Dear santa: I want a kiss
Summary: "Querido Santa: Sé que ya estoy un poco grande como para mandar una carta, pero quisiera que me concedieras un último regalo. No te pido dulces esta vez, si no, un beso… ¡Un beso mágico con el hombre que será el amor de mi vida! Atte: Momoko Akatsutsumi" Uff… Si tan solo Brick supiera lo que santa le obligará hacer en noche buena.
Dedicada a una de mis escritoras favoritas de Demashitaa (:
Miss Nutella.
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Demashitaa Powerpuff girls no me pertenece.
-¡Vamos, apúrense chicas!
-Kaoru ¡Más despacio! – Habló entre jadeos cansados una linda rubia de unos ojos azul cielo, que abrigó más su cuello con la bufanda purpura que tenía alrededor de este.
-La tienda va a cerrar pronto y aun necesito envolver el obsequio.- Bufó la joven de ojos jade, al frente del camino con pasos rápidos, cargando en sus manos una caja con la imagen de una batidora. Sus dos amigas resoplaron detrás de ella, presionando más a sus pies para poder alcanzarle.
-¡Todavía que hemos accedido a acompañarte! –Esta vez fue una voz mal humorada que le perteneció a una chica de cabellera larga y pelirroja, poseedora de unos orbes de un peculiar rosa.- No ha sido nuestra culpa que hayas olvidado el regalo de tu madre a último momento.
La chica morena de cabellera corta, negra y desordenada—pero cubierta bajo un abrigado gorro— se detuvo de golpe, provocando el choque de sus dos mejores amigas como si fueran piezas de dominó.
-Bien… ¡Iré a envolverlo rápido! No se muevan.
Anuncio la azabache con un toque desesperado. Las tres se encontraban dentro de una tienda comercial, situada en la gran plaza de Nueva saltadilla. Pararon frente a una papelería donde observaron a la joven morena ir hasta el mostrador y pedir de favor que envolvieran su obsequio.
Las dos chicas permanecieron allí, tal y como les había ordenado Kaoru en un principio.
Nunca les ha gustado quedarse en silencio, así que Momoko fue la primera en romper el hielo, girándose hacia la powerpuff azul.
-Tus padres vendrán para pasar la navidad ¿No es así, Miyako?…-Preguntó la peli naranja, sacando una barra de chocolate blanco del bolsillo de su abrigo. La nombrada sonrió y Momoko pudo percibir en sus ojos un brillo de alegría.
-Sí, llegan mañana por la mañana, y también se quedarán para año nuevo. La abuela y yo ya hemos adornado la casa para darles la bienvenida.
-Eso es genial –Sonrió con sinceridad. Miyako asintió.
-¿Tu que harás Momoko? ¿Celebrarás fuera? –La oji rosa negó.
-Harán una cena en mi casa esta vez. Mamá ha invitado a familiares lejanos. –No se miró muy emocionada por ello, quizá por tener que ayudar a preparar todo antes de la noche, sin embargo, Miyako no dijo nada.
-Ya veo… Solo espero que los villanos no decidan aparecer. –Suspiró algo agotada, pero se arrepintió de haberlo mencionado con la dueña del moño endureció la mirada.
-¡Argh! ¡Como decidan aparecer esos ineptos, los voy a…! –Pero su frase quedó a la mitad cuando sus ojos captaron la atención en un objeto algo peculiar, haciéndole olvidar de pronto lo que estaba diciendo.- ¿Qué es eso?
La rubia parpadeó confundida por el extraño cambio.
-¿Qué es, qué?
-Eso… -Señaló a la dirección contraria de la rubia.
Miyako se volvió hacia donde la chica pelirroja señalaba, encontrando a una corta distancia un enorme buzón color rojo con decorados de luces navideñas. A su costado, estaba situada una mesita infantil con una pila de pequeñas hojas acomodadas en un estuche, al igual que unos plumones de distintos colores. Miyako deslizó sus labios en una ligera sonrisa.
-Es el buzón de santa, Momoko. –Explicó Miyako. La chica iba a preguntar más, pero no esperó a que la rubia le tomara de la mano y tirara de ella, arrastrándola hasta quedar frente al buzón.- Es para los niños. Me sorprende que no sepas de él… ¿Nunca has metido una carta a este buzón? Lo colocan todos los años.
Momoko se quedó anonada, alzando ambas cejas hacia el buzón. Era muy bonito, y sobre todo grande. Le llegaba a la barbilla, y eso le hizo sentir más bajita de lo que es, pero la realidad es que si lo hubiese visto antes estaba segura que jamás le habría olvidado.
-La verdad, es que nunca le había visto…-Murmuró, deslizando sus dedos con cuidado por el metal frio teñido de rojo.- ¿Segura que lo ponen todos los años? Por que yo…–Volvió a mirar a la rubia y se quedó perpleja cuando la encontró acomodándose en una de las pequeñas sillitas de la mesa.- ¿Qué haces?
-Escribo una carta… -Respondió como si fuera lo más normal.
-¿No acabas de decir que es solo para niños? –Momoko se giró hacia todos lados, viendo si había alguien cerca que pudiera verles.- ¡Podrían regañarte!
Una queda risa, tan dulce y melodiosa por parte de Gotokuji le desconcertó.
-No lo harán, Momoko-chan. Verás… este buzón es para ayudar a una casa hogar. Por cada carta que entre, harán un donativo.- Se levantó del pequeño asiento y dobló su carta para introducirla al buzón.- Dudo que me regañen por querer ayudar ¿No?
La ojirosa pestañeó, procesando la información.
-Ya veo…–La pelirroja volvió a mirar el buzón con admiración. – Es un detalle muy dulce.
-Vamos, te toca.
-¿Eh?
Cuando la peli roja giró su rostro, se encontró con una hoja pequeña de papel y un plumón que le tendió su amiga. Momoko entorno sus ojos en la hoja por breves segundos, sintiendo la sangre agolparse en sus mejillas de la vergüenza.
-Has dicho que nunca has mandado una carta a este buzón. Entonces que sea la primera vez. –Sonrió con dulzura y se hizo un lado para que la joven pudiese acercarse a la mesa a escribir.
-¿Eh? ¿Yo? Eh…-Sonrió con un leve rubor, pero no negaba que se sentía muy tentada. Además, estaría ayudando a una casa hogar... ¿Qué podría pasar?
Respiró decidida, y sin querer mostrar que estaba emocionada, se acercó a la pequeña mesa para apoyar la hoja. Antes de poder escribir, miró hacia ambos lados, esperando que nadie más le viera escribiendo una carta a Santa Claus, sería algo vergonzoso…
-Esta bien… ¡Aquí vamos! -La pelirroja destapó el plumón rosado, pero al momento de poner la punta sobre el papel, se quedó en blanco. No tenía idea de que cosa escribir, aunque… bueno, no era muy importante eso ¿O sí? Todos sabían que santa no era real, y que ese buzón solo era para ayudar. Cualquier cosa que pidiera, no se haría realidad… ¿Verdad?
Ese pensamiento le desanimó un poco.
-¿Qué has escrito tú, Miyako?
-Bueno, felicidad… solo eso Momoko-chan. Le he pedido a santa que todas las personas reciban alegría en esta navidad, y que no queden solas. -Respondió con naturalidad. Momoko sonrió, eso era algo típico de Miyako. Ella siempre pensaba en los demás.- Puedes pedir lo que sea. Piensa en lo que más quieras.
-Uhm… en lo que mas quiera… -Murmuró, posando de nuevo sus ojos a aquella hoja.-Ya se…
"Querido Santa:
Sé que ya estoy un poco grande como para mandar una carta, pero quisiera que me concedieras un último regalo. No te pido dulces esta vez, si no, un beso… ¡Un beso mágico con el hombre que será el amor de mi vida!
Suena ridículo… ¿No crees? Pero es lo que más deseo. Verás… me avergüenza contarlo, pero jamás he recibido un beso de alguien, y tampoco he tenido una cita… ¡Sé que el chico indicado existe y debo esperarle! ¡Y que será muy guapo! Pero… me haría mucho más feliz que tú le pusieras delante de mí antes de tiempo, y me robe mi primer beso de amor en esta navidad. ¡Sería algo muy romántico!
Lamento la molestia y perdón si he pedido mucho.
Muchos abrazos y te deseo una feliz navidad, Santa-Sama.
Atte: Momoko Akatsutsumi
Pd: Lamento no haberte dejado galletas estos últimos 6 años, es solo que ya no pude contener la tentación de comérmelos en tu espera…"
La chica se ruborizó aún más al terminar de escribir la carta, pero no borró su torpe sonrisa de enamorada. Eso era lo que ella quería… ¡A su chico guapo soñado! Sería algo muy romántico recibir tu primer beso en navidad. ¡Oh, si! Ya tenía la imagen mental de ella y un chico guapo, con los labios unidos frente a un enorme árbol navideño…
-¿Momoko?
La voz de Miyako la despertó de su ensoñación.
-¿Eh? ¡Ah, sí! Ya terminé…- De inmediato, dobló la hoja y le metió dentro del enorme buzón que le hacía sentir enana.
Si tan solo pudiera hacerse real… es una lástima. Pensó con una sonrisa triste, con los ojos prendidos en el hueco del buzón donde había introducido la carta segundos antes.
Pero en ese preciso instante, algo extraño ocurrió… No supo si fue producto de su imaginación, o en verdad aquel leve destello dorado se asomó por él hueco. Fue como si en el interior de este hubiese iniciado un incendio.
Se apartó bruscamente.
-¿¡Viste eso!? –Pregunto a la rubia exaltada, señalando el buzón. Ella miró hacía donde la chica apuntaba y solo se limitó a inclinar la cabeza en señal de no comprender.
-¿Qué cosa?
Momoko volvió a ver el buzón, y la potente luz ya no estaba. ¡No podía ser posible!
-¿No… no lo viste? –Miró a su amiga, confundida.- ¡¿De verdad no lo viste?!
-¿Ver qué? –Volvió a preguntar, igual de confundida que la otra, pero con un rostro que mostraba claramente que la rubia comenzaba a asustarse.
La peli naranja se calmó.
-Olvídalo… yo… supongo que lo imaginé. –Su seriedad fue sustituida por una risa, sintiéndose algo torpe y avergonzada. Miyako se contagió de su risa.
-¿Qué has pedido? –Indagó la rubia, queriendo cambiar el tema.
-Eh… yo… pedí lo mismo que tú –Sonrió rascando nerviosamente su mejilla. Miyako no tuvo tiempo de responder cuando una estruendosa voz captó la atención de ambas.
-¡Les dije que no se movieran! ¿Qué están haciendo?
Kaoru llegó con su caja ya adornada para su madre. Sus ojos esmeraldas observaron el buzón rojo, y después se detuvieron en la mano de la pelirroja, donde aún llevaba el plumón rosa.
-No me digas que tu… -Sonrió burlona antes de terminar la frase, dirigiéndose hacia Momoko. Ella enrojeció notoriamente.- No puedo creer que aun sigas creyendo en eso…
-¡Te equivocas!… Yo…Lo he hecho para ayudar ¡Y Miyako también lo hizo!
Pero al parecer a la rubia no le afectó que le dejaran en descubierto, si no que sonrió a su amiga de ojos jade.
-¿No quieres enviar una, Kaoru? – Preguntó la ojiazul. Kaoru negó de inmediato.
-No, gracias. Ya tenemos 16 años, chicas. Creo que ya estoy demasiado grande como para enviarle cartitas a un gordo inexistente… -La morena se giró.- Volvamos a casa, demonios… me estoy congelando.
Nadie objeto a eso.
Momoko pensó en decirles sobre lo que había imaginado, pero lo meditó por segunda vez. Existía la posibilidad de que Kaoru se burlara de ella, y no quería ir todo el camino discutiendo con la azabache, así que solo se limitó a quedarse callada, y proseguir con sus mordiscos al chocolate blanco.
La habitación se encontraba con las luces demasiado tenues, no porque el quisiera, si no porque en realidad en esa casa no podía haber más luz de la que quisiera. La mayoría de los focos estaban fundidos, y los pocos que servían no podían alumbrar demasiado.
Brick soltó un suspiró fastidiado… ¡Detestaba vivir en la mierda! Y eso que desde que él y sus hermanos tomaron la decisión de irse a vivir a la chosa de Mojo Jojo hace unos cuantos meses, hicieron unos cambios bastante notorios dentro de aquel hogar, haciéndola ver un poco menos desastrosa… pero no lo suficiente.
-¡Boomer! –Gritó el chico, recostado en un mullido sofá viejo color azul opaco.- ¡Boomer! –Repitió un tanto más cabreado. Un gruñido fue su contestación.
-Maldita sea, Brick… ¡La puta casa no es tan grande como para que grites, te oigo perfectamente! –Respondió un joven rubio de mirada celeste y rostro de angel.- ¿Qué quieres ahora?
-Hazme algo de cenar –Ordenó, cubriendo su rostro con su fiel compañera gorra roja. Boomer le miró con evidente molestia.
-Párate tú y hazte de comer solo. Yo tengo que irme.
Brick se quitó rápidamente la gorra de la cara y miró hacia su hermano pequeño que se colocaba su chaqueta azul cobalto.
-¿A dónde vas? –Preguntó mal humorado el pelirrojo. Su hermano mediano no estaba, el simio estúpido que se suponía que era su madre tampoco estaba ¡ Y ahora su hermano pequeño tampoco iba a estar! ¿Qué ese día era el de dejen solo a Brick? ¡Además, ya estaba oscuro!
-Nuestra estúpida madre olvido comprar despensa. –Respondió natural, caminando hacia la puerta.- Robaré algo de dinero e iré por comida, así que si piensas hacerte algo de cenar, no encontraras mucho. Puedes esperarme si quieres, aunque no sé cuánto vaya a tardar. –Boomer hizo girar el pomo de la puerta y le dedico una última mirada.- Nos vemos después.
Y se fue.
Brick volvió a echarse en el incómodo sofá. Hubiera dicho a su hermano que le acompañaba en su robo, pero no le agradaban esas fechas en las que andaban. No soportaba ver a toda la gente con sus sonrisas estúpidas pasear por las calles, alegres por la navidad. Él jamás la ha celebrado, si no que hace travesuras esa noche con sus hermanos… o así era. Aunque no quisiera admitirlo, los tres se habían vuelto un poco distantes. La pasada navidad, Boomer se separó de ellos y se fue a quien sabe dónde toda la noche, y este año ha escuchado a Butch sus planes para intentar colarse a una fiesta alocada.
Brick no sabía si acompañar a su pelinegro hermano, le gustaban las fiestas, pero no las del estilo del azabache. Debía decir que Butch había adquirido un estilo punk… Y quedarse con Mojo Jojo sería una tortura.
Puff… odiaba la navidad. Odiaba ver en la televisión a las lindas familias, sentados todos juntos en la mesa y pasarla bien. ¡Y no eran nada de celos ¡No, claro que no! Solo… Solo la odiaba y punto.
Suspiró con pesadez, levantándose del sofá para buscar que cosa buena hay dentro de la nevera para hacer. Lo cierto es que no es muy bueno cocinando, pero ha tenido que aprender un poco para sobrevivir. El que mas sabía de los tres era Boomer, siempre le escogían para hacer la comida. Debían esperarlo de él: Tiene genes de la rubita tonta.
Abrió la nevera, y tal como dijo Boomer, no encontró mucho, pero era tanta su hambre como para esperar a su hermano. Sin dudar, tomo la poca leche que había y sacó un frasco de mermelada, que tampoco quedaba mucha. Podía hacerse un pan tostado con leche… no le entusiasmaba la idea, pero ¿De eso, a morirse de hambre?
Se encogió de hombros, prendió la vieja estufa y colocó encima un sartén para tostar el pan, debido a que Mojo no tiene una tostadora. Pero el pelirrojo tuvo que parar su acción, deteniendo el pedazo de pan a unos cuantos centímetros del sartén cuando escuchó un quedo sonido, como si alguien tropezara.
-¿Boomer? –Preguntó, creyendo que a su hermano tal vez se le había olvidado algo y regreso, pero no le encontró en su campo de visión y no hubo ninguna contestación. Entonces tal vez fue el mono idiota.- ¿Mojo? –Volvió a preguntar, pero nada.
Brick se encogió de hombros, creyendo que quizá fue su imaginación. Dejó el pan en el sartén, y tomó un vaso un poco agrietado, pero aun servible, y vertió la leche.
Otro sonido extraño provino de la sala.
Brick se detuvo en seco, y miró hacia donde escuchó el sonido. Entornó los ojos, molesto al no ver nada.
-Butch… ¡Si intentas hacerme una puta broma, lo vas a lamentar!
-¿Seguro que es él? No parece ser muy agradable…
El dueño de la gorra se quedó perplejo, sin saber de dónde vinieron aquellos susurros. Si estaba seguro de algo, es que no estaba solo.
-Háganoslo rápido- Volvió a escucharse.
-¿Quien está allí?-Preguntó en su tono firme, espeluznante y autoritario, pero fue incapaz de hacer algo, pues al segundo siguiente sintió un fuerte dolor en la cabeza y todo se volvió oscuridad.
-¿Le tienes en la lista? –Preguntó una voz amigable y aterciopelada
-Si, si… aquí esta, pero no en la buena. Brick Jojo… se encuentra en la lista negra. –La segunda voz fue un poco más grave y ligeramente ronca.
-Ya me lo imaginaba… ¿Se habría equivocado Santa? La chica parece muy dulce como para que el… ya sabes… sea el indicado.
-No, no hay error. Claramente es él…
Brick era incapaz de abrir los ojos. Se sentía muy adormilado y no creía poder mover cualquiera de sus extremidades. ¿Qué había pasado? Estaba acostado en algo suave, seguramente su cama, sentía esa comodidad de su colchón… ¿Pero de quienes eran las voces?
-¿No crees que es malo intervenir en esto? Se supone que ellos deberían cruzarse dentro de unos años más adelante… -Continuo la voz suave.
-Pero ella lo ha pedido así. Recuerda, nosotros solo seguimos órdenes.
-Welch, creo que él está despierto…
-Lo sé.
Y por fin, Brick pudo abrir los ojos de golpe sin poder reprimir un grito ahogado. Su visión fue borrosa y solo fue capaz de ver el techo. Intento mover la cabeza, pero le dolió un poco. Volvió a hacer un quejido en el segundo intento de girar la cabeza, y parpadeo un par de veces hasta que su visión por fin se aclaró. Se dio cuenta de que no se equivocó al pensar que se encontraba dentro de su habitación.
-Demonios… fue un sueño. –Murmuró con la voz profunda y ronca. Intentó erguirse de la cama, pero volvió a echarse bruscamente hacia atrás cuando sintió el tirón de ambas muñecas.- ¿Pero qué…? -Se dio cuenta de que ambas manos estaban atadas a las rejillas de la cama.- ¡¿Qué es esto?!
-Tranquilízate, humano. Venimos en paz.
Los intentos que hacía Brick para desatar las cadenas de sus muñecas se detuvieron en seco, y desvió la mirada de sus manos, hacia el frente dónde provino la extraña voz.
Parado sobre su cama, yacía una persona del tamaño de una muñeca de porcelana, con las orejas puntiagudas, ojos grandes y marrones, nariz pequeña y respingada, cabellera anaranjada, rizada y cubierta bajo un gorro verde en punta. Brick se quedó inmóvil, con los labios ligeramente abiertos, sin despegar su sangrienta mirada de aquel extraño ser… porque estaba seguro de que eso que estaba allí en su cama, no era humano. Y lo peor de todo… es que le sonreía.
¡Esa cosa le estaba sonriendo!
-Mira welch –Comenzó a hablar el de la voz suave. Tenía un rostro muy agradable, pero para Brick… fue aterradora.- ¡Ha sido la mejor reacción que un humano ha tenido en nuestra presencia! –El extraño hombrecillo se inclinó ligeramente hacia Brick, guiñándole un ojo.- Por lo regular, la gente siempre grita…
Brick reaccionó con la cercanía, y se revolvió en la cama como una lombriz.
-¡¿Pero qué demonios eres?! –Espetó intentando apartarlo de su cama, sin embargo, le fue imposible al tener sus manos encadenadas a la cama. El hombrecillo cambio su rostro amigable a uno horrorizado, que no dudó en bajar de la cama antes de que el pelirrojo le dañara. -¿Esto es una maldita broma? ¡Más vale que sea una broma!
-Yo me encargaré de esto –El pelirrojo escuchó otra voz mas, y al girar el rostro, se encontró con otro ser similar, solo que este poseía enormes ojos azules y cabellera negra, al igual que su compañero, rizada. Por su rostro, se notaba que su carácter era duro.
Sin esperarlo, Brick recibió un pequeño golpe en los labios. El extraño ser le había colocado una cinta adhesiva para hacerle callar, que funcionó efectivamente.
-Bueno, creo que me he equivocado. No fue la mejor reacción…
-Greg, silencio.-Calló el de cabellera negra, y se dirigió al villano otra vez.- Mira, humano idiota, no creas que estamos felices de venir aquí, pero solo hacemos nuestro trabajo. Así que será mejor que dejes de revolverte patéticamente, para terminar con esto pronto. –Pidió de una manera descortés, que le recordó bastante a su hermano mediano.- Te explicaremos lo que sucederá, Greg… adelante.
El otro hombrecillo peli naranja salió de su escondite, y con pasos tímidos, se posó delante del oji sangre. Trago antes de continuar.
-Eh… bueno… Nosotros, verás.- Se aclaró la garganta una vez más. Se sentía intimidado por esa mirada gélida y furiosa que le lanzaba el pelirrojo.- Nosotros… Nosotros somos duendes navideños –Sonrió, orgulloso de sí mismo y su trabajo- Y ayudamos a santa a cumplir con los obsequios de los niños. El motivo de nuestra llegada es simple: Hay una linda chica que ha pedido su ultimo regalo por parte de nosotros. Si bien, ella ya no es una niña, pero es una excepción puesto que se encuentra en la lista más importante de todas: La de la gente extremada mente buena. Y ella nos ha pedido algo que tiene que ver contigo… -El duendecillo le miró detenidamente.- Aunque sigo pensando que es un error… -Murmuró para el mismo.
Brick quedó pálido. ¿Qué demonios estaban diciendo esas cosas? Esperaba que de un momento a otro, saliera Butch con una cámara y sus risas estruendosas, pero no sucedía nada. Butch no hacia su aparición para demostrarle que esa era una puta broma.
-¡Mhhmhhmmh!-Brick hizo todos sus esfuerzos por hablar, dirigiendo su mirada pesada sobre el duendecillo que se encogió mas ante la perturbante mirada.
-¡No te enfades conmigo! ¡Enfádate con ella, por lo que ha pedido! –Berreó Greg, escondiéndose detrás de su compañero pelinegro que rodó los ojos.- ¡Hazlo tu welch! ¡No puedo con esto!
Brick pensó que quizá todo era un sueño… Sí… ¡Si, un jodido sueño! Eso era lo que sucedí que esas cosas no existían, y santa tampoco existía. ¡Todo era culpa de la navidad que le tortura hasta en sueños!
El duende pelinegro se posó ahora delante de él.
-La cosa es simple, humano torpe… Ella es tu futuro ¿Entiendes? –Explicó- Ella ha pedido el beso del amor de su vida, que con las investigaciones que hemos hecho, resultas ser tú… lo cual tampoco entiendo. Ella tan buena y tu tan… tu.- No se molestó en ocultar su desaprobación.
Brick quedó paralizado. ¿Un beso? ¿Alguien había pedido un beso de él? ¡Pero que sueño tan mas bizarro estaba teniendo! Si no fuera por la cinta que yacía en su boca, se estaría riendo.
-Bien, mientras te encontrabas inconsciente, han sucedido dos cosas. –Prosiguió- Una: Te hemos inyectado una sustancia mágica que evitará que cuentes todo sobre esta noche, y evitando que rebeles nuestra existencia. Y dos: Te hemos inyectado otra sustancia mágica para que cumplas con el deseo de esa linda chica. Le darás ese beso de amor.
-Esa es la explicación por tu dolor de trasero –Sonrió Greg, levantando un pulgar.- Bueno… si es que lo sientes.
Brick se quedó quieto… de hecho, no se había dado cuenta, pero en verdad le dolía el trasero. La idea de que dos seres extraños le hayan quitado los pantalones le hizo ruborizarse ¡Malditos duendes pervertidos!
-No intentes detener lo que sucederá, te será imposible. A las 12:00 de la noche, se activara la sustancia que te hará cumplir con el deseo de esa niña. ¿Qué sucederá después? Realmente no lo sabemos, pero si ella es la chica que está atada a ti por el hilo rojo del destino ¡No ocurrirá nada malo!
El duendecillo peli naranja sacó de una bolsa un martillo que parecía de juguete, cuando su compañero Welch terminó la explicación.
-Bueno, nosotros ya hemos terminado con nuestra misión. No te preocupes, todo saldrá bien. –Intentó animar Greg.- ¿Vez esto? Es un martillo mágico, que te hará caer en un profundo sueño. Ahora necesitas descansar, que mañana por la noche te espera algo pesado~ -Canturreó. Brick abrió los ojos con grandeza cuando el duendecillo pelinaranja levantó alto el martillo, con la intención de golpearle la cabeza. –Fue un gusto conocerte, aunque estés en la lista negra… ¡Suerte!
Y Brick no pudo evitar el fuerte golpe impactarse en su cabeza. Todo fue borroso y una vez más, se perdió en la oscuridad.
Su cuerpo, una vez más lo sentía pesado. Sus ojos se mantenían cerrados, y su rostro embarrado al colchón, y uno de sus brazos colgaba desde el costado de… ¿La cama? ¿El sofá? No tenía ni idea de donde estaba dormido.
Un delicioso aroma se coló por sus fosas nasales, tentándolo a abrir los ojos. Si no se equivocaba, se trataba de huevos con tocino. La hermosa imagen de aquel desayuno se plantó en su mente y su estomagó dejo salir un gruñido. Tenía mucha hambre.
Sus ojos se fueron abriendo poco a poco, y una luz cegadora le hizo volver a cerrarlos con fuerza. El brazo que colgaba, lo condujo hasta su ojo derecho y lo talló con frenesí.
-¿Dónde estoy? –Murmuró, volviendo a abrir los ojos, aclarando su visión. Estaba en la sala de Mojo, acostado en el sofá. Se irguió lentamente y pudo divisar a Boomer, sirviendo el desayuno en la mesa donde yacía Butch sentado con un vaso de jugo.
¡Perfecto! El rubio logró traer buena comida a casa.
Curvó la comisura de sus labios en una brillante sonrisa, no solo por la buena noticia de la comida, si no, que todo el momento extraño ocurrido por los duendes fue un sueño ¡Por que él estaba en el sofá y no en su cama!
Se levantó del sofá, se estiró un poco como un niño pequeño, y se acercó a la mesa con sus hermanos. Les dedicó a ambos una radiante sonrisa, estaba de buen humor esa mañana.
-¿Y ahora tú? –Preguntó Butch. El joven yacía con los cabellos despeinados y puntiagudos, y una mirada somnolienta.- ¿Por qué tan feliz?
-Sírvete si quieres, quedó en el sartén. –Señaló Boomer que ya estaba sentado, dando bocados a su plato. Brick no dijo nada y solo se acercó hasta la cocina para ir por su desayuno, pero hubo algo extraño.
Brick encontró el vaso de leche lleno que se sirvió la noche anterior, y en uno de los sartenes se encontraba el pan que estaba preparando, totalmente quemado.
Arqueó una ceja. No recuerda que pasó después de eso… ¿Cómo fue que termino dormido en el sofá? ¿Cuándo lo hizo?
Negó, no dándole mucha importancia. Se sirvió el desayuno y se sentó en la mesa desgastada con sus hermanos.
-¿Qué haremos esta noche? –Preguntó Butch, devorando el tocino.- ¡Porque hay un par de fiestas cerca de aquí y…!
- Le daré ese beso de amor que ella tanto desea. –Brick soltó de la nada, y detuvo el tenedor cerca de sus labios al percatarse.
¿Pero qué mierda fue lo que dijo?
Sus dos consanguíneos le miraron expectantes.
-¿Besaras a quien…? –Preguntó Butch, desconcertado.
-¿Qué? ¿Qué dije? –Preguntó el pelirrojo, asustado.
-Acabas de decirnos…–Explico el rubio, igual de curioso.- Una babosada como "Darle un beso a alguien… "
El pelirrojo se tensó. Si, si se dio cuenta de que dijo eso. La imagen de dos duendecillos se le vino a la cabeza.
-No, no dije nada.
-Si lo hiciste –Continuó Butch.
-Que no, no he dicho nada como eso. –Se metió un bocado de su desayuno a la boca, de mala gana. Butch solo le dedico una sonrisa ladina y picara.
-Bueno, bueno, ya. Ya vemos que tu tienes tus propios planes~ -Canturreó, a lo que Boomer casi se atraganta de la risa.- Tal vez yo haga lo mismo.
-¿Por qué te has quedado en el sofá? –Ahora el preguntón fue Boomer.
-No tengo idea… ni siquiera recuerdo cuando fue que me eché allí. ¡Y estoy adolorido! Ademas de que tuve un sueño tan bizarro… -Comenzó a reír, recordando la idiotez que soñó.- Eran dos duu..uujhsdfpspdsss!
El pelirrojo, sin querer, comenzó a escupir todo lo que se había llevado a la boca mientras sus labios se apretaban con fuerza. Los dos hermanos, abrieron desmesuradamente los ojos totalmente horrorizados.
-¿Brick? ¿Estúpido, estás bien? –Preguntó Boomer, con notoria preocupación.
-¡Se- Se trataba de dos du…sduuffsfdsfafsss!
-¡Brick! ¿Qué mierda te ocurre? –Ahora fue Butch, el que se acercó para posarle una mano en el hombro, pero el pelirrojo la aparto con brusquedad, desesperado.
-¡Dos du..djahfvshdvbaushdv!
¡¿Qué le estaba pasando?! ¡¿Por qué no podía decirlo?! ¿¡Por que carajos su boca se apretaba!?
"Una: Te hemos inyectado una sustancia mágica que evitará que cuentes todo sobre esta noche, y evitando que rebeles nuestra existencia.
Y dos: Te hemos inyectado otra sustancia mágica para que cumplas con el deseo de esa linda chica. Le darás ese beso de amor."
Esas palabras llegaron como agua de balde fría a su mente. Se levantó de la silla, aterrado.
-¡Brick! ¿A dónde vas? –Preguntó Boomer, que veía a su hermano correr hacia las escaleras y subir a la segunda planta, directo al baño.
El pelirrojo abrió la puerta de una patada, se bajó los pantalones y observó detenidamente su trasero en el gran espejo agrietado.
Oh, no… allí estaban… En su trasero ¡Allí estaban!
¡Las putas inyecciones!
Continuara…
¿Hola, cómo están? Espero que muy bien & se estén divirtiendo en sus casas! Me hubiera encantado que esta historia fuera un one-shot, pero… jaja ¡A esta cabeza mía se le ocurrió la idea de escribirla un día antes! Así que estará dividida en dos.
Espero que les guste la primera parte & les deseo una muy feliz navidad (:
Como ya mencioné, esta historia está dedicada a Miss Nutella! Un regalo por sus increíbles historias.
¡Feliz navidad, guapa! ;)
Yo me despido, nos leemos pronto.
HiimekoO3.
