"- dijo un hombre robusto de rostro sonrosado y expresión severa bajo un cabello plateado por las canas pertinentes de su edad.
En uno de los asientos de la habitación se encontraba sentado el nieto del hombre mayor, con sus brazos cruzados y ceño fruncido mientras escuchaba la conversación, después de todo su padre se había marchado y el sería el próximo heredero, el que estuviese allí era símbolo de poder. A diferencia de otros que preferían perder su tiempo en…
-"he traído el té…"- los pensamientos de Hiwatari fueron interrumpidos por la voz de su "amigo", si es que así podía llamarlo, tras una cortina de humo se reveló la figura cubierta en seda del oriental sosteniendo el juego de té de porcelana con hermosos decorados de crisantemos como los jardines de la residencia.
-"Rei… hijo mío, te he dicho que esas cosas deberían encargarse tus hermanas…"- replicó su padre exhalando una estelilla de humo.
-"no es molestia en lo absoluto, además están recibiendo sus clases de caligrafía… no quería interrumpir al maestro"- respondió con simpleza mientras servía el té verde a sus invitados.
Los ojos rojos se pasearon lentamente por el chino mientras le servía; sus dedos eran largos y finos como los de una mujer, cabello negro como la noche sobre un rostro de porcelana y ojos dorados como los crisantemos, sus labios se curvaron en una mueca de desagrado ante su hermosa presencia, tan hermosa y desagradable presencia que sintió deseos de arrojar el contenido hirviendo sobre él, probablemente el oriental lo había notado puesto que sus ojos habían encarado a los del ruso en una expresión probablemente de consternación mas Hiwatari simplemente se limitó a mirar en otra dirección.
-"bien, me encanta la idea de que estés aquí hijo mío pues comentaba al señor Voltaire sobre la adquisición de "la dama blanca", el barco más rápido construido hasta ahora…"
-"oh, eso es maravilloso, pero espero que la adquisición de tal barco no haya sido demasiado gasto para la compañía…"
Solo con hablar un poco el de ojos dorados podía sentarse tranquilamente y tratar de asuntos importantes como si fuesen un juego, pues permanecía tan sereno e impasible que era difícil creer que se lo tomaba en serio, aunque su padre parecía complacido por el hecho de que estuviese allí y probablemente pensaba que había sido gracias a la conversación anterior con el joven Hiwatari, este por su parte no lo consideraba de esa manera; conocía al oriental y sabía que no iba en serio, lo cual le irritaba de sobremanera más que todo lo demás y es que desde los últimos años había algo en él que le molestaba bastante rayando en el punto de no poder soportarlo.
La reunión transcurrió sin contratiempos algunos y hasta sorprendentemente Voltaire llegó a sonreír y disfrutar de una agradable e inteligente conversación con té y el dulce aroma de las flores acompañadas del incienso.
Finalmente los mayores se excusaron y decidieron que sería agradable recorrer varios de los negocios en la ciudad aprovechando que todavía faltaba para el anochecer, Kai buscó seguir a su abuelo pero este no lo consideró así y pidió que permaneciera con el joven Kon ya que en un futuro ambos dirigirían las compañías y era bueno que cultivasen una buena amistad y se pusieran al corriente después de tantos años.
La puerta se cerró frente al rostro de Hiwatari y este solo pudo atinar a cerrar los puños y bufar molesto, al girar lentamente su rostro notó a Rei recogiendo el juego de té sin mirarle en un ambiente que claramente era incómodo.
Si Kai tuviese la habilidad de entender los sentimientos de las personas sabría que el movimiento pausado del oriental era señal de una profunda tristeza que le carcomía el alma, mas al no ser el caso simplemente atinó a sentarse con pesadez, cruzarse de brazos y cerrar los ojos.
Los minutos transcurrieron aunque jamás podría precisar que tantos, sentía que el oriental había abandonado la habitación pero jamás se percató de cuando se había acercado a él, causándole un escalofrío y consiguiendo que se levantara.
-"Kai…" –intentó decir mas el aludido simplemente gruñó un poco y le miró de reojo a lo que Rei bajó el rostro ligeramente –"¿por qué me estás evitando?"
No obtuvo respuesta. Rei continuó.
-"En la última carta…te dije que quería hablarte de algo importante… ¿por qué me evitas entonces?, has estado actuando muy extraño…"
-"tu eres el extraño…"- aclaró cortante Kai.
-"¿a qué te refieres?"
-"tu apariencia, tu actitud, las cartas…"- explicó el de cabellos color humo –"actúas como una estúpida mujer enamorada"
-"…quizás me gusta alguien…"
-"ese no es el punto, ¿o es que quieres ser una mujer?"
-"¡por supuesto que no!"- replicó el chino mirándole enfadado –"es normal llevar el cabello largo en china, Kai, y si mi apariencia te resulta femenina pues disculpa no tener una estructura ósea tan tosca como la tuya…"-
-"¿y las cartas?, ¿el dejar la compañía?"- inquirió sin mirarle casi con hastío y comenzando a caminar lejos de él, repasando con detenimiento todas las cosas que había leído, se detuvo de golpe y le miró con una sonrisa petulante –"…no me digas qué…"
El cuerpo de Rei se tensó y un escalofrío le recorrió la espalda –"¿qué?"- preguntó nervioso y con un nudo en la garganta y una sensación de ahogo le inundó el pecho al ver que Hiwatari se acercaba de cuenta nueva con la diferencia de que le tomaba por los hombros y lo llevaba lentamente hasta el muro mirándole a los ojos, su corazón latía con tanta prisa que sentía que en cualquier momento se desmayaría y su rostro estaba tan enrojecido que podía casi confundirse con los rayos rojizos del atardecer.
-"¿no será…"- El ruso hizo una pausa antes de continuar–"la persona que te gusta soy yo?…"- terminó, esperando la respuesta por parte del chino y sintiendo como el delgado cuerpo se tensaba bajo sus dedos.
Rei tembló bajo el agarre del ruso y sus labios se entreabrieron nerviosos mientras sus ojos no podían mirar en otra dirección, balbuceó por unos segundos algo inentendible y luego asintió levemente con la cabeza –"…sí Kai…"- confesó finalmente armándose de valor –"eso era lo que quería…decirte…"-
Al escuchar dichas palabras los ojos rojos se abrieron grandemente, sorprendidos ante dicha confesión pero al final simplemente atinó a bufar con fastidio ya que odiaba ese tipo de situaciones –"¿estás de coña, no?"- pregunto despectivo, causando que el oriental temblara aún más y bajara la mirada.
El chino suponía que algo así era probable que sucediera, aunque contaba que quizás por tratarse de su amigo, quizás el único, Hiwatari no sería tan despectivo, al parecer se había equivocado pero concluyó que no era el momento para arrepentirse ahora –"No bromeo, no bromearía con algo como eso… hemos sido amigos desde siempre, ¿por qué sería tan extraño de que confesara algo así?, eres la persona en la que más confío…."
Una sonrisa burlona surcó el rostro del ruso mientras no despegaba su vista del otro –"eso solo lo hacen las estúpidas mujeres enamoradas no sabía que eras una de ellas, Rei"- dijo burlón –"aunque debí suponerlo, físicamente eres parecido a una mujer y eso no hace más que reafirmar de que tal vez seas una…"
Rei ceño sus puños y le miró irritado; por la vergüenza y la indignación que se estaban anudando dentro de sí–"¡deja de decir eso Hiwatari!- replicó molesto, bajando la mirada –"que seas un cínico sin corazón no significa que yo sea una chica…"- siseó y se sorprendió a sí mismo de estar temblando un poco con todos sus sentimientos acumulados como una roca en su pecho.
-"en estos momentos te estás comportando como una…"- comentó aún más cínico y burlón al notar el efecto de sus reacciones –"tan solo mírate, eres patético"
El asiático le encaró finalmente con su rostro deformado por la rabia–"¿y exactamente por qué soy patético?, mi único error fue el decirle algo como eso a alguien como tú…que se esconde en una montaña de desprecio e indiferencia para sentirse superior y cree que el poder solo reside en aplastar a otros…desde yo lo veo…tu eres el patético…"- dijo entre dientes algo elevado hasta acabar en un susurro.
-"por lo menos yo no actúo como una mujer enamorada y resentida porque su primer amor no le correspondió"- contestó arisco a su ofensa –"deja de ser una mujer resentida y compórtate como lo que eres"
-"Actuar apropiadamente y comportarme es, según tú, ser un imbécil que pisa a los otros…"- preguntó tambaleándose un poco y caminando en otra dirección –"claro, puedes pisar porqué después de todo somos los herederos de grandes empresas y tenemos poder para muchas cosas…"- se ahogó un poco –"actuar correctamente sería de olvidarme de cosas estúpidas como sentimientos y preocuparme en el dinero, negocios…poder"- susurró esto último -"comportarme correctamente sería actuar como tú…"
-"porque somos herederos es porque debemos comportarnos analíticamente y pensar con la cabeza fría, los sentimientos no hacen más que nublar tu buen juicio y razonamiento"- le observo fijamente –"actuar de esta manera resulta en este mundo es hora de que despiertes de tu mundo de sueños rosas y entres al mundo real"
-"tienes razón…Kai"- dijo algo cabizbajo ya sin deseos de continuar con esa discusión –"ha sido un error…"- susurró con el rostro bajo para luego salir de la habitación sin mirar atrás ni por un segundo.
Hiwatari le miró marcharse pero se limitó a simplemente encogerse de hombros y sentarse de nuevo en el asiento que ya había ocupado anteriormente en la reunión y mirar el jardín de crisantemos y más lejanos que estos, el mar.
La mañana comenzaba a bañar en luz toda la hermosa mansión y el rocío hacía brillar los pétalos de los crisantemos y acompañado con la luz el cantar de los jilgueros se escuchaba en las ventanas, sin embargo la habitación asignada para él siempre era la más alejada de los jardines para disfrutar del silencio y una prolongada oscuridad. Finalmente tuvo que despertar y recibió las atenciones de los sirvientes que presurosos prepararon un baño para él y dieron ropas limpias, no le gustaba demasiado puesto que prefería hacer las cosas por sí mismo pero era descortés no aceptar las atenciones del señor Kon.
Recorrió los iluminados pasillos bañados en dorado y rojo hasta el comedor donde le esperaban para desayunar, a cada paso podía aspirar el aroma de pan caliente y el té, lo que en realidad le mareaba un poco pero ya era habitual en ese lugar; siempre había muchos aromas entremezclados. Entró en el recinto y recibió una gran sorpresa puesto que esperaba que Rei estuviese allí, no después de lo ocurrido, estaba contando de que si el joven no tomaba los negocios de su padre al menos ya no estaría en su camino, sin embargo allí estaba y con una apariencia tan seria y renovada que gritaba de todas las formas: yo también soy el próximo heredero, su cabello negro ahora estaba atado en una trenza y cinta blanca definiendo perfectamente su afilado rostro, sus largas ropas de seda ya no estaban y hacían paso a una camisa larga y pantalón negro.
El señor Kon le invitó a sentarse, sacándolo de sus pensamientos para luego poder disfrutar de una agradable comida y una reunión seria y solemne donde se conversó sobre el hermoso navío el cual insistieron debía visitar prontamente, por lo que al darse por concluido el encuentro un carruaje les fue preparado para ponerse en marcha a la brevedad posible.
No eran comunes los carruajes en ese lugar pero la familia Kon podía darse ese lujo, Kai lo agradecía ya que odiaba caminar y entremezclarse demasiado con la gente. Rei le hacía compañía en el vehículo o al menos eso parecía puesto que se limitaba a no hablarle y simplemente mirar la ventana mientras el paisaje pasaba ante sus ojos y el aroma de la sal del puerto inundaba sus sentidos. El navío más grande del puerto era de su propiedad, la actividad bullía debajo del enorme mástil donde trabajadores llevaban cajas con el cargamento hasta el depósito con toda la delicadeza posible y cuidando de que no se humedecieran.
Kai pudo conversar con el capitán y el contramaestre y finiquitar cualquier asunto importante además de aprender un poco, es decir, aún era joven para todo esto y siempre era bueno ponerse al corriente, aún así a pesar de su edad todo era tan cercano, sentir la madera pulida bajo sus dedos y mirar el bullicio del trabajo era la mejor sensación que podía sentir, por encima de la sal y el sudor estaba el aroma de algo más: poder.
Suspiró para luego dedicarse a recorrer el lugar, al girar su rostro en uno de los pasillos oscuros del puerto notó a Kon conversando con uno de los trabajadores quien le entregaba una pequeña caja dorada mas que el oriental cubría con una seda para que no se notase a simple vista, ¿estaba consiguiendo alguna especia prohibida?, ¿opio quizás?
La mañana había transcurrido tras el extraño incidente y ambos pudieron regresar dentro de la hermosa carrosa donde nuevamente Rei permanecía en silencio, obviando el hecho de que el ruso le escudriñaba con la mirada buscando la caja dorada.
-"¿Rei no has olvidado algo?"- preguntó el de ojos rojos en tono neutro para no denotar su interés por el objeto.
-"olvide echarte al océano…"- dijo también en tono neutro, mirando por la ventana para luego mirarle de reojo –"¿preguntas por la caja verdad?"- dijo en un tono tan frío, que era increíble pensar que ocultaba algo -"¿me espías, Hiwatari?"- preguntó mirándole de reojo
-"es una lástima que no pudieras hacerlo, Rei" – dijo frunciendo el ceño, sorprendido de la actitud del otro pero sin demostrarlo demasiado –"no me interesa lo que hagas pero si vas a comprar cosas como esas por lo menos hazlo donde nadie te vea…"
-"no es opio... son plantas inglesas que compré..."- dijo sin explicar demás -"antes de que saltes a tener conclusiones equivocadas..."
la carroza se detuvo finalmente y Rei fue el primero en bajar para pedir al cochero un paquete; la dichosa caja envuelta en tela, miró de reojo al ruso quien también estaba bajando y le dijo en voz suave –"espero me acompañes al té…joven Hiwatari, sería bueno conversar si es prudente arriesgarnos con la compañía italiana y entrar en el negocio de la seda, con los ahorros obtenidos podríamos empezar el negocio, estoy seguro que a nuestros representantes les interesaría saber que buscamos extender el rango de comercio de la compañía"- dijo y luego dio una ligera reverencia –"hasta entonces…" –caminó dentro de la mansión sin detenerse un segundo a mirarle o esperarlo.
-"allí estaré…"- dijo simplemente tratando de no prestarle demasiada atención, sus actos habían sido totalmente contrarios a la persona que se le había confesado ayer; frío, indiferente y calculador. Sonrió con algo de cinismo, ahora que lo pensaba probablemente el chino había cambiado su actitud por las críticas que le había realizado, ¿acaso Kon cree que por actuar responsablemente él caerá rendido a sus pies?, sorpresivamente esta situación resultaba incluso más molesta que ayer, aunque debía admitir que la idea no era mala y sabía que la seda era bastante pedida estos días.
El almuerzo transcurrió sin contratiempos así como el resto del día hasta la tarde, donde Kai esperaba en la habitación donde solían concretarse los asuntos de ambas familias, mas Kon simplemente abrió la puerta y le pidió que le siguiera ya que estaba seguro de que sería usada por su padre y su abuelo en la brevedad y ellos no habían sido llamados a dicha reunión, sin otro remedio el de cabellos color humo le siguió hasta una habitación alejada que poseía un hermoso jardín interno con plantas que jamás creyó haber visto en sus viajes; como crisantemos dorados, el aroma era dulce y apenas un velo evitaba que la luz entrase, dándole un aire etéreo e ilusorio al lugar; como la belleza que Rei mostraba ayer.
-"serviré el té…"- dijo tranquilo el chino, sirviendo de una tetera un contenido de aroma sublime y hermoso color dorado como oro líquido, ¿y el té verde de siempre? Rei notó la sorpresa de Kai y sonrió un poco, aunque era una sonrisa algo apagada. -"antes de que sigas espiándome… es té de la flor dorada"- dijo sin inmutarse y sirviéndose–"dicen que si lo bebes a medianoche tendrás un sueño que te revelará tus verdaderos deseos…"- se encogió de hombros indiferente y sirviendo algo de leche en su té –"yo lo encuentro delicioso, sobre todo con leche…"- Dejo la taza a un lado –"las hierbas son inglesas y costosas y mi padre odiaría que hago un gasto tan innecesario…en especial porque odia las costumbres extranjeras…"- carraspeó un poco –"ha de disculparme he divagado un poco"- una vez dicho esto sacó varios documentos que colocó sobre la mesa.
-"supongo es bueno variar de vez en cuando…"- dijo mirando el té fijamente.
-"entonces…es mejor que comencemos, por favor revise los documentos que tengo…sobre los ingresos de la compañía Di Natale mas debido a un incendio han perdido su taller, si les ayudamos podríamos pedirle al menos el treinta por ciento de las ganancias lo cual sería alrededor…"
Rei prosiguió a hablar y a explicar calmadamente porque resultaba una buena idea realizar el negocio, sin saber que silenciosamente esperaba ansioso porque Hiwatari…
Disfrutara de su té.
