DISCLAMER: Los personajes de Shingeki no Kyojin no me pertenecen son de Hajime Isayama, yo solo hice esta historia yaoi de regalo.

¡Feliz Cumpleaños Jhova! Un regalo para ti, aunque atrasado, aquí esta espero y te guste. ❤

ADVERTENCIA: Muerte de personajes. Es la mafia tenía que ser.

Disfruten.

Atónita, ninguna otra palabra podría describir el semblante de la mujer de larga cabellera castaña recogido de medio lado, recibiendo tan pesada noticia, su mirada se perdió por un par de minutos en algún punto de la habitación, tratando de asimilar la información, no creyó que ese día llegaría tan pronto.

–¿Señora?

El hombre de traje negro con gafas oscuras esperaba alguna orden tras anunciar el acontecimiento matinal cual se le avisó.

–Puedes retirarte, que no entre nadie, dile a Nanaba que venga de inmediato. -dio los pasos inseguros, acompañando al hombre a la puerta que cerró tras su salida –.Esto no puede ser cierto...– un escalofrío recorrió todo su cuerpo cual mostraba una bata, puesto que apenas estaba recién levantada , sus ojos se abrieron como platos ante el revoltijo de emociones albergantes, más el miedo, todo por lo que había luchado desde que lo encontró jovenzuela, igualando la fuerza tanto para su contraparte como para ella, ahora todo podría perderlo.

–Grisha...–susurró deslizándose al suelo arrodillada, poniendo una mano en sus labios para acallar el jadeo desesperado que deseaba soltar su garganta, no podía darse el lujo de llorar, no en esos momentos, tratando de no caer al abismo donde se condujo ella misma, su mente no debía divagar, esta sería una de las consecuencias a sus acciones.

No podría retroceder, ni huir, la tacharían de no cumplir omerta, con tal de ambicionar el poder en sus manos. No dejaría que otros la humillaran antes de asesinarla. Ella era la dueña, todo le pertenecía a ella. A su hijo.

–Mi señora. –una suave y firme voz la sacó de sus pensamientos cuales detallaban cada uno de los siguientes pasos a tomar desde este punto. Retiró el seguro, irguiéndose derecha, segura de si misma.

–Pasa Nanaba. – con paso elegante fue a su cama para tomar asiento –.Debiste ya enterarte ¿no es así? –extendió sus manos para recibir la manta azul donde venía su pequeño hijo de tres meses envuelto.

Con una reverencia la chica de cabellos rubios cortos con un conjunto de pantalón y saco café oscuro, se acercó dándole el bebé que se encontraba profundamente dormido.

–Si madam. –inclinada levemente, escuchó un pequeño suspiro por parte de la mujer de piel trigueña.

–¿Estás conmigo Nanaba? –preguntó directamente meciendo con ligereza al niño en su brazo, arreglando los pequeño mechones de cabellos rebeldes que daban ya un color castaño resaltar.

–Por supuesto que si, – respondió sin dudar Nanaba –le debemos demasiado, nos salvó a mi hermano y a mí de una muerte segura. Siempre la seguiré.

Los ojos ámbar de Carla destellaron, en un gesto rápido frunció completamente sus cejas, cual rostro adopto un estado estoico, demasiado serio que Nanaba sintió un escalofríos recorrerle su espalda al verlo, se inclinó con respeto por un momento ante la mujer que se ha encargado de ellos desde hace cinco años.

–Que así sea,– su voz sólida, sin titubeos – busca el vestido más elegante negro, no tan largo, ceñido a mi figura, sé muy bien que los jefes de otras zonas se enteraran prontamente, viniendo a darme el "pésame" debido.– bufó, sabía que vendrían a tantear el terreno a cual apoderarse.

Se levantó con el infante aún entre sus brazos dando unos cuantos pasos para arrullarlo y seguir ordenando.

–Dile a Shadis que reúna a todos, lo que no puedan se les avisará por mensaje, daré una declaración ante el Consigliere, al no estar él, debo anunciar el siguiente Don de la Familia. Prepárate para la llegada de familias extranjeras, estoy segura que esta noticia correrá como pólvora.

–Como usted ordene Mamma Carla.

Carla Yaeger, esposa del más grande líder de la mafia Italiana La Ndrangheta, mujer audaz, noble, cariñosa, determinante, capaz de todo al ser huérfana desde que tenía memoria, labro su camino a lo largo de su vida ella sola hasta que conoció a su ahora fallecido esposo Grisha Yaeger. Tomando así el puesto de líder interino dentro de la mafia. Grisha hijo del último líder de la familia Genovese, residida en Calabria, Italia, puso en fama esta organización criminal al ser capaz de manejar dos organizaciones más, denominada Cosa Nostra y Camorra.

Obedeciendo a las órdenes impuestas, Nanaba le ayudó a vestirse con algunos instrumentos adicionales en su pierna derecha, el bebé en ese lapso había estado durmiendo tranquilamente hasta que despertó cuando la mujer de ojos azules se retiró minutos antes para resolver la reunión en el jardín de la Casa Principal ubicada en el acantilado al mar Tirreno en Tropea.

–Mio bambino, esta tarde estaremos muy ocupados. –

Con la ropa lista, empezó a cambiar al bebé de hermosos ojos verde esmeralda que mostraba alegría junto a esos finos labios rosas que se alzaban en sonrisas, sus mejillas sonrosadas mientras se removía. Un traje blanco de dos piezas y un lazo negro para su muñeca izquierda, el infante reía ante los mimos que le proporcionaba su progenitora, le dio de comer, lo envolvió en una cobija verde aguamarina, pasando así dos horas en convivencia.

Dos toques en la puerta los hizo reaccionar.

–Adelante. –ya lista dejó que la silueta que abría las dos hojas de la puerta entrará.

–Carla, –la voz masculina la conocía a la perfección, la figura del hombre ofreció una leve reverencia al seguir acercándose a la joven mujer –lamento...

–No lo digas Keith,–interrumpió bruscamente, manteniendo su tenacidad en sus gestos –¿ya esta lo que pedí?

Keith Shadis, mejor amigo de la castaña, siendo Caporegime de las ciudades alrededor de la Familia Principal. Sabía que era un tema cual no debía hondar en esos momentos, todo era una revolución dentro de la sede, debían mantener el orden antes de algún levantamiento o alguna ofensa hacía los jefes, en este caso, hacía ella.

–Todos están esperando mi señora.

–Bien – los tacones de las zapatillas que llevaba puestas resonaron en el piso de baldosas pulcras de color negro, pasó por su lado saliendo así de su habitación llevando al pequeño niño que observaba y gorgoreaba a lo nuevo que observaba en el recorrido. El silencio no era incómodo por la situación en la que se encontraban, Shadis deseaba poder consolar a su mejor amiga, por ella fue que se unió a la mafia, para poder cuidarla, los más allegados a su persona podías contarlos con los dedos de una sola mano, lo comprendía, en ese mundo, no podían confiar si era necesario hasta de ellos mismos.

–Buenos días señora. –anunciaron los tres guardaespaldas que esperaban su llegada en el balcón principal del jardín, al igual que algunos sirvientes de la casa.

–Buenos días. – Carla respondió cortante en cuanto se acercaba junto a su séquito de miembros fieles a la mujer.

–Veo que no cambia mi señora. – las palabras que percibió a sus oídos la hizo desviar su atención al joven de cabellos rubios peinados a un costado de su cara, la presencia de ese joven adulto de complexión semidelgada confortaba a Carla, era una de las personas que confiaba plenamente dentro de la Mafia.

–Consigleire Erwin. –permitió el beso en el dorso de su mano por parte del nombrado.

Erwin Smith, mano derecha del Don, a sus veinte años había alcanzado tal puesto aparte de ser heredado por su anciano padre, por su intelecto en los negocios ilícitos así como los verdaderos en la industria mercantil e inmobiliaria, el detalle era que en ámbito militar se desarrolla por igual.

–Lamento su perdida. – mencionó el joven hombre vestido de un traje totalmente negro al igual que sus zapatos, haciendo resaltar su corbata roja junto al color azul de sus ojos.

Carla asintió serena ante lo dicho.

–Será otro momento que charlemos sobre esto, Nanaba me dijo que ya están siendo notificados en el extranjero ¿no es así?

–Exacto, la noticia de la muerte de Grisha se esparce con rápidez, la Familia de La Tríada ya pidió permiso para ingresar a nuestros territorios así como los jefes de la Bratva.

–Bien, ¿viene Kushel?

–Si.

–Perfecto, sigamos, debo hacer el anunció y después prepararme para la audiencia del consejo, estoy segura que esos malditos se regocijaran al querer despojarme de aquí. – la habitación se sintió más pesada ante lo dicho, el bebé en brazos ahora de Nanaba comenzó a llorar en busca de su madre quien lo cargo nuevamente tratando de tranquilizarlo –.Pero no se los voy a permitir, ten lo más pronto posible esos certificados y la legalidad por derecho para Eren, entendido Erwin.

–Ya están siendo cambiados en estos momentos Carla, todo estará en disposición tuya y de tu hijo quien por derecho de sangre será el nuevo Jefe a la mayoría de edad, en caso de que tú no te cases. – dispuso el joven de cabellos rubios seriamente.

–De acuerdo. Shadis. –el nombrado fue a su lado, la castaña se acercó a su oído a murmurarle –,si quieres ayudarme, encuentra al responsable y tráelo ante mí, –se adelantó para salir, volteo por sobre su hombro su rostro para terminar lo dicho –yo me encargaré de su castigo.

Esa faceta de Carla, era la que nunca dejaba de asombrar a Keith ante la tensión que surgía ante la circunstancia, si fuera otra mujer, de seguro se pondría a llorar en un rincón sin parar, pero no, era su mejor amiga en su más viva representación.

Keith aceptó su petición en silencio mientras dos soldados de su régimen abría las compuertas dando el acceso a Carla para presentarse ante todos los miembros que lograron reunirse. Anunciando su total líderazgo dentro de la Familia así como la Mafia, nombrando como SottoCapo a su pequeño hijo Eren Yaeger.

-3-

–Llegamos Madame.– un hombre delgado de baja altura con uniforme gris de chofer abrió la puerta del Infiniti Q70 color blanco, permitiendo que la delicada figura de una mujer de cabellos negros sueltos se mostrará, su cuerpo entornado en un vestido negro de leve olan hasta las rodillas con unas zapatillas cerradas de bajo tacón.

–Gracias. – su gratitud fue acompañada por una pequeña sonrisa en sus labios pintados de color coral, su piel tan blanca le daba un toque hermoso a sus pequeños ojos.

Se quedo en su sitio acomodando su abrigo blanco, esperando que tomaran su mano cual sintió de una más pequeña del mismo color de piel a la de ella

–Vamos Rivaille, papá dijo que llegaría cuanto antes. – dijo al pequeño niño vestido con un trajecito negro, camisa blanca, sus zapatos negros, todo ordenado hasta sus cabellos lacios que caían a su frente dividos en dos por su peinado, cubierto por un abrigo negro, intentaba por todos los medios realizar una mirada seria al igual que la de su padre.

–Si mamá. – empezó sus pasos al ritmo de su progenitora subiendo las escaleras marmoleadas en la entrada, su visión se asombro ante el paisaje frente a él, esa casa tenía un aire más cálido que su hogar, el color blanco reinaba en combinación con el perla marmoleado ante los pilares, las flores de jardín dándole un toque exuberante.

Ambas personas fueron escoltadas por sus guardias hacía dentro del recinto, Rivaille observó la amplitud al igual que todo lo que se encontraba cerca, recordaba algunos pequeños consejos de su padre referente a ello. Llegaron al salón donde varias personas alrededor murmuraban palabras aún inatendibles para él, sentados en finas sillas a los costados, un par se acercó a saludar a su mamá que seguía el recorrido a las sillas más adelante, algunos se quedaron viendo a su madre con desdén, otros los inspeccionaban de arriba hacía abajo, entre ellos observó gente amable que sonreían ligeramente como acto de saludo para ellos dos.

–Kushel…– la palabra de una fémina interrumpió sus pequeños pensamientos, haciendo que el infante buscara con sus ojos azul grisáceo la portadora de esta, viendo a una mujer hermosa de la misma edad que su madre con un vestido negro a su rodilla sin mangas caminando hacia ellos.

–Carla. –la voz afligida de su madre escucho al tiempo que le daba un abrazo a la mujer de piel morena –.Cuanto lo siento…

Carla negó correspondiendo al gesto.

–Lo hecho, hecho esta amiga, –suspiró profundamente, se sentía en confianza –ahora debo hacerme cargo de todo.

–La Tríada es tú aliada, no lo olvides Carla. –Kuchel tomo el rostro de la contraria dando un beso en cada mejilla, signo de protección en su mafia, confortando con ello a la mencionada que logró sonreír levemente.

–Gracias Kushel. – la verdad estaba enternecida con el gesto al igual agradecida, con esa acción disponía de más reconocimiento ante los presentes.

–Somos amigas, no lo olvides. – Kushel obtuvo un asentamiento de cabeza por parte de la ajena.

–Mami, ¿Quién es ella? – preguntó Levi, su curiosidad le pudo más, permitiendo que le prestaran más atención. Ambas sonrieron entendiéndose con mensajes mudos a sus miradas.

–Oh, pero mira a quien tenemos aquí. – dijo Carla a la vez que se inclinaba a ver al niño –.Carla Yaeger, mucho gusto pequeño Rivaille. – sonrió sincera al verlo para darle la mano en cortesía.

–Soy Levi. – tomó algo vacilante la mano de la mujer mayor.

–Disculpa. –ahogo una risilla pues el lugar no lo ameritaba –.Acompáñenme, Kushel tengo que mostrártelo.

–Estoy de acuerdo, pero, podemos esperar. – echó un vistazo a su entorno para hacerla interpretar.

–No te preocupes. – sus ojos se endurecieron enfocándose en el altar a un par de metros de ellas –.El cuerpo ya fue cremado esta tarde, se velara toda la noche en su honor. –la cajita de madera adornada con hojas talladas reposaba en ese lugar junto a foto grande revelando a un hombre de edad mediana, cabellos largos, ojos pequeños y una pequeña barba. Los inciencios era una costumbre también junto a las flores con lazos negros.

–¿No esperaras a los demás? –murmuró Kushel.

–Más tarde, ya hable con ellos, Erwin se esta encargando. Por ahora puedo retirarme un momento. Vamos. – señaló una puerta grande custodiada por dos hombre de cuerpo voluminoso debidamente uniformados.

–Esta bien. – satisfecha con la respuesta siguió a Carla con su hijo a lado, entraron a uno de los pasillos que los condujo a las escaleras para el segundo piso –¿Ya te reuniste con el consejo?

–Ya…–respondió la mujer de cabellos castaños cerrando un momento sus ojos –No fue fácil, Rod Reiss es quien esta incitando a despojarme de aquí.

La mujer de ojos grises frunció su entrecejo –¿Sólo él?

–Si… esta muy decidido a tomar el mando, sin embargo, Erwin actuó de inmediato como mediador, exponiendo los avances que dejó Grisha que de por sí fueron demasiados, te lo diré a ti, pero, propuso a uno de los nuestros para Ministro de Italia, no pudieron estar más impactados por la magnitud de su trabajo y hasta sorprendidos.

–No la tenemos fácil ¿no? –dijo la francesa de un modo sarcástico para amenizar el ambiente haciendo sonreír a su amiga.

–Cuando la hemos tenido fácil, pertenecemos a dos mundos de los cuales muchos no saben. –musitó Carla subiendo las escaleras.

–Cierto. –apretó suavemente la mano del infante –.Noto que el chico esta realmente concentrado en su trabajo.

La contraria se detuvo antes de llegar al final de las escaleras –¿Chico?

–Erwin Smith. –una sonrisa ligeramente maliciosa se posó en los labios de Kushel.

Un pequeño silencio entre los tres quedó hasta que por fin Carla entendió.

–¡Por dios Kuchel! –rio a causa de su vergüenza –.Solo es un trabajador, nada más.

La mayor de cabellos negros enarcó una ceja ante la actitud de su amiga, se encogió de hombros emprendiendo de nuevo el recorrido junto a Carla cambiando la conversación a temas banales.

La puerta de color blanco con nubes azules le llamó la atención al pequeño Levi, Carla la abrió permitiendo que sus visitantes entraran primero, observando el alfombrado azul celeste, frente a ellos una cuna grande de madera verde musgo con la parte frontal para un cambiador, las paredes decoradas con distintos paisajes representando un cuento al tener un castillo seguido de un bosque que terminaba en el océano y la luminosidad del cielo, un ventanal abarcando casi la mitad de una pared, daba al intenso mar donde podías escuchar como un arrullo las olas.

–Hermoso…–susurró Levi observando todo el lugar, repisas blancas con algunos peluches, un closet de madera del mismo color, una silla mecedora donde se hallaba una persona a espaldas de ellos, una mesita que contenía algunos biberones, una jarra de agua, un platito con un chupón.

–Nanaba.

La joven se levantó mostrando en sus brazos un bulto en una frazadas coral ahora, un gorgoreo salió de los sonrosados labios del bebé ante el movimiento.

–Mi hijo, Eren Yaeger. –Carla lo presentó ante las dos personas ya teniéndolo en sus brazos.

–¡Es precioso Carla! Tiene tu color de piel. –la mujer de cabellos negros se emociono al verlo.

–Gracias, ¿lo quieres cargar?

–¡Por supuesto! –extendió sus extremidades recibiéndolo –Mira Levi. –se agachó para que el niño pudiera observarlo, siendo que el bebé tenía los ojos cerrados, los abrió por tanto alboroto que se suscitaba dejando ver sus ojos verdes esmeraldas.

–Es muy bonito. – en su joven mente que había aprendido, las mujeres y bebés podían ser halagados y lo haría aún así.

–Es precioso. Carla, te felicito. ¿Te llegó mi regalo?

–Por supuesto, de hecho, abarcaste casi todo su armario con las ropas que le mandaste Kushel.

–Era justo, tú le diste todos esos juguetes a Levi también.

Rieron al recordar todo lo que habían pasado juntas desde hace tiempo, siguiendo con su charla no percatándose de que Nanaba terminaba una llamada.

–Mi señora. –habló la chica de ojos azules .–Shadis me ha dicho que trajo al responsable, esta en el sotáno junto a otros dos integrantes involucrados.

–Perfecto. –el ambiente cambio tan repentinamente con una seriedad inusitada –Dile que lo veo en el salón principal, todos verán algo peculiar el día de hoy.

–Levi. –le llamó su madre –Quédate aquí con Eren un rato ¿si? Tu padre ya debió llegar.

–Esta bien. – obedeció sin chistar, intuyo que el asunto era del lado oscuro familiar, como su profesor le enseño, cargó al bebé con las indicaciones de su progenitora.

Las mujeres dejaron a cargo al niño mientras salieron, Nanaba mencionó mandar a su hermano en camino para que le hiciera compañía.

–Ahora solo somos tú y yo. – Levi hablaba con el bebé recostándolo en un almohadón grande que se encontraba en la esquina de la habitación, con curia, poso su mano cerca de las más pequeñas moviendo sus dedos los cuales distrajeron al infante menor que jugueteaba con ellos, risillas suaves expulsaba Eren que agradaron a Levi –.Tienes hambre. –murmuró el niño de cabellos negros al verlo chupar uno de sus dedos, haciendo un puchero adorablemente que delataba su estado.

Levi se dispuso a buscar otro biberón pero ya estaban vacíos, se dispuso a tomar el chupón para evitar el lloriqueo de Eren que pronto se desataría, lo cargo sobre su hombro con cuidado para salir del lugar siguiendo el mismo camino por donde llegaron a la habitación al salón observó la puerta entreabierta, así que se detuvo antes de entrar quedando perplejo ante lo que vislumbro.

Carla le dio una bofetada a una mujer esposada con sus manos atrás.

Vio a su madre junto a su padre estoicos ante la situación, había personas que pertenecían a su familias de la mafia que igual estaban alrededor de ellos dos. Las demás personas estaban calladas, nadie le dio por hablar ante el enfrentamiento suscitado, la mujer que ahora estaba en el suelo venía acompañada por un hombre muy serio a su criterio, detrás había otros dos hombre esposados.

–Creíste que la librarías tan fácil ¿no Diana Fritz? –la voz de Carla era fría, se acercó a la mujer dándole una patada en el rostro –La amante, tenía que ser la maldita amante la traidora.

En respuesta, Diana le sonrió con suficiencia aún con los golpes recibidos, teniendo sangre en sus labios.

–Mi trabajo fue perfecto, tanto, que bajo su guardia por completo. –un golpe bajo para Carla, ya que la confianza y lealtad entre un matrimonio eran valores de honor para el criterio de ella. La castaña la tomó por los cabellos rubios.

–Debo admitir que sí, solo que tú, eras nada más el calentón de su cama. –sonrió maliciosamente –¿Creíste que no lo sabía? ¿Nunca te preguntaste porque no dormía por las noches a tu lado? –había ganado, puesto que el rostro de Diana se iba deformando con cada directa –.Saciaba su interés, su hogar, la cama por las noches, su amor, tú, solo eras la lastimosa mujer estéril.

–¡Maldita! ¡Mil veces maldita! – trato de arremeter ante la contraria –¡Todo esto debía ser mío! ¡No de una mujer de los barrios bajos! –gritó el siguiente golpe le dio en la costilla que la hizo toser repetidamente, se la había roto.

Carla se levantó derecha observando a su alrededor.

–¿Alguien quiere decir algo al respecto? –exclamó en voz alta retando al público, sus gestos eran determinantes, fríos –.Bien, porque mi origen no es secreto. –volvió a sostener a la mujer que trataba de regular su respiración, sacando una de sus dagas que mantenía ocultas en su pierna derecha.

–Es-to, solo es el principio… –susurró Diana sintiendo el frío metal cerca de su cuello elevando la comisura izquierda de sus labios en burla –.Tarde o temprano morirás al igual que tu bas-tardo…gh –no pudo terminar de hablar al sentir el corte rápido de su garganta, viendo los ojos ámbar de Carla oscuros, llenos de odio.

El líquido carmesí salpicó su rostro impávido mientras la vida de Diana Fritz se desvanecía, el lugar estaba tan silencioso que parecía que los individuos habían olvidado como se respiraba, soltó los cabellos rubios al separarse viendo a algunos que conocía tan bien por su sed de poder, ahora temerosos, ante el aura que expedía Carla.

–Protejo a la Familia, protejo su estilo de vida, que si fuera alguien más, los esclavizaría. –musitó viendo al hombre bajo que estaba con los puños apretados. Se volteó en dirección a los otros dos hombres en custodia de Keith y sus hombres.

–¡No! ¡Piedad! ¡Piedad! –el miedo los carcomía con cada grito al ver a la fémina castaña acercarse a ellos tomando otra de sus armas.

–¿Piedad? Si traicionaron a su propia Familia. Traicionaron su honor. –de un rápido movimiento acabó con la vida de uno de ellos.

–¡Fuimos contratados! ¡Mi señora! ¡Per-agh!

–Están perdonados ahora. – vió de reojo a Shadis –Dile a Springer que limpie este desastre y queme los cuerpos. – Erwin Smith se acercaba a ella con pañuelo en mano.

Por otro lado, Levi estaba conmocionado, había visto por primera vez un asesinato.

–Hey, –una mano se poso en el hombro del niño sobresaltándolo –No deberías estar aquí. – un murmuró de alguien que vio, otro niño un poco mayor que él.

–Ah, bueno, yo, yo…–tartamudeó, el niño mayor sonrió acariciando los cabellos negros del infante para calmarlo.

–Tranquilo, soy Moblit Berner, tú eres Levi Ackerman ¿no?

–Si…–dijo bajito.

Moblit lo inspeccionó intercambiando su vista con la puerta entreabierta y el movimiento del otro lado.

–Ven, vamos a la cocina. – le señaló para que lo siguiera –.Eren por lo que veo ya se durmió ¿tenía hambre?

–Si

–No eres de tantas palabras –rió nerviosamente –¿Cuántos años tienes?

–Cinco años – respondió cabizbajo.

–Oye, hey, no te preocupes. –le palmeo su hombro libre ya que seguía con el bebé dormido en el otro. –He de suponer que tus padres esconden muy bien lo que hacen. –siguió viendo el camino.

–Sé que también deben hacer eso, pero, la verdad –suspiró –me dio miedo.

–Debe ser, estas cosas no son fáciles pero es la vida que nos tocó vivir.

–¿Porqué tú no tienes miedo?

–Si lo tengo, pero…–recordó una frase de su hermana. –es mejor estar aquí que al mundo de fuera.

–¿Mundo de fuera? – habían llegado a la cocina donde dos señoras estaban bebiendo café.

–El mundo donde los humanos son monstruos.

–Oh, Moblit, bienvenido, ¿van a cenar? –una de las señoras preguntó.

–No señora Brauss, muchas gracias. Venimos por un biberón para Eren. –le señaló cortes al bebé.

–¡Bienvenido jovencito! ¡Mira Sara! Dos retoños tan tiernos. –rápidamente le ayudaron con el bebé. –¡Nuestro amo es una lindura!

Levi se tranquilizó con el ambiente viendo como llevaban de aquí para allá al bebé que poco a poco despertaba, se apresuraron a realizarle un biberón viendo el entusiasmo con el cual se lo tomaba, haciendo sonreír al pequeño de cabellos castaños.

–No justificó los actos de aquí, pero si fuese otra persona, habría eliminado a toda la gente que fuese leal a la Familia que pertenecía la señora. –dijo Moblit viendo cada escena junto a Levi –.Pero Mamma no lo hizo. El mundo tiene sus cosas buenas y mala joven Levi, le dije que esta el mundo de los monstruos ese hay que tener más cuidado, ahí se vive más la hipocresía y doble moral que la verdad, aquí puedes encontrar cosas crueles, como las que viste, pero también cosas hermosas –señaló a las señoras alegres con el infante

–Ellas siguen adelante aún si su país esta en guerra, mi hermana y yo también pese a que cargamos con la muerte de nuestros padres que honrables se hicieron de sus bienes materiales y a causa de la ambición de los vecinos fue su muerte. Nadie se hizo cargo de nosotros hasta que los señores Yaeger nos ayudaron. Creo que en tú país, has visto acciones de tus padres ¿no?

Levi asintió recordando a los campesinos de los viñedos que le encantaba visitar junto a su familia, también los sirvientes de su hogar, leales a sus padres, como una vez le dijo su maestra, los adoran por salvarlos.

–Gracias. – murmuró yendo con las señoras para que le dieran a Eren.

Levi comprendió algo más con el trabajo de sus papás.

Era el inició para él, en el bajo mundo al cual enfrentar.

Muchas gracias por leer.